El presidente de la Asociación de Colombianos y Colombianas en Venezuela, Juan Carlos Tanus, asegura que, aunque los medios no registran tal hecho, ya las declaraciones del vicepresidente neogranadino, Germán Vargas Lleras, produjeron su primera víctima: un ciudadano asesinado en Saravena por ser “veneco”.

 

Tanus conversó con La Iguana.TV acerca de lo que pasaría si el gobierno venezolano pagara con la misma moneda ante las actitudes chauvinistas de la oligarquía colombiana.

 

A continuación, una versión del diálogo de Tanus (Departamento de Sucre, 1970) con el periodista Clodovaldo Hernández:

 

-¿Tiene alguna justificación la discriminación de los venezolanos en Colombia por parte de una alta autoridad colombiana?

 

-No hay justificación alguna en términos de lo social y de la hermandad que nos une con el pueblo bolivariano de Venezuela. Pero es una actitud que tiene una explicación lógica como parte de la lucha de clases que se exacerba desde este sector de la oligarquía colombiana. Germán Vargas Lleras ha expresado su condición natural de hijo de la oligarquía que se robó al país a través del presidente (Carlos) Lleras Restrepo (abuelo materno del actual vicepresidente). Es más, creo que había tardado mucho en expresar su chauvinismo. Es representante de una línea radical de la extrema derecha, vinculado a un ala de la oligarquía que controla renglones de la economía colombiana y que acostumbra generar procesos que les permitan sostener, de manera mediática, sus intereses económicos. Cuando esos intereses están afectados o amenazados, como ocurre en este caso, lanzan esas afirmaciones que pueden ser virales en las redes y que pueden multiplicarse a través de sus espectros comunicacionales. Vargas Lleras es una figura que surge como producto de la polarización de la extrema derecha y que a lo mejor va a ser candidato presidencial y que podría tener la anuencia de otra ala radical, la del Centro Democrático, que encabeza el senador Álvaro Uribe Vélez. Lo más inconcebible de esa declaración es que Vargas Lleras la haya hecho en el municipio de El Tibú, en el Norte de Santander, donde hubo una arremetida violenta del paramilitarismo y la población huyó despavorida… ¿hacia dónde?, pues hacia Venezuela, pues acá la Cancillería y la Comisión Nacional para los Refugiados, en ese tiempo encabezada por Yldefonso Finol, facilitaron que se le diera protección a esas personas, demostrando gran sentido patriótico y respeto por los tratados internacionales. Esas actitudes de la oligarquía pretenden, además, macartizar toda expresión bolivariana originada en Venezuela. Ellos tienen el temor de que un gobierno con alta inversión social, parecido al que ha tenido Venezuela todos estos años, llegue al palacio de Nariño.

-¿Hasta qué punto el colombiano común comparte esa actitud del vicepresidente Vargas Lleras?

 

-En la frontera, a pesar de la difícil situación de orden social que padecemos, por inseguridad, narcotráfico, contrabando, conflictividad urbana, el pueblo colombiano reconoce las bondades de este gobierno que se compara positivamente con el de Colombia. Pese a todas las dificultades, la gente sabe que puede pasar la frontera y pedir atención en Barrio Adentro, donde nadie les va a pedir documentos para atenderle. Ahora, hay que resaltar que, producto de estas declaraciones del vicepresidente Vargas Lleras fue asesinado en Saravena, departamento de Arauca, un ciudadano de nacionalidad venezolana. Es decir, ya cobró la primera vida esas declaraciones peyorativas y macartizadoras. Ese ciudadano fue asesinado por ser venezolano, por nada más. Por otro lado, las declaraciones de Vargas Lleras producen cierto temor en la colombianidad, porque si este pueblo llegase a responder de la misma forma, nos preocuparía muchísimo. ¿Qué haría Colombia si Venezuela llegase a deportar dos millones de colombianos o a los 580 mil colombianos en situación de irregularidad migratoria que hay en el país? ¿Qué impacto de orden social y económico tendría una medida así en Colombia? Quedaría en evidencia que Venezuela ha estado cubriendo los efectos negativos que ha producido la política económica colombiana. Eso es así, en primer lugar, porque la mayoría de los colombianos que migran a Venezuela pertenecen a las franjas más pobres; y en segundo lugar, porque le toca a Venezuela asumir las desigualdades en materia de educación y salud que se generan en Colombia. Afortunadamente, el gobierno venezolano no responde de la misma forma y, por el contrario, acentúa más las políticas sociales que benefician a la migración colombiana. Si hay una migración, una corriente migratoria agradecida por el tratamiento que ha tenido, es la de origen colombiano. En la Cuarta República éramos tratados casi bajo los mismos preceptos de Vargas Lleras. Es decir, ese discurso nos retrotrae a esa época. En la Cuarta República esa era la actitud hacia los colombianos: ponernos a trabajar y no pagarnos, deportarnos a final de año, despedir a los trabajadores sin reconocer prestaciones… Vargas Lleras es la copia fiel de esa política para tratar a los inmigrantes. La Asociación de Colombianos ha asumido la postura de rechazo a esas declaraciones, les hemos pedido públicamente disculpas a los venezolanos, nos hacemos responsables de ellas, aunque sabemos que es la derecha la que agrede al pueblo venezolano. Nosotros asumimos la responsabilidad de ser hermanos hasta la eternidad.

