martes, 22 / 04 / 2025
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“El comunismo era una coartada: EEUU siempre ha querido acabar con Rusia” (+Atilio Borón)

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En continuidad con el ciclo de diálogos con importantes pensadores de América Latina y más allá sobre la guerra entre la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y Rusia que se libra en territorio de Ucrania, Miguel Ángel Pérez Pirela conversó este jueves con el sociólogo, politólogo y catedrático argentino Atilio Borón.

El por qué de la guerra en Ucrania o cómo EEUU trató de invadir Rusia

Para iniciar su disertación, Borón precisó que el actual conflicto bélico que tiene como escenario Ucrania es en realidad una guerra de la OTAN –es decir, de Estados Unidos– contra Rusia, mientras que Ucrania pone los muertos y la destrucción del territorio.

En paralelismo, recordó cómo se resolvió la Crisis de los Misiles de 1962, pues contrario a lo que suele creerse, no fue la Unión Soviética quien provocó a los Estados Unidos, sino al revés, puesto que meses antes la nación norteamericana emplazó misiles en Turquía, relativamente cerca de las fronteras soviéticas.

Así las cosas, Moscú decidió responder emplazando los suyos en Cuba y la resolución del conflicto se produjo a través del diálogo directo entre el presidente estadounidense John F. Kennedy y el líder soviético Nikita Jrushchov y desde entonces se instaló el famoso teléfono rojo, una línea directa entre la Casa Blanca y el Kremlin.

En este caso, recordó el sociólogo, Fidel Castro quedó al margen de estas negociaciones, a pesar de que las armas estaban desplegadas en territorio cubano, lo cual fue rechazado públicamente por él y por el pueblo de Cuba.

La historia compartida por Borón persiguió un interés pedagógico, porque a su parecer, es imposible comparar el papel de un líder como Castro con el del mandatario ucraniano, Volodímir Zelenski, a quien incluso funcionarios castrenses estadounidenses de alta graduación tildan de «títere» de su país.

De otra parte, comentó que en función de lo expresado por el general McGregor –el mismo que descargó contra Zelenski– en una entrevista con la cadena televisiva FOX, se desprende que Washington está claro en que Rusia no ha desplegado sino «operaciones preliminares» en territorio ucraniano, puesto que aún no ha visto acción la fuerza aérea del país.

En decir del intelectual argentino, para justificar su punto de vista, este alto oficial comparó el despliegue ruso con los bombardeos realizados por el ejército de su país contra Irak, Libia, Afganistán y zonas de Siria, en las que admitió que se había «arrasado» con las personas e infraestructuras.

Para él, estos dichos contradicen elocuentemente la matriz impulsada desde la «prensa canalla», que ha presentado el bombardeo de una maternidad en la ciudad de Mariúpol como un crimen de guerra imperdonable, cuando el realidad fue desalojada tres semanas atrás y aunque fue efectivamente atacada por fuerzas rusas, el bombardeo obedeció a que servía como base de operaciones del batallón Azov, una estructura neonazi ultranacionalista.

De vuelta al argumento principal, apuntó que en Ucrania hay una guerra no declarada oficialmente entre Estados y Rusia, que persigue como objetivo destruir a Rusia como en su día lo hicieron con Yugoslavia, una nación que fue ejemplo de convivencia multicultural y de socialismo, gracias a los esfuerzos de su líder histórico Josip Broz «Tito».

Más precisamente, aseguró que el plan de balcanización avanzado por la OTAN contempla la fragmentación de Rusia en siete partes y no comenzó ahora, sino desde el derrumbe de la Unión Soviética, es decir, hace más de 30 años.

Así, sobre la base de promesas incumplidas a los soviéticos primero y a los rusos después, la OTAN emprendió cinco procesos de expansión a cuentagotas, hasta que consiguió rodear a Rusia de bases militares prácticamente hasta su frontera oeste, excepción hecha de Ucrania y Bielorrusia, y acabaron por dejar al presidente ruso, Vladimir Putin, sin otra alternativa que embarcarse en una operación militar defensiva.

Borón recordó que a su arribo al poder, Putin subrayó que Rusia había hecho todo cuanto se le había pedido –incluyendo la disolución del Pacto de Varsovia–, al tiempo que la OTAN había continuado extendiéndose, a pesar de que su razón de ser era una supuesta lucha contra el comunismo y este había fenecido con el derrumbe de la Unión Soviética.

