El viceministro de Diversidad e Identidad Cultural habló con La Iguana.TV acerca de una manifestación cultural que este año se celebra con especial brillo, pues está estrenando el rango de Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad, que le fue otorgado por la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura, en diciembre pasado.

 

Irady (El Tigre, 1951), también presidente del Centro para la Diversidad Cultural, resaltó la importancia de las otras manifestaciones culturales venezolanas que han obtenido este reconocimiento y advirtió que la guerra en desarrollo, además de económica y comunicacional, es profundamente cultural.

 

A continuación, una versión del diálogo de Irady con el periodista Clodovaldo Hernández, el cual se realizó el miércoles 22 de febrero:

 

-¿Qué celebraciones especiales se prepararon con motivo de la declaración del Carnaval de El Callao como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad?

 

-Este año, el domingo 26 de febrero, el ministro del Poder Popular para la Cultura, Adán Chávez, hará entrega del documento suscrito por la directora general de la Unesco, Irina Bokova, en el que se certifica que la manifestación cultural denominada “Carnaval de El Callao, representación festiva de una memoria e identidad cultural” ha ingresado a la lista del patrimonio cultural inmaterial de la humanidad. Es muy significativo porque hasta el siglo XX, los pobladores de esa localidad no tenían ni siquiera derecho al uso de la tierra, pagaban un impuesto al suelo porque esas tierras habían sido dadas en concesión a empresas multinacionales. Ese pueblo es tan noble que ya tiene un municipio que lleva su nombre, tiene sus ejidos. Ellos se enorgullecen de esa nueva condición y lo mismo nos enorgullecemos todos los venezolanos.

 

-¿En qué se distingue el Carnaval de El Callao de otras manifestaciones culturales similares?

 

-No es un carnaval cualquiera, es la suma de elementos culturales, donde la presencia africana juega un papel determinante. Viene de los africanos esclavizados que llegaron a esa zona de nuestro territorio, procedentes de lo que allá se conoce como “el país de la Antilla”. Se trata de una suma de islas como Martinica, Guadalupe, Granada, para citar algunas, que generaron una fusión muy hermosa de elementos culturales africanos. Cuando se descubre que hay una mina de oro de gran importancia, que en un momento llegó a ser la mina de oro más famosa del mundo, comenzaron a llegar inmigrantes de esas regiones. Más que ir a buscar el oro, trajeron sus conocimientos culturales, su manera de vestir, que todavía se conserva a través de los trajes de las madamas; sus creencias; su relación con ese pasado remoto de África; y por supuesto, su música. De allí viene ese calipso, que originalmente se interpretaba con una guitarra y un tambor, y se fue transformado con la incorporación de otros elementos hasta ser, de hecho, un calipso venezolano muy particular. El Carnaval de El Callao resume el significado que nuestro comandante-presidente Hugo Chávez Frías nos llamaba a entender con mayor profundidad, cuando nos hablaba de lo Nuestroamericano. El Carnaval de El Callao es un ejemplo de nuestra relación con el Caribe, con una suma de cultura que identifican la venezolanidad.

 

Irady explicó que la reunión de la Convención para la Salvaguardia del Patrimonio Cultural Inmaterial en la que se le otorgó la distinción al Carnaval de El Callao, se realizó en diciembre pasado en Etiopía y estuvo muy centrada en las raíces africanas. En la exposición de la delegación venezolana se resaltó este elemento, pero se dijo que en la manifestación cultural bolivarense están muy presentes además los pueblos europeos, pues también hay trazas de la cultura francesa, holandesa, inglesa y portuguesa. También es posible identificar una presencia significativa de pueblos asiáticos, porque inicialmente había muchas personas procedentes de India, lo cual es especialmente notorio en la gastronomía de la región.

 

-¿Qué se tiene previsto para homenajear a algunas personalidades clave del Carnaval de El Callao que ya no están con nosotros, como varias de las grandes madamas?

