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Carmen Pérez de Rodríguez recorría desde hace dos meses las farmacias buscando para su esposo el Tamsulon (Tamsulosina),  usado para los síntomas del agrandamiento de la próstata, y no lo halló.  Finalmente encontró una presentación, de origen colombiano, en un local ubicado cerca de una clínica, pero tuvo que pagar 13 mil bolívares, cuando antes lo compraba en 600, un incremento exagerado de más del 2.000%.

 

Así como sucede con los alimentos,  estas medicinas de fabricación colombiana “invaden” poco a poco las farmacias de Maracaibo.

 

En una situación donde la escasez de medicamentos en Venezuela ronda el 85%, según estimaciones de la Federación Farmacéutica Venezolana (Fefarven),   resultan “como caídos del cielo” aquellos que traen del vecino país como antihipertensivos, anticonvulsivos, analgésicos, para el tratamiento de  próstata y Parkinson, pero a precios altamente costosos.

 

Por “salir del apuro”,  más de un cliente comenta en las farmacias que ha tenido que comprarlos. Pero no todos tienen el dinero  para aquirirlos. Cuestan hasta casi un sueldo mínimo.   

 

“Aquí estuvo una señora diciendo que compró una caja de Valsartán Potásico (antihipertensivo) en 3.000 bolívares y que el laboratorio era colombiano. Antes el costo era de 500 bolívares, pero ahora lo venden al precio de ese país, incluso más”, contó el trabajador de un expendio del centro de la ciudad. 

 

Episodio  similar le ocurrió a la marabina Mercedes Gómez, quien después de  visitar 10 farmacias, logró conseguir el Ketosteril (empleado en la insuficiencia renal) para su abuela de 92 años. 

 

“La última caja la compramos hace tres meses en 1.700 bolívares, y esta vez la conseguimos en 10.000 bolívares, de un laboratorio colombiano.  Nos parece bien que se consigan pero el precio es una grosería, en casa tuvimos que reunir entre todos el dinero para poder comprársela”, narró la pariente.

 

Solo algunas farmacias cuenta con la disponibilidad de estos medicamentos que son muy demandados por la población. Los encargados de los establecimientos aseguran que no los venden sin  el sello  de certificación del Ministerio de la Salud.

 

 “Venderlos sin permiso significaría una multa o hasta el cierre del local por parte de la Sanidad.  Ningún socio quiere arriesgarse a ofrecerlos en el mercado y a precios tan caros. Aquí los bachaqueros llegan como ‘proveedores’,  cargados con cajas de cualquier  tipo de medicina, traídas de Cúcuta o de las farmacias cercanas con Táchira, queriendo que se las compren”, mencionó Aura Elena Fernández, dueña de una farmacia en el oeste de Maracaibo.

 

Recientemente, las farmacias en Cúcuta se abarrotaron de venezolanos   luego que el Gobierno nacional ordenara  la reapertura del paso peatonal en la frontera  por 12 horas, el 10 de julio.

 

Oswaldo Prieto participó en esa  travesía que protagonizaron más de 100 mil  compatriotas que también buscaban alimentos y  productos básicos.  Además de ir por comida, el cabimense viajó siete horas y media por  medicinas para el tratamiento de la diabetes de su padre.

 

“La diaformina de 850 mg,  que antes compraba en 620 bolívares, la encontré en Cúcuta, al cambio,  en 295. Pero en las farmacias del Zulia  te las quieren vender hasta en 8.000. Están desangrando a los enfermos por todos lados”, lamentó Prieto sobre la disparidad de precios. 

 

Además del alto costo y el grave desabastecimiento, el sector farmacéutico señala que el consumo  de estos productos de dudosa procedencia  puede ser peligroso para los pacientes. 

 

Haydee Torres de Semprún, presidenta del Colegio Farmacéutico del Zulia, indica que es ilegal la venta de algunos  fármacos colombianos porque  no cuentan con el aval de Instituto Nacional de Higiene, encargado de realizar las evaluaciones químicas y bacteriológicas a los medicamentos. 

 

Opinó que de acuerdo con las leyes venezolanas, está prohibido hacer este tipo expendios sin la debida autorización de los organismos competentes.   

 

La Gobernación del Zulia, basándose en el decreto de Emergencia Económica nacional, emitió la disposición de colocar bienes esenciales, servicios y  medicamentos en el mercado interno de la región,  a través de la Gaceta Oficial del Zulia, número 5.210, del 9 de marzo de 2016, con una duración de 120 días. 

 

Resaltó que cada importación deberá hacerse con el debido permiso del ministerio al que competa el producto. 

 

Dicho decreto “implementará las medidas  necesarias para agilizar el tránsito de estas mercancías por el aeropuerto y puerto de la ciudad, pudiendo desaplicar temporalmente los procesos  regulares que se requieran para hacer posible la agilización, previa autorización del ministerio competente”.

 

Igualmente “se dispensan los trámites, procedimientos y requisitos para la importación y nacionalización de 50 rubros que serán comercializados en el Zulia”, previa autorización del Ejecutivo nacional. 

 

Sin embargo, a través de las “trochas”  el mercado Las Pulgas se “inunda” cada día de lotes de medicinas ilegales desde Colombia, que no tienen la autorización sanitaria, tales como antibióticos, vitaminas, suplementos proteicos y hasta fórmulas lácteas para bebés.

 

Tizbeth Queipo, farmaceuta zuliana con más de 15 años de experiencia, concuerda  con la recomendación del Colegio Farmacéutico del Zulia, en que estos medicamentos deben verificarse antes de ser  tomado por los pacientes. 

 

“Un taxista me contó que consiguió una caja de pastillas anticonceptivas en Las Pulgas, en 2.500 bolívares, cuando antes  cancelaba por ella 200.  Eran de fabricación cubana y estaba vencida. Su  pareja la tomó y no tuvo complicaciones, pero no es recomendable porque puede traer efectos secundarios  o no será 100% eficaz”, contó la especialista.

 

Para el exsecretario de Desarrollo Económico de la Gobernación del Zulia, Salvador González, el  referido decreto ha logrado mejorar los niveles de abastecimiento  y aseguró que los productos que  llegan dentro del plan son bajo la figura de permisos y laboratorios.

 

“Los que están por allí es parte de ese flagelo que todos tenemos que contribuir a vencer como los bachaqueros y la reventa. Son los productos que se venden allá,  aquellos que estando subsidiados por el Gobierno, y nos duele porque nos estamos comiendo las vísceras para pagar a los laboratorios dólares preferenciales, terminan en Las Pulgas y otros lugares que por complicidades internas van a un sitio distinto para la negociación inescrupulosa”, expresó.

 

A pesar de las denuncias de escasez, la ministra para la Salud,  Luisana Melo, declaró que el reto  del Motor Farmacéutico es “importar cada vez menos y producir cada vez más”, a fin de equilibrar la balanza comercial y recurrir a las importaciones sólo para atender la demanda de “ese 25% de medicamentos que no tenemos la capacidad de producir:  como retrovirales, oncológicos y tratamientos hormonales”.

 

Destacó que en el primer semestre del 2016,  están en plena producción de medicamentos seis empresas públicas  y 45 empresas privadas a las que el Gobierno priorizó la asignación de divisas para la adquisición de materia prima.

 

Mientras se espera por la producción y reposición de medicamentos “made in Venezuela”, los zulianos siguen recurriendo a estos productos foráneos, esperando que el dinero les alcance para curar o sobrellevar la enfermedad.

 

(Panorama)