Como parte del ciclo dedicado al análisis del conflicto en Ucrania, el filósofo, comunicador y analista político venezolano Miguel Ángel Pérez Pirela tuvo como invitado en su programa Desde Donde Sea al politólogo, académico y político español Juan Carlos Monedero, quien presentó un diagnóstico del complejo escenario bélico, en el que además avanzó algunos de los posibles escenarios.
Las raíces de la guerra que interesa a EEUU y golpea Europa
Al inicio del intercambio, Monedero admitió que llevaba mucho tiempo pensando que Estados Unidos llevaría a China a una guerra, pero que el teatro de operaciones sería América Latina –porque es el espacio que le disputaban el gigante asiático y Rusia– y no Europa otra vez, como finalmente ha sucedido.
A su parecer, esto está relacionado con «la arrogancia estadounidense» y lo que denominó «el seguidismo de Europa» tras la caída del Muro de Berlín y la disolución de la Unión Soviética, que además estuvo acompañada de otros golpes bajos y humillaciones como la publicación del libro de Francis Fukuyama sobre el fin de la historia o la desmembración de Yugoslavia.
En este orden, puntualizó que esto último fue posible gracias a que Alemania y Occidente en general reconocieron a Eslovenia, a Croacia y años después, a Kosovo, en clara violación a la integridad territorial yugoslava. Sin embargo, destacó que ahora se pretende medir a Rusia con otra vara, cuando hizo exactamente lo mismo con el reconocimiento de las repúblicas de Donetsk y Lugansk.
Por si ello no bastara, recordó que la cosa no terminó allí, sino que la OTAN continuó expandiéndose e incorporó a sus filas a casi todos los países del este europeo, quedando fuera de ella solamente Bielorrusia y Ucrania. En la práctica, explicó, esto significa que la Alianza Atlántica ha puesto misiles prácticamente en la cara de una potencia nuclear, una situación que Estados Unidos no toleraría bajo ninguna circunstancia.
El politólogo subrayó que la mayor parte de estas cosas tuvieron lugar mientras Rusia se encontraba debilitada tras la disolución de la Unión Soviética, pero ya a mediados de la década previa, Moscú estaba claramente en otra posición, aunque en Washington no parecieron percatarse.
En la cumbre de la OTAN de Bucarest en 2008, el presidente estadounidense George W. Bush presionó a Alemania para incorporar a la alianza a Ucrania y a Georgia, una tentativa a la que se opuso categóricamente la entonces cancillera, Angela Merkel, que, habiendo sido educada en la República Democrática Alemana, entendió claramente las implicaciones de tal solicitud.
A su juicio, este empeño de Bush derivó en que, a cambio de su anexión a la OTAN, Georgia perdiera una parte de su territorio a manos de Rusia, en un intento por hacerse de una última zona de protección.
Asimismo, enfatizó que una situación semejante era previsible frente a un eventual ingreso de Ucrania en la OTAN, que es justamente lo que está ocurriendo: Rusia incursionando militarmente en ese país.
Sin embargo, el político español está lejos de tener una posición maniquea sobre el conflicto, pues tras el colapso soviético, en Ucrania se produjeron y exacerbaron condiciones que a la postre favorecieron la emergencia del actual conflicto.
Entre estas destacó los sucesivos gobiernos conformados por oligarcas y mafiosos, que obtuvieron su dinero por mecanismos no transparentes tras la separación de la URSS y que resultaron incapaces de gestionar adecuadamente la condición multicultural del país.
Sobre esto puntualizó que Ucrania está prácticamente dividida en dos: hacia el este, la población es mayoritariamente prorrusa; hacia el oeste, es europeísta y eso se refleja incluso en los resultados electorales y, en términos concretos ha supuesto que las decisiones ejecutivas respondieran a la postura particular del presidente de turno.
Monedero refirió que fue en este marco que el presidente prorruso Víctor Yanukóvich lidió con dos intentos de alianza comercial: por un lado, con la Unión Europea; por otro, con Rusia y su resolución de echar para atrás el pacto con Bruselas se considera el detonante del levantamiento de la Plaza Maidán (Euromaidán) de 2014, que, si bien en su opinión pudo haber sido legítimo en sus orígenes, rápidamente fue cooptado por grupos neonazis, que cuentan con tradición en Ucrania.
