Estados Unidos y sus socios de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) trabajaron durante años para provocar el conflicto en Ucrania y ahora hacen lo posible para prolongarlo, pues sus corporaciones bélicas obtienen enormes ganancias. Adicionalmente, esta guerra es una especie de globo de ensayo para una conflagración mayor, que se prepara contra China.
Este planteamiento fue formulado por Miguel Ángel Pérez Pirela en su programa Desde Donde Sea.
Al abordar este aspecto del tema, presentó el Iguanazo de Iván Lira, en el que aparece un hombre con la bandera de Estados Unidos en el sombrero de copa. Va apertrechado de toda clase de armas largas y municiones, mientras dice: «¡EEUU no es una amenaza y su alguien lo pone en duda le disparo!»
El filósofo y comunicador político expresó que en términos de ganancias geopolíticas, nunca humanas, puede concluirse sin mayor esfuerzo que la OTAN se está expandiendo más cerca de las fronteras rusas, pero con el matiz de que como confesara Biden en su reciente viaje a Polonia, esto no es una consecuencia de la guerra en Ucrania, sino una carta que él mismo usó para presionar a Putin antes de que se iniciara el conflicto.
Es decir, este proceso estaba en marcha desde antes, tal y como denunciaron en incontables ocasiones altos funcionarios rusos, con independencia del frente de guerra abierto desde febrero de 2022.
Así parece tenerlo claro el activista inglés Roger Waters, conocido por ser miembro de la legendaria banda Pink Floyd y por sus posiciones históricamente antibelicistas.
En un mensaje reciente dirigido a Biden, Waters acusó al mandatario estadounidense y a otros altos cargos de su administración como Antony Blinken, Victoria Nuland y Jake Sullivan de haber provocado la guerra, al embarcarse en la política expansionista de la OTAN e ignorar las demandas de seguridad de la Federación Rusa.
También sindicó directamente a Biden por no haber impedido que el expremier británico Boris Johnson viajara a Kiev con la misión de torpedear las negociaciones de paz que se iniciaron casi en paralelo con las acciones bélicas en Ucrania y resaltó su aparente responsabilidad en la voladura de los gasoductos Nord Stream.
Más allá de las opiniones de Waters, lo cierto es que la OTAN continúa desplegando su agenda militarista a gran escala y el propio secretario del organismo, Jens Stoltenberg, anunció la semana previa que la Alianza bélica está tomando medidas conjuntas con Ucrania y la Unión Europea para aumentar la producción de armas y municiones.
Según el alto representante de la Unión Europea para la Política Exterior y Seguridad, Josep Borrell, las tres partes trabajan para integrar sus industrias de defensa, compradores y gobiernos para optimizar el abastecimiento de pertrechos bélicos en Ucrania.
Como se sabe, el liderazgo en la fabricación de armas dentro de la OTAN lo ostenta Estados Unidos, cuyo aparato militar-industrial es reconocido como el principal beneficiario económico de la guerra proxy contra Rusia que se libra en Ucrania, algo que voceros del gobierno chino se encargan de repetir periódicamente.
La semana previa, Wang Wenbin, uno de los portavoces de más alto nivel del Ministerio de Asuntos Exteriores de China, aludió nuevamente al expansionismo otanista e instó al organismo a abandonar su mentalidad de Guerra Fría y hacer algo efectivo para conseguir la paz en el este de Europa y más allá.
A lo anterior agregamos las inquietantes denuncias de Rusia relacionadas con el uso de armamento nuclear en Ucrania, bajo auspicios occidentales.
Hace meses, Moscú acusó a Kiev de estar preparando un ataque con bombas sucias –con una carga nuclear baja, aunque lesiva para los seres vivos– y en esta oportunidad sostiene que se está preparando un ataque de bandera falsa para acusar al Kremlin de lo propio, pretextando su salida del tratado START III.
En un contexto bélico, la propaganda prolifera y es difícil saber cuán realistas son estos señalamientos, pero lo que no puede negarse es que resultan suficientemente inquietantes como para no descartarlos de plano, visto que la tecnología está disponible desde hace décadas y ya ha sido empleada en otros conflictos armados.
Acaso no todo el mundo lo recuerda, pero Estados Unidos usó proyectiles de uranio empobrecido durante la primera guerra de Irak (1991-1995) y hoy muchos iraquíes y soldados estadounidenses padecen los efectos de la radiación.
Otros frentes de guerra para la OTAN
De otra parte, la OTAN avanza en otros frentes contra Rusia y ahora se plantea la búsqueda de alianzas en los países de Asia Central que forman parte del espacio postsoviético, a saber: Kazajistán, Kirguistán, Tayikistán, Turkmenistán y Uzbekistán, como muestra la reciente vista a Astaná del secretario de Estado de los Estados Unidos, Antony Blinken.
Una reseña de la agencia EFE, bajo el grosero título «EEUU corteja en medio de la guerra a Asia Central, el patio trasero de Rusia», da cuenta de las intenciones de la Casa Blanca en Asia Central: frenar la influencia de Moscú y desplazar comercialmente a China, que tiene a esas naciones incorporadas en su nueva Ruta de la Seda.
Occidente también trató de apretar tuercas en la reunión del G20 que se celebró en India, otro país que ha condenado la guerra pero se ha negado a cortar sus nexos comerciales y políticos con el gobierno ruso.
Empero, a pesar de los chantajes, presiones, lobbys y hasta amenazas abiertas, no consiguieron que los ministros de Exteriores de las 20 mayores economías del mundo adoptaran una resolución consensuada en torno a la cuestión ucraniana.
Este fracaso se suma al vivido la semana previa, cuando los ministros de Economía del G20 tampoco lograron acordar una posición común con respecto a la guerra en Ucrania, aparentemente por el veto de China, que en coherencia con su posición, se negó a condenar a Rusia.
