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Tras la agresión a Serbia, los aliados generaron una jurisprudencia que abría la posibilidad a la OTAN de atacar cualquier país que no representara una amenaza y de actuar sin el consentimiento de la ONU, de modo que estaban preparados para una nueva metamorfosis del su razón de ser, su motivo para existir: la guerra contra el terrorismo.

 

Un hito significativo en la historia de la OTAN como brazo armado del imperialismo norteamericano, ocurrió a raíz la serie de ataques terroristas del 11 de septiembre del 2001 en EEUU.

 

Por primera vez se invocó el artículo 5 del Tratado del Atlántico Norte que establece que un ataque contra una nación perteneciente a la OTAN será considerado un ataque dirigido contra la alianza y, en consecuencia, están facultadas las naciones para actuar militarmente. Por su parte, George Bush estableció la llamada la Doctrina de agresión positiva o Guerra Preventiva.

 

Afganistán: De “freedom fighters” a enemigos ¿irreconciliables?
 

Reunión de Ronald Reagan en 1985 con los comandantes muyahaidines afganos en la Casa Blanca. Años después, Hillary Clinton dijo en una entrevista: Cuando la Unión Soviética invadió Afganistán, tuvimos esta brillante idea de ir a Paquistán y crear una fuerza de muyahidines o milicianos, los equipamos, les dimos misiles y todo lo demás, para que se enfrentaran a los soviéticos en Afganistán, tuvimos éxito. Los soviéticos se retiraron de Afganistán y dejamos a estos milicianos fanáticos entrenados y bien armados en Afganistán y Paquistán.

El 7 de octubre de ese mismo año, EEUU y Gran Bretaña encabezaron la Operación Libertad duradera y Operación Herrick contra Afganistán: el objetivo sería encontrar a Osama Bin Laden y otros miembros de Al Qaeda, así como derrocar al régimen que apoyaba al Taliban.

Estados Unidos había apoyado la conformación de células extremistas que actuaron en contra de la permanencia de la Unión Soviética en ese territorio, y los antiguos amigos, formados por la CIA, se convirtieron en enemigos.

 

La OTAN asumió, por supuesto, la invasión. Osama Bin Laden fue asesinado y, aunque la guerra se dio por terminada en 2014, unos 9800 soldados estadounidenses continúan en el terreno.

 

“EEUU no ha tenido nunca interés alguno en rastrear, ni contar los muertos afganos, ya fueran civiles o combatientes. El General Tommy Franks, que dirigió en 2001 la invasión estadounidense y sirvió como comandante del Mando Central desde el año 2000 a 2003, fue incluso más directo aún y dijo: “Ya sabe que nosotros no contamos los muertos”. Según RT, “Más de 3000 soldados de la coalición han caído bajo fuego amigo”.

 

Afganistán sigue siendo el mayor productor de opio y heroína del mundo, y desde la invasión, la producción se incrementó. En 2016, se reportó un crecimiento del 43%.

 

Hace unos meses, se conoció el contenido de un capítulo censurado de la ‘Investigación conjunta sobre las actividades de inteligencia antes y después de los ataques terroristas de septiembre de 2001’, realizado por comités de la Cámara y el Senado de EEUU en diciembre de 2002. El documento señalaba a Arabia Saudita como responsable del atentado del 11 de septiembre. En 2016, el Congreso de los EEUU aprobó que las víctimas pudieran demandar a Arabia Saudita. Barack Obama vetó la ley. Hay que recordar que al cierre de la administración del premio Nobel de la Paz, se ha logrado determinar que su mayor logro fue el convertirse en el Presidente que más armamento ha exportado alcanzando una cifra récord de 265 mil 471 millones de dólares. Su principal comprador fue Arabia Saudita.