En paralelo, el oriente prorruso propuso un sistema federal autonómico que quedó consagrado en los Acuerdos de Minsk, permanentemente violentados por las autoridades ucranianas, quienes desde entonces bombardean a la población civil, en un conflicto que ya supera las 14.000 víctimas, dato que ha recibido escaso interés por parte de los gobiernos y medios de Europa.
Desde su óptica está bastante claro que Estados Unidos lleva tiempo provocando a Rusia e incluso hay analistas que sugieren que Washington planeó esta guerra y Rusia cayó en su provocación, pues también desde el Kremlin estaban claras cuáles eran esas líneas que no estaba dispuesta a tolerar.
Con todo, para el político, el presidente Vladímir Putin ha tomado una decisión que «a todas luces, no es la correcta», porque derivará en «mucha muerte» de personas jóvenes y «muchos destrozos» e incluso avanzó que el mandatario debió insistir en los caminos diplomáticos, en lugar de apostar por una intervención armada que es claramente violatoria del derecho internacional.
Los primeros ganadores de la guerra entre la OTAN y Rusia
Aunque resulte incómodo de digerir, en toda guerra hay quien gana mucho más que en el plano militar y para Juan Carlos Monedero, eso es exactamente lo que están haciendo los tres grandes sectores económicos de Estados Unidos –el complejo militar industrial, el minero-gasífero y el de los financistas e inmobiliarios– ya han incrementado sus ganancias en la bolsa tras el inicio de las hostilidades y es bastante probable que lo sigan haciendo.
Así, lo que calificó como «el capitalismo del Pentágono» luce como un evidente beneficiado porque está haciendo negocios con la venta de armas; pero también lo está el sector inmobiliario-financiero, que encontró su salida económica tras la crisis de 2008 en los préstamos y en los contratos futuros de reconstrucción de la devastación de la guerra.
Sin embargo, a su parecer, el más importante es el minero-petrolero-gasífero, estratégico para la lucha de Estados Unidos en mantener su hegemonía y frente al cual el ya operativo gasoducto Nord Stream y el concluido Nord Stream 2 representaban una amenaza directa, toda vez que le impedían a Washington vender su gas natural a países europeos.
Así las cosas, Monedero resaltó que particularmente para Alemania era tan vital el acercamiento con Rusia, que entendió el Nord Stream 2 como el puente que vincularía orgánicamente a los dos países, al punto que el excanciller Gerhard Schröder figuraba como vicepresidente de la compañía.
Críticas aparte del rol que un antiguo funcionario de alto nivel podría estar cumpliendo en una empresa estatal de otro país, este dato poco difundido da cuenta de la relevancia que tenía para los germanos –y por extensión a buena parte de Europa– acercarse a Moscú, toda vez que su dependencia del gas ruso es notable. En paralelo, la alianza entre Rusia y China también habría supuesto que, a despecho de la Casa Blanca, Europa mirara hacia el este.
Para Monedero, fue justamente esto lo que frenó Estados Unidos al empujar a Rusia a esta guerra, pues aún continúa inmersa en la crisis de 2008 que desataron los inmobiliarios y si bien es incontestable que ganó la Guerra Fría, también es claro que está perdiendo la posguerra frente a la alianza euroasiática entre Moscú y Beijing, que dejaron de lado diferencias históricas e hicieron frente común contra un Occidente hostil.
Putin cayó en una provocación estadounidense
El intelectual español es de los que opinan que, al desplegarse militarmente en Ucrania, Putin cayó en la provocación estadounidense y perdió parte de las razones que podía tener para presentar a Rusia como un país amenazado y pasa a constituirse en amenaza.
A su juicio, esto es lo que explica la reciente visita de los mandatarios de Polonia, República Checa y Eslovaquia a Kiev, aún en medio de hostilidades, pues el ejército ruso está desplegado por toda Ucrania y ha bombardeado posiciones muy cerca de sus fronteras.
Así las cosas, con este escenario tan complicado, Monedero intuye que cualquier situación, incluso accidental, podría derivar en una intervención por parte de la OTAN y de una respuesta proporcional de Rusia, con la subsecuente tragedia que ello puede entrañar.
