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Este lunes, el periodista venezolano, José Vicente Rangel, en su columna titulada El Espejo, la cual circula en el diario de distribución nacional Ultimas Noticias (UN), realizó un profundo análisis de la conjura que actualmente atraviesa la Revolución Bolivariana, haciendo especial énfasis en que el propósito de la misma en ponerle las manos a la reserva de petróleo más grande del mundo.

 

“El propósito es cada vez más claro: ponerle la mano a Venezuela. Desmontarla institucionalmente. Acabar con el Estado venezolano como lo han hecho en otras naciones”, resaltó en su columna, agregando además que nunca antes en la historia política del país, había conocido a una oposición tan desnacionalizada como la actual.

 

A continuación el texto publicado:

 

1.- Para quienes dudan de la existencia de una conjura contra Venezuela –tramada a lo interno por factores de oposición, y alentada en el exterior por poderes con amplios recursos económicos y mediáticos–, si actúan de buena fe seguramente se habrán dado cuenta de que lo que ocurre no es cuento. La ofensiva, lo vengo diciendo, es en apariencia, contra el gobierno de Maduro, pero en el fondo es contra Venezuela. Contra sus instituciones. Contra el derecho soberano de los venezolanos para trazarse su propio destino. Se trata, ya no hay duda, de una ofensiva contra una nación con la mayor reserva petrolera del mundo y una de las más importantes de gas. Que tiene una ubicación geopolítica excepcional y un pueblo pacífico, democrático, que asumió una política de cambio social que se proyecta, para aquellos que participan de la aventura contra el país, como mal ejemplo para la región. El propósito es cada vez más claro: ponerle la mano a Venezuela. Desmontarla institucionalmente. Acabar con el Estado venezolano como lo han hecho en otras naciones. Como lo hicieron, para citar un caso, con Libia. Libianizarnos para que desaparezca lo que existe. Para que nos matemos y se imponga el caos que serviría de excusa a una intervención extranjera.

 

2.- Hay pruebas de sobra sobre la intención de está feroz campaña contra Venezuela y el gobierno de Maduro. Antes no se dio un concierto similar. Nunca hubo tanto dinero de por medio para apuntalar el plan. Nunca hubo una oposición tan desnacionalizada como la actual. Ni tanto traidor agazapado o al descubierto. Tanto “quisling”; tantos personajes dispuestos a colaborar con el agresor, como ocurrió durante la Segunda guerra mundial con los que se plegaron al invasor nazi en Francia y otras naciones. Sin ir muy lejos, en la crisis del 2002, cuando estaba en marcha el golpe del 11-A, alguien en un rapto de sinceridad declaró que prefería en Miraflores a un jefe militar extranjero que a Chávez.

 

3.- La comprobación de lo que está en marcha la acabamos de tener en un escenario de excepción: la reunión de la Comisión contra la Tortura de Naciones Unidas que se realizó en Ginebra los días 6 y 7 de este mes. El evento, donde se pretendió colocar a Venezuela en el banquillo, lo promovieron algunas inefables ONG y grupos de oposición, y contó con el apoyo delirante de medios de comunicación nacional e internacionales. El montaje contó con los integrantes del organismo, que más parecía un tribunal de la Inquisición que un ente interesado en conocer la verdad. La colusión que se dio en el evento, la descarada combinación entre la Comisión y los acusadores, no deja dudas de que se trató de un espectáculo para instruir un expediente basado en acusaciones sin pruebas, para presentar al Estado venezolano como violador de los derechos humanos. Es decir, el marco ideal para atribuirle a Venezuela la condición de Estado forajido.

 

4.- Lo de Ginebra fue una auténtica encerrona. El Comité contra la Tortura actuó como un instrumento más de la conjura contra Venezuela, que emplea vastos recursos, desde lo mediático, lo económico, lo político, hasta lo militar. A Venezuela se la convocó a esa instancia para lograr el efecto de demostración de que es un país gobernado por una tiranía capaz de cualquier atropello. Lo que se pretendió confirmar en la reunión estaba decidido de antemano. Es así como se presentó el caso de “tres mil torturados”, sin prueba alguna, sin un sólo testimonio confiable, sin siquiera un informe médico que avalara algún caso en particular. Bastaba con la sola mención de la cantidad, ya que el objetivo era la presentación mediática para convertirla en prueba plena. Se acusó al país –como lo relata el jefe de Delegación, Rangel Avalos–, de “reprimir brutalmente manifestaciones pacíficas”. ¿Manifestaciones pacíficas las guarimbas que ocasionaron muerte, destrucción de instalaciones públicas, de universidades y traumatizaron a la comunidad? Definitivamente lo de Ginebra fue un paso más en la escalada global contra el país. Otra vuelta al torniquete con el que se pretende asfixiarlo. Otra prueba del cerco tendido que se estrecha día a día. Razón por la cual los venezolanos debemos estar conscientes de lo que se trata y alertas ante cualquier emergencia.

 

“Satanización”
“El Espejo”
Por: José Vicente Rangel
Últimas Noticias

 

(LaIguana.TV)