lunes, 21 / 04 / 2025
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Guerra viva: ¿Qué hay detrás del ataque con drones al Kremlin?

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“Detrás del ataque al Kremlin está Estados Unidos, no tengan la menor duda, igual que estuvo detrás de la voladura de los gasoductos Nord Stream 1 y 2”, afirmó Miguel Ángel Pérez Pirela al abordar el análisis de la reciente acción contra la sede del gobierno ruso, en Moscú.

En su programa Desde Donde Sea, el filósofo, escritor y comunicador político venezolano reseñó que tras varias semanas de estancamiento en el frente, la guerra proxy entre Rusia y la OTAN que se libra en Ucrania acaparó nuevamente titulares, al conocerse que dos vehículos aéreos sobrepasaron la muralla del Kremlin, sede del poder ruso, con la aparente intención de asesinar al presidente Vladímir Putin.

Mostró el Iguanazo, una caricatura de Iván Lira en la que una persona observa el vuelo de una aeronave no tripulada y dice: “El dron es el argumento de los que no tienen la razón”.

Los hechos

Para ubicar el tema, presentó la nota de LaIguana.TV titulada: “Rusia denuncia intento de asesinato con drones contra Putin”.

En el cuerpo de la información se señala que Ucrania intentó atacar el Kremlin con drones la madrugada del 3 de mayo y la acción fue calificada por el gobierno ruso como un intento de magnicidio contra el presidente Vladímir Putin.

«Como resultado de las acciones oportunas tomadas por los servicios militares y especiales con el uso de sistemas de guerra por radar, los vehículos quedaron fuera de servicio», precisó la oficina de prensa del Kremlin.

De acuerdo con esa fuente, dos vehículos aéreos no tripulados apuntaban al complejo –considerado como uno de los más vigilados del mundo–, pero fueron derribados antes de dar en el blanco, como se aprecia en videos captados por transeúntes divulgados en las redes sociales y luego replicados por los medios rusos.

«Consideramos estas acciones como un acto terrorista planificado y un atentado contra el presidente, realizado en vísperas del Día de la Victoria, el Desfile del 9 de Mayo, en el que también está prevista la presencia de invitados extranjeros», afirmaron desde la oficina de comunicaciones del Kremlin.

Destacaron asimismo que Putin no resultó herido, como tampoco ninguna otra persona, pero aparentemente sí se produjeron daños materiales menores. Los videos del atentado muestran una explosión cerca de una de las cúpulas del complejo del Kremlin, incluido por la Unesco en la lista de Patrimonios de la Humanidad pues alberga verdaderas joyas arquitectónicas.

Adicionalmente, Rusia advirtió que se reservaría el derecho de responder «donde y cuando» lo estimara oportuno.

Como destacó la cadena teleSUR en su informe, el ataque se produjo luego de que el ejército ucraniano ocasionara el descarrilamiento de un tren en la región de Briansk, cerca de la frontera con Ucrania, así como del incendio de un depósito de combustible en la ciudad de Rostov del Don.

En la jornada del pasado martes, las autoridades comunicaron que el Servicio Federal de Inteligencia (FSB) desarticuló un plan para asesinar a altas autoridades de la República de Crimea, que volvió a la soberanía rusa tras un referéndum celebrado en 2014.

RT en Español reseñó que se escogieron como blancos al jefe de la República de Crimea, Serguéi Aksiónov, al presidente del Parlamento de Crimea, Vladímir Konstantínov, y la alcaldesa de la ciudad de Yalta, Yanina Pavlénko, al tiempo que se planeaba atacar en paralelo la infraestructura de transporte.

Por los hechos resultaron detenidos seis ciudadanos de nacionalidades rusa y ucraniana (no se aportaron más precisiones), a los que se les acusa de planificar acciones terroristas, «espiar a funcionarios utilizando medios técnicos especiales y adquirir armas de fuego», así como a un ruso-búlgaro que habría introducido ilegalmente a Rusia explosivos y sus componentes.

A esto se añade que el pasado sábado se incendiaron cuatro tanques de combustible en Sebastopol tras recibir fuego de Ucrania y este miércoles, el ejército ruso derribó dos drones en la península.

