lunes, 21 / 04 / 2025
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¿Es Putin el Hitler de este siglo? Conversación entre Pérez Pirela y Nahuel Michalski

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Este jueves 24 de febrero, el filósofo, comunicador y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela conversó con su colega argentino, Nahuel Michalski, acerca de la situación bélica en el Donbás, que se desencadenó luego de que el presidente de Rusia, Vladimir Putin, anunciara una operación militar especial en la zona y que ha hecho que desde Occidente se compare al líder ruso con Adolf Hitler y se le acuse de poner a Europa en el peor peligro desde la Segunda Guerra Mundial.   

Para iniciar el intercambio, Michalski inquirió a Pérez Pirela acerca de cómo se piensa el conflicto desde el «periodismo filosófico» y este apuntó que, desde el año pasado, en Desde Donde Sea se advirtió que el 2022 podía iniciar con una guerra, dados los múltiples intereses que están en juego.  

En primer lugar, mencionó el gasoducto Nord Stream 2, que conecta Rusia con Alemania, en el marco de una crisis energética en Europa occidental, ávida del gas ruso, una situación que superpotencias hegemónicas como Estados Unidos no están dispuestas a tolerar y han torpedeado por todas las vías porque atentaba contra la venta de su propio gas licuado.  

En medio de todo esto, apuntó, se agudizó la crisis en el Donbás, conflicto que se originó en 2014 con los bombardeos de Ucrania a las provincias de Donetsk y Lugansk, habitadas mayoritariamente por personas rusoparlantes y a los que trató de ponérsele fin a través de los Acuerdos de Minsk, que en ocho años Kiev siempre se negó a cumplir.  

En vista del creciente deterioro de la situación, el presidente ruso reconoció el pasado lunes la independencia y la soberanía de las hasta entonces autoproclamadas repúblicas de Donetsk y Lugansk.  

A su parecer, Putin dice, con razón, que se ha montado un gobierno neofascista en Ucrania que perpetraba un genocidio continuado contra los pobladores del Donbás, frente a lo cual Occidente no ha hecho absolutamente nada para condenarlo o frenarlo y, antes bien, ha proporcionado armas a Ucrania.  

¿Guerra entre el socialismo y el capitalismo? 

Un segundo aspecto en el que Nahuel Michalski puso el acento es una cierta tendencia fantasmática que induce a una parte de la población a interpretar este conflicto entre la OTAN y Rusia en términos de la polaridad doctrinal entre el comunismo y el capitalismo y por ello preguntó a Pérez Pirela si tal lectura era adecuada.   

Para el filósofo venezolano, efectivamente podríamos estar tentados a pensar que es una «guerra» de la izquierda contra la derecha o del comunismo contra el capitalismo, pero esta noción se deshace rápidamente cuando se comprueba que Moscú es una de las grandes urbes capitalistas del mundo y que el gobierno ruso es enteramente capitalista.  

Apuntó que, sin embargo, esto forma parte de una narrativa adelantada por Occidente a la que Putin ya ha hecho referencia, que se asienta en la idea de que solamente ciertos países tienen el derecho de arrogarse la civilización, la democracia o la soberanía, al tiempo que se pretende igualar a la Federación Rusa con la Unión Soviética.  

En su criterio, es una confrontación cuyo origen está en las disputas del neoliberalismo, que debe leerse más bien en términos de defensa de la soberanía, pues en decir del mandatario ruso, es inaceptable que la OTAN incorpore a Ucrania a sus filas, puesto que ya la Alianza Atlántica se ha expandido cada vez más cerca de las fronteras de su país.  

De otra parte, comentó que el gobierno ucraniano pretende desrusificar a la población –aunque eso viaje a contrapelo de su propia historia e identidad como pueblo– y adoptar lógicas occidentales, con la terrible consecuencia de haber propiciado el resurgimiento y ascenso de ultranacionalismos y neofascismos, que ha salpicado al gobierno que emergió después del golpe de Estado que depuso al presidente propuso de entonces, que ha sido armado y respaldado por Estados Unidos y los países de la OTAN. 

