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Siempre ha estado con nosotros, en muchas ocasiones es nuestra mejor medicina, pero hemos hecho a un lado el interés que tenemos por ella debido a un constante bombardeo por parte de la industria alimentaria. Co-mi-da, una palabra cuyo significado cada vez se distorsiona y aleja más de la realidad. ¿Qué nos ha llevado a pensar que los productos enlatados y procesados que encontramos en el supermercado son dignos de ser considerados como tal? ¿Por qué los alimentos de verdad nos causan tanta repulsión? ¿Somos culpables de esta situación?

 

Según investigaciones del periodista, autor y activista Michael Pollan –cuya serie documental “Cooked” se encuentra en Netflix–, 4 de cada 10 enfermedades relacionadas con la muerte son crónicas y están ligadas a nuestra dieta. La gente quiere entender cómo llevar una vida saludable, pero es también una realidad que existe una falta de interés por saber la procedencia de esa “comida” que hoy forma parte de nuestra alimentación diaria –sí, es difícil excluirnos– porque finalmente, elegirla es cada vez más complejo y muchas veces lo hacemos de manera inconsciente.

 

Las propiedades de la comida son manipuladas por la industria y la obsesión por el color, sabor y olor perfecto predomina por encima del precio que nuestro cuerpo paga por esa perfección. Un 60% de nuestra dieta está conformado por productos enlatados y términos como proteína de soya hidrolizada, jarabe de maíz alto en fructosa, entre otros, adornan las etiquetas de esos artículos que se han convertido en nuestros favoritos por una razón: estamos diseñados biológicamente para que nos gusten los alimentos altos en azúcares y sales porque esto nos ayudó a evolucionar cuando eran pocos los alimentos que se podían conseguir con estas características.

 

“4 de cada 10 enfermedades relacionadas con la muerte, son crónicas y están ligadas a nuestra dieta”.

La alitas que hoy vemos en todas partes, a pesar de ser baratas y deliciosas, provienen de la parte más grasosa del pollo, para después pasar a la freidora y ser bañadas en salsas que no son más que un mix adictivo de azúcar y sal. No se necesita ser un científico para saber qué comer, la solución es alejarnos de esos productos que busquen llamar nuestra atención a través de empaques llamativos, etiquetas low fat y gluten free, para sustituirlos por aquellos que no necesitan una campaña que involucre millones de dólares para lucir nutritivos. Si aún te quedan dudas, te compartimos un listado de cosas que la comida chatarra le está haciendo a tu cuerpo todos los días y que quizá no sabías.

 

Diabetes

 

Uno de los principales factores que contribuyen a esta epidemia es la dieta poco saludable llena de chatarra, bebidas azucaradas y comida rápida. Cuando se ingieren únicamente este tipo de alimentos, nuestro metabolismo disminuye su capacidad para utilizar la insulina adecuadamente.

 

Problemas digestivos

 

Si la comida grasosa forma parte de tu día a día, las probabilidades de sufrir problemas digestivos como reflujo gastroesofágico o síndrome de intestino irritable se multiplican, porque de forma literal empapamos el revestimiento de nuestro estómago con grasa y éste se ve forzado a aumentar la producción de ácido, algo que también puede traducirse en una mala digestión, estreñimiento y hemorroides.

 

Fatiga excesiva

 

La comida basura puede ser la salida más rápida y fácil cuando no tenemos tiempo, pero ésta carece de nutrientes esenciales como proteínas y vitaminas, indispensables para mantener una buen estado de salud en general, además de un sentimiento de bienestar acompañado de una dosis de energía.

 

Depresión

 

Durante la adolescencia atravesamos por una serie de cambios hormonales que nos vuelven locos, pero si a esto le sumamos una mala alimentación, el resultado es un incremento en la susceptibilidad a los cambios de humor y comportamiento. Una dieta sana puede desempeñar un papel importante para mantener un buen equilibrio hormonal.

 

*La presión constante con respecto a la forma en que nos alimentamos también puede reflejarse a través de fotografías de mujeres fuertes que luchan contra un trastorno alimenticio. 

Desequilibrio de azúcares

Si algo predomina en la comida chatarra es la azúcar refinada y ésta provoca que el páncreas secrete más cantidad de insulina para evitar un cambio drástico en los niveles de azúcar en la sangre, pero esto termina por ser un esfuerzo innecesario debido a que la falta de nutrientes de este tipo de alimentos hace que los niveles de ésta bajen repentinamente, ocasionando dos cosas: irritabilidad y necesidad de comer más azúcar.

 

Mal funcionamiento del cerebro

 

Una semana de comer productos basura es suficiente para deteriorar nuestra memoria y esto quedó comprobado luego de que la revista Brain Behavior and Immunity hiciera un estudio con ratas. Dichas investigaciones sugieren que las grasas malas interfieren con el mecanismo de señalización normal del cerebro, impidiendo que aprendemos nuevas habilidades.

  

“Un 60% de nuestra dieta está conformado por productos enlatados”.

Aumento de enfermedades cardíacas

 

Entre las principales consecuencias negativas que nos deja la comida chatarra, las grasas saturadas y trans aumentan directamente los niveles de colesterol malo y triglicéridos en la sangre, mismas que obstruyen las arterias coronarias provocando enfermedades cardíacas.

 

Daña tu hígado

 

Cuando disfrutamos esa ración de papas a la francesa que tanto nos gusta, en realidad quien sufre las consecuencias es nuestro hígado, debido a toda la sal refinada –misma que provoca la salivación y el antojo– que tiene que procesar. A mayor cantidad de grasas malas y sodio, mayores son las probabilidades de padecer hipertensión.

 

Incrementa las probabilidades de tener cáncer

 

Una de las consecuencias que pueden reflejarse en nuestro cuerpo debido al consumo de productos bajos en fibra y altos en grasas y azúcares, es el cáncer colorrectal. En el caso de los hombres que acostumbran comer alimentos fritos más de dos veces al mes, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer de próstata, según un estudio realizado por el Centro de Investigación del Cáncer Fred Hutchinson.

Tenemos dos opciones: rendirnos ante este sistema y seguir pensando que la comida que vale la pena es aquella que está llena de grasa, tocino, queso y mil calorías, o bien, elegir el camino más práctico, económico e interesante para revelarnos ante un sistema foodporn impuesto para crearnos dependencia y enfermedades. Si después de leer esta información tu estado de ánimo decayó un poco, puedes conocer la historia de las hermanas que se quitaron la vida por depresión para entender que hay cosas que realmente no tienen solución en la vida o darte un break y escuchar las 10 nuevas bandas de rock en español para conocer en junio. 

 

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(culturacolectiva.com)