Ucrania ha atacado territorio ruso

Este recuento reciente nos permite apuntar en una dirección reseñada con poco entusiasmo en medios rusos, pero también occidentales: desde que inició la guerra, el ejército de Ucrania ha estado atacando el territorio ruso –no hablamos de Donetsk y Lugansk, bajo fuego desde 2014– cercano a la frontera.

Por lo general, estas acciones se han saldado con daños a infraestructuras civiles y militares, pero rara vez han resultado en bajas de personas comunes.

En pocas palabras, pese a las airadas declaraciones del Kremlin sobre no tolerar ataques militares en su territorio, lo cierto es que estos se han venido sucediendo con regularidad desde febrero de 2022, con picos como los registrados en las últimas jornadas, algo que ha sido interpretado por propios y extraños –incluyendo al grupo mercenario Wagner– como el inicio de la anunciada contraofensiva ucraniana.

Por otra parte, si bien estos incidentes lucen coherentes en un contexto bélico como el que se desarrolla en el este de Ucrania, no pareciera que Kiev disponga por sí misma de los medios para atacar directamente al Kremlin, algo que ni Hitler ni Napoleón Bonaparte lograron, a pesar de tener tropas desplegadas en las cercanías de la ciudad.

“A nuestro juicio, es en este contexto donde deben interpretarse las reacciones y señalamientos que se sucedieron al intento de magnicidio contra Vladímir Putin”, puntualizó el moderador del programa.

Empezando el recuento por Ucrania, su presidente, Volodímir Zelenski, negó la implicación de su país en el hecho. «No atacamos a Putin ni a Moscú, lo dejamos para un tribunal», aseguró desde Finlandia, donde cumple una visita oficial. En su decir, Kiev no dispone de suficientes armas, por lo que «no las utiliza en ningún otro lugar».

El ministro de Defensa ucraniano, Alexéi Réznikov, deslizó en una conversación con The Washington Post que se trataba de una operación de falsa bandera. «Si algunos funcionarios del Kremlin intentan acusar a alguien, pueden acusarse a sí mismos», dijo.

Pese a esto, el Servicio Postal de Ucrania comunicó este jueves que lanzaría un sello conmemorativo en ocasión del ataque al Kremlin, lo que ha sido valorado como una reivindicación tácita del atentado.

Tras las declaraciones de Zelenski, la prensa hegemónica occidental se aprestó a reseñar el incidente en términos de «Rusia dice que…», es decir: «No sabemos si es verdad», relato al que también contribuyeron altos funcionarios estadounidenses.

Estados Unidos lo niega, pero está implicado

El secretario de Estado, Antony Blinken, aseguró en una entrevista televisiva que el Pentágono no manejaba información precisa sobre lo sucedido y advirtió que todo cuanto dijera el Kremlin tenía que tomarse «con cuidado».

Y aunque Blinken sostuvo que la decisión de atacar o no territorio ruso recae en Ucrania, sus declaraciones fueron matizadas posteriormente por Karine Jean-Pierre, portavoz de la Casa Blanca, quien aseveró que Estados Unidos no alienta a Kiev para que perpetre ataques militares fuera de sus fronteras. “No los alientan: lo hacen directamente”, ironizó Pérez Pirela.

La vocera también rebajó los señalamientos de Blinken acerca de la autenticidad del ataque, al apuntar que Washington prefería no especular sobre el informe de Moscú.

Previamente, la cadena CNN había reportado que Estados Unidos no había recibido ninguna información para alertar sobre el ataque y que las autoridades investigaban para determinar qué había sucedido exactamente, según le habría dicho al medio un funcionario cuyo nombre no fue revelado.

Este informe fue replicado casi al calco por el portavoz del Consejo de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby: «Nosotros todavía realmente no sabemos qué pasó. Puedo asegurarles que no hubo participación de Estados Unidos en esto, sea lo que sea».

“Detrás del ataque al Kremlin está Estados Unidos, no tengan la menor duda, igual que estuvo detrás de la voladura de los gasoductos Nord Stream 1 y 2”, aseveró Pérez Pirela, tras completar la reseña de las declaraciones de funcionarios estadounidenses sobre el tema.