A su parecer, de esto se ha aprovechado la OTAN para alentar una confrontación en la que no están dispuestos a participar activamente con tropas, mientras se encargan de presentar a Ucrania como víctima de una agresión rusa, cuando en realidad el ejército de ese país, amparado en su «mayoría étnica» está bombardeando a las minorías rusas o rusoparlantes en el Donbás, aunque cuando se abre el zoom, se aprecia claramente que Ucrania es un país pequeño frente a Rusia.  

Para cerrar este punto, destacó que esta situación abre el compás para preguntarse quiénes son los pequeños y quienes son los grandes en este conflicto.  

Imperialismo y democracia 

En el parecer de Nahuel Michalski, también vale la pena cuestionarse si el imperialismo que ejercen «las cinco o seis potencias que administran el mundo» no es contradictorio con la democracia participativa y protagónica.  

Sobre esto, el también director de LaIguana.TV es de la opinión que no puede dejarse de lado que Ucrania tiene un pasado nazi, que se manifestó durante la Segunda Guerra Mundial, a lo que ha de añadirse la reescritura histórica de este evento, a partir de la que se han vendido ideas falsas como que Estados Unidos venció al nazifascismo o que gran parte de Francia colaboró con Hitler, al tiempo que se minimiza el papel fundamental que jugó la Unión Soviética.  

En la misma línea, subrayó que, en el presente, esas ideas siguen activas, al punto que bajo la administración del actual presidente, Volodímir Zelenski, se han derrumbado estatuas de héroes de la Segunda Guerra Mundial solo porque pertenecieron a la Unión Soviética y se ha glorificado abiertamente el nazismo, frente al silencio occidental.  

Asimismo, Pérez Pirela cuestionó que naciones como Francia, democráticas aguas adentro, impongan imperialismos entre países del Magreb o Estados Unidos que se vende como paladín de la democracia, ha atentado repetidamente contra las democracias de otros países, al punto de derrocar gobiernos, imponer presidentes y hasta invadirlos.  

A su juicio, la hipocresía llega al punto de que esos imperios son incapaces de reconocer que Ucrania –a quien presentan como un pobre país agredido– está bombardeando a sus conciudadanos de origen ruso en el Donbás desde hace ocho años.  

De este modo, redondeó, conflictos como el de Israel y Palestina o lo que sucede entre China y Taiwán, son herencia de las políticas imperialistas del Reino Unido, que han sido alimentados por Estados Unidos y Europa.  

Así, en todo caso, lo que ha habido es un recomodo de significantes y de narrativas, porque ya no se trata de una guerra entre capitalismo y comunismo, o entre mayorías y minorías, entre democracia e imperialismo, pues la realidad es más complicada que esto.  

Mesianismo: expresión de la religión en la política 

Michalski apuntó que, en los años 20, durante la República de Weimar (actual Alemania), el filósofo alemán Walter Benjamín, estudió concienzudamente la narrativa heroica que se construía para legitimar lo que luego devendría en el nazismo.  

En particular, detalló, Benjamín se enfocó en la densidad mítica y mesiánica tras la construcción heroica que se asienta en lo que definió como inconsciente colectivo y que luego constituye el material a partir del cual se justificarán acciones.   

Y va todavía más lejos, pues asegura que esto no puede superarse a partir del «pacifismo burgués», sino a través de la «violencia divina», que acompaña a la violencia revolucionaria, en su criterio, la única capaz de suspender el Estado de Derecho violento –derecho burgués, en tanto performatividad– con un mesías que acompaña al pueblo oprimido.   

Pérez Pirela concordó con lo expresado por Nahuel Michalski, pero aludió a lo que denomina «el fenómeno de Estados Unidos» –el excepcionalismo estadounidense– que advirtiera tempranamente el Libertador Simón Bolívar y que define la política como destino, es decir, en términos teológicos.  

Así, destacó, destino es lo contrario a libertad, porque si se tiene un destino, no se puede ser libre y en el caso de América Latina, los pueblos siempre están resistiendo a los grandes, porque Washington, a partir de sus padres fundadores, plantea un proyecto mesiánico, no un proyecto político.  

Desde su punto de vista, a esto apuntaba el presidente Vladimir Putin en sus últimas alocuciones, en las que cuestionó a Estados Unidos y a sus aliados, sus pretensiones de definir los límites para la democracia, la libertad, la soberanía, etcétera. 

