“Era de esperarse que el bumerán de las sanciones de Estados Unidos y Europa contra Rusia golpeara a los líderes del G-7. Ahora empiezan a tener una ración de su propia medicina. Boris Johnson tuvo que renunciar, pero creemos que será tan solo el primero de varios en ser castigados por el pueblo en elecciones o por sus aliados en elecciones indirectas”, afirmó Miguel Ángel Pérez Pirela, al presentar una investigación periodística sobre el tema en su programa Desde donde sea.
A su juicio, pronto se verán nuevos cambios en el mapa de poder del G-7, y pronosticó que entre los siguientes castigados podrían estar el presidente del gobierno de España, Pedro Sánchez; el primer ministro de Italia, Mario Draghi; y el Partido Demócrata en las elecciones parlamentarias de medio período en EEUU. “Todos saldrán antes de Putin”, aseguró.
“Lo venimos diciendo hace varios meses: los efectos de las sanciones del norte global contra Rusia les está explotando en la cara, no solo a sus pueblos, que es lo más grave, con inflación, costos de la energía, caída del euro y del dólar, sino también a los gobiernos que propiciaron esas medidas coercitivas unilaterales”, enfatizó.
El moderador calificó la renuncia de Johnson como un acto mínimo de dignidad que tiene una larga ristra de causas. “Hubo un escándalo sexual, pero esa es solo la punta del iceberg. Hay que decirlo con todas sus letras: Inglaterra pasó de ser el gran aliado histórico de EEUU a una posición más sumisa, parecida a la de Alemania y Francia, otro perrito que mueve la cola”.
Presentó el Iguanazo, la caricatura de Iván Lira para LaIguana.TV en la que aparece el personaje en cuestión con la leyenda: “Ahora se fue Boris Johnson, otro que se secó”.
Los hechos
Tras una ola de renuncias masivas en el gabinete, el gobierno conservador del Reino Unido colapsó y el primer ministro, Boris Johnson, se vio obligado a presentar su renuncia, a pesar de haber ostentado el cargo solo durante tres años, un tiempo breve, si se tienen en cuenta los estándares del país europeo.
Las causas, a no dudarlo, están directamente relacionadas con las decisiones políticas que tomó Johnson para hacer frente a numerosos escándalos, para gestionar eventos sobrevenidos como la pandemia de covid-19 y para concretar el divorcio británico de la Unión Europea.
Sin embargo, su paso por el mítico número 10 de Downing Street, dejó al descubierto las numerosas dificultades por las que atraviesa la sociedad británica y el declive –hasta ahora inexorable– del otrora indiscutible poder de Londres.
Los fracasados intentos del premier conservador por devolver al Reino Unido a posiciones menos periféricas dentro del concierto internacional, limitaron su capacidad para detectar, calibrar y atender oportunamente los desafíos internos, que se exacerbaron tras el inicio de la guerra en Ucrania y la política de sanciones contra Rusia.
El titular de LaIguana.TV lo resumió así: Ya es oficial: Boris Johnson renunció como primer ministro de Reino Unido.
El texto de la nota señala que el primer ministro del Reino Unido, Boris Johnson, anunció hoy su renuncia al cargo en una alocución en la que admitió que perdió el apoyo del Partido Conservador, tras una sucesión de escándalos que perjudicaron su mandato.
«Es evidente que la voluntad de la bancada conservadora en el Parlamento es que haya un nuevo líder del partido, y, por tanto, un nuevo primer ministro», admitió Johnson en una declaración televisada desde el exterior del número 10 Downing Street, sede del gobierno británico.
Pese a que el gobernante había asegurado que se mantendría en su posición, en las últimas 24 horas, 59 miembros del equipo de gobierno presentaron su dimisión y lo obligaron a hacer el anuncio.
Sin embargo, esto no significa que abandonará el cargo en breve, pues todavía los ‘tories’ –como se conoce en la política inglesa a los conservadores– deben elegir un nuevo liderazgo entre los restantes parlamentarios y en el peor caso, esto podría extenderse hasta octubre, cuando está prevista la conferencia anual del partido.
