Durante la rueda de prensa ofrecida este 6 de julio por el fiscal general de la República, Tarek William Saab, en la que develó los sucesos que rodearon el secuestro y asesinato del profesor Carlos Lanz, se conoció que una de las piezas claves de la investigación fue una empleada de la casa de los Lanz que, tras 20 años de ofrecer sus servicios domésticos, repentinamente cambió de casa.
Maryori Acevedo abandonó la casa de Carlos Lanz en Maracay y se mudó al Zulia, específicamente al sector Mene Grande, apenas 7 días antes del secuestro. Esto, en el proceso de investigación, llamó la atención de los fiscales por lo que decidieron someterla a interrogatorio.
Acevedo reveló que la relación entre Carlos Lanz y su esposa, Maxiorisol Cumare, era hostil, «a veces extrema y manifiesta», refirió el fiscal Saab.
Asimismo, confirmó que Cumare sostenía varias relaciones extramaritales, una de ella con Glenn Castellanos, a quien posteriormente habría encargado el asesinato. Castellanos, dijo el fiscal, tiene antecedentes criminales, entre otras acusaciones por el asalto a un banco y por el cual estuvo preso en Puente Ayala (Anzoátegui) durante 3 años. También estuvo en Tocorón por 1 año, por robo de vehículos y delitos conexos.
El Ministerio Público, entonces, dado el prontuario criminal de esta persona, procedió a realizarle una entrevista formal e indagar sobre su vinculación con Carlos Lanz. También se entrevistó a Oliver Medina, quien fue identificado como otro de los presuntos amantes de Cumare. Este último reconoció que para el momento de la desaparición de Lanz, él sostenía una relación con Cumare, de la cual también se beneficiaba económicamente. Reveló también que otro hombre estaba en su mismas condiciones con Cumare, pero aquel se beneficiaba aún más: se refería a Glenn Castellanos.
Estos testimonios, así como las vejaciones de las que fue víctima Carlos Lanz por su esposa, fueron confirmadas a las autoridades por Darwin Zambrano, yerno de Cumare, quien ofreció una declaración escrita a los fiscales durante su interrogatorio. «Agresiones de carácter físico, verbales, humillaciones permanentes, que prácticamente transformaban esa relación en patológica, enfermiza», fustigó el fiscal.
(LaIguana.TV)
