lunes, 21 / 04 / 2025
– Publicidad –

Mancuso reveló que orden de enterrar cuerpos en Venezuela fue idea de las fuerzas públicas colombianas

Publicado el

Las espeluznantes declaraciones del exjefe paramilitar Salvatore Mancuso son una nueva prueba de que el paramilitarismo no nació por obra y gracia del Espíritu Santo ni por evolución darwiniana, sino como una decisión política y bélica del Estado colombiano para tener un brazo armado ilegal que le permitiera realizar atrocidades contra la guerrilla, los campesinos, las comunidades organizadas, los estudiantes y los partidos políticos que no les resultaran simpáticos. De esa manera, el Estado colombiano pudo desaparecer gente, crear fosas comunes, sembrar el terror y todo ello librando al Ejército de responsabilidad.

Esta fue una de las conclusiones del análisis presentado por el filósofo y comunicador político Miguel Ángel Pérez Pirela, en su programa Desde Donde Sea, acerca de las confesiones de Mancuso ante la Jurisdicción Especial de Paz (JEP).

“Estos testimonios ratifican que  desde el gobierno colombiano se emprendieron acciones concretas para que los paramilitares controlaran los espacios de toma de decisiones, una denuncia que fue formulada tempranamente por políticos que formaban parte de la oposición como el actual mandatario, Gustavo Petro, y la senadora Piedad Córdoba”, agregó el presentador.

Añadió que en todo ese proceso, una figura clave fue Álvaro Uribe Vélez, quien logró llegar a la presidencia, a diferencia de Pablo Escobar. “Así consiguió institucionalizar el paramilitarismo que actuaba de la mano con las fuerzas armadas colombianas en las acciones más viles, absurdas e inhumanas que alguien pueda imaginar”, apuntó.

Los hechos

El exjefe paramilitar Salvatore Mancuso admitió ante la JEP que las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) lideradas por Carlos Castaño perpetraron toda clase de crímenes y llegaron a ostentar buena parte del poder político del país.

Particular impacto causaron en este lado de la frontera, su revelación de que las AUC enterraron a unas 200 víctimas en fosas comunes dentro de territorio venezolano entre los años 2000 y 2002.

La nota de LaIguana.TV al respecto se tituló: “Grave: Mancuso confesó que paramilitares enterraron unos 200 cuerpos en fosas comunes en Venezuela”.

En el texto de la noticia se relata que el exjefe paramilitar Salvatore Mancuso, quien fue extraditado en 2008 a Estados Unidos, reveló que las AUC enterraron los cuerpos de al menos unas 200 víctimas en fosas comunes en Venezuela entre los años 2000 y 2002.

«Los integrantes de las autodefensas pasaban a Venezuela y enterraban los cuerpos en unas fosas comunes que fuimos creando. Allá debe haber por lo menos 200 cuerpos», sostuvo durante la segunda sesión de la Audiencia Única de Verdad de Salvatore Mancuso ante la a JEP.

Según señaló Mancuso, para desaparecer los cuerpos hubo «coordinación también con militares y fuerza pública del lado de Venezuela». Sin embargo, no precisó nombres.

El exjefe paramilitar detalló asimismo que las fosas estarían ubicadas en San Cristóbal, Ureña, San Antonio, La Fría y Boca de Grita, en Táchira, mientras que las víctimas procedían de distintas localidades del departamento de Norte de Santander, donde las AUC ejercían amplio control social y político.

En los videos presentados en el programa, Mancuso explica que durante un tiempo, los cadáveres de las personas asesinadas por las AUC eran incinerados en unos hornos para ladrillos, pero como esta actividad fue denunciada por familiares de las víctimas y organizaciones de derechos humanos, se clausuró ese lugar y se adoptó la práctica de lanzar los cuerpos al río o enterrarlos en el lado venezolano, donde, según sus cálculos, debe haber al menos 200 individuos, a quienes recomienda exhumar y repatriar. Aseguró el paramilitar que para utilizar el territorio venezolano como improvisado cementerio, contaron con la cooperación de autoridades militares y civiles venezolanas.

Mancuso realizó estas cruentas declaraciones en su segundo día de comparecencia ante la JEP, a propósito del proceso que se sigue para investigar y sancionar las acciones de los grupos paramilitares en Colombia que se cometieron antes del 1º de diciembre de 2016.

