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Médicos de Colombia y EE.UU. alertan de que un parásito puede transmitir el cáncer a personas. El único caso conocido sucedió en Medellín (Colombia), con un paciente cuyo sistema inmune estaba debilitado por el VIH. Los médicos han tardado tres años en convencerse de que las extrañas formaciones celulares que veían en sus pulmones y otros órganos eran tumores causados por células de gusano.

 

“Nos quedamos muy sorprendidos» al ver «gusanos planos creciendo dentro de una persona que básicamente sufrían cáncer y este se expandió al paciente causándole la enfermedad”, ha explicado Atis Muehlenbachs, patólogo del Centro de Control de Enfermedades de EE.UU. (CDC). Su equipo describe hoy jueves este salto entre especies del cáncer en la revista especializada New England Journal of Medicine.

 

El hallazgo despierta la duda de si hay más casos, especialmente en países en desarrollo donde tanto las infecciones con parásitos como la incidencia del sida y otras enfermedades crean el caldo de cultivo perfecto, según explica el CDC en una nota de prensa.

 

El gusano en cuestión (Hymenolepis nana) es un primo hermano de la tenia. Mide unos tres centímetros y se engancha a las paredes del intestino delgado. Se calcula que hay unas 75 millones de personas infectadas en todo el mundo, la mayoría en países en desarrollo. Generalmente la infección no causa síntomas, pero en casos en los que el sistema inmune está debilitado por otras causas, como la infección con el VIH, la historia puede ser muy diferente.

 

¿Hay más casos ahí fuera?

En el mundo se conocen unas 3.000 especies de gusanos planos que infectan a animales. De todos ellos el H. nana (apodada la tenia enana) es el más común y el único que puede completar todo su ciclo vital dentro de su huésped. Los humanos se contagian al comer alimentos contaminados con heces de animales o personas infectadas. Los más afectados suelen ser niños.

 

El gusano se ancla a las paredes del intestino delgado y empieza a reproducirse. Tiene sistemas para eludir al sistema inmune y sobrevivir dentro del cuerpo durante mucho tiempo, por lo que la carga de estos parásitos puede ser elevada, sobre todo en personas con el sistema inmune comprometido por otras enfermedades. Posiblemente, teorizan los investigadores, los mismos mecanismos que ayudan al gusano a escapar del sistema inmune pudieron ayudar a que sus células cancerosas anidaran y se expandieran. «La gran pregunta ahora es, ¿hay más casos ahí fuera? y, si es así, cómo podemos tratarlos?», explica Muehlenbachs.

En enero de 2013, Carlos Agudelo recibió un paciente con VIH de 41 años que había dejado su medicación de antirretrovirales un tiempo antes “porque se sentía bien”. “Tenía fiebre y síntomas respiratorios generales”, recuerda Agudelo, médico de la Clínica Universitaria Bolivariana de Medellín. Pronto detectaron unas lesiones “muy grandes” en los pulmones y los ganglios que parecían tumores y que se estaban expandiendo rápidamente. Pero al hacer una biopsia, las células no parecían humanas. De hecho, su tamaño era 10 veces más pequeño. “Empezamos a preguntar a otros colegas dentro de Colombia y después de fuera, en México, España y EE.UU.”, recuerda el médico. Nadie parecía saber qué era.

 

“No sabíamos si era un extrañísimo caso de cáncer o una infección desconocida”, explica Muehlenbachs, al teléfono desde la sede del CDC en Atlanta (EE.UU). Pasado mayo de 2013, tras varios análisis del tejido tumoral y sus genes, el laboratorio del CDC especializado en enfermedades con causa desconocida confirmó que contenían ADN del H. nana. El paciente, con la salud muy deteriorada en parte por los tumores, falleció tres días después.

 

El caso se cerró hace seis meses, explica Agudelo. En los tumores encontraron solo células madre del gusano, las únicas capaces de proliferar y generar una formación maligna. Las mutaciones vistas en ellas son compatibles con otras características de tumores humanos, resalta el trabajo.  “El estudio es muy cuidadoso a la hora de calificar este caso como cáncer humano», reconoce Agudelo, pero la explicación más sencilla, admite, «es que estamos ante un cáncer originado no de células de un paciente, sino de las de un parásito”, detalla.

 

Enfermedad olvidada

Es algo que abre muchas incógnitas sobre la naturaleza del cáncer y sus causas. También sobre «nuevas relaciones entre parásito y huésped totalmente desconocidas hasta ahora”, dice Agudelo. Además, aún se ignora cómo combatir este cáncer insospechado, si con quimioterapia contra el cáncer o con fármacos antiparásitos.

 

“Esto es ciencia ficción para todos nosotros”, reconoce José Muñoz, coordinador de Medicina Tropical en el Hospital Clínico de Barcelona e investigador de ISGlobal especializado en helmintiasis. “Hasta ahora sabíamos que algunos agentes infecciosos como el virus del papiloma humano lesionan las células humanas y hacen que estas proliferen de forma descontrolada provocando cáncer”, comenta. El estudio menciona también que hay casos muy raros en los que el cáncer se transmitió entre personas a través de trasplantes o de la madre a su bebé en gestación. Pero que sean las células cancerosas de otro animal las que aniden y generen un tumor en su huésped supone “un cambio de paradigma” en cuanto a nuestra concepción básica del cáncer, reconoce Muñoz.

 

Ahora lo más urgente es comprobar si se volverá a ver un caso como este, «o si tiramos de la manta», dice el experto,  «secuenciando otros tumores y vemos más”. Para ello hay un obstáculo importante. Este tipo de cáncer se daría mucho más en zonas con altos niveles de contagio y entre personas ya comprometidas por otras infecciones, es decir, países en desarrollo donde no existen las herramientas de estudio necesarias. “En África la gente se muere y ya está, muchas veces no sabes de qué”, explica Muñoz, que investiga la conexión entre infecciones parasitarias y otros problemas de salud en el Centro de Investigación de Salud en Manhiça (Mozambique). Este estudio pone sobre la mesa una conexión entre parásitos y cáncer “que hay que comprobar”, pues podría tener importantes implicaciones para reclasificar el riesgo de este parásito, que ni aparece en muchas listas de enfermedades olvidadas, resalta Muñoz.

 

(El País)