Otras opiniones

Por su lado, China instó a las partes a «evitar tomar cualquier acción que pueda agravar aún más la situación», según declaraciones ofrecidas este jueves por la portavoz Mao Ning, que coinciden parcialmente con lo expresado por el portavoz adjunto de la ONU, Farhan Haq, quien además señaló que la organización no pudo confirmar los informes del ataque divulgados por Rusia.

Desde Francia, otro de los pesos pesados de la OTAN, la ministra de Asuntos Exteriores, Catherine Colonna, calificó de incidente «extraño» y «misterioso» el intento de ataque con drones contra el Kremlin perpetrado la madrugada del 3 de mayo.

«No dispongo de ninguna información privilegiada, así que no voy a participar en el juego de hipótesis. Pero el hecho es que hay varias hipótesis (…). Y lo menos que podemos decir es que este episodio es realmente extraño. (…) Esto no es muy comprensible en situaciones normales. Por eso no quiero ir más allá de la elección del adjetivo extraño o quizás misterioso», sostuvo la ministra en una entrevista con France Inter.

Cuando se le preguntó sobre la eventual implicación de Kiev en el atentado, Colonna defendió lo dicho por Zelenski: «Los ucranianos declararon ayer oficialmente que no tienen nada que ver con este suceso, que sigue sin explicación».

“Como se desprende de lo anterior, hay un claro interés en el así llamado Occidente colectivo por poner en tela de juicio no el ataque, ya que es imposible negarlo, en función de los numerosos registros audiovisuales que han circulado por todo el internet, pero sí la autoría –recalcó el presentador-.Este modus operandi no es para nada novedoso y recientemente lo vimos desplegado con toda su fuerza, a propósito de los ataques contra los gasoductos Nord Stream en el mar Báltico: todos los dedos apuntaron a Moscú, aunque no había ninguna razón para ello”.

Añadió que no por casualidad el miércoles el servicio en español de la BBC publicó en su portal web un trabajo intitulado «La investigación que revela que ‘barcos fantasma’ rusos fueron detectados cerca del gasoducto Nord Stream poco antes de las explosiones en septiembre».

Es el último de un conjunto de reportes e informes que han aparecido en grandes medios para echar abajo la implicación de la OTAN en el atentado, que quedó prácticamente fuera de cuestión tras las revelaciones que hiciera el periodista estadounidense Seymour Hersh.

Reacciones rusas

Como cabía esperar, en Moscú no se contentaron con señalar a Ucrania y tampoco se quedaron de brazos cruzados ante la insinuación de que Rusia orquestó un ataque de falsa bandera.

Dmitri Medvédev, expresidente de Rusia y actual vicepresidente del Consejo de Estado de la Federación –quien en el marco de la guerra a menudo ofrece declaraciones extremistas e incendiarias– pidió «la eliminación física» del presidente ucraniano.

«Después del ataque terrorista de hoy, no quedan más opciones que la eliminación física de Zelenski y su camarilla. Ni siquiera es necesario para firmar un acto de rendición incondicional. Hitler tampoco lo firmó», escribió Medvédev en su canal de Telegram.

En declaraciones ofrecidas a la agencia TASS, el embajador ruso en Washington, Anatoli Antónov, advirtió que su país «responderá al insolente y arrogante ataque terrorista cuando lo considere necesario. Responderá en conformidad con las evaluaciones a esta amenaza que Kiev ha creado para el gobierno» del presidente Vladímir Putin.

De momento, la respuesta rusa parece haberse concentrado exclusivamente en Ucrania. Desde este mismo miércoles, las alertas aéreas han sonado en todo el país, incluso en Kiev, sobre la que Rusia se había abstenido de lanzar bombas desde las primeras semanas de la guerra.

Además de esto, la portavoz de la Cancillería, María Zajárova afirmó este jueves que la OTAN es responsable del ataque con aviones no tripulados contra el complejo del Kremlin, con independencia de que el perpetrador sea Ucrania.

Zajárova también criticó el uso propagandístico que ha hecho el gobierno ucraniano de los ataques recientes contra zonas específicas de Rusia, en el contexto de la contraofensiva ucraniana de primavera, diseñada y financiada por gobiernos occidentales.