En una intervención previa, el exjefe paramilitar admitió que las Autodefensas Unidas de Colombia llegaron a controlar «gran parte» del Congreso, así como numerosos gobiernos regionales y locales.

Además admitió que los diálogos entre el entonces presidente, Álvaro Uribe Vélez, y el grupo del que hacía parte, permitieron «el fortalecimiento» de la estructura paraestatal dentro del propio Estado.

Hubo denuncias

Enfatizó Pérez Pirela que las denuncias sobre estos hechos fueron formuladas en su momento por importantes figuras de la política colombiana.  Políticos que eran parte de la oposición como el actual mandatario, Gustavo Petro, y la senadora Piedad Córdoba, acusaron tempranamente al gobierno de emprender acciones concretas para que los paramilitares controlaran los espacios de toma de decisiones.

En 2004, cuando Petro era un joven representante en la Cámara Baja del Congreso, fue una de las pocas voces que reclamó con dureza la ovación que recibiera el jefe paramilitar en el pleno del Legislativo.

Con la vehemencia que le caracteriza, Petro tachó a Mancuso de narcoparamilitar y señaló que Uribe estaba «secuestrado por los paramilitares», a quienes había hipotecado la posibilidad de optar a un segundo mandato tras una enmienda constitucional presentada en el Congreso.

Ofreció un video de las declaraciones de Petro, hace 19 años en las que hizo esta denuncia. “Es impresionante la claridad que ya tenía el actual presidente sobre ese tema”, comentó Pérez Pirela.

Aseguró que después de aquel discurso, no quedan dudas de la existencia de la así llamada parapolítica en Colombia y tampoco del horror que causaron los paramilitares y sus aliados políticos, muchos de los cuales lograron evadir el brazo de la justicia en virtud de que las asociaciones con el gobierno se extendieron durante los mandatos de Juan Manuel Santos e Iván Duque.

“La parapolítica es uno de los temas que he venido investigando todos estos años. Recomiendo consultar el libro Parapolítica, la ruta de la expansión paramilitar y los acuerdos políticos, de la Fundación Nuevo Arcoíris, a la que respeto mucho. Es una investigación escalofriante”, dijo el moderador.

Fosas comunes en Venezuela

La novedad de las declaraciones de Mancuso reside en que, según él, hay fosas comunes en Venezuela que fueron cavadas con participación de miembros del estamento militar venezolano y de algunas autoridades. “Esto debe significar la apertura de investigaciones, al menos de la Asamblea Nacional”, subrayó el también director de LaIguana.TV.

Esas acciones coincidieron en tiempo con eventos como el secuestro del empresario venezolano Richard Boulton, quien permaneció cautivo dos años en un campamento de las AUC, así como en la preparación de la Operación Daktari, con la que se pretendía asesinar al entonces presidente venezolano, Hugo Chávez Frías.

“Sobre este último tema, les recomiendo este libro, La invasión paramilitar, la Operación Daktari, que escribí a cuatro manos con el intelectual, historiador, abogado, escritor e investigador Luis Britto García. Se consigue gratuitamente en internet –destacó-. Cuando lo publicamos había tres tipos de negacionistas: los que decían que no había paramilitares en las zonas fronterizas; los que decían que no los había en las grandes ciudades; y los que decían que no estaban en Caracas. Nosotros demostramos que estaban en esos tres espacios, en el caso de Caracas, vinculados a las organizaciones de la delincuencia común”.

Recalcó que desde la era Uribe hay constancia de la presencia paramilitar colombiana en Venezuela. Y aunque sus operaciones han estado centradas en la extensa frontera común, en los últimos años los remanentes de las autodefensas y de otros grupos han establecido alianzas con megabandas de la delincuencia organizada en otras zonas del país para crear corredores aptos para el tráfico de cocaína.

Como ejemplo, citó que en 2020 la banda de «el Wilexis», a la que se señala de nexos con el paramilitarismo y el ala extremista de la oposición, se encargó de crear caos en un populoso sector de Caracas los días previos a la fallida Operación Gedeón, con la que se intentó invadir a Venezuela desde Colombia.

Además, como se recordará, a inicios de 2022 estalló un inusual escándalo de narcopolítica, por el que fueron capturados varios diputados a la Asamblea Nacional, así como una alcaldesa, entre otros altos funcionarios, a los que se sindicó de estar al servicio de cárteles de la droga asentados en Colombia, que como se sabe, son también una estructura paramilitar.

