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La canciller venezolana, Delcy Rodríguez, denunció este martes que el país suramericano está bajo un bloqueo financiero que busca asfixiar la economía. Pero, ¿cuáles son las razones concretas que sostienen esa acusación?

 

El viceministro de Planificación Económica de Venezuela, Santiago Lazo, considera que la respuesta a esa interrogante es compleja porque «no se trata de un bloqueo abierto, sino de estrategias subjetivas que tienen impacto político y, por lo tanto, también económico».

 

En entrevista a RT, Lazo recalca que entre esas estrategias está la manipulación del indicador de riesgo país. Según la «trinidad» de las calificadoras —compuesta por S&P, Moody’s y Fitch— las condiciones de inversión en Venezuela están por debajo de países en guerra como Siria o en declarados en default, como Grecia: «Terminamos teniendo un indicador que no se corresponde con las condiciones reales del país», apunta el viceministro.

 

La situación obliga al país a cancelar 25% de interés anual por encima de lo que pagan los bonos del Tesoro de los EE.UU., en medio de una profunda crisis económica generada por la caída sostenida de los precios del petróleo, principal fuente de divisas de la nación. Sin embargo, Caracas jamás ha caído en impago.

 

El mes pasado, el presidente Nicolás Maduro detalló que en los últimos veinte meses, el país pagó más de 35.000 millones de dólares en deuda, reseña el portal Hoy en Venezuela.

 

«Pero a pesar de que paguemos y paguemos, tenemos el riesgo país más alto del mundo. Es evidente que se trata de un asunto político», destaca Lazo, tras recordar que en 2002, cuando la derecha venezolana perpetró el golpe de Estado contra Hugo Chávez y se instauró la dictadura de tres días del empresario Pedro Carmona, «el riesgo país bajó de 1400 a 700 puntos».

 

Bloqueo silencioso

La modalidad sui generis de bloqueo financiero ha sido advertida desde hace más de dos años por el presidente Maduro: «Si vamos por allí a pedir 100 millones de dólares prestados para hacer una inversión en las nuevas industrias, a un país le cobran 5, 8 o 9%, y a Venezuela le quieren cobrar 35%», refiere una nota del diario El Universal.

 

El economista y ex integrante del gabinete económico, Luis Salas, en entrevista a RT, coincide en que se trata «de un bloqueo de tipo comercial no es declarado, que en la práctica se ejerce a través de distintas modalidades; y de un bloqueo financiero que funciona, por ejemplo, con la negación de créditos o la aplicación de tasas de interés impagables».

 

«Cuando se hace la afirmación de que hay un bloqueo económico, una de las principales críticas es que parece que fuera algo conspiranoico, pero existe un personaje que fue asesor del gobierno de George Bush hijo, que se llama Juan Carlos Zárate, autor del libro ‘Las guerras del tesoro’, que habla ampliamente sobre las tácticas de guerra financiera como una manera sutil de constreñir a los países que nos se subordinan a los EE.UU.», señala Salas.

 

Este tipo de coersión soterrada, explica, también ha sido aplicada a países como Rusia, Irán o la misma Argentina: «Son tácticas de presión que no son tan evidentes pero sí efectivas que buscan torcer el brazo, como dijo (el presidente norteamericano) Barack Obama, de los países que procuren tener una política económica soberana».

 

Arquitectura financiera

Si bien el hecho de que Venezuela tenga un riesgo país tan alto limita el acceso a financiamiento en condiciones justas, también ha obligado a perfeccionar los mecanismos existentes de cooperación con países como China.

 

«Previendo situaciones como estas —dice Salas— el presidente Hugo Chávez empezó a impulsar una nueva arquitectura financiera que le permitiera al país acceder a los mercados en una mejor situación. Allí China juega una posición fundamental».

 

La relación entre Beijing y Caracas, afirma el economista, le permite a Venezuela el establecimiento de unas relaciones comerciales más transparentes y equilibradas «que las que pudiera tener con actores tradicionales como el Fondo Monetario Internacional (FMI), el Banco Mundial (BM) o las bancas privadas».

 

En una entrevista ofrecida el pasado mes de mayo a la agencia Reuters, el Vicepresidente para el Área Económica, Miguel Pérez Abad, aseveró: «Hoy la relación comercial con China y la alianza estratégica y política, están adaptadas a nuestras condiciones, lo que al país le va a dar un oxígeno muy importante para avanzar».

 

Ese ‘oxígeno’ es fundamental para la cercada economía venezolana, que este año buscado bocanadas de aire con proyectos como el Arco Minero del Orinoco, que certificará la segunda reserva aurífera del mundo e inyectará, a mediano plazo, recursos no provenientes de la explotación petrolera.

 

Mientras tanto, el pedido de Caracas en voz de su canciller es claro: «Si quieren ayudar a Venezuela, levanten el bloqueo financiero que pesa sobre nuestro país […] no necesitamos la limosna de nadie».

 

(RT)