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El presidente de la República, Nicolás Maduro, anunció la creación de cinco nuevos ministerios entre los que se encuentran el de Economía Productiva, para el cual designó como titular y al mismo tiempo como vicepresidente de Economía a Luis Salas Rodríguez, quien comenzó a desempeñarse en sus cargos el pasado 7 de enero.

 

El nuevo representante de la cartera económica es un sociólogo egresado de Universidad Central de Venezuela (UCV) y magíster en Sociología del Desarrollo en América Latina, mención Cambio Social y Análisis Político, certificado por el programa de Becas para Líderes Emergentes en las Américas (Elap, por sus siglas en inglés) de Arcis-Ical en Chile.

 

En septiembre de 2010, recibió el primer premio del II Concurso Internacional de Trabajos de Investigación sobre Economía Política y Derechos Humanos de la Universidad Popular de las Madres de la Plaza de Mayo, de Argentina.

 

En diciembre pasado Salas fue unos de los coordinadores del congreso económico del Partido Socialista Unido de Venezuela (Psuv).

 

Salas Rodríguez es director del Centro de Estudio del Programa de Formación de Grado de Economía Política de la Universidad Bolivariana de Venezuela (UBV). A su vez, se desempeña como investigador asociado de la Universidad Nacional Experimental de la Seguridad y del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (Clacso) de la Arcis y del Instituto de Ciencias Alejandro Lipschutz (Ical).

 

Las obras de Salas Rodríguez

 

El nuevo ministro de 39 años de edad es autor de importantes ensayos y libros, entre los cuales destaca la obra Delitos de cuello blanco en Venezuela: Aproximaciones para una investigación cada vez más necesaria, escrito en 2012 junto a Bárbara Corteza Calderón bajo la editorial El Perro y la Rana. También es autor del libro titulado Escritos desde la Guerra Económica, publicado en 2014 por la misma casa editora, el cual es una recopilación de los artículos del sociólogo en el año 2013. Es Coautor del libro El Mito de la Maquinita y autor del folleto 22 Claves para entender y combatir la guerra económica, compartido por Fundayacucho.

 

Sus artículos han sido publicados en los sitios web Misión Verdad, Aporrea.org y Surversión, siendo éste último su blog personal. En estos espacios digitales ha abordado ampliamente diversos temas relacionados con la economía nacional.

 

Desde mayo de 2013 es miembro de la red social Twitter con el usuario @salasrluis76, cuenta que para la fecha apenas cuenta con 210 tweets y más de 6.700 seguidores.

 

Sus ideales

 

El ministro de Economía Productiva, junto a Tony Boza y Alfredo Serrano, ha sido ubicado en el ala más radical de los economistas del chavismo. Entre las afirmaciones que el ministro de Economía Productiva ha expresado con firmeza figuran sus señalamientos sobre la crisis económica nacional, que a su criterio no es producto del modelo económico sino de “acciones de sabotaje inducidas”, para incrementar la escasez y fomentar protestas en contra del Gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro.

 

Salas Rodríguez está convencido de que existe la “guerra económica” que, según él, se traduce en escasez, inflación y recesión; es un fuerte defensor del control de cambio, de los controles de precios y de las importaciones para aumentar la intervención del Estado; critica arduamente la clase empresarial venezolana y sus organizaciones gremiales, apoya con firmeza la participación estatal en la actividad económica y señala a la tasa de ganancia de los empresarios como responsable de la inflación.

 

“La guerra económica es la reacción del sistema capitalista para conjurar el germen socialista que lo amenaza”, ha indicado el sociólogo.

 

En resumen, Salas Rodríguez ha descrito en sus textos lo siguiente con el fin de explicar a su criterio los fenómenos económicos actuales, también para plantear acciones para “solventar” los actuales problemas en cada uno de los siguientes ámbitos:

 

Existe la guerra económica. “El fin último de la guerra económica emprendida por la burguesía parásita es la consolidación de las condiciones sociales de reproducción y explotación de los grupos concentrados, transnacionalizados, mafiosos y especulativos sobre la sociedad, lo cual pasa por la derrota del Gobierno, pero también por el aplastamiento de cualquier iniciativa popular y ciudadana de oponérsele”.

