La presencia de Estados Unidos en las acciones bélicas en Ucrania es cada vez más notoria y eso apunta a la conversión de ese conflicto armado en una guerra global entre las principales potencias nucleares.
Este planteamiento fue parte del reportaje presentado por Miguel Ángel Pérez Pirela en la edición de su programa Desde Donde Sea dedicada al tema de la inminente expansión de lo que inicialmente tuvo las características de una guerra proxy o subsidiaria, es decir de las que libra una potencia a través de un país satélite, sin participar abiertamente.
La mano estadounidense mueve los hilos
Además de emerger el «terrorismo» como categoría discursiva y como paraguas para amparar eventuales acciones bélicas de gran calado, en los últimos días también se advirtieron en el nivel de responsabilidad en el frente que desde Rusia se le atribuye al así llamado «Occidente colectivo».
Aunque antes del inicio de las hostilidades el Kremlin acusó a la OTAN de apoyar militarmente a Ucrania y luego ha criticado ampliamente los envíos masivos de armas, en las últimas jornadas se ha señalado sin matices la implicación del gobierno estadounidense en la guerra. Ya sin medias tintas, prácticamente de forma directa.
Presentó el titular de LaIguana.TV sobre el punto, que dice: Kremlin: EEUU ya está atascado en el conflicto de Ucrania.
El texto de noticia explica que el portavoz de la presidencia rusa, Dmitri Peskov, aseveró este martes que Estados Unidos está involucrado de lleno en la guerra que se libra en Ucrania.
«De facto, Estados Unidos ya está bien metido en el conflicto. En ruso se dice que se le ven las orejas y se lo ve a simple vista, por ello, de facto Estados Unidos ya está atascado en este conflicto», dijo Peskov a la prensa.
El vocero ruso apuntó que, con los envíos masivos de armas a Kiev, Washington hace esfuerzos por prolongar el conflicto sin que ello se traduzca en un cambio de posición de Rusia, que no está dispuesta a abandonar los objetivos de su operación militar especial. “Es un negocio redondo”, comentó.
Del mismo modo descartó que en la Casa Blanca estén prestando atención a quienes hoy demandan el inicio de conversaciones de paz, como es el caso del general Michael Mullen, expresidente de los jefes del Estado Mayor Conjunto de los Estados Unidos.
Al ser consultado sobre este tema, expresó: «No sabemos hasta qué punto la actual administración y los actuales jefes militares estadounidenses escuchan a sus antiguos colegas. No lo sabemos”.
Hasta ahora hemos escuchado declaraciones oficiales de la actual administración y de los actuales militares sobre su intención de seguir suministrando armas y de prolongar realmente este conflicto, haciéndolo lo más doloroso posible para la parte ucraniana.
Las decisiones del gobierno estadounidense sobre este y otros temas cruciales parecen estar fuertemente influenciadas por las elecciones de mitad de período, previstas para el venidero mes de noviembre.
“Sobre esto nos habló el sociólogo puertorriqueño Ramón Grosfoguel en el programa de la semana pasada”, recordó Pérez Pirela.
Solo así se entienden a cabalidad los exhortos a la paz en Ucrania pronunciados por el expresidente Donald Trump y otros voceros del Partido Republicano y el por qué Rusia las ha catalogado como actos hipócritas.
En cualquier caso, los dichos de Peskov fueron refrendados por el canciller ruso, Serguéi Lavrov, quien afirmó que «los anglosajones» –es decir, Estados Unidos y el Reino Unido– son los verdaderos comandantes de las acciones militares de Ucrania.
Las declaraciones del secretario general de la OTAN pronunciadas este 11 de octubre antes de la reunión de ministros de Defensa del bloque, parecen conceder la razón al gobierno ruso.
Jens Stoltenberg manifestó en una rueda de prensa que la Alianza Atlántica –claramente liderada por Estados Unidos– respaldará a Ucrania con fondos, armas y asesores todo el tiempo que sea necesario, porque el presidente Vladímir Putin no puede ganar la guerra en Ucrania.
De su parte, el gobierno estadounidense reiteró que continuará enviando «ayuda» militar a Ucrania, tanto en la contingencia como en el largo plazo.
“Ucrania se endeudó para toda la vida con los gringos”, acotó Pérez Pirela.
Presentó otro titular de LaIguana.TV: EEUU sigue atizando el conflicto: Dice que garantizará a Ucrania apoyo defensivo urgente y a largo plazo.
El contenido de la noticia indica que el secretario de Defensa de Estados Unidos, Lloyd Austin, informó este martes que los 50 países que conforman el grupo de contacto para la defensa de Ucrania están dispuestos a mantener su apoyo a las capacidades de defensa ucranianas más urgentes y también a largo plazo.