Toda guerra se asienta en una narrativa que los medios se encargan de impulsar 

El comunicador precisó que la propaganda occidental está vendiendo el conflicto como el resultado de los trastornos de alguien –Putin– que se cree mesías, con lo que banalizan y relativizan las causas reales de la confrontación, pues en sus comentarios, reseñas y análisis no explican el tema de las repúblicas del Donbás, omiten los Acuerdos de Minsk, no aluden al expansionismo de la OTAN, soslayan su interés en el gasoducto Nord Stream 2 y se limitan a aseverar que todo es culpa del presidente ruso.  

La evidencia revela una gran hipocresía con el tema por parte de Occidente, puesto que Estados Unidos y la OTAN han atacado militarmente a países como Irak, Afganistán, Grenada o Libia, tras haber preparado mediáticamente el terreno, apelando incluso a mentiras, como ocurrió en las invasiones a Irak y Libia.  

Justamente por eso había que crear un paralelismo entre Vladimir Putin y Adolf Hitler, un aspecto esencial para articular la narrativa de la amenaza rusa contra el mundo y hacer responsable de ella a una sola persona.  

Las categorías filosóficas para analizar el conflicto entre Rusia y la OTAN 

En las postrimerías de la conversación, Pérez Pirela inquirió a Nahuel Michalski sobre el alcance de aquella famosa frase de Carl von Clausewitz, «la guerra es la continuación de la política por otros medios».  

Ante esto, el filósofo argentino aseguró que, para pensar la guerra, el enfrentamiento, como una extensión directa, inmediata, sin mediación del fenómeno político, puede volverse a Hegel cuando hablaba de los Estados soberanos, en los que la guerra es la cualidad primaria. 

Por ello argumentó que lo único que permite anudar el binomio guerra-política de la filosofía política hobbesiana, es la soberanía, definida por el filósofo político alemán Carl Schmidt en términos de poder (bélico) al interior de un territorio.  

De este modo, precisó, en una relectura de Thomas Hobbes, Schmidt, presupone dos cosas que dan cuenta de la relación entre guerra y política: Estado de excepción como verdadero acto soberano, lo que en términos fácticos implica una preeminencia del Ejecutivo por sobre el Legislativo, en términos de capacidad para reaccionar rápido en la suspensión de la ley y el derecho.  

Y como esto solo puede tener lugar en un territorio, entonces esto habilita la guerra hacia afuera, con lo que no s la violencia en sí, sino la posibilidad de muerte física la que define la política. 

De allí que el bipolo amigo-enemigo, propio de los tiempos de guerra, sea indisociable en esta matriz de pensamiento no liberal de tipo hobbesiana.  

Para cerrar estas reflexiones, Michalski preguntó a Pérez Pirela si no podría pensarse lo que está pasando en Ucrania a través de la filosofía de Carl Schmidt en términos de la violencia justa. 

El comunicador valoró la interrogante porque, justamente, para escapar de lo noticioso y apuntar hacia lo estructural, las categorías a tener en cuenta en el análisis de esta confrontación entre Rusia y la OTAN que tiene como foco Ucrania son la violencia, la violencia justa, el concepto de territorio y el concepto de soberanía. 

Por último, señaló que este ataque directo a los intereses rusos es la consecuencia de dos situaciones: la disminución del peso de Europa como actor geopolítico y su sujeción a los intereses estadounidenses, que ha venido aparejada con el crecimiento comercial, económico, geoestratégico, mediático de países como Rusia o China.  

De esta manera, en su opinión, a Estados Unidos, un país que está sobregirado, que depende tecnológicamente de China, decide arrastrar a Europa hacia una guerra porque la industria bélica es uno de los motores de su economía. 

No se trata, por tanto, de una acción improvisada sino preparada en el tiempo, pues las sanciones previas impuestas sobre China o Rusia, apenas han surtido efecto y para conseguir resultados, han tenido que escalar a otro nivel, que de complicarse, podría incluso derivar en una Tercera Guerra Mundial.   

Para ello, concluyó, esta guerra fue producida mediática, comercial, política y económicamente por la Casa Blanca, porque a diferencia de Estados Unidos, a Rusia no le conviene una guerra pues aún ganándola, atenta contra su crecimiento económico.  

(LaIguana.TV)

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