“La bestia está agonizando, pero va a morir matando. Como lo dice Álvaro García Linera, estamos en un tiempo liminar, todavía no se sabe lo que va a pasar, pero la corriente profunda es que Venezuela tenía razón: el modelo neoliberal está muerto”, expresó el politólogo Juan Carlos Monedero en entrevista con el filósofo y comunicador político Miguel Ángel Pérez Pirela, en el programa Desde donde sea.
El especialista y docente español señaló que más de una década después de la publicación de su libro El gobierno de las palabras, en el que hablaba de tiempos de incertidumbre, esta sigue estando presente, incluso con mayor fuerza, y prueba de ello es la gran cantidad de pobres que votan por las opciones de la derecha más radical. “Es la alienación, y cuando tenemos a tanta gente alienada, hay que seguir hablando de tiempos de confusión”, dijo.
Miguel Ángel Pérez Pirela (MAPP): En tu libro El gobierno de las palabras, que se convirtió ya en un clásico en lengua castellana para quienes amamos los estudios, la ciencia y la filosofía política, colocaste un subtítulo que reza “la política para tiempos de confusión”. Esto lo dijiste hace diez años, pero ahora es cuando las cosas más han cambiado.
Juan Carlos Monedero (JCM): Le tengo gran cariño a ese libro. Ahora lo estoy editando y creo que va a ser casi un nuevo libro porque estos diez años han sido de muchos cambios. Tuve dudas si hacerlo, pero decidí seguir adelante porque para mí ese libro es un manual pensado para enfrentar la crisis del modelo neoliberal. En el momento en que lo escribí originalmente, 2008-2009, había prácticamente un terremoto de las grandes estructuras de nuestra sociedad. Estaban en crisis la idea de dios, la idea de nación, el mundo del trabajo, las ideologías… Seguía siendo reciente la caída de la Unión Soviética; estaban cambiando las familias, el desarrollo tecnológico. Era un momento muy gramsciano porque lo viejo no terminaba de marcharse y lo nuevo no terminaba de llegar. Allí se notaban las grandes dificultades de la izquierda para frenar los golpes. Queríamos seguir siendo anticapitalistas, pero ya no podíamos. Lo más que podíamos permitirnos era ser posneoliberales. Esa realidad sigue vigente hoy en día. Han pasado diez años, pero seguimos en la misma pelea. Les ganamos algunas batallas a la derecha, nos ganaron otras, regresamos. Como bien decía Marx, el abanico de respuestas del sistema cada vez es más estrecho. La bestia está agonizando, pero va a morir matando. Dice Álvaro García Linera, a quien tanto queremos, que este es un tiempo liminar, todavía no se sabe lo que va a pasar, pero la corriente profunda es que Venezuela tenía razón. El modelo neoliberal está muerto. Pero también es verdad que por primera vez en 50 años tenemos una guerra en Europa, es decir, que el modelo termina con algunas expresiones de violencia brutales. La guerra es una de ellas, pero hay más. Ayer pensaba que el horno crematorio del siglo XXI es el Mediterráneo, es donde estamos ya no gaseando, sino ahogando a ese ejército que nos sobra, esa gente que viene de los países a los que nosotros les hemos agotado sus recursos, les hemos desestabilizado sus gobiernos democráticos, no les hemos permitido prosperar. Ellos quieren llegar al norte y ya les estamos disparando directamente para que no lo logren. Todos esos contextos son propios de un animal moribundo y por eso lo que vamos a hacer con el libro es actualizarlo porque seguimos en tiempos de confusión. Y eso se expresa en el poco apoyo que tiene la izquierda en muchas partes del mundo. Cuando estás acorralado y a la defensiva tampoco puedes pensar mucho. No parece estar claro cuál es nuestro imaginario, nuestra utopía, la ruta hacían donde vamos. Por eso, a menudo, gente humilde termina siendo rehén del imaginario de la derecha. Lo vemos en Madrid, pero también aquí, en Ciudad de México, donde vemos a esos jóvenes que trabajan en las grandes compañías consultoras, vestidos de traje a pesar del clima caluroso, comiéndose un sándwich a toda prisa, ganando el salario mínimo, pero se creen lobos de Wall Street porque están trabajando para sus señores. Es la alienación, y cuando tenemos a tanta gente alienada, hay que seguir hablando de tiempos de confusión.