Por tal razón defiende la tesis de que, en la solución de este conflicto, la diplomacia debe asumir un rol mucho más protagónico que el que ha exhibido hasta ahora –valoró negativamente que en las conversaciones de paz entre Kiev y Moscú no estén participando representantes de las Naciones Unidas y la Unión Europea– y debe desistirse, o cuando menos evaluar cuidadosamente, del envío de armas a suelo ucraniano.
El pueblo ucraniano tiene derecho a defenderse
Desde el punto de vista del académico español, todo pueblo agredido por otro país tiene derecho a defenderse, incluyendo al ucraniano. Sin embargo, la duda que existe en este momento es si el envío masivo de armas a Ucrania servirá para algo, pues prácticamente todos los analistas coinciden en que no tiene cómo vencer militarmente a Rusia y más armas solo se traducirían en una prolongación innecesaria del conflicto y más muertes.
Para ilustrar su punto, compartió una reflexión del excanciller alemán Willy Brandt, que en la década de 1960 se preguntó, junto a muchos otros, qué habría tenido que hacerse en 1932 para impedir el ascenso de Hitler, que se produjo justo al año siguiente.
Brandt relató que entonces hubo discusiones y se determinó que los cinco millones de obreros desempleados, que no tenían cómo hacer huelga, carecían de medios para enfrentar a las milicias nazis muy bien armadas y a los veteranos de la Primera Guerra Mundial, dos de los grupos de choque del entonces ascendente nazismo. La decisión fue no usar las armas, pero décadas más tarde, se lamentó: «Nos equivocamos porque la tragedia de la derrota se convirtió en farsa cuando no nos defendimos», sostuvo.
De vuelta al presente, Monedero destacó que hoy, el propio presidente Volodímir Zelenski dijo que estaba claro que Ucrania no ingresaría a la OTAN, aunque un mes atrás, envalentonado por promesas falsas, se sentía en posición de amenazar y provocar a una potencia nuclear y se negó a pronunciar estas mismas palabras, que habrían podido evitar la guerra.
¿A quién le conviene que este conflicto se alargue?
En cualquier situación, Europa es la menos interesada en que la guerra se alargue, pues ya ciudadanos que viven en España, a miles de kilómetros del teatro de operaciones militares, empiezan a padecer dificultades como el alza en el precio del combustible y de las materias primas.
Desde el punto de vista del politólogo, este incremento se asemeja a la que se produjo tras la guerra del Yom Kippur en 1973, cuando los precios del crudo se cuadruplicaron y hubo un encarecimiento generalizado de todas las mercancías, lo que lanzó a la pobreza a millones de personas en todo el mundo.
De momento, está claro que con el conflicto están ganando los que venden armas y políticos como Boris Johnson o Joe Biden. El primero, porque tras estar en el ojo del huracán por escándalos asociados a la pandemia, logró resucitar el patriotismo inglés en torno a la guerra y desplazar con ello la atención de la ciudadanía de los asuntos internos y el segundo porque benefició a uno de los grupos que lo llevó a la Casa Blanca: el minero-gasífero.
Empero, el especialista acotó que no está muy claro que esta jugada imperialista vaya a salir del todo bien en Europa, toda vez que Alemania rompió su neutralidad militar y anunció inversiones milmillonarias para fortalecer su propia fuerza, que ha estado subordinada a los dictámenes de Washington desde el final de la Segunda Guerra Mundial.
Tampoco está claro para él que esto beneficie la posición estadounidense ante la opinión pública, pues la ciudadanía europea no está muy convencida del relato que presenta a Putin como responsable de todas las situaciones difíciles con las que deben lidiar a diario y el conflicto en sí no ha generado manifestaciones multitudinarias de rechazo, como ocurriera en su día con la guerra de Irak, que más allá de las antipatías hacia Saddam Hussein, era transparente para las personas comunes que Washington pretendía apoderarse del petróleo iraquí y que esa era la razón real de la invasión.
Asimismo, a su juicio tampoco ha ayudado para la consolidación de la matriz impulsada por los medios hegemónicos que la gente esté más o menos al corriente de que Ucrania ha bombardeado a sus propios ciudadanos desde 2014 y que la OTAN ha expresado claramente su interés en expandirse hacia el este, sin tener en cuenta las demandas de Rusia.