 

Irak: La “posverdad” (mentira) de las Armas de Destrucción Masiva

Como fue anunciado por Wesley Clark la guerra se amplió e invadieron Irak. El discurso imperial ofreció distintas “causas”: que Irak poseía armas de destrucción masiva, que Saddam Hussein representaba una amenaza para el mundo por sus vínculos con Al Qaeda y que hasta Dios le había ordenado a Bush que ejecutara el ataque. En los primeros saldos de la guerra se contabilizó más de un millón quinientos mil iraquíes asesinados, así como el control de los pozos petroleros del país por parte de trasnacionales norteamericanas y sajonas.

 

Aunque no todos los países de la OTAN apoyaron a cuadro cerrado la invasión, y la Alianza ofreció –al menos públicamente- apoyo logístico. Para diciembre de 2003, 16 de los 19 países que la conformaban para entonces la OTAN estaban en el terreno, según señaló Colin Powell en aquel momento.

 

A raíz de esta guerra, cobró fuerza en el tablero militar el uso de ejércitos de mercenarios no sujetos a las leyes y tratados internacionales de conflictos armados.

 

El espectro de la guerra necesitaba expandirse, así que Bush agrupó las amenazas bajo la figura del “Eje del mal”, un concepto que no fue considerado como creíble por ninguna persona razonable y, hasta la OTAN manifestó su cautela. La expresión fue utilizada en su discurso del Estado de la Unión el 29 de enero de 2002 para describir a los regímenes que según sus delirios apoyaban el terrorismo. Los estados-nación que Bush mencionó en su discurso fueron Irak, Irán, Corea del Norte, a los cuales posteriormente agregó Libia, Siria y Cuba, y más tarde, Bielorrusia, Birmania y Zimbabue.

 

A partir de entonces, Washington inició una gran operación mediática y política para sembrar terror sobre el supuesto plan nuclear de Irán y los “acusaba de entregar armas sofisticadas a extremistas chiíes para matar a soldados estadounidenses”.

 

Entre 2006 y 2008 EEUU promovió tres rondas de sanciones contra Irán acusándolos de enriquecer uranio y de exportar armas. Pero lo cierto es que, paulatinamente, había presencia de soldados de la OTAN en guerra en casi todas las fronteras de Iran, por lo cual era más que razonable que esa nación metiera las bardas en remojo.

 

Después de una década de severas sanciones, el año pasado, Obama se vio obligado a levantar las medidas antiiraníes, en su afán por incrementar el volumen de petróleo en los mercados internacionales para mantener bajos los precios.

 

Pero no es que Bush estaba loco, y Obama cuerdo. La diferencia es que el primero lo aparenta y el segundo no. La verdad es que la administración demócrata hizo ligeros ajustes a los planes de su predecesor . Las tropas de Barack Obama hicieron presencia en 138 países lo que equivale al 70% de los países a nivel global.

 

Libia y la espada corta de Barack Obama

Los líderes de los países de la OTAN que emprendieron las gestiones para la invasión a Libia, como Estados Unidos, Gran Bretaña, Francia e Italia, todos habían tenido vínculos con Gaddafi desde el giro que él mismo le dio a la política exterior libia en el año 2003.

 

De hecho, Gaddafi financió la campaña del Presidente Nicolás Sarcozy a la presidencia, y el propio Silvio Berlusconi invitó a Roma al líder norafricano. El fin de año previo a la invasión, Condolezza Rice visitó a Gaddafi para demostrar al mundo que “EEUU no tiene enemigos permanentes”.

 

Países de Europa y Estados Unidos mantenían lobbies en torno a Gaddafi para resguardar (y en algunos casos mantener) en sus bancos la inmensa fortuna que guardaba en reservas internacionales la nación libia: 200 mil millones de dólares que, días previos a la invasión fueron oportunamente metidos en el refrigerador por los agresores. Gaddafi, sin embargo, cometió un pecado mortal: desarrollaba un plan de 90 mil millones de reserva monetaria para la Unión Africana, para invertirlos en el desarrollo de la región y con miras a neutralizar el poder depredador del FMI.

 

Por supuesto, las reservas de petróleo y gas de ese país eran una motivación más que apetitosa. El Consejo Nacional de transición comprometió el 35% de la producción bruta del petróleo libio a Francia. Los británicos obtendrían concesiones para la extracción de petróleo. Así que los países de la OTAN armaron a los “rebeldes”, en algunos casos, alegando que lo hacían sin autorización de la Organización. EEUU participó armándolos y entrenándolos.