Además, Johnson aseguró que designará nuevos ministros para que ocupen las vacantes que dejó la ola de renuncias masivas de las últimas jornadas, de donde se desprende que, pese a la debacle, pretende conservar alguna influencia en el Ejecutivo.
Por su lado, la oposición encabezada por el Partido Laborista advirtió al Partido Conservador que no se quedará de brazos cruzados, en el caso de que se les ocurra prolongar artificialmente la permanencia de Johnson, cuya salida fue ampliamente celebrada en las calles londinenses.
El detonante del colapso del gobierno fue el encubrimiento de un escándalo sexual protagonizado por el subjefe de la bancada del Partido Conservador en el Parlamento, Chris Pincher.
El pasado 29 de junio, Pincher acudió a un club nocturno y manoseó a dos hombres mientras estaba bajo los efectos del alcohol, pero al hacerse pública esta noticia, rápidamente se ventilaron otros señalamientos semejantes.
Inicialmente, el premier negó cualquier conocimiento de la situación, pero varios de sus colaboradores dijeron ante el Legislativo que había sido informado de estas alegaciones en 2019, lo que dejó al descubierto su mentira y desencadenó la ola de renuncias en la jornada de este miércoles 6 de julio.
Sin embargo, sería inexacto decir que esta crisis fue la causa última de la caída del gobernante, pues en realidad esta es el resultado de la acumulación de mentiras, promesas rotas e innumerables fallos de gestión, que tienen al Reino Unido sumido en una crisis política y social sin precedentes en las últimas cuatro décadas.
Otra nota de LaIguana.TV indica cuáles fueron los momentos clave de la caída de Johnson, citando un trabajo de la agencia de noticias española Efe.
Allí se menciona el caso de encubrimiento de las conductas inapropiadas de su copartidario Chris Pincher –que acabó siendo la gota que derramó el vaso–, además del llamado Partygate, un intento fallido del Partido Conservador para favorecer a dos empresas en las que había trabajado uno de sus legisladores, un «superasesor» que estuvo detrás del manejo de la pandemia y del Brexit y una remodelación cuando los fondos escaseaban.
Sin restar méritos a esta enumeración, es cierto que todos estos eventos abonaron el terreno para la salida del todavía premier británico, pero dejan de lado otros aspectos y contradicciones más estructurales dentro del Estado británico a los que acaso la gestión del ‘tory’ solo ayudó a traer a la superficie.
El Partygate y la pandemia
A mediados de 2021, el gobierno de Johnson se vio sacudido por un escándalo de inmensas proporciones, cuando se reveló que el premier y sus allegados habían celebrado fiestas en la residencia oficial en distintos momentos de 2020 y 2021, mientras regían duros confinamientos por la pandemia.
Durante meses, Johnson negó sistemáticamente que tales festejos hubieran tenido lugar, pero cuando comenzaron a salir fotografías de los encuentros en los tabloides británicos, intentó hacerlas pasar como reuniones de trabajo organizadas sin su conocimiento.
Finalmente, una investigación policial dejó claramente establecido que él había mentido y un informe de su partido hizo que se promoviera una moción de censura en su contra, que logró superar por muy poco.
A comienzos de la crisis sanitaria, Johnson fue ampliamente criticado por promover los contagios masivos como un mecanismo para generar la así llamada «inmunidad de rebaño», pero luego él mismo enfermó de gravedad y permaneció internado en una unidad de cuidados intensivos por tres días.
Tras esta amarga experiencia, se comprometió públicamente a luchar contra la pandemia y pese a que la medida no gozaba de respaldo, desde su gobierno se impusieron confinamientos muy severos a la población, al tiempo que se advirtió que quienes violentaran las restricciones, tendrían que cancelar cuantiosas multas.