Al margen trascendió que Blinken pidió un encuentro con el canciller ruso, Serguéi Lavrov, y que las dos partes conversaron informalmente, aunque no se divulgaron detalles del intercambio.
EEUU contra China
El brazo estadounidense también pretende apretar el cuello de China, cuyas posiciones beligerantes sobre el papel de la OTAN –y de Estados Unidos– en la guerra de Ucrania, han causado una mezcla de preocupación, disgusto y malestar en la Casa Blanca.
Así, en las últimas fechas, Washington ha desplegado una verdadera artillería de amenazas, provocaciones y acusaciones contra Beijing. En primera instancia, además de descalificar su rol como mediador y de acusarlo de enviar armas a Rusia, amenazó con tomar represalias si ayudaba al Kremlin a sortear las sanciones.
El titular de LaIguana.TV expresó: «EEUU advierte a China de ‘graves consecuencias’ si ayuda a Rusia a eludir las sanciones«.
En el cuerpo de la noticia se indica que la ayuda a Rusia por parte de China para eludir sanciones estadounidenses sería una «preocupación muy seria» para Washington y tendría «graves consecuencias» para el país asiático, advirtió la secretaria del Tesoro de los Estados Unidos, Janet Yellen.
En su discurso ante los jefes de Finanzas del G20 celebrada el pasado 23 de febrero en la ciudad india de Bangalore, Yellen no solo afirmó que Occidente seguía intensificando sus esfuerzos para ayudar a Ucrania, sino que también anunció que Estados Unidos tomaría duras medidas para combatir la evasión de las sanciones antirrusas.
«Buscamos reforzar las sanciones y asegurarnos de que abordamos las violaciones de las sanciones», dijo la funcionaria.
Según ella, la Casa Blanca advirtió al gobierno chino que tomaría represalias si ayudaba a Moscú de cualquier manera:
«Hemos dejado claro que la prestación de apoyo material a Rusia o la asistencia en cualquier tipo de evasión sistemática de sanciones sería una preocupación muy seria para nosotros. Ciertamente seguiremos dejando claro al Gobierno chino y a las empresas y bancos de su jurisdicción cuáles son las normas respecto nuestras sanciones y las graves consecuencias a las que se enfrentarían por violarlas», declaró Yellen.
«¿Realmente Estados Unidos tienen cómo cumplir estas amenazas contra China? ¿Están en capacidad de presionar económicamente contra un país que es dueño de la mayor parte de su deuda externa?», preguntó Pérez Pirela.
No se trató de un ‘bluff’. Con independencia de la ilegalidad de estos procederes, a inicios de esta semana, Washington impuso un veto a TikTok que fue rápidamente secundado por otras naciones occidentales, con el argumento de que la popular aplicación de videos representa una amenaza para su seguridad nacional.
«Estados Unidos nos quieren vender el capitalismo, pero si otra nación le gana sus mercados, con sus propias reglas, se vuelven los más controladores de la economía, aplican el proteccionismo que le critican al resto del planeta», agregó el presentador.
Beijing no está dispuesta a tolerar amenazas y sanciones y además ha devuelto la pelota al terreno del Occidente colectivo, al que acusa de politizar las relaciones comerciales.
En el último año, el comercio de hidrocarburos entre las dos potencias asiáticas experimentó alzas significativas y los lazos bilaterales en todas las áreas se estrecharon todavía más, por lo que mal puede decirse que Estados Unidos y sus aliados están sancionando a China por asuntos de «seguridad nacional».
En dos platos: Washington pretende cobrarle a China que no haya secundado su política de sanciones y condenas contra Rusia, que no se calle la boca ante el expansionismo de la OTAN y que no se quede de brazos cruzados mientras sus compañías son vetadas en Occidente con diversos pretextos.
De momento, en el Pentágono hablan abiertamente de una eventual guerra contra China, le ponen fechas posibles –algunos voceros han fijado como límite 2025– y otros señalan sin rubores que la mejor forma de evitar ese conflicto es demostrando que Estados Unidos puede ganarlo.
La nota de LaIguana.TV al respecto tuvo el siguiente titular fue: «La mejor manera de evitar una guerra contra China es demostrar que podemos ganar: asegura EEUU«.
Estados Unidos quiere evitar una guerra terrestre en Asia, pero al mismo tiempo quiere demostrar a China y a otros países de la región que se está preparado para una guerra de este tipo y que puede ganarla, afirmó este lunes la secretaria del Ejército de los Estados Unidos, Christine Wormuth.
«Nuestro objetivo es evitar librar una guerra terrestre en Asia», declaró la alta funcionaria en una conferencia organizada por el Instituto Empresarial Estadounidense en Washington, agregando que «se trata de disuasión».
Wormuth subrayó que Washington quiere «bajar la temperatura en las relaciones con China», pero «obviamente» debe prepararse «para luchar y ganar esa guerra», al tiempo que descartó que China intente retomar el control de Taiwán por la fuerza en el corto plazo.
«La mejor manera de evitar una guerra es demostrar a China y a los países de la región que realmente podemos ganar esa guerra», reiteró.
Este conflicto, cuya dependencia de la guerra proxy de la OTAN contra Rusia que se disputa en Ucrania resulta ya inocultable, está en pleno desarrollo y es posible que se mantenga fuera de las arenas bélicas abiertas durante varios años, siempre que Estados Unidos no opte por usar a Taiwán como arma contra China.
Esta es la línea roja de Beijing y, dados los antecedentes en Ucrania, no debe descartarse que los países occidentales liderados por la Casa Blanca, se embarquen en una operación a mediano plazo para lograr que este globo de ensayo contra Rusia se repita en el Este.
(LaIguana.TV)