«No debería…», se le escucha decir al Padre Stephen Crossan, antes de enroscar el billete y esnifar una raya de cocaína durante una fiesta por todo lo alto celebrada en su propia residencia, en los bajos de la Iglesia de San Patricio en Banbridge, Irlanda del Norte.

 

Se ve que el cura católico, bautizado ya popularmente como Father Coke, no pudo esperar siquiera a las festividades de San Patricio (17 de marzo). Según ha reconocido él mismo, al ver el vídeo difundido por ‘The Sun’ (edición irlandesa), la escena es real y fue el colofón a casi dos días incesantes de juerga con un grupo de amigos…

 

«Pero ocurrió una noche y ya está», precisó. «No tengo un problema con las drogas».

 

El vídeo, en el que puede verse también la parafernalia nazi que decora su apartamento, ha conmocionado sin embargo a su parroquia en Banbridge, un pueblo grande de 15.000 habitantes a 40 kilómetros de Belfast.

 

El arzobispado local ha anunciado que tomará cartas en el asunto e intentará indagar en los problemas del Padre Stephen, 37 años, que fue capellán en prisiones y hospitales y colgó una vez los hábitos alegando depresión (volvió a ejercer de sacerdote, o eso dice, gracias al apoyo de sus feligreses).

 

Un testigo de la famosa juerga con cocaína declaró al diario irlandés que conoció al cura en un pub local y que le hizo creer, a él y a su grupo de amigos, que se ganaba la vida como trabajador social. Cuando les invitó a su apartamento en los bajos de la iglesia de San Patricio, entendieron que su compañero de farra era en realidad un sacerdote.

 

«Estuvo tomando Jack Daniels y cerveza con nosotros, y también metiéndose cocaína», declara el testigo. «Luego, cuando nos llevó al apartamento en la iglesia, lo que más nos sorprendió fue la parafernalia nazi: banderas, chapitas, gorras… En un momento se puso incluso una gorra e hizo el saludo nazi, aunque era de broma».

 

En declaraciones a ‘The Sun’, el padre Crossan reconoce, sin embargo que no tiene simpatías hacia los nazis y que simplemente colecciona souvenirs «históricos»… «Sobre todo banderas, de todos los países: la española, la portuguesa… Y también sombreros, de todo el mundo. Llevo toda mi vida coleccionándolos».

 

Lo cierto es que sus invitados de esa noche, que supuestamente facilitaron el vídeo al periódico, salieron de la iglesia escandalizados… «Nos probamos algunos de sus hábitos de cura y bailamos con ellos. Bromeamos diciendo que si nos dejaba tomar el vino de la comunión, pero hasta ahí no llegó. Nos pasamos casi todo el tiempo en la cocina, oyendo música. Nos quedamos perplejos: se supone que él debería ser un ejemplo para la sociedad y no debería tomar drogas».

 

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(Agencias)