 

Según los correos electrónicos de la ex secretaria de Estados Unidos, Hillary Clinton, obtenidos por Wikileaks, la funcionaria estaba completamente al tanto de la complicidad de Estados Unidos en la crisis de Libia a la hora de armar a los insurgentes para poner fin al Gobierno de Muamar Gadafi. Se sostiene que esas armas luego terminaron en manos del Daesh.

 

La intervención de la OTAN se consiguió allanando el terreno desde el Consejo de Seguridad de la ONU que aprobó, en base a una carta enviada por la Liga Libia de los derechos humanos y otras 70 ONG’s al secretario General Ban Ki Moon. Sin investigar, ni comprobar la veracidad de las acusaciones contra Gaddafi, aprobaron lo que llamaron una “zona de exclusión aérea” en Libia. No importó que ese país, a penas dos años antes, había formado parte del propio Consejo de derechos Humanos de la ONU, y año tras año, había aprobado el examen anual.

 

Una producción audiovisual, realizada en estudios de Qatar, dio a los canales de noticias imágenes de un falso bombardeo de Gaddafi a una plaza en Trípoli. Aunque era una noticia falsa el video logró que más de una decena de países manifestaran públicamente su apoyo al Consejo Nacional de Transición: Bienvenidos a la era de la postverdad.

 

Los aliados celebraron y exhibieron por todos los medios la humillación y el magnicidio de Muammar Gaddafi.

 

“EEUU ha gastado 2 mil millones de dólares y no ha perdido ni una sola vida, esta es una buena receta sobre cómo tratar con el mundo para avanzar con más rapidez de lo que hemos avanzado” dijo el Vicepresidente Joe Biden.

 

El 80% de la operación de la OTAN en Libia la pagó EEUU.

 

Libia pasó de ser el país con los mejores índices de desarrollo humano del Continente a convertirse en un territorio forajido, dividido, infiltrado por bandas de mercenarios y epicentro del tráfico de armas de la región.

 

“Otra de las amenazas que enfrenta el pueblo libio es el robo de petróleo por parte de la OTAN, que en contubernio con empresas multinacionales de EEUU, Francia y demás naciones de la Unión Europea (UE), controla militarmente las plataformas del sector”.

 

La abogada Purificación González, del Colectivo Internacional Ojos para la Paz, aseguró que después de 7 meses de bombardeos de la OTAN se había asesinado “prácticamente al 2% de la población civil” de Libia.

 

De sus costas parten miles de desplazados africanos hacia Europa.

 

Esta fue la primera operación conjunta entre el Comando de EEUU en África (el africom) y la OTAN. Obama desplazó fuerzas especiales a África Central, para “brindar apoyo a las fuerzas armadas regionales, como en Uganda, y desplazó fuerzas militares en Sudán del Sur. También mantienen operaciones Etiopía y Somalia. Es socio de la agresión de Arabia Saudita en Yemen.

 

Cientos de cadáveres de seres humanos han encontrado por último lecho el celeste del mediterráneo. La vida de ellos, o mejor dicho, sus tragedias y sus desenlaces letales fueron prácticamente trazados antes de que muchos de ellos nacieran. Cientos de miles de refugiados, sólo tienen por hogar la bóveda del cielo y aquellos que les bombardearon su hogar, levantan muros para humillarles y despreciarles. Vivos y muertos son víctimas de la OTAN. Si usted aún no siente como propio el punzante y frío ardor del alma ante el luto, ante el desamparo, recuerde que el Premio Nobel de la Paz, Juan Manuel Santos, pretende abrir la puerta de nuestro vecindario a los genocidas. En la próxima y ultima entrega sobre el tema OTAN estaremos hablando de la Guerra en Siria y la incursión de la OTAN en nuestro continente.

 

Para leer la primera parte ingrese aquí

 

(larissacostas.wordpress.com)