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Oscar Carrero, quien perdió un abrazo durante  las guarimbas promovidas por sectores opositores, liderados por el coordinador nacional de Voluntad Popular, Leopoldo López, -preso  por delitos vinculados a esos eventos–, escribió una  carta al secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, quien horas antes una misiva dirigida al dirigente , a quien considera su amigo.

 

A continuación el texto íntegro de Oscar Carrero:

 

Carta abierta a Luis Almagro, Secretario General de la OEA

 

Caracas, 23 de agosto de 2016

Señor

Luis Almagro

Secretario General  de la OEA

 

Seguramente usted no sabrá quién soy yo. No dispongo de toda la plataforma propagandística que tiene su“estimado amigo” Leopoldo López. Por el contrario, los grandes medios de comunicación de mi país y del mundo han trabajado para hacer invisible la causa que yo defiendo.

 

Tal vez venga a su mente algún recuerdo si le digo que fui yo quien irrumpió en la reciente Asamblea General de la OEA, en República Dominicana, para reclamarle su grotesca parcialidad a favor de los victimarios y su falta de atención a las víctimas. Sin embargo, le confieso que no guardo muchas esperanzas.

 

Nunca se ha preocupado por estudiar mi caso ni el de mis otros 877 compatriotas que resultaron lesionados y los 43 que fallecieron producto de la violencia promovida en Venezuela durante el año 2014 por su “estimado amigo” y los que usted califica como líderes políticos. Si lo hubiera hecho sabría que otro de los responsables es el ex-alcalde de San Cristóbal, Daniel CEBALLOS. Sí, Ceballos con C, no ZEBALLOS como erróneamente usted escribe en su más reciente carta.

 

La verdad, Sr. Almagro, es que quien usted considera su amigo es el principal responsable del llamado sostenido y reiterado a utilizar la violencia con el propósito de forzar la salida del gobierno de mi país, lo cual generó que grupos violentos  colocaran verdaderas trampas mortales para degollar personas en las vías públicas, dispararan con armas de fuego contra quienes intentaban esquivar o desmontar estas trampas; incendiaran centros educativos  y atacaran institucionespúblicas, dejando un lamentable saldo que usted deliberadamente pretende ignorar.

 

Permítame confesarle, con todo respeto, que con esta carta no espero nada de usted. Solo pretendo transmitirle lo que siento cada vez que leo sus pronunciamientos haciendo apología de los hechos que me afectaron.

 

Sepa usted, Sr. Almagro, que uno de esos sentimientos es decepción. Cuando usted fue electo para ejercer la Secretaría General, los pobres e históricamente invisibles como yo vimos nacer la esperanza de una OEA comprometida con las causas más justas. Pensamos que usted llegaría a ese organismo a ponerse del lado de las víctimas. Esa esperanza surgía del vínculo que usted sostenía con hombres justos como Pepe Mujica, ya que al menos para mí usted era un total desconocido.

 

Lamentablemente, Sr. Almagro, usted nos ha decepcionado. No solo ha estado muy lejos de cumplir con esa ilusión de una OEA vinculada con los más humildes de este continente, sino que además ha utilizado su cargo y la organización que representa para atentar contra nuestros derechos como víctimas. En 2014 sufrimos una violencia que dejó secuelas permanentes en cada uno de nosotros. Hoy somos nuevamente victimizados por conductas como la que usted desarrolla, invisibilizando a las verdaderas víctimas e intentando convertir en héroes a los victimarios.

 

También, Sr. Almagro, su más reciente carta sobre el caso venezolano causa en mí una gran indignación. Puede que no sea correcto y le pido de antemano disculpas. Pero, ¿cómo puede sentirse un hombre, cuya vida cambió para siempre al quedar sometido a una discapacidad grave, cuando un funcionario como usted se dedica a promover la causa del principal responsable de mi sufrimiento y, además, se atreve a llamarlo “estimado amigo”? Si alguna vez lee esta carta espero que pueda entender lo que intento transmitirle en este momento.

 

Al comienzo pensaba escribirle una carta mucho más extensa, pero me he convencido de que no vale la pena. Usted ha asumido una conducta que ha desvanecido toda esperanza. Como bien dijo el Pepe Mujica:“Lamento el rumbo por el que enfilaste y lo sé irreversible, por eso ahora formalmente te digo adiós y me despido”

 

Termino diciéndole que nada de lo que usted y los otros Almagro del mundo hagan podrá cambiar la verdad histórica. En Venezuela hay un pueblo humilde y digno que ha pagado con sangre y dolor el empeño de un sector político de torcer, mediante el uso de la violencia, la decisión soberana de la mayoría de los venezolanos de construir nuestro propio modelo de democracia.

 

Para despedirme, le extendería un abrazo tal como usted hizo con López en su carta, pero lamentablemente perdí mi brazo derecho cuando grupos violentos me lanzaron un explosivo producto del llamado a “La Salida”  realizado por su “estimado amigo”. Mil disculpas por la descortesía.

 

Oscar Carrero. Vocero del Comité de Víctimas de la Guarimba

 

(NAD)