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Nuestra Luna es un objeto extraño debido a que presente cualidades físicas que no se pueden explicar fácilmente y que la distinguen de cualquier otro cuerpo celeste del Sistema Solar.

 

Los rasgos inusuales de la Luna:

 

Es grande, con un diámetro 3.476 kilómetros, aproximadamente la cuarta parte del de la Tierra. Salvo Plutón y Caronte, esta es la mayor proporción conocida entre una luna y su cuerpo matriz para los objetos celestes grandes de nuestro sistema.

 

Todos los satélites del Sistema Solar orbitan sobre el ecuador de su planeta, mientras que la órbita de nuestra Luna tiene una inclinación de cinco grados.

 

La composición de nuestro satélite natural es semejante a la de la Tierra, a diferencia de la mayoría de otras lunas.

 

Gran impacto 

 

Muchos de los problemas asociados a las peculiaridades de la Luna quedaron resueltos con la teoría del gran impacto, según la cual, la Tierra colisionó con un cuerpo celeste del tamaño de Marte hace unos 4,5 millones de años. Según esta la teoría, la colisión envió al espacio una gran cantidad de material de nuestro planeta, generando una densa nube sobre el ecuador terrestre, de la que acabó formándose nuestro satélite natural. El impacto dejó a la Tierra girando rápidamente, de tal forma que un día duraba cinco horas. Con el paso de tiempo, las interacciones entre la Tierra y la Luna habrían desacelerado el giro terrestre, alejando al satélite.

 

Sin embargo, esta teoría no explica la inclinación de la órbita de la Luna respecto al ecuador terrestre ni su composición isotópica, semejante a la terrestre y no a la del supuesto cuerpo que impactó contra la Tierra.

 

¿Aún más potente?

 

Sin embargo, un grupo de científicos estadounidenses dice tener ahora la respuesta a estos enigmas.

 

En su informe publicado en la revista Nature proponen una modificación de dicha teoría, considerando un impacto aún más potente. La tremenda potencia de dicha colisión habría hecho que la Tierra girara aún más rápido, reduciendo el día terrestre a dos horas y haciendo que el material expelido se mezclara aún más.

 

El impacto también habría inclinado el eje de rotación de la Tierra respecto a la perpendicular de su plano orbital por encima de los actuales 23 grados. Mientras la Luna se alejaba de la Tierra, ambos cuerpos celestes habrían experimentado un baile de fuerzas gravitacionales y de marea que afectaron tanto a la órbita lunar como al grado de inclinación del eje terrestre.

 

(RT)

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