Hace tan poco tiempo como mediados de junio de 2021, Johnson hablaba de levantar la cuarentena, del plan de vacunación y no descartaba la posibilidad de imponer nuevos encierros, si la cantidad de casos seguía en aumento.
Para la opinión pública británica fue inaceptable que mientras cientos –y hasta miles– de personas morían diariamente por causa de la covid-19 y el sistema sanitario estaba colapsado, Johnson y los suyos celebraban grandes saraos, sin respetar siquiera sus propias reglas.
Según cifras oficiales compiladas por el portal Worldometers, desde el inicio de la pandemia, el Reino Unido es el quinto país con mayor número de contagios (22,9 millones) y acumula más de 180.000 decesos.
El escándalo del Partygate se resolvió a mediados de abril de 2022, cuando ya estaba en marcha la guerra en Ucrania. El primer ministro se disculpó y pagó la multa que le impuso la policía, pero se negó en redondo a renunciar, pese a que crecientes factores sociales y políticos pedían que lo hiciera.
Internamente, a Johnson le pasaron factura sus incoherencias y el haber engañado repetidamente al pueblo británico, pues en las elecciones locales celebradas a inicios de mayo, el Partido Conservador perdió en bastiones históricos y fue prácticamente arrasado en la capital.
Misión de Johnson: reflotar al Reino Unido como potencia
Muchos analistas creyeron que Boris Johnson no sobreviviría al ‘Partygate’, potenciado por su cuestionable manejo de la pandemia –especialmente durante su primer año de gestión–, pero cuando todo parecía perdido, el inicio de la guerra en Ucrania le dio nuevos aires a su figura.
Aprovechó la coyuntura para hacer de sus apariciones públicas una tribuna para posicionarse como un líder fuerte y confiable en tiempos de guerra. Así, rápidamente asumió una posición ultrabeligerante dentro de la OTAN y acudió a Kiev en repetidas ocasiones para respaldar en persona a Volodímir Zelenski.
En las sucesivas cumbres y encuentros de la alianza atlántica, el G-7 y otras instancias multilaterales del norte global, el mandatario promovió y anunció medidas coercitivas unilaterales contra Rusia y respaldó irrestrictamente la guerra en Ucrania con fondos y armas.
No obstante, huelga decir que esta política se inscribe dentro de una de mayor aliento largamente acariciada por Londres y que la crisis ucraniana solamente ha servido de instrumento para intentar reflotar la posición del Reino Unido en el concierto internacional, debilitada desde el fin de la Guerra Fría.
Así, aunque en 2021 el conflicto entre la OTAN y Rusia no estaba sobre el tapete, el gobierno británico anunció una ampliación de su arsenal nuclear para «protegerse» de naciones que ya eran consideradas una amenaza para sus intereses globales: Rusia, Irán y Corea del Norte.
La decisión no estuvo exenta de polémica, porque violenta el Tratado de No Proliferación de Armas Nucleares suscrito por Reino Unido en 1972 que obliga al país a desmantelar su arsenal nuclear y no contempla incrementos en la cantidad de ojivas ya existente bajo ninguna circunstancia.
Asimismo, en el otoño de 2021, Reino Unido se unió a Estados Unidos y Australia en la alianza Aukus, una estrategia de seguridad en el Indopacífico con la que se pretende frenar la creciente influencia de China en la región.
De un lado, conviene considerar que esta fue la primera acción de política exterior de gran calado emprendida por el Reino Unido tras su salida del Brexit, aun cuando es claro que figura como un socio de segundo orden frente a los Estados Unidos.
El acuerdo implica el establecimiento de una flota de submarinos nucleares de los tres países en los mares del Sureste Asiático, pese a que Australia no cuenta con autorización para poseer armas nucleares.
En el pacto, Canberra echó abajo un acuerdo de compra de armas que tenía con París y eso tensó aún más las relaciones entre Francia y el Reino Unido. Johnson trató de presentar la alianza como una muestra de cercanía con sus socios, y el gobierno australiano justificó la traición a partir de la toma de una decisión racional orientada a proteger su seguridad nacional.
