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Al parecer, con la llegada del nuevo año llegó también la amnesia para algunos políticos como Pedro Carmona Estanga (conocido como «Pedro el breve») quien ahora se da el tupé de hablar de temas como «desconocimiento de la voluntad popular», «ilegalidad e inmoralidad» desde el exilio; acusando al Gobierno de utilizar artimañas para superar en Poder a la nueva Asamblea Nacional.

 

El descaro es tal que Carmona se atreve a mencionar en un artículo de opinión publicado este lunes por La Patilla, que «el rrrrrrrégimen gobernante» impuso a los magistrados de Tribunal Supremo de Justicia, quienes supuestamente presionaron para que desincorporaran a los diputados fraudulentos del Amazonas y de paso, impugnarán en el estado Falcón a Juan Manaure. 

 

«El breve» exalta figuras como la de Ramos Allup y Almagro, y con desfachatez aplaude la expresión popular en las urnas electorales en la jornada del pasado 6D.

 

Ahora bien, parece que a Carmona se le olvidó que todos estos principios constitucionales y valores perpetuados por la revolución que ahora él alaba, fueron pisoteados el pasado 11 de abril de 2002, cuando él y sus secuaces tiraron a la poceta la voluntad del pueblo y le bajaron el agua, autoproclamándose Presidente de Venezuela, eliminando toda obra el Comandante Chávez y persiguiendo a los revolucionarios.

 

Sin embargo, no hay que darle tanto crédito a Carmona, quien no fue otra cosa que el títere de la ultraderecha nacional e internacional, y de los mismo que hoy se frotan las manos al ver a la vuelta de la esquina la posibilidad de que la nueva mayoría parlamentaria les entregue a Venezuela en bandeja de plata. 

 

No hubo mayor acto de «desconocimiento de la voluntad popular» que el secuestro de un Presidente legítimamente electo como lo hicieron los golpistas en el 2002; nada más «ilegal» que la destitución de un gabinete ministerial completo por «santa voluntad» de un grupúsculo de gente y la firma del llamado «Decreto Carmona»; y nada más inmoral que la persecución de aquellos revolucionarios que, para ese tiempo, luchaban por la Patria codo a codo con el Presidente Chávez en su Gobierno.

 

A Carmona Estanga quizás le hace falta recordar el episodio en el que él se erigió como dictador del país, pues ninguna elección popular lo escogió; su cara recorrió el mundo como el Presidente número 49 de Venezuela, el protagonista de arranques represivos contra los chavistas y el que se estrelló contra un pueblo decidido a defender no sólo a un líder, sino también su voluntad, su soberanía y su revolución. 

 

(LaIguana.TV)