Cumbre de ministros de Defensa

Mientras se hacían públicas las inquietantes revelaciones de Mancuso, se reunían cara a cara en Caracas los ministros de Defensa Vladimir Padrino López (Venezuela) e Iván Velásquez Gómez (Colombia).

Padrino López aludió a la recomposición de los lazos binacionales en materia de seguridad, que se han traducido en más de 30 actividades diplomáticas, políticas, militares, comerciales y migratorias cuyos saldos positivos ya empiezan a manifestarse.

Por su lado, Velásquez calificó el encuentro como «muy fructífero» y destacó los esfuerzos de las partes para desarrollar una política común de seguridad fronteriza con enfoque identitario binacional.

Protesta no casual

De manera paralela, en la Plaza de Bolívar en Bogotá se desarrollaba una protesta antigubernamental de militares y policías en situación de retiro y reserva.

Según sus convocantes, el objetivo de la manifestación era expresar su apoyo a todos los agentes de la fuerza pública en Colombia, rechazar las acciones emprendidas por Gustavo Petro en materia de seguridad y presentar un pliego de demandas socioeconómicas a la Casa de Nariño.

Si bien la actividad fue fundamentalmente pacífica, un manifestante retiró la bandera de los pueblos originarios que había sido izada en la estatua del Libertador, mientras una multitud gritaba consignas como «¡Viva Colombia libre!, ¡Fuera Petro! y ¡Fuera guerrillero!

Entre otros asuntos exigen la atención a los militares y policías en condición de invalidez y disminución de capacidades que no alcanzaron a cumplir los requisitos de retiro, así como el respaldo a las víctimas de atentados, minas y hechos de violencia contra la fuerza pública, pues, aseguran, se sienten abandonados por el Estado. “No es casual que esto ocurra justo en este momento de las declaraciones de Mancuso y de la reunión de los ministros de Defensa. Cuidado y por ahí no viene el golpe suave contra Petro. Esto tiene un trasfondo político. Se trata de no dejar gobernar a Petro y sabotear los acuerdos de paz”, advirtió Pérez Pirela.

Origen del paramilitarismo

El moderador cerró su reflexión sobre este tema indicando que “el paramilitarismo no nació por obra y gracia del Espíritu Santo ni por evolución darwiniana, sino como una decisión política y bélica del Estado colombiano para tener un brazo armado ilegal que le permitiera realizar las atrocidades contra la guerrilla, los campesinos, las comunidades organizadas, los estudiantes y los partidos políticos que no les resultaran simpáticos. De esa manera, el Estado colombiano pudo desaparecer gente, crear fosas comunes, sembrar el terror y todo ello librando al Ejército de esa responsabilidad”.

“En todo ese proceso, una figura clave fue Álvaro Uribe Vélez, que logró llegar a la presidencia, a diferencia de Pablo Escobar. Así consiguió institucionalizar el paramilitarismo que actuaba de la mano con las fuerzas armadas colombianas en las acciones más viles, absurdas e inhumanas que alguien pueda imaginar, como las conocidas casas de pique, donde se trocea a las víctimas para desaparecerlas”, prosiguió.

Elevó un alerta al recordar que ese paramilitarismo ha estado siempre en estrecha alianza con la extrema derecha venezolana, en especial con gente como Leopoldo López y Juan Guaidó.

“Recordemos que Guaidó, cuando se trasladó a Colombia fue acompañado, escoltado y guiado por Los Rastrojos, una banda narcoparamilitar –precisó-. Y, por su lado, López tiene un viejo nexo histórico, de cuando era alcalde de Chacao y buscaba asesoría en materia de seguridad en Colombia. Por supuesto que no era para eso, porque Chacao es un municipio enano, minúsculo. Era para estructurar un complejo de terror que luego se vio cristalizado en las mal llamadas guarimbas (I y II), que no fueron otra cosa sino la sistematización de actos terroristas contra el pueblo civil chavista, independiente u opositor”.

“El paramilitarismo es un Frankenstein, un monstruo creado por el Estado colombiano que se ha esparcido por toda Latinoamérica. Se llegó a decir que la capital del paramilitarismo colombiano estaba en Maracaibo –puntualizó Pérez Pirela-.  En La cuestión colombo-venezolana, un libro que coordiné, se abordan numerosas aristas de este tema, a través de autores como Luis Britto García, Iraida Vargas, Mario Sanoja y Sergio Rodríguez”.

(LaIguana.TV)

Artículos relacionados

Continue to the category