Las asperezas se limaron parcialmente tras una intervención estadounidense, pero fue solo después del inicio de la guerra en Ucrania cuando los dos países dieron muestras de haber pasado la página, al menos en público.
La alianza Aukus puso de manifiesto que las ambiciones de Boris Johnson para posicionar al Reino Unido como potencia con una agenda independiente de la Unión Europea están mucho más allá de sus capacidades, pues el bloque responde mucho más a los intereses geopolíticos estadounidenses que a los intereses británicos en el Indopacífico.
Esta tutela ha alcanzado cotas vergonzosas, al echar para atrás una presunta agenda de política exterior separada de Bruselas, como ha mostrado la guerra subsidiaria entre la OTAN y Rusia que se libra en Ucrania.
El gobierno de Boris Johnson mostró su sumisión a Washington en otros asuntos menos reseñados en la prensa hegemónica, pero de indudable trascendencia, como el caso judicial contra el periodista australiano Julian Assange.
Bajo dictámenes estadunidenses y a contrapelo de lo que establece el Derecho Internacional, Johnson se alió con el gobierno de Lenin Moreno para sacar bajo custodia a Assange –quien se encontraba asilado desde 2012 en la embajada de Ecuador en Londres–, trasladarlo a una prisión común y dar curso a una orden de extradición.
Aunque aún no se agotan los recursos jurídicos, es muy posible que el comunicador pase el resto de su vida en la cárcel, por haber revelado la comisión de crímenes de guerra perpetrados por el ejército estadounidense, a pesar de que tales datos fueron obtenidos por una fuente interna y no a partir de la vulneración de ningún sistema estadounidense.
¿Cómo interpretar la debacle de Inglaterrra?
En conversación con teleSUR, el analista político Iñaki Gil Sanvicente advirtió que la estructura del poder político colonial británico está en sus últimas, por lo que el país ha quedado relegado a ser uno de los brazos del imperialismo estadounidense en Europa.
En su decir, de esto están conscientes tanto el Partido Conservador como el Partido Laborista –principal fuerza de oposición en el parlamento– e incluso en la OTAN, que han visto el lento pero inexorable declive del poder británico.
Esta crisis no se restringe exclusivamente al poder bélico sino que atrapa otra importante esfera: la económica, pues el Reino Unido será incapaz de adaptarse sin daños a la arquitectura financiera que impulsan países como China o Rusia, que pone freno a la especulación y prioriza las monedas respaldadas.
Pese a sus esfuerzos, es claro que Johnson no ha podido anotarse los tantos que habría querido en los foros internacionales. Esos esfuerzos inútiles por representarse como el líder de la OTAN en Europa, acabaron por empeorar una situación interna que ya era de por sí complicada y que sus decisiones solo contribuyeron a deteriorar.
¿Está a punto de explotar el Reino Unido?
El escándalo de las fiestas en plena pandemia, también sirvió para visibilizar un fenómeno no nuevo, pero sí en aumento: los separatismos en Escocia e Irlanda del Norte, que agarraron nuevos aires con la salida del Reino Unido de la Unión Europea.
De entre los actores políticos que promueven esta salida destaca el Partido Nacional de Escocia, que se ha posicionado como la fuerza más virulenta contra el gobierno conservador en el Parlamento y lideró las manifestaciones a favor de la dimisión de Johnson que se produjeron en enero de 2022, el contexto del Partygate.
Asimismo, el grupo ha sabido aprovechar la crisis y el descontento para promover una agenda independentista, idea que es apoyada por un número creciente de escoceses, que no ven representados sus intereses en el Parlamento londinense.
Pero si la posibilidad de que escocia se escinda de Inglaterra y Gales en el futuro cercano, todavía más cerca se vislumbra la eventual salida de Irlanda del Norte del Reino Unido.