“En este punto, conviene detenerse en lo que sugieren las declaraciones de los involucrados –comentó Pérez Pirela-. En primer lugar, si bien no tenemos cómo calibrar el alcance de las altisonantes declaraciones de Medvédev, la alusión que hizo a la victoria soviética en la Gran Guerra Patria sobre el nazismo parece responder a la proximidad de la conmemoración de la fecha, que habitualmente implica un desfile militar en las inmediaciones de la Plaza Roja y un discurso del presidente”.

Acotó que en ese mismo orden tampoco puede dejarse de lado que Moscú no ha estado bajo fuego directo en varios siglos, pues el imparable ejército alemán de la Segunda Guerra Mundial se quedó a las puertas de la ciudad, como en su día le sucediera al ejército napoleónico. En su tiempo, las formaciones eran consideradas como las más poderosas de todo el mundo.

“Con estos datos históricos en mente, luce improbable que el gobierno de Vladímir Putin preparara una operación de falsa bandera, que lejos de beneficiarle propagandísticamente, mostraría la debilidad de la defensa aérea rusa, pues no uno sino dos drones lograron ingresar al Kremlin antes de ser derribados”, enfatizó el director de LaIguana.TV.

Venezuela solidaria con Rusia

“Por otra parte, el intentar magnicidios con drones tampoco constituye una novedad. A inicios de agosto de 2018, se perpetró un ataque con aviones no tripulados contra el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, y casi todos los miembros de más alto nivel de su gobierno en un desfile militar”, prosiguió el conductor de Desde Donde Sea.

A su juicio, esto explica en buena medida por qué Caracas se aprestó a condenar vehementemente el ataque y no puso en duda la versión de las autoridades rusas, pues vieron la repetición de una película que ya conocemos muy bien por estos lados.

La solidaridad de Venezuela –cuya Cancillería insiste en la necesidad de alcanzar una paz negociada en Ucrania, con independencia de las estrechas relaciones con Rusia– se tradujo en una conversación telefónica entre Putin y Maduro comunicada por el servicio de prensa del Kremlin.

LaIguana.TV tituló así sobre este tema: “Ataque contra el Kremlin y asociación estratégica ruso-venezolana: Maduro y Putin conversan”.

En esa nota se indica que en el marco de una conversación telefónica con su homólogo ruso, Vladímir Putin, el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, condenó enérgicamente el intento de Ucrania de atacar con drones el Kremlin.

Según reseñó la oficina de comunicaciones del gobierno ruso, los mandatarios también discutieron sobre el desarrollo estratégico de la relación entre los dos países, incluida la implementación de proyectos conjuntos en los campos comercial, económico, energético y humanitario.

En declaraciones públicas, Maduro manifestó «su total condena al intento de magnicidio» contra Putin.

Además, en un comunicado difundido por el canciller Yván Gil, el Gobierno Bolivariano destacó «la efectiva acción de los cuerpos de seguridad rusos que oportunamente lograron neutralizar dos vehículos aéreos no tripulados dirigidos hacia el palacio del Kremlin, cuya infame intención era atentar contra la vida del presidente Putin».

En el caso del magnicidio frustrado en Venezuela, las investigaciones arrojaron que si bien el atentado se planificó en Colombia con la implicación directa del gobierno del entonces presidente, Juan Manuel Santos, y políticos del ala extremista de la oposición, fue ejecutado desde las cercanías del sitio donde se desarrollaba la actividad.

Esta precisión es importante. Aunque los drones que la OTAN ha proporcionado a Ucrania tienen amplia autonomía, esta no alcanza para llegar a Moscú y hacer blanco en el Kremlin. De allí que, a esta altura, la hipótesis más razonable es que los aviones no tripulados se hayan desplegado en la propia capital rusa e incluso cerca de la sede del gobierno.

Asimismo, tampoco puede obviarse que Estados Unidos acumula experiencia en ejecutar asesinatos milimétricos de personajes de alto perfil a través de explosiones causadas con drones.

Es decir, aunque la operación haya requerido captar agentes locales afines a la causa ucraniana, esto no significa que se trató de una acción ejecutada al margen del alto mando de la OTAN, ni por grupos no controlados por el gobierno de Zelenski, porque aunque parezca simple, es evidente tiene tras de sí un arduo trabajo de inteligencia del más alto nivel.

