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Unos documentos olvidados en su Explorer Sport año 2001 de dos puertas y la amable sonrisa de una mujer de 50 años que conducía un deteriorado Fiat Uno, le jugaron una mala pasada a Julián –nombre ficticio–, un contador de 54 años.

 

A las 2:30 p. m. del martes salió al frente de su casa, en la urbanización Las Lomas, de Maracaibo, a buscar los papeles que dejó sobre el tablero de la camioneta. De lejos divisó a la fémina tras el volante del pequeño auto, tenía apariencia de ama de casa, iba sin copiloto y con vidrios delanteros abajo.

 

Tras un breve cruce de miradas con Julián, la conductora desaceleró la marcha y en cuestión de segundos dos jóvenes armados bajaron de los puestos traseros de su Fiat Uno: “Dame las llaves y el teléfono”, le dijeron en tono amenazante al contador. Julián quedó atónito. No daba crédito a cómo aquella mujer, en complicidad con los dos sujetos que ni siquiera le doblaban la edad, le quitaron su Explorer Sport a plena luz del día.

 

La negociación

 

Pasaron seis horas del robo y Julián recibió la primera llamada, le pidieron 1 millón 500 mil bolívares y respondió: “No tengo esa cantidad”, los ladrones sin dudarlo le dijeron: “¡Entonces la quemamos!”, y trancaron.

 

En un segundo contacto telefónico, le repreguntaron sí ya tenía el dinero. “Les dije que conseguí 400 mil, que vieran el abandono en que estaba la camioneta, que no tenía cómo mantenerla, y de una me advirtieron: ‘500 mil es lo mínimo’”, recordó el hombre.

 

Julián, como cientos de zulianos, cedió ante la extorsión y contribuyó a la impunidad. Según él, no quería perder para siempre su rústico, tampoco  lidiar con un “papeleo” en Fiscalía.

 

Buscó a un “intermediario” (normalmente un delincuente, policía activo o expulsado), a quien le entregó el dinero y realizó el pago.

 

La tarde del miércoles, 24 horas después del robo, el contador recibió la dirección donde podía buscar su Explorer: en el estacionamiento de un ambulatorio del sector Los Modines.

 

Montos millonarios

Al momento de recuperar sus vehículos las víctimas del hampa no reciben cifras fijas. Los montos oscilan entre 200 mil y 4 millones de bolívares, dependiendo del tipo (sedán, camioneta, camión), año e inclusive condición de latonería y pintura.

 

Cifras extraoficiales registradas por el CICPC, GNB, CPBEZ, PNB, Polimaracaibo y el extinto servicio de emergencias 171 –ahora Ven-911– revelaron que a diario se reportan 30 robos y hurtos de vehículos, principalmente al oeste y norte de Maracaibo, La Concepción y en la Troncal del Caribe.

 

De los propios afectados, incluso de aseguradoras y empresas de seguridad que instalan GPS, este rotativo obtuvo las impactantes y millonarias cifras que ahora exigen las mafias.

 

Las camionetas Toyota 4Runner ocupan el primer lugar en el ranking de los carros más buscados por los ladrones. Para ser devueltas exigen entre 3 y 4 millones de bolívares fuertes a sus propietarios. Si no tienen tal cantidad, no les importa, igual serán vendidas en Colombia, hasta por el triple de lo que aquí piden en rescate.

 

El segundo puesto en la lista de los carros más apetecidos por el hampa zuliana están los camiones 350 Ford o Chevrolet, los llamados “Tritones”, “Super Duty” y “Rey Camión”, por los que exigen entre Bs. 2 y 3 millones.

 

Las camionetas Ford Explorer y Bronco, por las que exigen de 1 millón a 1 millón 500 mil bolívares; los Mitsubishi, cuyo rescate fluctúa entre 1 millón a 1 millón 200 mil bolívares; y los Chevrolet Malibú y Caprice, que van desde los 600 mil hasta un millón de bolívares, ocupan el tercer lugar en el cuadro de precios hamponil.

 

Por los carros pequeños, de los años 80 y 90, el monto por la extorsión no varía mucho: por un Daewo Matiz piden entre 300 y 500 mil bolívares; por un Chrysler Neon, entre 700 y 900 mil bolívares; y por un Renault 11 exigen entre 200 y 350 mil bolívares.

 

En promedio, los zulianos necesitan de un millón de bolívares, que le permitan negociar con las mafias robacarros y tener su auto de regreso.

 

(Versión Final)