Las razones son variadas y se remontan al dominio colonial británico sobre la vecina isla, pasan por una cruenta guerra civil y terminan con el Brexit, debido a los perjuicios económicos que supone para la pequeña nación, que es un enclave dentro de Irlanda, país miembro de la Unión Europea.
Aunque la decisión de iniciar el Brexit data de 2016 cuando el país estaba conducido por la también conservadora Theresa May, solo entró en vigor el 1 de mayo de 2021 en plena crisis por el coronavirus y en medio de un creciente malestar social.
En abril de 2021, pese a las restricciones vigentes, medios locales reportaron los peores brotes de violencia en varios años, animados por la incapacidad de Londres para gestionar los estragos de la pandemia y las barreras comerciales que entraron en vigor tras la salida británica del bloque comunitario.
En el otoño de 2021, el país se vio afectado por escasez de combustible e insumos básicos derivada de una insuficiencia de camioneros, que en su mayoría provenían de Europa del este y debieron abandonar el territorio británico cuando entró en vigor el Brexit.
El coletazo del Brexit no ha cooperado para mejorar sustancialmente la situación. Antes bien, la crisis se ha acentuado en los últimos meses, particularmente desde el inicio de la guerra en Ucrania.
El alza en los precios del combustible disparó la inflación y echó nuevamente a las calles a los trabajadores, que demandaron a Johnson su dimisión y exigieron al gobierno mejores condiciones de vida, pues padecen los efectos de un salario depauperado, explotación laboral y privatizaciones.
Entretanto, mientras la crisis política de los últimos días cobraba todo el protagonismo en la prensa sensacionalista británica, se desarrolló la huelga de ferroviarios más importante de las últimas décadas y ya circula un nutrido cronograma de protestas sociales para los próximos meses.
Otro aspecto que no ha cooperado en lo más mínimo en la solución de la crisis post-Brexit ha sido la política migratoria adelantada por los ‘tories’, que reviste de claros tintes xenófobos y racistas.
Johnson propuso a mediados de abril enviar a los migrantes irregulares a Ruanda –un país africano con graves problemas económicos y sobre cuyo gobierno pesan acusaciones de violaciones sistemáticas a los derechos humanos–, mientras se revisa su solicitud de asilo.
En paralelo, el mandatario manifestó su intención de alojar a los migrantes en campos de refugiados similares a los que la ACNUR administra en Grecia y que han sido objeto de múltiples críticas, debido a las inhumanas condiciones de vida reinantes.
Aun a pesar de los cuestionamientos por parte de las Naciones Unidas y de organizaciones no gubernamentales como Amnistía Internacional, el pasado 14 de junio se programó el primer vuelo de deportaciones desde el Reino Unido hacia Ruanda.
En compensación, el gobierno ruandés recibirá 120 millones de libras esterlinas –unos 144 millones de dólares– por alojar a los migrantes que lleguen irregularmente a costas británicas procedentes principalmente de Asia occidental y excolonias británicas en África.
Reflexiones para el debate
Durante el programa, Pérez Pirela expuso sus puntos de vista acerca de las diversas aristas del tema tratado.
Recordó que Johnson ha sido parte de la pantomima montada por Donald Trump y mantenida por Joe Biden del supuesto gobierno interino de Juan Guaidó. Además, el primer ministro cooperó con el robo del oro venezolano depositado en el Banco de Inglaterra. “Qué bonito lo que dijo en su discurso de renuncia, un discurso que, como señaló una usuaria, se parece a los de las muchachas que han sido Miss Universo. Pero hay que decir que Johnson propició guerras, colaboró en el robo del oro venezolano. Cuidado y no fue con el oro venezolano que hicieron esas fiestecitas. Ahora él se va mientras Nicolás Maduro se queda”.
Sostuvo que, además de los escándalos mencionados, la causa final de la crisis política inglesa es el ambiente económico difícil que comienza a acentuarse en Europa y en Reino Unido.
