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El 25 de julio de 1976 apareció sin vida y con signos de brutal tortura el cuerpo de Jorge Rodríguez (padre), quien haba sido arrestado el día 23. El fundador de la Liga Socialista e impulsor de una nueva concepción en la relación de las vanguardias revolucionarias con el pueblo se convirtió en pocos años en referencia para un renucleamiento de las izquierdas que venían de sufrir la derrota en la lucha armada de los años 60 del siglo XX venezolano.

 

Líder Popular

 

Tras una intensa reflexión en torno al aislamiento de los grupos revolucionarios que venían de la lucha armada, algunas corrientes e individualidades como Jorge Rodríguez incursionaron con nuevos enfoques para entender, acompañar y liderar al pueblo en su demanda de reivindicaciones y derechos frente a los poderosos. Jorge, manteniendo su postura radical antiimperialista y anticapitalista, cubrirá el tránsito hacia la base popular, sindicatos, organizaciones de barrio, liceos y universidades con sorprendente eficacia, en tiempos en que otros liderazgos se estancaban en el debate por el debate mismo, o se escurrían hacia posiciones puramente electorales, carentes del mensaje transformador del socialismo.

 

La liga socialista

 

Evidentemente el proyecto de Jorge Rodríguez, padre, significaba alto riesgo para los jerarcas del estatus puntofijista que le vigilaban en sus pasos como dirigente político que congregaba, tanto círculos de antiguos militantes del MIR como a noveles cuadros juveniles, laborales y campesinos, como dirigentes de numerosos barrios que adherían el proyecto de articular las movilizaciones reivindicativas con un programa de lucha revolucionaria con el pueblo. Así, la insurgencia de la primera Liga Socialista en los años 70 mostró su acierto en poco tiempo al crecer en militancia.

 

Política de Estado

 

En 1972 el primer gobierno de Carlos Andrés Pérez expresaba la alianza de poder tradicional en el país -integrada por Fedecámaras, la banca, el sector de la oligarquía importadora, alto clero y la jefatura de unas Fuerzas Armadas entonces plegada a los lineamientos de la Guerra Fría que dictaban el Pentágono y Escuela de las Américas para los ejércitos de América Latina-. De acuerdo al entonces ministro del Interior Octavio Lepage “…cuatro agentes lo habían sacado -a Jorge Rodríguez, de su calabozo en la Disip- sin autorización” (rueda de prensa del 26-07-1972). Tales palabras reflejaban el desespero del Alto Gobierno por zafarse de su directa responsabilidad en el asesinato. El asesinato político era política de Estado.

 

Huellas

 

La tortura era práctica usual de los cuerpos de seguridad. A comienzos de agosto serían detenidos, por orden de un Tribunal Militar, dos diputados del Parlamento Nacional, en violación flagrante de la Constitución de 1961. De acuerdo al entonces diputado José Vicente Rangel, el cadáver de Jorge “…tenía huellas de increíbles torturas, quemaduras de cigarrillo en las piernas, y marcas de electrodos en todo el cuerpo” [http://gumilla.org]. En varias ocasiones el presidente Nicolás Maduro ha recordado que los verdugos de Jorge lo colgaron envuelto en unas colchonetas para caerle a batazos. En la tortura sufrió un infarto.

 

Legado

 

Jorge Rodríguez fue casi que el único dirigente revolucionario de los años 60, después de Fabricio Ojeda, que logró descifrar el enigma de la dura transición que debía recorrer la izquierda armada para reinsertarse en la lucha política del país, siempre en acompañamiento con el pueblo, sus dolores y movilizaciones. La obra y pensamiento de Jorge Rodríguez, su honestidad y capacidad de organizar al pueblo, contribuyó a la forja de conciencia crítica que desde 1999 alienta el carácter antiimperialista de la Revolución Bolivariana.

 

(CO)

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