cuadro-drog.jpg

La semana pasada, un periodista de un programa matutino de una importante cadena de televisión en Estados Unidos, luego de presentar en su segmento unas declaraciones que di sobre el libro que estoy escribiendo, cerró su nota comentando:

 

“Bien, bien, tenemos nuevo libro, hay que leerlo, porque él tiene una historia muy interesante: él ha superado las drogas (aquí comenzó la taquicardia), cruzar la frontera (ahí la compuso un poco), los matrimonios que ha tenido (con esto me dio el infarto; no sabía si llorar o reír, o las dos al mismo tiempo)…bien por Luis Enrique”

Como podrán imaginar, mi primera reacción fue de asombro ante estos comentarios. En muchas ocasiones a lo largo de mi carrera artística he contado parte de mi historia y de mi periplo al llegar a Estados Unidos. No es un tema nuevo. Sobre mi vida sentimental he relatado muy poco y no a muchos, pero ya algo se ha dicho. Sin embargo, sobre ese otro asunto que mencionara el presentador no he expresado nada aun. Y creo que, aprovechando tales declaraciones, es momento de confesar hoy algo muy importante: Sí, tengo problemas con las drogas. Un gran problema. Déjenme contarles con detalle:

 

Mi problema data desde hace muchos años, a finales de los 70´s cuando comenzaba como músico y la cocaína era la droga de preferencia de muchos colegas y gente en general. En el ambiente de aquella época era muy común ver a gente usarla diariamente y observar cómo, poco a poco, su vida iba de mal en peor. Mientras consumirla les hacía sentir invencibles, sus rostros y los tic nerviosos, resultado del abuso constante, evidenciaban otra cosa. Se convertían en alguien más, una persona desconocida.

 

Amigos, lo más increíble es que gente muy querida y allegada a mí destruyeron no solamente sus vidas sino las de sus familias. Muchos profesionales, abogados, doctores, músicos, después de haber estudiado por años, se vieron sin profesión y viviendo en las calles, mendigando una limosna no para comer sino para seguir drogándose.

 

Algunos sobrevivieron a todos los demonios que desde niños traían por dentro, de alguna forma intentaban sanar sus heridas, al menos por un momento, aunque posteriormente se vieran encarcelados en un infierno más grande y más profundo del que se les haría muy difícil salir. Otros desgraciadamente murieron en el intento.

 

Como he estado muy cerca de personas adictas, he podido ver y sentir lo que padecen, he escuchado sus historias de vida, he podido sufrir lo que sufren cuando la puerta para salir jamás se abrió, al menos desde su visión. Todo el mundo les juzga y todo el mundo los abandona porque, claro, nadie quiere cargar con esa cruz. También he visto familias, hijos, amigos, hermanos, postergar su felicidad, por querer salvar y ayudar a su ser querido a seguir adelante. La adicción envuelve a todos, es un círculo que alguien tiene que decidir romper, principalmente quien la sufre. De no ser así, todo a su alrededor se destruirá.

 

También, tengo que decirlo, he presenciado momentos de mucha humanidad, de evidente amor por el otro, incluso de algunas personas con otras que jamás se habían conocido entre sí. Eso me ha hecho crecer inmensamente, me ha movido cada fibra para comprender un poco lo que se siente debajo de la piel de cada uno de estos hijos de la vida.

 

Sí, tengo grandes problemas con las drogas, porque hasta el día de hoy me duele haber perdido al amigo que se fue cuando apenas comenzaba su vida, ver a los hijos que jamás sabrán quién fue su padre o madre. Sí, tengo problemas con las drogas de esas que circulaban cuando era joven y con las actuales que son incluso peores, recetadas y amparadas por la ley. Esas drogas que día a día acaban con nuestra sociedad, mientras quienes las proveen perversamente se lucran indiscriminadamente con la debilidad y el sufrimiento del otro.

 

“Esas drogas que día a día acaban con nuestra sociedad, mientras quienes las proveen perversamente se lucran indiscriminadamente con la debilidad y el sufrimiento del otro.”

 

No excuso este comportamiento, no excuso a quienes son atrapados por la adicción, no excuso a quienes se auto-castigan ni mucho menos a las personas que se llevan a sí mismas hasta la muerte. Como ven, este comentario de que yo tenía problema con las drogas es muy cierto. No porque las consuma, sino porque para mí son sinónimo de muerte, de ausencia espiritual, de poca autoestima y sobre todo de carencia de AMOR.

 

Lo que aseguró este periodista me molestó por solo un momento, hasta que recordé las verdaderas razones por las que sí tengo problemas con las drogas. Vale aclarar entonces que ni he tenido un problema de consumo, ni me he casado varias veces y si crucé la frontera fue para llegar a este país a intentar encontrar mi destino. Y lo encontré.

 

Quise sacarle provecho a esta situación porque fue la excusa perfecta para abordar una vez más este tema. En el año noventa y uno con la canción “Date un chance” expuse mi posición sobre este cáncer social y hoy quiero nuevamente pronunciarme siendo coherente con lo que una vez dije: Dile NO A LAS DROGAS y SI A LA VIDA.

f3.jpg

 

(luisenriquemusic.com)