Un pequeño grupo extremista no podría hacer solo la tarea, sencillamente porque no tendría acceso a datos vitales para ejecutarla cabalmente, pese a que en Occidente hacen esfuerzos por apuntalar esta versión, que solo se apoya en su negativa a reconocer que están implicados.

La elección de la fecha tampoco parece obedecer a la casualidad, pues coincidió con la Masacre de los Sindicatos en Odessa, donde fuerzas neonazis y ultranacionalistas de Ucrania quemaron vivas y remataron a golpes a 48 personas de etnia rusa. La investigación se archivó y nadie pagó por los crímenes.

El incidente es considerado, junto al golpe de Estado conocido como Euromaidán, como uno de los detonantes de la confrontación que se desató  en Donetsk y Lugansk, que a su vez constituyó el punto de partida de la guerra por aproximación entre la Alianza Atlántica y Rusia.

“Todavía es pronto para saber qué resonancias tendrá el ataque con drones contra el Kremlin en el desarrollo de la guerra en Ucrania, pero no deja de resultar llamativo que se intente un magnicidio contra un personaje de tan alto perfil como Vladímir Putin fuera del conocimiento de Washington, como se insiste desde las vocerías y medios occidentales”, opinó Pérez Pirela.

Recordó que en 2011, la entonces secretaria de Estado de los Estados Unidos, Hillary Clinton, comandó personalmente la operación en la que se asesinó a mansalva al líder libio Muammar Gaddafi. Y en la década de los 2000, la Casa Blanca capturó al presidente iraquí Saddam Hussein y al mandatario serbio Slobodan Milošević para juzgarlos en cortes internacionales por crímenes de guerra y genocidio.

Hussein murió en la ahorca y Milošević falleció en circunstancias dudosas mientras se celebraba su juicio en el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia y tras habérsele negado una solicitud para recibir tratamiento médico en Moscú.

Públicamente, la OTAN y sus aliados, incluyendo a Ucrania, han expresado que desean llevar a Putin a la Corte Penal Internacional bajo cargos análogos a los que se le imputaron a Milošević, pero no puede descartarse que en realidad estén trabajando para la eliminación del mandatario ruso.

Más allá de cualquier propaganda, Rusia es la principal potencia nuclear del planeta y en tales condiciones, resulta virtualmente imposible derrotarla en el campo de batalla, como han solicitado, entre otros, Josep Borrell, Jens Stoltenberg, Úrsula von der Leyen y Zelenski.

El Kremlin ha reiterado que no desea que la guerra alcance el nivel en el que sea indispensable usar armas termonucleares, pero también ha advertido que está dispuesto a utilizarlas en caso de que vea amenazada su existencia. El propio Vladímir Putin ha dicho que tales declaraciones «no son un farol», por lo que deben ser tomadas completamente en serio.

Al otro lado del tablero, es decir, en Washington, tampoco lucen comprometidos con la idea de embarcarse en una guerra nuclear con Rusia bajo ninguna circunstancia. Incluso, a pesar de que es obvio que son los verdaderos directores de orquesta en el ejército ucraniano, han repetido con insistencia que no quieren enfrentarse directamente a Moscú.

Guerra estancada

Haciendo un balance, declaró que lo cierto parece ser que, a la fecha, la guerra está estancada. Ucrania ha perpetrado ataques contra infraestructuras dentro del territorio ruso y en la región de Donetsk –en este caso, a menudo contra blancos civiles– y hasta la víspera, Rusia había hecho otro tanto en zonas del este ucraniano, si bien en las últimas horas se reportaron bombardeos en Kiev.

En tierra, el foco de las operaciones está hace meses en la población de Bajmut, donde se enfrentan el ejército ucraniano, mercenarios occidentales y el grupo Wagner, un ejército paramilitar que actúa en el frente con permiso del gobierno ruso.

Entretanto, China y Brasil han puesto sobre la mesa iniciativas de paz, que aunque han sido aplaudidas en los micrófonos por parte de Moscú, aún no dan muestras concretas de salir adelante.

(LaIguana.TV)

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