 

-El domingo de Carnaval se ha venido realizando desde hace algunos años lo que se conoce como la Misa de las Madamas o la Misa de los Veteranos. Esa misa se realiza con el propósito de recordar a personas como Isidora Agnes, “la Negra Isidora”, a Lourdes “Lulú” Basanta, a Kenton St. Bernard, uno de los mejores intérpretes y cantantes, a Carlos Small, para citar algunos nombres. Es gente que todavía tiene una memoria en las nuevas generaciones y que fueron los hijos de personas nacidas en esas islas. Hay un deseo muy amoroso de las nuevas generaciones de enaltecer esos valores.

 

El viceministro de Cultura explicó que el Carnaval de El Callao también está muy asociado a otro valor patrimonial importante, como es el cultivo del papiamento, idioma que se nutre del español, el inglés, el holandés y el francés, pero que tiene también su vida propia. Indicó que parte de los desafíos que tiene el Estado, para contribuir a la salvaguardia de esa memoria cultural es ayudar a la defensa de expresiones musicales como el calipso, y al mismo tiempo, del valor lingüístico del papiamento.

 

-Muchos pueblos del mundo que tienen también carnavales famosos han logrado darles un giro turístico y los han convertido en una de sus fuentes de ingreso. En el caso de El Callao, eso no parece que se haya logrado aún, especialmente en el plano internacional. ¿Qué proyectos conjuntos hay con el Ministerio de Turismo para avanzar en este sentido?

 

-Bueno, ya con esta declaratoria de Patrimonio Cultural Inmaterial comenzamos a avanzar. Es de hacer notar que los expedientes que presentamos ante la Unesco tienen una particularidad: no son documentos emanados de unos expertos, sino que lo importante es demostrar que lo elaboró la comunidad. Nosotros, desde el Centro de la Diversidad Cultural, lo que hacemos es ayudar a la comunidad, sobre todo en el seguimiento de una metodología, pero es la misma gente de El Callao la que ha propuesto que se inicie la caracterización de una localidad cultural, transformando muchas de las viviendas en sitios donde puedan hospedarse las personas que visiten la ciudad. Son miles los que llegan allí, procedentes de muchos lugares de Venezuela, y la capacidad para albergar a ese número de visitantes, todavía no existe. El proyecto que corresponde al Plan de Salvaguardia, incorpora la posibilidad de que las comunidades se organicen y muchas casas se puedan transformar. No es una tarea exclusiva del Ministerio del Poder Popular para la Cultura, sino que despachos como el de Turismo, y otros, deben participar. Asimismo, se ha establecido que en los planes deben participar el gobierno nacional, la gobernación de Bolívar y el gobierno municipal.

 

-Este fue un año duro para Bolívar en el plano del orden público y de la criminalidad. ¿Cómo puede eso afectar a  esta edición tan importante de los Carnavales de El Callao?

 

-Bueno, todo lo que significa la riqueza minera de esa población es un desafío para el gobierno bolivariano. Hay que buscar maneras de controlar el flujo de personas que pasan por allí en busca de oro. Ya dijimos que esos yacimientos llegaron a ser de los más importantes del mundo, y además era un oro en flor, lo que atrajo a gente de Europa y de las Antillas. Esa famosa fiebre del oro, lo que allá se conoce como “la bulla”, no ha salido de El Callao y sus alrededores. Ha habido, como todos sabemos, situaciones difíciles y dificultades para el control del desplazamiento de las personas en esos territorios. Las normativas que deben imponerse para el uso del Arco Minero del Orinoco deben favorece a El Callao, que es parte de esa extensa zona.

 

Irady acotó que en el territorio del Arco Minero hay, aparte de El Callao, otra zona donde se asienta una manifestación reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad. Se trata del pueblo indígena mapoyo, cuya lengua obtuvo ese rango. En el hábitat de esa comunidad hay recursos de bauxita y coltán. “Las acciones de nuestro gobierno bolivariano deben demostrarle a los países de la Unesco que aún estando en ese espacio destinado al aprovechamiento de la riqueza mineral, esas manifestaciones deben ser tratadas bajo unas condiciones de excepcionalidad”. Añadió que en el caso de El Callao, el tratamiento especial tiene también una razón de gratitud económica, pues la mayor parte de las reservas venezolanas en oro proceden de esa localidad de Bolívar.

