El pasado 17 de diciembre, la Asamblea General de la ONU aprobó por mayoría una resolución promovida por Rusia contra la glorificación del nazismo y otras prácticas discriminatorias.
Más precisamente, según detalló el Ministerio de Asuntos Exteriores de Rusia en su cuenta de Twitter, el documento intitulado: «Combatir la glorificación del nazismo, neonazismo y otras prácticas que contribuyen a exacerbar las formas contemporáneas de racismo, discriminación racial, xenofobia y formas conexas de intolerancia», recibió el respaldo de 130 países y 49 abstenciones –incluyendo a todos los países de la Unión Europea y el Reino Unido–, además de los votos negativos de Estados Unidos y Ucrania.
En el texto se asegura que la intención es «prevenir la revisión de los resultados de la Segunda Guerra Mundial y la negación de los crímenes de lesa humanidad y crímenes de guerra cometidos durante la Segunda Guerra Mundial», por lo que se recomienda a los Estados miembros de la ONU adoptar medidas legales y educativas concretas, de conformidad con las obligaciones internacionales establecidas en materia de Derechos Humanos.
De acuerdo con Semana, la negativa estadounidense se amparó en que la Primera Enmienda de la Constitución de su país, que consagra la libertad de expresión, contraviene la «glorificación del nazismo».
Con respecto al rechazo de Ucrania, esta misma fuente refiere que el Ministerio de Asuntos Exteriores ruso sostuvo «que en la política de Ucrania está ganando terreno una línea que glorifica el nazismo y que se manifiesta en la decisión de las autoridades del país de revisar los resultados de la Segunda Guerra Mundial», que al momento, se ha traducido en «interpretaciones distorsionadas de los eventos históricos tienen como objetivo cultivar los sentimientos nacionalistas en la población».
El papel de los neonazis en la situación actual de Ucrania
Existe suficiente evidencia de las actividades de los grupos neonazis y ultranacionalistas en Ucrania y también de la permisividad de Kiev, especialmente tras el golpe de Estado de 2014, ante las expresiones públicas que glorifican a figuras como el colaboracionista nazi Stepán Bandera, cuyo controvertido legado es reivindicado por estos colectivos en razón de su oposición a la Unión Soviética.
Todavía más graves resultan los ajusticiamientos de rusos en el Donbás, sin que el gobierno ucraniano y los países de la OTAN reconozcan su existencia, que según informes del gobierno ruso, organizaciones de derechos humanos y residentes, no han cesado desde hace ocho años.
Entre los incidentes más lamentables se cuenta la Masacre de la Casa de los Sindicatos de Odesa ocurrida el 2 de mayo de 2014, cuando ultranacionalistas incendiaron el inmueble y ocasionaron la muerte de 31 personas que se oponían al Euromaidán, si bien en los ataques perecieron un total de 46 personas.
El gobierno de facto instalado tras el derrocamiento del entonces presidente Víctor Yanukóvich, culpó a la policía local por no cumplir con sus funciones y aseguró que las acciones habían sido planificadas y ejecutadas cuidadosamente por «grupos militares ilegales» financiados por Rusia, pese a que los fallecidos fueron tachados de «prorrusos».
Capítulo aparte merece el Batallón Azov, un grupo de voluntarios neonazis que desde el Euromaidán goza del estatus de cuerpo de reserva de las Fuerzas Armadas ucranianas bajo jurisdicción del Ministerio del Interior, a quienes se sindica de masacrar a la población de origen ruso al este de Ucrania.
El Kremlin ha denunciado reiteradamente estas acciones, a las que ha calificado de «genocidio» y «limpieza étnica» y el agravamiento de las hostilidades en los últimos meses constituyó uno de los puntos de inflexión de la administración de Vladimir Putin para reconocer las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk y luego anunciar una operación militar especial de «desmilitarización» y «desnazificación», a petición de los líderes de los nacientes Estados.
Entretanto, el gobierno del presidente Volodímir Zelenski ha eludido comentar sobre estos asuntos. Desde que iniciaron las acciones militares rusas se anunciaron polémicas medidas, como el liberar a todos los privados de libertad a cambio de combatir por Ucrania y aupar a los llamados «grupos de voluntarios», con frecuencia ligados al ultranacionalismo y al neonazismo.
De su lado, la exsecretaria de Estado de los Estados Unidos, recomendó este 27 de febrero que Occidente armara y asesorara a los combatientes ucranianos como en su día lo hicieran con los muyahidines afganos, que enfrentaron al ejército soviético en la década de 1980.
«Creo que tenemos que observar esto cuidadosamente. Tenemos que proporcionar suficiente armamento para el ejército y los voluntarios de Ucrania y tenemos que seguir apretando las tuercas», aseveró Clinton en una entrevista televisada.
(LaIguana.TV)