A estos argumentos añadió la censura promovida en el continente hacia medios de comunicación rusos como RT o Sputnik, en clara violación a la libertad de expresión que las instituciones europeas dicen defender.
Advertencia: Putin no es de izquierda
Para el catedrático español es importante puntualizar que a contrapelo de la versión que se sostiene mayoritariamente, el presidente ruso, Vladimir Putin, no es una persona de izquierda y mucho menos comunista, porque si bien geopolíticamente ha sido interesante el papel de Rusia a frenar a Estados Unidos, no puede perderse de vista que sus aliados en Europa pertenecen a la extrema derecha y que incluso mantuvo una estrecha relación con el expresidente estadounidense, Donald Trump.
A este respecto destacó que la principal oposición en Rusia la ejerce el Partido Comunista y, antes que herencias soviéticas, Putin reivindica el pasado imperial zarista, como se desprende de sus críticas declaraciones hacia Lenin por su reconocimiento a la independencia de Ucrania con la fundación de la Unión Soviética.
En Ucrania hay neonazismo, pero no todos los ucranianos son nazis
En apego a la verdad histórica y a la numerosa evidencia disponible, Juan Carlos Monedero precisó que quien ha filtreado más con el nazismo ha sido Ucrania y como muestras están el reconocimiento que hicieran del colaboracionista nazi Stepan Bandera como héroe nacional, la participación de sectores nazis en el Euromaidán y los batallones nazis que ahora mismo combaten en la guerra.
No obstante, el experto indicó que conviene matizar algunos dichos, pues no todos los ucranianos simpatizan con estas ideas y tampoco la desnazificación anunciada por Putin significará necesariamente el fin del neonazismo. Antes bien, vaticina que, tras la operación militar, muchas personas que antes eran prorrusas dejarán de serlo y que el nacionalismo ucraniano crecerá.
Así, pues, hay más elementos neonazis en la historia reciente de Ucrania que en la de Rusia, pues el exterminio de un grupo humano no está en el planteamiento de Putin, al que calificó como cercano al neozarismo, pues intenta la recomposición del territorio imperial a través de una suerte de federación.
¿Quién ganará esta guerra entre la OTAN y Rusia?
Monedero opina que es prácticamente imposible que Ucrania pertenezca a la OTAN y desde el punto de vista ruso, es imposible la ocupación permanente de Ucrania, por lo que la única salida posible son las negociaciones, que tarde o temprano habrán de ocurrir.
Desde su punto de vista, probablemente las negociaciones concluyan con la declaración de Ucrania como territorio neutral, el reconocimiento de las regiones del Donbás como zonas ucranianas con alto grado de autonomía y con cercanía a Rusia, así como el reconocimiento de Crimea como parte del territorio ruso.
El politólogo considera que, si bien algunos sectores estadounidenses obtendrán beneficios, globalmente Estados Unidos se perfila como perdedor y otro tanto podría sucederle a Rusia, sobre todo de ser cierta la especie que sostiene que su operación militar ha encontrado más dificultades de las esperadas, sin que ello implique una improbable derrota militar en el terreno.
Asimismo, aseveró que indubitablemente, Europa se perfila ya como gran perdedor, pues, aunque las hostilidades finalizaran mañana mismo, el continente tendrá que arrastrar con sus consecuencias durante largo tiempo.
Así las cosas, esta guerra podría ganarla China, porque a diferencia de sus competidores, no saldrá debilitada y podría jugar un papel estelar como mediador entre las partes, dada su alianza con Moscú y su importante balanza comercial con Kiev.
El académico sostuvo que, de manera secundaria, también podrían beneficiarse algunos países latinoamericanos, incluyendo Venezuela. En este caso, Caracas podría aprovechar el movimiento geopolítico para comerciar petróleo sin sanciones –o con una reducción de las restricciones– y recuperar al menos una parte de los activos que le fueron arrebatados.
De otro lado, admitió que hay desconcierto entre los especialistas en Rusia que llevan años haciendo seguimiento del proceso y que en buena medida fueron sorprendidos por la situación y no se atreven a pronosticar cómo terminará. Aun así, han especulado que antes que Rusia, Putin podría ser el gran perdedor de la contienda, por apostar a la guerra sin que esta suponga una solución.
(LaIguana.TV)