 

Y ahora, los Cantos de Trabajo del Llano

 

Venezuela acumula ya cinco reconocimientos de manifestaciones culturales como Patrimonio Cultural de la Humanidad: Los Diablos Danzantes de Corpus Christi; la Parranda de San Pedro de Guarenas y Guatire; la Lengua Mapoyo; el Cultivo de la Curagua, en Aguasay, estado Monagas; y el Carnaval de El Callao. Actualmente están postuladas dos más: los Cantos de Trabajo del Llano y el Palabrero Wayuu (un sistema de solución de conflictos propios de ese pueblo indígena), ambos de manera conjunta con Colombia.

 

-¿Nos estamos acostumbrando a obtener reconocimientos todos los años?

 

-La Unesco recomienda que los países que han logrado varios expedientes continuos, busquen postular manifestaciones en conjunto con otro país. No quiere decir esto que no se puedan presentar nuevos expedientes nacionales, sino que se les presta mayor atención a los binacionales o multinacionales. Es una manera de buscar equilibrio, para que tengan posibilidades aquellos países que no han tenido ingresos, ya que solo se aceptan 50 candidaturas cada año. Por eso hemos decidido aceptar la invitación que nos hizo Colombia hace ya varios años para participar en dos nuevos expedientes de manera conjunta. Se refieren a expresiones culturales que no tienen límite geográfico, como es el caso de las manifestaciones de pueblos que habitan los llanos orientales colombianos y los llanos occidentales venezolanos. Son cantos de arreo y cantos de ordeño, y los denominamos en el expediente “Cantos de trabajo del Llano colombo-venezolano”. Con ese expediente esperamos una sexta declaratoria, esta vez compartida con Colombia. No tenemos duda de que será así. El examen final de este expediente se realizará en diciembre de este año en Corea del Sur. Sabemos que será exitosa esta iniciativa conjunta porque hemos podido constatar que es una manifestación cultural muy sólida, y que demuestra porque los llaneros de acá y de allá formaron alguna vez parte de un solo país, que se llamó la Gran Colombia. Hay un sentido de pertenencia, de identidad y una admiración  mutua de los cultores colombianos y venezolanos. Este expediente va a ser ejemplarizante para poder hablar de paz. Cuando tocamos el tema de Colombia y Venezuela siempre hay voces que pronostican otras maneras de entendernos, pero aquí estamos hablando de paz, de diálogo, de intercambio, porque la cultura es uno de los espacios más significativos para lograr estos avances.

 

-¿Y el Palabrero Wayuu?

 

-Colombia lo presenta a la Unesco en 2010 y, como se trata de un patrimonio compartido, la Unesco solicita que el otro país sea convocado. El año pasado, en Paraguaipoa, tuvimos un acercamiento con practicantes del sistema normativo del Palabrero Wayuu, tanto de la parte colombiana como de la venezolana, y ahora, el 3 marzo, estaremos de nuevo en Paraguaipoa, en otro encuentro binacional para discutir un conjunto de parámetros para elaborar el expediente.

 

-Hay otros dos patrimonios de la humanidad que alcanzaron esta condición antes de esta racha, como son la Ciudad Universitaria de Caracas y la Vela de Coro. Ha habido preocupación por la conservación de ambos. ¿Cuál es la situación actual?

