En lo profundo del Waraira Repano yacen las ruinas de la hacienda “Buena Vista” propiedad que a lo largo de los años ha nutrido el imaginario popular con leyendas de ultratumba. La finca ubicada en el sector Palmar del Picacho de Galipán en Vargas fue residencia del cirujano alemán Gottfried August Knoche quien se instaló en La Guaira junto a su esposa e hijos, a mediados del siglo XIX para atender a la población alemana que se había trasladado a Venezuela en la colonia

 

Aquel médico de avanzada que se instaló en el litoral,  hasta su muerte en 1901,  inspiró las más elaboradas historias de misterio gracias a la fórmula que inventó para embalsamar cuerpos. Algunos lo conocen como “El Frankenstein del Caribe” otros como el José Gregorio Hernández de La Guaira;  lo cierto es que en la verdadera historia de su vida lo que más resaltó fue su benevolencia y entrega hacia los pacientes pobres que atendió mientras estuvo a cargo del hospital “San Juan de Dios”.  

 

Gottfried August estudió medicina en Alemania donde ideó una sustancia embalsamadora que  retrasaba el proceso de descomposición de los cuerpos.  Desde su llegada a Venezuela (hacia 1840)  fue visto como un científico vanguardista que llegó a ser muy solicitado por las familias pudientes y estimado por los pobres por su generosidad. En su finca construyó un laboratorio para practicar con algunos cadáveres del hospital “San Juan De Dios”. A pocos metros también erigió un mausoleo familiar para conservar a sus seres queridos.

 

“La leyenda del doctor Knoche se originó porque éste ofrecía sus servicios fúnebres a los extranjeros no católicos que vivían en La Guaira o Caracas. Recordemos que para mediados de 1800 las personas que no profesaban la religión católica no tenían permiso para ser enterradas en cementerios comunes. De allí, que las familias hayan contratado al médico para preservar los cuerpos con el método que inventó antes de su llegada al país. Decían que era un excéntrico pero en realidad era un pionero en la medicina… Fue un incomprendido”, explica Derbys López, director de la Fundación de Historia, Ecoturismo y Ambiente (Fundhea) en sus recorridos por el camino hacia la residencia del alemán.

 

Hoy, la vegetación y la humedad dan la bienvenida a la propiedad de la familia Knoche, la que sobrevive incompleta en medio del bosque, entre matas de ‘pica a pica’ y el olvido. La misma que fue destruida casi en su totalidad por un sobrino ludópata del médico,  ávido de fortuna y perseguidor de morocotas.

 

En el mausoleo ya no descansan las momias familiares. Tampoco el cuerpo del médico se encuentra allí- En su lugar,  hay muñecos de plástico que  desentonan la armonía y la paz que se siente en las laderas de la parcela. Saqueadores de tumbas  y estudiantes de medicina acabaron con las evidencias de los cuerpos conservados por la fórmula secreta.

 

Después de recorrer las ruinas junto a Fundhea, las momias y el horror que hicieron famosa a la canción“Doctor Kanoche” del rockero Paul Gillman ya no lucen tan escalofriantes como en la década de los 90. 

 

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(tuzonacaracas.com)