De este modo, en opinión del pensador argentino el comunismo solamente era una coartada para justificar los planes imperialistas estadounidenses de expansión hacia el Este de Europa, como señalara el intelectual estadounidense Noam Chomsky, pues Rusia ya no es un país comunista, su economía está completamente articulada al capitalismo global y su gobierno no es ni siquiera socialista.

Así las cosas, las demandas rusas con respecto a su seguridad siempre han tenido completa cabida, toda vez que por un lado Occidente incumplió en sus promesas de no expandirse más allá de los límites que tenía en 1991 y por el otro, tampoco es cierta la equivalencia entre la Unión Europea y la OTAN, porque hay países como Austria e Irlanda, que aún cuando pertenecen al grupo de los 27, no están integrados a la Alianza Atlántica.

A su parecer, este dato no resulta baladí, toda vez que uno de los cuestionamientos de Putin fue el que se atara el ingreso de Ucrania a la Unión Europea con su incorporación a la OTAN, puesto que desde la perspectiva de Moscú, Kiev podría integrar perfectamente el primer bloque y mantener un estatus de neutralidad, puntos que fueron presentados por el líder ruso en 2007, en la II Conferencia de Munich.

Después de eso, la Alianza Atlántica se expandió todavía dos veces más y la resulta –que sustentó con sendos mapas– es que a esta altura Rusia está rodeada de bases de la OTAN con misiles apuntando a su territorio, mientras que en las fronteras estadounidenses no hay una sola base militar rusa o china.

Así las cosas, para Borón la guerra contra Rusia empezó hace 30 años y lo que sucede hoy en Ucrania es apenas el tramo final de ella, que obedece a un plan cuidadosamente elaborado con base en el informe presentado por la Corporación RAND, que resumidamente plantea que para anular a Rusia hace falta que se extienda más allá de sus capacidades; es decir, que se embarque en una guerra de desangre y desgaste.

Consciente de esto, aseveró, Putin esperó 15 años por un gesto de Europa que implicara alguna garantía de seguridad para Rusia, pero esto nunca se produjo y, en su lugar, no le quedó otra alternativa que emprender una acción militar frente a una agresión creciente.

El politólogo apuntó que para añadir más argumentos en favor de la amenaza construida por Washington en Ucrania mirando hacia Rusia, en días recientes se descubrió la existencia de casi una treintena de laboratorios de investigación biológica en Ucrania dirigidos por Estados Unidos, cuyo fin habría sido la exploración de agentes para la fabricación de armas biológicas, un argumento que fue esgrimido para justificar la invasión a Irak.

Empero, desde su punto de vista, el cálculo occidental ha dejado muy relegado el papel de Putin en todo esto, al pretender presentarlo como un tirano semejante a Hitler, que atacó a Ucrania por una suerte de deseo expansionista injustificado.

Para remachar el tamaño del error de Estados Unidos y sus aliados, rescató las palabras de Henry Kissinger, exsecretario de Estado de los Estados Unidos, quien en 2014 advirtió que su país tenía que tomarse muy en serio al líder ruso, pues es un gran estratega en la tradición de los grandes cancilleres que ha tenido Rusia desde los tiempos de Pedro El Grande.

Además destacó que su experiencia como coronel de la KGB, donde desarrolló actividades de espionaje sobre la OTAN, le hicieron comprender rápidamente los planes de la Alianza Atlántica y a actuar en consecuencia, por lo que mal queda presentar estas acciones como el resultado de una decisión improvisada y motivada por un interés personalísimo.

A su parecer, tal perspectiva es de una mira muy estrecha, puesto que en este momento la hegemonía estadounidense está en vilo frente a la conformación de un mundo multipolar, que es el gran tema de trasfondo en el conflicto.

La decadencia europea –signada desde el fin de la Segunda Guerra Mundial, pero acelerada por la mediocridad de su dirigencia política– se ha hecho transparente y naciones que otrora ostentaron un poder geopolítico no despreciable como Gran Bretaña, Francia o Alemania, hoy son apéndices de Washington que siguen a rajatabla sus dictámenes.

Sin embargo, Borón destacó que el cálculo real estadounidense tiene como foco a China y por ello, en medio de su desespero y sabiéndose en desventaja ante la cercanía entre Moscú y Beijing, impulsó el rearme de Japón y de Alemania para responder a una contienda de gran escala.