“Mientras más dure el conflicto, más gas licuado le comprará Europa a Estados Unidos, más dependencia se crea de Estados Unidos y con la gran ventaja para los estadounidenses que el conflicto está del otro lado del Atlántico, no toca a Estados Unidos, como no lo tocó la Segunda Guerra Mundial más allá de Pearl Harbor”, manifestó el presentador.
Austin puntualizó que el grupo que lidera su país seguirá «impulsando las capacidades defensivas de Ucrania para las necesidades urgentes de hoy y a largo plazo».
No obstante, ciertos think tank estadounidenses advierten que estas generosas ofertas podrían verse truncadas en la realidad, porque muchas naciones que dicen apoyar a Ucrania apenas superan las reservas mínimas necesarias para su defensa.
Y aunque es verdad que Estados Unidos dispone de provisiones claramente mayores, su capacidad de reposición es limitada y podría ser incluso menor que la demanda impuesta por los compromisos adquiridos con Kiev.
“Las armas se acaban de lado y lado. Las armas son caras. La guerra es cara, muy cara”, dijo Pérez Pirela.
La reunión entre el jefe del Pentágono y los miembros del grupo de apoyo militar a Ucrania sirvió como preparación al encuentro entre ministros de Defensa de la OTAN celebrada este miércoles en Bruselas y en la que se acordó lo ya avanzado por Austin.
El funcionario también aprovechó la ocasión para cargar contra Rusia por emplear «una retórica irresponsable» y emplear «amenazas» para intimidar a Occidente con el posible uso de armas nucleares.
Desde Moscú se acusó de lo propio al otro bando y se subrayó que su doctrina nuclear está cimentada en la defensa, lo que implica que solamente se contempla el uso de ojivas nucleares en el caso de recibir ataques similares o que comprometan la existencia de la Federación Rusa en tanto nación.
Para subir más el tono, la OTAN ratificó que la semana próxima realizará ejercicios nucleares de rutina, cuyo objetivo sería preservar la «disuasión segura, protegida y eficaz» del bloque frente a otras potencias nucleares, según expresara el secretario general Stoltenberg.
Al ser inquirido por la prensa acerca de la posibilidad de que esta acción pudiera conducir a «un error de cálculo» en el contexto de las crecientes tensiones con Rusia, el funcionario rechazó esta posibilidad y defendió los simulacros alegando que, si se suspendieran, se enviaría «una señal muy equivocada» a Putin.
“Hay que preguntarse quién está llevando a cabo la escalada discursiva en materia nuclear”, planteó el conductor de Desde donde sea.
Pese a las inquietantes informaciones compartidas, estimamos pertinente aclarar que estas escaladas verbales no tienen por qué traducirse en una confrontación directa entre Rusia y la OTAN, aunque ciertamente no puede descartarse la extensión de la guerra más allá de las fronteras ucranianas, lo que parece cada vez más probable.
En particular, en el horizonte se asoman las crecientes presiones de la OTAN hacia Bielorrusia, cuyo presidente, Aleksandr Lukashenko, es tildado de «dictador» en Occidente y considerado un aliado cercano de Putin.
A inicios de la guerra, Kiev acusó a Minsk de prestar su territorio a Rusia para que ingresara sus contingentes militares a Ucrania, relato que fue negado por Lukashenko y Putin, aunque respaldado y ampliamente difundido por la OTAN y sus medios de comunicación propagandísticos afines.
A contrapelo de estos señalamientos, el gobierno de Lukashenko acogió las primeras conversaciones de paz solicitadas por Zelenski los primeros días de la contienda y manifestó abiertamente su interés para que las partes arribaran a una solución negociada en un lapso breve.
La matriz de opinión fue reflotada luego de que el mandatario bielorruso denunciara que Polonia y Estonia –dos países miembros de la OTAN muy agresivos y con marcado discurso antirruso– planean atentados terroristas en su país y anunciara un reforzamiento de sus fronteras del que participarán tropas enviadas por Moscú.
Desde la Alianza Atlántica, este movimiento ha sido presentado como un indicio de la aparente implicación directa de Bielorrusia en esta nueva fase de la confrontación y ha servido de base para proferir nuevas amenazas contra Lukashenko.
“Pregunto yo: ¿y acaso esta OTAN que acusa a Bielorrusia no está metida hasta los tuétanos con armas, asesoría y apoyo satelital?”
De la misma manera, Jens Stoltenberg condicionó el fin de las hostilidades a una retirada incondicional rusa del territorio de Ucrania, incluyendo de las regiones que recientemente se adhirieron a la Federación a través de referéndums, un escenario que no luce nada probable en el futuro cercano.
(LaIguana.TV)