“El propio Johnson tiene sus problemas con la cañita, tal como lo dijo nuestro maestro y hermano Atilio Borón. En la foto de la reunión del G-7, aparece con la mandíbula colgandito. En varios cargos puso a gente con esta misma debilidad. Lo decimos sin querer tener acá un discurso puritano sobre el alcohol, pero debería abstenerse de tomar en horas de oficina alguien que está al frente en de un país con armas nucleares”, comentó.
Añadió que Johnson se venía salvando de anteriores crisis, pero con las renuncias en efecto dominó de gran parte de su equipo no le quedó alternativa. “En todo caso qué bajo nivel de conciencia pueden tener estos señores que pretenden dar lecciones a todo por el mundo y hacen cosas en contra de las normas que ellos mismos han impuesto. El malestar de un escándalo, asociado a una situación socioeconómica crea un coctel que termina explotándole a Johnson y lo mismo ocurrirá con otros gobiernos –dijo-. La guerra de Ucrania los había ayudado a salvarse del naufragio, ese fue su primer efecto, pero luego ha sido lo contrario, se les volteó y les está explotando en la cara”.
A su juicio, lo más grave es que Reino Unido ha terminado por ser un apéndice de la política de EEUU, que obedece a sus intereses particulares y no a los de los europeos. “En términos geoestratégicos globales la herencia de Johnson es un ataque directo contra China. Considero que convirtió a Inglaterra, aún más de lo que ya era, en un segundón de EEUU”.
Puntualizó que Francia sigue muy enojada con Reino Unido por el Brexit y por el Aukus, solo que este año se encontraron para la guerra de sanciones contra Rusia, como una forma de tratar de liberarse de sus problemas internos. “Se presentan muy unidos ante Rusia y China, pero se están matando entre ellos”.
En torno al caso Assange, Pérez Pirela expresó que “es una de las más vergonzosas posturas de Inglaterra, que ha tenido muchas, otro de los tristes legados de Johnson”.
Deploró el acuerdo mediante el cual Reino Unido está enviando a Ruanda a gente de Asia occidental y de África del norte que llega al territorio británico huyendo de guerras y otras calamidades. “¿Mandarán también a los ucranianos?”, se preguntó uno de los usuarios.
Nota de pesar
El moderador de Desde donde sea y director de Laiguana.TV expresó su profundo dolor por la muerte del maestro Carlos Lanz, cuyos espeluznantes detalles se conocieron el miércoles. “Fue difícil interiorizar lo que ocurrió. Nuestro respeto y admiración a Carlos, su legado seguirá, fue un gran pedagogo, un hombre de pueblo que creía en la transferencia del conocimiento. Nuestra palabra de pesar a sus familiares y a todo el país”.
Materiales audiovisuales presentados
En el programa se difundieron los siguientes materiales audiovisuales:
Video de Primer ministro, Boris Johnson dimite como líder del partido conservador.
-Video de Nexo Latino. Panorama post-Boris Johnson.
-Video de Nexo Latino. Johnson contra las cuerdas.
-Video de CNTG. Declaraciones Boris Johnson.
-Video de Nexo Latino. Partygate pasa factura a Boris Johnson en las elecciones locales.
-Video de Nexo Latino. Reino Unido: volverse nuclear de nuevo.
-Video de teleSUR. Declaraciones sobre la alianza Aukus.
-Video de Al Mayadeen. Gran Bretaña acepta extraditar a Assange a Washington.
-Video de teleSUR. Análisis Iñaki Gil Sanvicente.
-Video de Nexo Latino. Protestan en Escocia contra Boris Johnson pidiendo su renuncia.
-Video de Nexo Latino. Reino Unido sufre crisis por escasez de combustible y alimentos.
-Video de teleSUR. Situación interna en el Reino Unido Iñaki Gil Sanvicente.
-Video de Nexo Latino. Johnson enviará a migrantes a Ruanda.
(LaIguana.TV)