Europa, la gran perdedora de la guerra entre la OTAN y Rusia

Para el sociólogo argentino está claro que Europa no gana absolutamente nada y es la gran perdedora en esta historia, pues todo apunta a que será testigo de la destrucción de Ucrania y además tendrá que hacer frente a la huida de unos 10 millones de personas por causa de la guerra y luego, por la hambruna, porque tanto Ucrania como Rusia son grandes productores de trigo y entre el conflicto y las sanciones, especialistas estiman que habrá escasez generalizada de alimentos y los que se consigan, se venderán a precios exhorbitantes.

Desde su punto de vista, Europa se embarcó en esta aventura porque Washington decide qué es lo que tiene que hacer a través de instituciones como el Banco Central Europeo, el Fondo Monetario Internacional o la OTAN, a lo que se añade que efectivamente existe el temor de que el peso de Rusia sea demasiado grande y retome el papel de árbitro en las disputas europeas que ya jugó en el siglo XVIII.

De este modo, como el conflicto bélico ya está en marcha, Atilio Borón vaticina que Europa va a poner los campos de guerra, los muertos y millones de refugiados, que no solo plantean un problema económico, sino también exacerban los sentimientos más retrógrados, reaccionarios y xenófobos en los países.

Este último punto es, a su parecer, muy preocupante, porque las derechas y ultraderechas han experimentado un importante crecimiento dentro del continente e incluso ya son gobierno en algunas naciones, lo que constituye una condición de posibilidad para que se consolide el fascismo, para el que no valdrán los lamentos de cierta izquierda «descafeinada» y cierta intelectualidad que hoy grita a voz en cuello «¡No a la guerra!».

China, el verdadero objetivo

Al ser inquirido por Pérez Pirela sobre el rol de Europa al echar a Rusia en brazos de China, como aseguran ciertos analistas, Borón expresó que si los europeos hubieran sido un poco más inteligentes, el empujón hubiera sido más leve, pues tenían mucho que ganar en una alianza con Rusia.

No obstante, acotó que esta situación no tendría por qué comprometer una alianza Rusia-China, porque el gigante asiático –al que se refirió como «Júpiter económico– ya es el principal socio comercial de 144 países, un logro del que nunca estuvo cerca Estados Unidos.

De este modo, aunque los europeos no hubieran hecho nada para propiciar esta alianza entre Moscú y Beijing, Rusia habría mirado hacia China y esta le habría correspondido, porque en su opinión, se complementan directamente: China tiene poderío económico y Rusia agua, gas, petróleo y armas, justo lo que a ella le hace falta.

De vuelta al contexto presente, el politólogo asevera que los chinos están al corriente que después de la guerra en Ucrania vendrán las presiones hacia Taiwán y por eso es que su política hacia Estados Unidos y la OTAN ha ido subiendo de tono progresivamente.

Desde el punto de vista chino, una Rusia debilitada allana el camino para ataques directos hacia Beijing, que muy posiblemente adoptarán la forma de una provocación en términos del reconocimiento de la independencia de Taiwán.

Pero, acotó el especialista, ya en 1997 durante una visita a China, funcionarios chinos de medio nivel le expresaron que su gobierno estaba consciente de que en algún momento Estados Unidos les haría la guerra y que se preparaban para ello.

Borón confesó que en aquel momento le pareció que se trataba de exageraciones, pero transcurrido el tiempo, tuvo que concederles la razón, pues desde entonces Washington ha dado pasos inequívocos en esa dirección, que incluyeron la concentración de la mayor parte de su Flota del Pacífico en las aguas del mar del este de China y el mar Meridional de China.

En este marco, aseveró que el plan último de Estados Unidos es atacar a China y la primera fase de este ataque lo constituye el ataque a su aliado estratégico, Rusia, con el objetivo de debilitarlo y sacarlo del tablero.

Sin embargo, acotó que esa jugada muy posiblemente le saldrá mal a la Casa Blanca, porque Putin no se quedará empantanado en Ucrania como le pasó de los soviéticos en Afganistán.

En favor de este pronóstico recordó que la capacidad de fuego de Rusia es inmensa y, además, lidera la tecnología de fabricación de misiles, al punto que es el único país que dispone de misiles hipersónicos.

En términos prácticos, explicó, esto significa que las fuerzas rusas pueden atacar e inutilizar simultáneamente , si quisieran, blancos estratégicos y centrales nucleares en toda Europa y más allá, sin que sus adversarios dispongan de la misma capacidad de respuesta, incluyendo a los Estados Unidos.