 

“La inflación no existe en la vida real”, esto es, cuando una persona va a un local y se encuentra con que los precios han aumentado, no está en presencia de una “inflación”. En realidad, lo que tiene al frente es justamente eso: un aumento de los precios, problema del cual la inflación en cuanto teoría y sentido común dominante se presenta como la única explicación posible, cuando en verdad es tan solo una y no la mejor. Se presenta como la única posible porque es la explicación del sector dominante de la economía, en razón de la cual se la impone al resto”.

 

“La inflación es el correlato económico del fascismo político (…) No tiene mucho sentido seguir hablando de ‘inflación y escasez’ cuando de lo que estamos hablando es de especulación, usura y acaparamiento”.

 

“En la inflación se expresa la lucha de fracciones o sectores empresariales (en especial los más concentrados) por incrementar sus ganancias a costa del salario de los trabajadores (es decir, de la mayoría de la población), pero también con cargo a las ganancias de otros sectores empresariales, en especial los pequeños, medianos y menos concentrados”.

 

Mantener el control de precios. “Si el control de precios no funciona o tiene fallas, hay que mejorarlo, pero no quitarlo, pues quitarlo no soluciona el problema. Si el Estado no controla los precios, los precios seguirán siendo controlados y nunca existirán mercados perfectamente equilibrados por la ‘mano invisible’ del mercado”.

 

“El control de precios por sí solo no elimina el problema de la inflación. Es necesario, pero no suficiente, y de hecho puede agravarlo si no se toman medidas complementarias a nivel de la producción (aumentar la oferta de bienes y servicios producidos y ofertados), así como cambiar las relaciones de producción, para evitar que la acumulación y la ganancia sigan determinando las relaciones entre las personas”.

 

Inexistencia de la Ley de oferta y demanda. “Lo que quiero decir es que en una situación de escasez –real o ficticia, accidental o provocada– o donde la demanda de la población está muy por encima de la capacidad de satisfacerla, bien por la producción interna o bien por las importaciones, no supone de suyo que los precios aumenten. Los precios aumentan no por la escasez en sí misma, sino por las relaciones en medio de las cuales se produce, que en el caso de las economías capitalistas están mediadas por el afán de lucro individual a través de la explotación del otro: el egoísmo, tal y como lo llamó bien temprano Adam Smith, o la ‘maximización de los beneficios’, tal y como lo dirían más tarde elegantemente los utilitaristas y neoclásicos”.

 

La clase empresarial es “un tumor económico”. “La clase ‘empresarial’ venezolana es una clase vividora y malcriada que a lo largo del tiempo se convirtió en un tumor económico que vive y subsiste de la renta petrolera y la expoliación del salario de los trabajadores y trabajadoras a través de la especulación”.

 

En pro de la “banca comunal”. “Sustituir la acumulación individual y la explotación como principio organizador de lo económico y social por un modelo productivo basado en la lógica de lo común; lo cual por cierto también incluye la creación de un novedoso sistema bancario, financiero y de intermediación distinto al privado, pero también público, que debería erigirse a partir de la experiencia de la banca comunal, con un doble propósito: por una parte, financiar y reproducir el ‘socialismo productivo’; y por la otra, reducir y –a largo plazo evitar– que la renta petrolera, el presupuesto público en general y los propios recursos ‘hechos en socialismo’ sigan drenando el capital financiero y comercial, aumentando las condiciones de desigualdad, atrofia y concentración que caracterizan nuestra economía y, por tanto, nuestra sociedad”.

 

El nombramiento de Luis Salas Rodríguez ha generado rechazo entre sectores opositores y preocupación entre algunos economistas que recomiendan -con caracter de urgencia- reducir el gasto público, unificar las cuatro tasas de cambio, subir el precio de la gasolina -que es muy bajo- y dejar de financiar el déficit fiscal con la impresión de billetes por parte del Banco Central.

 

Las líneas del nuevo ministro se alejan de lo propuesto por economistas, al incluso no reconocer varios de los problemas que, según otros expertos, se resuelven con las mencionadas medidas de ajustes. ¿Será posible re-definir con éxito las visiones y fenómenos económicos en función de solucionar problemas y a su vez mantener el modelo socialista?

 

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