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El primer ministro ruso, Dimitri Medvedev, hizo este sábado un sombrío balance de las relaciones entre su país y Occidente, minadas por los conflictos en Ucrania y Siria, y afirmó que han entrado en una nueva Guerra Fría.

 

«Se pueden decir las cosas más claramente: hemos caído en un nuevo período de Guerra Fría. Lo que queda es una política inamistosa y cerrada, según nosotros, de la OTAN con respecto a Rusia», declaró Medvedev en la Conferencia de Seguridad de Múnich (Alemania), que se celebra cada año.

 

«¿Necesitamos de verdad un tercer seísmo mundial para comprender que lo que hace falta es cooperación, en lugar de confrontación?», se preguntó.

 

Rusia y Occidente mantienen posiciones encontradas en el conflicto sirio, donde Moscú apoya abiertamente al régimen de Damasco, denostado por los segundos. Las mismas potencias occidentales acusan a Moscú de apoyar a los rebeldes separatistas prorrusos del este de Ucrania en su lucha contra el poder prooccidental de Kiev.

 

En su intervención, Medvedev criticó en particular la política de la Unión Europea consistente en reforzar sus relaciones con varias ex repúblicas soviéticas, lo que según él ha creado «no un cinturón de amigos, sino un cinturón de exclusión».

 

Acusaciones por Siria

Medvedev rechazó de plano las acusaciones formuladas por su homólogo francés, Manuel Valls, sobre bombardeos de Rusia a civiles durante la campaña aérea rusa en Siria.

 

«Simplemente es mentira. No hay pruebas de que estemos bombardeando civiles aunque todos nos acusen de hacerlo», se lamentó el premier ruso, al hablar en la Conferencia de Seguridad de Munich, minutos después de que Valls realizara esta acusación desde el mismo estrado.

 

«La inmensa mayoría de bombardeos rusos van dirigidos contra grupos de la oposición legítimos. Esta situación debe cambiar», dijo el secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, en la misma cita.

 

«Todos sabemos que para regresar al camino de la paz, los bombardeos rusos contra civiles debe terminar», coincidió Valls. Pero, el funcionario ruso aseguró que el interés de su país en la guerra de Siria sirve únicamente a propósitos de defensa nacional.

 

«No estamos intentando alcanzar un objetivo secreto. Simplemente estamos intentando proteger nuestros intereses nacionales. Por desgracia, los terroristas logran extender su influencia debido a que Rusia y Occidente no pueden unirse», agregó Medvedev.

 

Si la situación en Siria no se normaliza, el terrorismo puede convertirse en «un método de gestión casi estatal», advirtió. «Sin una normalización de la situación en Siria y otras zona de tensión, el terrorismo se convertirá en un nuevo tipo de guerra», dijo el representante del Kremlin.

 

Y avanzó con mayor dureza: «El Estado Islámico debe de estar agradecido a los líderes de varios países occidentales que cortaron la cooperación en materia de Inteligencia», aseveró el primer ministro ruso.

 

También advirtió a Occidente contra «la doctrina de contención de Rusia» e hizo un llamamiento a estos países para que unan sus fuerzas con Rusia para resolver los problemas ya existentes. «La doctrina de contención de Rusia es aplicada hoy por Occidente de manera muy activa. La amenaza de este enfoque radica en que en 10 o en 20 años nos veremos obligados a abarcar los mismas temas, si es que todavía hay alguien para discutirlos», subrayó.

 

«En el marco del ‘califato global’ la discusiones no son pertinentes», resaltó Medvedev, quien se mostró esperanzado ante la posibilidad de que Rusia y los países occidentales aúnen esfuerzos para afrontar los desafíos urgentes y sobre la imposición de un alto el fuego en Siria.

 

Respuesta de la OTAN

Por su lado, el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, afirmó que la alianza de la UE con Ucrania no quiere «una nueva guerra fría», aunque su respuesta «debe ser firme» ante «una Rusia más afirmada, que desestabiliza el orden regional europeo».

 

El miércoles, los 28 países miembros de la OTAN decidieron reforzar la «presencia avanzada» de la alianza en Europa del Este, con equipamientos pesados y tropas. En un tono más incisivo, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, lanzó toda una salva de reproches a Rusia desde la tribuna en Múnich.

 

En ese sentido, descartó un levantamiento de las sanciones a Rusia al hilo de la crisis ucraniana, cuando ciertos países europeos, como Francia, desearían que se levanten este verano. «La elección para Rusia es sencilla: aplicar plenamente los acuerdos de Minsk (sobre Ucrania) o seguir enfrentando dañinas sanciones económicas», explicó.

 

En respuesta, Lavrov acusó a Kiev de «encontrar excusas todo el tiempo para escapar a sus compromisos», como la concesión de una mayor autonomía a las regiones orientales rusófonas.

 

 

(lanacion.com.ar)