Para cerrar este tema, indicó que China sabe que la OTAN –a la que tachó de ejército imperial dirigido por Estados Unidos– no va a quedarse en Europa. Empero, informes de militares estadounidenses de alta graduación han advertido que China puede controlar por la fuerza a Taiwán en un par de días, sin que los estadounidenses estén en capacidad de franquear sus defensas.

El petróleo, talón de Aquiles de la OTAN

En su disertación, Borón se permitió un breve comentario sobre las visitas que realizaran delegaciones estadounidenses a países petroleros sancionados por ellos, en procura de cerrar acuerdos para garantizarse el crudo que necesitan, en virtud de las medidas coercitivas unilaterales impuestas a Rusia.

«¿Por qué van a Teherán y por qué vienen a Caracas? Porque no pueden reemplazar el petróleo ruso», explicó. El problema es que no existen suficientes barcos que permitan suministrarle a Europa todo el gas que requiere y de allí que Washington se haya visto obligado a recurrir a naciones como Irán o Venezuela, porque allí están parte de los recursos que hoy les hacen falta, aunque ello signifique echar por el despeñadero a personajes como Juan Guaidó, sobre quien Washington mantuvo un férreo respaldo.

Esta situación de cabeza gacha estadounidense, aseveró, se explica por su debilidad en el conflicto. Y si bien prevé que continuará una suerte de «tira y afloja» en el que no faltarán declaraciones altisonantes, al final el gobierno de Biden dirá mucho más de lo que realmente hará.

¿Ya llegó la Tercera Guerra Mundial?

Atilio Borón manifestó que la Tercera Guerra Mundial ya está en curso y la definió como una «guerra híbrida», donde se está usando tanto armamento convencional como no convencional.

Acerca de esto último, aludió a la guerra mediática desatada en la prensa hegemónica –a la que calificó como «vomitiva»–, en la que a diario se esparcen mentiras e inexactitudes con las que se pretende demonizar a Rusia, así como a la censura emprendida, a la manera de los gobiernos fascistas, contra los medios y periodistas que muestran otra versión de los hechos.

De esta manera, a su juicio, lo que impera evitar es que el actual conflicto escale a la situación de guerra termonuclear, porque en ese caso, como advirtiera Putin, nadie ganará. Con la tecnología misilística actual, la teoría del «primer golpe» queda sin vigor, puesto que incluso una pequeña potencia nuclear como Corea del Norte no puede ser atacada sin que responda a su agresor o a alguno de sus aliados.

Además de la evidente devastación de Europa, Borón alerta que en un escenario semejante, los pueblos del sur global también perderán enormemente, porque según el número de bombas y disparos, podría desatarse un invierno nuclear.

¿Invasión o incursión militar?

Antes de concluir, el sociólogo se permitió criticar a algunos voceros e intelectuales de la izquierda política por tachar de «invasión» la operación militar desplegada por Vladimir Putin en Ucrania y clamar a viva voz el fin de la guerra, al tiempo que obvian el genocidio del gobierno ucraniano hacia sus conciudadanos residentes en el Donbás desde hace ocho años.

En su decir, esta «confusión» se explica porque hay una izquierda que se siente chantajeada por los medios hegemónicos, que siente que puede ser convertida en paria intelectual si se aparta del consenso dominante, que como apunta Noam Chomsky, siempre es preparado.

Para mostrar lo inadecuado que resulta hablar de «la invasión rusa a Ucrania» y salvando las diferencias históricas que pudieran mediar, aseguró que tal catalogación tenía tanto sentido como decir que Simón Bolívar había invadido Nueva Granada o que José de San Martín había hecho lo propio en Chile.

Así, aclaró que invasión es la incursión militar de un país en otro sin que exista una agresión previa, como hicieron la Alemania nazi en Polonia o la OTAN en Irak.

Bajo esta perspectiva, la campaña de Putin no se puede catalogar como una invasión, sino como una incursión militar defensiva, frente a una sucesión de agresiones previas, frente a la que cualquier gobierno estadounidense hubiera hecho lo propio.

Antes de concluir, el intelectual apuntó que estas reflexiones están expuestas con más detalle en su blog personal, que puede consultarse en la dirección www.atilioboron.com.ar.

(LaIguana.TV)

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