 

-La Unesco se maneja a través de convenciones. La que se aplica al patrimonio vivo, del que hemos venido hablando, se llama Convención para  la Salvaguardia del Patrimonio Inmaterial. La otra es la Convención del Patrimonio Mundial. Esta última ya tenía dos declaratorias, antes del inicio de la gestión del gobierno bolivariano: la del parque nacional Canaima y la de la ciudad de Coro y el puerto de La Vela. Además, había otra en proceso, que se logró en los años 1999-2000, que fue el de la Ciudad Universitaria. Esa fue la razón por la cual, el presidente Chávez decidió devolver el Jardín Botánico a la Universidad Central de Venezuela. Sabemos que en lo que respecta a Coro y La Vela, ha habido observaciones de la Unesco por las dificultades que existen para la conservación de los sistemas tradicionales de construcción. Se ha venido trabajando, pero hay debilidades que debemos reconocer en el plan de gestión. Sobre eso hay que trabajar con mucha fuerza. En ese caso, igual que en el de la Ciudad Universitaria y Canaima, la responsabilidad del seguimiento corresponde al Instituto de Patrimonio Cultural. Nosotros, en el Centro de la Diversidad Cultural, nos ocupamos de eso en los casos de los patrimonios culturales inmateriales.

 

-Hablando de diversidad cultural más allá del punto de los patrimonios culturales, ¿usted considera que vamos en la dirección correcta o nos hemos quedado en lo que un amigo llama “el farandulerismo bolivariano”?

 

-Es una pregunta interesante. Todo proceso revolucionario debe tener en la cultura una fuerza de mucho vigor. Así lo hemos visto en Cuba, Nicaragua, Chile, donde surgieron figuras notables. En Cuba, por ejemplo, la Vieja Trova Cubana se transformó en la Nueva Trova. Surgieron jóvenes artistas que innovaron e hicieron de la música y el canto vinculados a la Revolución un arte que recorrió el mundo. Hablamos de Pablo Milanés y de Silvio Rodríguez, para solo citar dos nombres. Por otro lado, la masificación del libro, a través de Casa de las Américas, de encuentros de artistas, le dio una connotación muy significativa. Yo recuerdo, en una de las últimas reuniones de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba, en plena crisis, que Fidel dijo que lo último que debería ser afectado era la cultura. Si observamos a profundidad el proceso de la Revolución Bolivariana no guarda similitud con esos otros procesos. Sin embargo, hemos tenido grandes logros culturales, como la alfabetización, las campañas educativas, la mejora de las posibilidades de acceso a la universidad para un amplio sector de la población, las acciones para enfrentar también el analfabetismo digital. Ha habido muchas dificultades para proyectar individualidades o grupos que, al calor del proceso revolucionario, hayan otorgado significativos aportes con una obra literaria, musical, o de cualquier naturaleza artística. Pero hemos demostrado que tiene una fuerza viva todo lo que significa raíz tradicional. Cuando desnudamos la palabra cultura, y la queremos ver entendida en la práctica creativa, lo más sólido que tenemos son las expresiones tradicionales, las que el pueblo ha venido cultivando desde hace muchísimos años. Por ejemplo, los Diablos Danzantes de Corpus Christi son una manifestación con más de 300 años de vida, y la Parranda de San Pedro tiene más de dos siglos. Y hemos observado como el sentimiento de apego a la Constitución y al Plan de la Patria está sumamente arraigado en estas comunidades. Los logros que ha habido ante la Unesco han visibilizado como nunca antes al proceso de la Revolución Bolivariana. Estamos demostrando que en este proceso bolivariano, el poder está en el pueblo. Esto es muy importante porque en estos últimos años hemos vivido una guerra, que más que ser una guerra económica, más que una guerra comunicacional, es una guerra profundamente cultural, se está bombardeando con toda clase de contenidos el sentido de identidad y de pertenencia a esas raíces populares. Se trata de desequilibrar la relación que los venezolanos y las venezolanas hemos tenido con ese sentimiento de la tierra, con esa búsqueda de lo que hemos sido, de conocernos a profundidad para poder visualizarnos hacia el futuro. Como decía Chávez, ¿cómo vamos a orientarnos si no sabemos cuáles son nuestras raíces?

 

(Clodovaldo Hernández / [email protected])

 

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