La calma que existe en el exterior de la cárcel colombiana de El Pedregal, en Medellín, es solo una apariencia. En el interior de sus muros hay de todo excepto tranquilidad.

 

Las condiciones en las que se encuentran los presos son infrahumanas y sus derechos están siendo vulnerados de forma diaria. Los reclusos viven amontonados (para 400 personas solo hay 6 baños) y el hacinamiento es tal que incluso tienen que hacer turnos para poder descansar por las noches.

 

«Comemos al pie de las basuras»

«En este momento no tenemos ni donde dormir. Comemos al pie de las basuras», denuncia un preso a RT.

 

Un herido tras el último enfrentamiento entre presos en la cárcel

 
Además, la falta de higiene hace que las chinches campen a sus anchas y la escasez de fármacos en la prisión provoca que se den situaciones esperpénticas. «Pedimos una pastilla para el dolor de cabeza y lo que nos dan es una pastilla para el cólico», cuenta otro recluso.

 

 «Violamos la Constitución»

Quienes denuncian esta crisis carcelaria no son solo los presos sino también los funcionarios que allí trabajan. Felipe Quimbayo, que lleva 3 años trabajando en la prisión, asegura que, contra su voluntad, está saltándose las leyes de su país.

 

«‘Nadie podrá ser sometido a torturas’ y los estamos torturando, ‘ni a tratos crueles e inhumanos’, y esto es cruel e inhumano. Partiendo de ahí, estamos violando nuestra Constitución», dice.

 

«Nos ha tocado gasearles»
 

 Los 138 presos a los que se les incautan las armas tras el último enfrentamiento en la cárcel de El Pedregal

 
Según Quimbayo, en la cárcel El Pedregal hay más de 70 presos por cada carcelero y la falta de guardias hace que no puedan entrar en muchas zonas de la prisión. Confiesa cómo han llegado a actuar cuando hay trifulcas: «Nos ha tocado incluso gasear, teniendo en cuenta que en estos pabellones también hay personas de la tercera edad. El gas conlleva a alteraciones en el cuerpo y nos ha tocado sacar a gente vomitando, desmayados», revela.

 

¿A qué se debe el hacinamiento?

Según los expertos, el hacinamiento en cárceles como El Pedregal se debe a que más del 30% de los presos aún no han sido ni condenados y muchos de los han sido declarados culpables son microtraficantes que acaban pagando en prisión un precio demasiado alto.

 

Para frenar esta tendencia en la cárcel El Pedregal, los funcionarios rechazaron la entrada de cualquier nuevo preso durante varios meses. Un hecho que se ha dado también en otros centros penitenciarios y que ha generado que se llenen también las comisarías de policía.

 

(RT)

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