Iván Danilo Rueda, alto comisionado para la Paz del Gobierno de Colombia, aseveró este lunes que a la delegación del Ejecutivo y a los representantes del Ejército de Liberación Nacional que participan en las recién instaladas negociaciones les une un mismo propósito: avanzar en un proceso de cambios estructurales que permita la consolidación de un proyecto nacional que deje atrás «las dinámicas de la muerte» derivadas de las violencias, en favor de la inclusión de todos los colombianos.
«Este diálogo político tiene asuntos importantes para el país, transformaciones concretas en lo territorial, retos concretos frente a los asuntos sociales y ambientales. Y tenemos un horizonte de diálogo para dirimir, para pactar, para ir generando esas transformaciones», dijo el funcionario tras el fin de la primera ronda de conversaciones, que se celebró en el Parque Nacional Waraira Repano, al norte de Caracas.
Rueda destacó el compromiso de la actual administración, encabezada por el presidente Gustavo Petro, en la resolución «de una serie de conflictividades», incluyendo algunas «con motivaciones políticas» –como es el caso de la disputa entre el Estado colombiano y el grupo insurgente– a partir del «respeto de las diferencias».
«Creemos que el respeto a las diferencias nos suman en un propósito común: el respeto a la vida, el respeto a la libertad y el respeto a cambios necesarios para superar un conjunto de derechos y desigualdades que en Colombia han sido negados para muchos sectores de la sociedad», externó.
En ese orden destacó la diversidad de actores que forman parte de la delegación gubernamental, entre los que se cuentan activistas por los derechos humanos, defensores del medio ambiente, de las mujeres, empresarios e incluso, militares.
«Estamos expresando que este gobierno del diálogo pasa por el respeto de la vida y la vida que se expresa en el pensamiento y en la libertad de expresar ese pensamiento, para empezar a construir consensos del proyecto de nación y de país. Por eso, aquí todos y todas están presentes de alguna manera, aquí no hay un cierre para nadie», justificó.
En distintos momentos de su intervención, el comisionado de Paz aludió a la disposición de las partes para alcanzar una paz duradera, que bajo el enfoque que defiende la Casa de Nariño –y parece compartir el ELN– implica la superación de las causas estructurales de las violencias y exclusiones a las que han sido sometidos amplios sectores de la sociedad colombiana.
«En el centro de este diálogo hacia la paz está la vida: la vida de los seres humanos y la vida de la dignidad. Y la dignidad significa libertad, el temor de no ser asesinados o desaparecidos; significa el respeto a la oposición, significa la construcción de instituciones locales y nacionales que estén al servicio de la vida», detalló.
Para concluir, apuntó que Colombia atraviesa «un momento histórico, casi único» frente al cual quienes participan en esa iniciativa de paz no pueden no estar a la altura de «la responsabilidad (…) con las generaciones presentes y las del futuro», así como con «las memorias» de quienes les antecedieron, con independencia de su ideología. «Nos une el propósito común de una patria, de una nación para todos y todas», enfatizó.
(LaIguana.TV)