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Desde hace algún tiempo se escribe y habla en Venezuela de la Operación Cóndor como si se tratara de acciones organizadas y dirigidas a desestabilizar gobiernos de avanzada o de izquierda en América Latina, como es el caso de Venezuela, centro de sistemáticas campañas económica, política, mediática y mas recientemente, con amenazas de agresión militar. Me parece un error. Con ese nombre se conoce “una década de terrorismo internacional en el cono Sur”, según se lee en la portada del libro “Operación Cóndor”, del periodista estadounidense de investigación John Dinges.

 

Tal operación fue discutida y aprobada en una reunión celebrada en Santiago de Chile, el 26 de noviembre de 1975. “Durante casi una semana -escribe Dinges-, coroneles, mayores y capitanes de seis países se reunieron cada mañana bajo el techo arqueado de lo que podría haber sido una formal sala de banqueros. Eran todos oficiales de inteligencia, hombres cuyo trabajo era ahora derrotar lo que denominaban indistintamente subversión, terrorismo o comunismo internacional”.

 

El propio Pinochet estuvo en la reunión de instalación, pero correspondió al general chileno Manuel Contreras, dirigir la “Primera Reunión Interamericana de Inteligencia Nacional”, así como sus actividades futuras, hasta que lo defenestraron.

 

Como pueden deducir, la Operación Cóndor no estaba orientada contra ningún gobierno, por el contrario, defendía a las dictaduras militares contra los partidos y movimientos de izquierda que, casi siempre con las armas, luchaban por desestabilizar y hasta derrocar las dictaduras de entonces, en especial las del Cono Sur. Como ven, son dos procesos muy distintos.

 

Los chilenos presentaron un proyecto de acción que contemplaba tres fases: la primera, creación de un centro coordinador en Chile, “para reunir, intercambiar y comunicar información acerca de personas y organizaciones vinculadas con la subversión; en la segunda fase, “se trataba de acciones contra objetivos de los seis países miembro”, y mostraban los ejemplos exitosos de los operativos organizados entre Chile, Argentina y Paraguay contra izquierdistas, operativos que incluían detenciones, interrogatorios, torturas, desapariciones y traslados de presos. “Las operaciones de la tercera fase incorporaban seguimientos y asesinatos fuera de América Latina”. Al año siguiente se incorporó Brasil. Y fue un coronel uruguayo de Aviación Militar quien propuso que “el presente organismo” se llame “Cóndor”, lo que fue aprobado por unanimidad.

 

Aunque nos resulte paradójica, sucede que fue una investigación de alguien del FBI en Argentina, Robert Sherer, la que hizo pública la existencia de la Operación. Dinges escribe “…ahora sabemos que las pruebas (fueron) seleccionadas cuidadosamente para ocultar detalles críticos de la inteligencia militar estadounidense sobre el Cóndor”.

 

Debió ser un punto de partida de la decadencia de la Operación, la cual se debió a factores internos y externos: en países como Uruguay, Brasil y Bolivia las dictaduras fueron sustituidas por gobiernos electos; en algunos de esos países comenzaron a denunciarse sus actividades; el FBI y la CIA dejaron de cooperar con los organismos de la Operación Cóndor después del asesinato de Orlando Letelier en Nueva York (septiembre de 1976); la planificación de algunos asesinatos en Europa, como el caso del venezolano Ilich Ramírez, trascendió a gobiernos europeos y entre otros factores internos, el proceso de plebiscito en Chile, y la separación del general Contreras como director de la Dina, todo lo cual contribuyó a su desaparición. Así, en forma silenciosa, como fue su constitución, se extinguió la Operación Cóndor, con alto saldo de detenidos, desaparecidos, torturados y asesinatos de cuadros y dirigentes izquierdistas, solamente en desaparecidos son 8.963 en Argentina.

 

Si algo en común tuvieron la Operación de los años 70-80, y esta que no existe como tal -pues se trata de una ofensiva contra gobiernos de avanzada, estimulada desde Washington, Miami, Madrid y Bogotá- es que ambas estuvieron, o están, dirigidas contra la izquierda, una clandestina, subversiva, y otra gobernando, pero objetivos, estructura, participantes, organizadores, etc, son totalmente distintos.

 

Si el presidente Maduro considera que nunca como ahora Venezuela ha sido amenazada, no debemos dudar de que estamos viviendo un momento extremadamente difícil, que se agudizará si en Brasil la sentencia separa a Dilma Rousseff de la Presidencia. La resistencia de ese pueblo y de sus trabajadores será fundamental. Lula ha dicho ”No vamos a permitir un gobierno ilegítimo”, que suponemos será la consigna de lucha de millones de brasileños (54 millones votaron por Dilma) en estos 180 días.

 

Parece definitivo el impulso del deporte colombiano, en el Campeonato Iberoamericano de Atletismo clasificó segundo, después de Brasil, mientras Venezuela fue superada por seis delegaciones, entre ellas, Uruguay y República Dominicana. Destacaron las tres doradas que conquistaron nuestros atletas, pero no nos explicaron por qué clasificamos de séptimo.

 

A las tres de la tarde (hora Venezuela) la TV española mostró fotos de “la represión policial a los manifestantes de oposición”. Por supuesto, ni una foto de la salvaje agresión de opositores a policías desarmados, incluida una mujer PNB.

 

Y a propósito, Ramos Allup vociferó que no les pueden imputar a los suyos haber lanzado una piedra, ni agredir a la policía, cuando se hizo evidente esa brutal agresión “de los suyos” a policías desarmados, y optaron por decir que era infiltrados del chavismo. ¿Quienes los visitarán en la Penitenciaria General en San Juan de los Morros?

 

Les recomiendo leer mañana lunes una nota mía, en Economía.

 

(ÚN)