 

-¿Qué peso tiene la oligarquía mediática colombiana en la difusión de ese tipo de actitudes radicales?

 

-El que (Alberto Federico) Ravel y JJ (Rendón) hayan estado muy cerca de la Casa Blanca indica que no es descartable que, en el marco del año que queda para las elecciones presidenciales y parlamentarias en Colombia, haya asesores azuzando los conflictos con Venezuela. Es importante ese “aporte” que están haciendo, en términos negativos, los medios colombianos. Rara vez se produce una noticia positiva. Incluso, ni siquiera se les pediría tanto, bastaría con que se atuvieran a la realidad, pero eso rara vez pasa. Se puede revisar todo lo que se publica sobre la situación fronteriza y se verá que los medios siempre están en contra de las medidas que toma Venezuela. Lo que hacen es tergiversar para confundir, en asuntos como el contrabando, la fijación del bolívar-Cúcuta, la gasolina, la trata de colombianos y colombianas. Son componentes de campañas para desestabilizar a Venezuela. Esos medios allá no son el cuarto poder, sino el primer poder. Tienen una relación estrecha con los gobiernos. El presidente actual viene de un sector de los medios y hay, más allá de eso, una relación dentro de la oligarquía, de derecha a derecha, en el ámbito mediático. Ya sabemos quiénes replican acá a Caracol o a RCN. Y, lamentablemente, los medios alternativos no tienen la fuerza para contrarrestar esas campañas. Por eso necesitamos hacer un trabajo desde la colombianidad, para contarles a nuestros compatriotas las bondades del proceso revolucionario bolivariano y las dificultades que tenemos enfrente por esta guerra de baja intensidad que hace parte de la guerra económica.

 

-¿Qué influencia tiene el paramilitarismo colombiano en la ola de violencia criminal en Venezuela?

 

-El paramilitarismo de origen colombiano ha tenido alta influencia en la frontera. De hecho, las estructuras paramilitares controlan parte del contrabando en las fronteras. No en vano han crecido durante los últimos tres años. Si se revisa el mapa colombiano se verá que en La Guajira, independientemente de la condena al gobernador (Juan Francisco) “Kiko” Gómez, se han fortalecido las estructuras del paramilitarismo para el negocio del contrabando de los productos que aún se llevan de Venezuela es permanente. Tienen grandes redes que controlan casi todo. Eso también pasa en la frontera con Venezuela en el departamento del Cesar. El paramilitarismo tiene tres fases de desarrollo: control económico-financiero; control social y territorial; y control político. Ellos han logrado penetrar en cada una de esas fases en el escenario venezolano. La frontera está totalmente cundida de paramilitarismo. En lo que respecta a Norte de Santander, el paramilitarismo tiene acento mayoritario en Cúcuta. Los 40 municipios de ese departamento han estado históricamente ligados al antivalor del paramilitarismo. Cuando, ya bajo el liderazgo de Álvaro Uribe Vélez, se decide incursionar en Venezuela, hubo reuniones con (Manuel) Rosales, con un señor de apellido Pérez (Oscar), que estaba vinculado a una estructura política llamada Comando de la Resistencia. Rosales tuvo contacto con Jorge 40, un líder paramilitar de la costa norte colombiana, logrando desarrollar un corredor desde Zulia hasta Miranda, con negocios articulados al control económico y de invasión. Nosotros le hemos hecho llamados a los sectores de la derecha venezolana para que no caigan en la tentación de permitir la paramilitarización de la sociedad. Si se quiere ver lo que ocurre cuando una sociedad se somete al control de estos sectores solo hay que mirar a Colombia. Un segundo ejemplo es México. Uno hoy no sabe si México se ha colombianizado o Colombia se ha mexicanizado. Diez años atrás estaban en el orden económico-financiero, comprando propiedades y estableciendo negocios en San Antonio, Ureña y avanzando hacia adentro. Hoy hay muchas propiedades adquiridas con dinero del paramilitarismo o procedente del empobrecimiento del bolívar en la zona de frontera. Ese mismo fenómeno, con menos intensidad, puede estar presentándose en Zulia. Lógicamente, con las medidas tomadas, puede bajar la participación del paramilitarismo, pero es innegable que ha avanzado de manera muy peligrosa. La sociedad venezolana tiene que empezar a mirar también cómo tratar la situación de niños, niñas y adolescentes que proceden de Colombia y que han vivido las circunstancias de conflictos con participación de paramilitares. Esa población es la más susceptible de incurrir en situaciones de violencia. En la parroquia Petare, por ejemplo, hay mucha población colombiana que debe ser atendida. No por casualidad, Miranda es uno de los estados con mayor incidencia de la violencia criminal. El avance del paramilitarismo tiene connotaciones de orden político. Ya ustedes conocen la relación de Voluntad Popular con el ex presidente Uribe y con la Escuela de Formación Primero Colombia, del Centro Democrático, que ha dirigido José Obdulio Gaviria. Esa relación fortalece la concertación de la extrema derecha venezolana con la extrema derecha colombiana. En resumen, hay presencia del paramilitarismo colombiano en Venezuela que ha logrado mutar con los nativos y ha conseguido articularse. Y eso es lo más preocupante.

