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El diputado Henry Ramos Allup recomendó a los integrantes de la bancada revolucionaria administrarse los supositorios de moringa que tanto prescribe su antecesor en la presidencia de la Asamblea Nacional, Diosdado Cabello. Cuando lanzaba la recomendación, miraba hacia la zona del hemiciclo donde se sientan los parlamentarios bolivarianos. Allí, obviamente, había molestia e indignación con sus ladinas palabras, todas ellas “fríamente calculadas”, como diría el Chapulín.

 

Pero la histriónica performance de Ramos Allup estaba provocando todavía más ansiedad y angustia en el otro lado, en la ahora mayoritaria bancada opositora. La proyección que ha adquirido Ramos Allup en esta especie de segundo debut que la vida y la política le han regalado es algo que preocupa tremendamente a todo el espectro no adeco del antichavismo.

 

Los representantes de Henrique Capriles Radonski y de Leopoldo López, que conforman buena parte de la fracción parlamentaria contrarrevolucionaria, cada día constatan que Ramos Allup es un rival peligrosísimo emergiendo en el caldo espeso de la derecha. De allí que si en algún lugar hacía falta moringa era entre los partidarios de los dos personajes que, hasta ahora, se han disputado sordamente el liderazgo principal de la oposición venezolana.

 

En los comandos de Primero Justicia y Voluntad Popular (los partidos gemelos del neofascismo venezolano del siglo XXI) deben estar recriminándose severamente el haberle dado al veterano adeco la oportunidad de salir del congelamiento criogénico en el que se encontraba junto con su partido, y ensayar una vuelta a la vida. Tal vez los dirigentes de esas dos alas de la derecha sifrina pensaron que Ramos Allup iba a desempeñar un papel discreto, sin ambiciones personales inmediatas, al estilo de Ramón Guillermo Aveledo, cuando fue secretario ejecutivo de la MUD. O un papel anodino y chistoso, como el de “el Chúo” Torrealba en el mismo cargo. Calcularon (mal) que el secretario general de AD se iba a contentar con hacerles el trabajo rudo de boxeo parlamentario en el que PJ y VP demostraron ser bastante mediocres durante el período 2011-2015. No pusieron en sus escenarios la posibilidad de que Ramos Allup sacara a relucir su vieja casta adeca y quisiera quedarse con el botín completo.

 

La alocución en cadena nacional, inmediatamente después del mensaje anual del presidente Nicolás Maduro, puso a Ramos Allup en la boca de todo el  mundo. Los chavistas hablaron de él para cuestionarlo porque es evidente que está desarrollando un plan cuyo objetivo estratégico es expulsar de la simbología política venezolana tanto a Hugo Chávez como al Libertador Simón Bolívar.

 

Mientras tanto, la masa antichavista parecía haber encontrado un héroe inesperado. En una barbería donde estuve, varios de los barberos y clientes se juntaron para ver el “replay” de parte del discurso ramista en un celular, y en ocasiones celebraron y rieron con las ocurrencias del orador. Uno de los clientes dijo: “¡Y pensar que algunos pretendían que el presidente de la Asamblea fuera el bobo de Julio Borges… qué bueno que eligieron a este viejito!”.

 

Tal parece que es el clima general en el ámbito de la oposición. “El Pájaro Loco” (como le decían en el Congreso de los años 80) está empeñado en volar por su propia cuenta. Por eso, los supositorios de moringa deben haberse agotado en los predios de la contra sifrina.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])