 

-¿Comenzarán a retornar los colombianos radicados en Venezuela luego de la firma de los acuerdos de paz?

 

-La paz es una cosa compleja. Nosotros, desde la asociación, hemos estado ayudando permanentemente para que Colombia logre la reconciliación. La paz debe ser un ejercicio de voluntades, entre ellas la política. Finalmente hay un acuerdo para desmovilizar a un sector importante, de siete, ocho o diez mil hombres. No sé cuántos serán exactamente, pero ocho mil fusiles menos es una voz de aliento. Frente a eso hemos señalado que las posibilidades de retorno de la colombianidad deben estar sujetas a que hayan desaparecido los elementos objetivos y subjetivos que produjeron su salida. Quienes estamos en Venezuela buscando protección porque fuimos víctimas del conflicto regresaremos si se cumple ese requisito. Las familias que tuvieron que huir pueden volver si hay un plan de retorno definido, que tenga acompañamiento internacional. No es creíble esa política de retorno cuando se observa el avance del paramilitarismo y cuando no hay desarrollo económico. ¿Cómo puede pensarse en que retornen cien mil colombianos, desde Venezuela, si no hay un plan para generar puestos de trabajo? Colombia tiene 17% de desempleo, una cifra altísima. Cúcuta es una de las ciudades con mayor desempleo y eso, lógicamente, nos pone a nosotros a pensar. La paz debe ser algo más que la ausencia de fusiles, pues puede no haber fusiles y que, sin embargo, falte la paz. Además, todavía falta negociar con el Ejército de Liberación Nacional (ELN) y el Ejército Popular de Liberación (EPL). Esas dos fuerzas insurgentes necesitan diálogo permanente. Con el ELN arranca la dinámica, en Ecuador, muy interesante por cierto, pero con el EPL aún no se conoce nada. Insistimos en que la paz debe construirse con la conciliación, y para eso debe atenderse las causas estructurales del conflicto. La guerrilla de las FARC hizo esfuerzos por incluir el tema de la tierra, que fue una de las causas estructurales del conflicto. Todavía en los planes de retorno no alcanzamos a cubrir el 5% de los seis millones de hectáreas robadas por el paramilitarismo a la población civil. Hay que ver con lupa este proceso. Si el gobierno colombiano propone una política pública acertada, que beneficie a la colombianidad interesada en volver, de seguro habrá oleadas de compatriotas retornando desde Venezuela hacia Colombia, pero mientras no haya políticas claras, yo creo que se prefiere seguir construyendo con nuestros hermanos venezolanos el modelo económico que queremos, en lugar de ir a Colombia, donde habrá incertidumbre. Hasta el momento, los planes de retorno con dignidad no han funcionado, el tema de compensaciones a las víctimas, tampoco tiene respuestas rápidas, se demoran mucho los trámites. Yo creo que los acuerdos de paz deberían permitir visibilizar más a las víctimas que estamos en Venezuela. En el acuerdo con las FARC, no hubo reconocimiento a nuestra condición de víctimas, esperamos que esto sí se haga en el marco de los acuerdos con el ELN y el EPL, que tengamos posibilidad de participar y de motivar para que se logre una política de paz que permita el retorno de todos los colombianos.

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])

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