MAPP: Y en esos años de confusión pasamos por una pandemia, luego de la cual esperábamos tiempos de tranquilidad y lo que nos encontramos fue con una guerra en Europa.
JCM: Yo también escribí otro libro (El paciente cero eras tú), que me lo sugirieron mis amigos de la editorial Akal. Dije que sí porque la gente estaba escribiendo muchas pendejadas y hacía falta algo bien escrito que agradara al alma del lector, una reflexión honesta. Comencé con Antígona, quien fue castigada porque enterró a su hermano, en contra de la opinión del rey. El hermano se había enfrentado al rey y su gran castigo era que vagara por la eternidad. Ella desobedeció y lo enterró. Como era la enamorada del hijo del rey, no la mataron sino que la encerraron en una especie de santuario para que muera allí y, entonces, el hijo se mató… Es la típica tragedia griega. Yo tomé este ejemplo porque durante la pandemia no pudimos enterrar a nuestros muertos. En Madrid, la presidenta (Isabel Díaz Ayuso), que es del Partido Popular y amiga personal de Leopoldo López y María Corina Machado, dio la orden de no trasladar a los ancianos enfermos a los hospitales. Y se negó a que se medicalizaran las residencias porque eso costaba dinero y querían ahorrar. Murieron 7 mil 290 ancianos solos, entre estertores, sin poder hablar con sus familiares, sin poder ver a nadie, sin tener la paz de estar en contacto con sus hijos, pensando en que los dejaban en un escenario dantesco. Se supone que si hemos sido capaces de soportar ese dolor, debemos ser capaces de soportar cualquier otro. Pero yo no fui tan optimista. Es verdad que la gente en España salía a las 7 de la noche a aplaudir a los trabajadores sanitarios, pero me temía que al terminarse la pandemia eso se iba a olvidar. No iba a quedar una huella, y es lo que ha pasado. Hay una tensión entre la gente que entendió que había que participar otra vez de lo público, que gracias al Estado nos pudimos vacunar y sobrevivir; y, por otro lado, están los sinvergüenzas, los que vendían mascarillas caras y las farmacéuticas que se enriquecieron.
MAPP: Y los países de la Unión Europea, que se pelearon las mascarillas y se robaron entre ellos los insumos médicos. Ahora lo ocultan porque están bajo el paraguas de la OTAN, pero eso ocurrió.
JCM: Sí y hay otras tensiones. Ahora mismo hay una entre Francia y Alemania por cuestiones energéticas. De la misma manera, Francia siempre ha impedido que España prospere energéticamente. La UE tiene más de una alianza por intereses económicos que de hermandad política. Nace, como Comunidad Económica Europea, en 1956, con el trauma de la Segunda Guerra Mundial, pero eso se ha ido olvidando. Es igual a lo que pasa con nuestro gran aliado, Estados Unidos, que se dedica a espiar a sus hermanos. ¡Vaya aliado! Un aliado que le voló a Alemania el Nord Stream 2 para que no le llegue gas ruso y hacer que la economía alemana entre en recesión. Están empobreciendo radicalmente a Alemania.
MAPP: Y con ella, a la UE.
JCM: Claro. Y hay que ver el grado de complejidad. Olaf Scholz es socialdemócrata, pero la socialdemocracia alemana está muerta, sigue viviendo en el siglo XX. Hace un par de semanas hizo un comunicado diciendo que en política exterior, el principal enemigo de Alemania es Rusia…
MAPP: La historia no le ha enseñado nada a nadie.
JCM: Nada. Y fíjate que nos hemos gastado casi un billón de euros en armamentos y se está planteando aumentar los presupuestos para enfrentar a un país a cuya capital esta semana entraron casi 25 mil mercenarios… ¿Cómo es eso?
MAPP: Y aplaudidos por casi toda la mediática occidental. Los del Grupo Wagner pasaron a ser los héroes de la UE.
JCM: Siempre han sido unos mercenarios. Cuando estaban con Putin, los partidarios de él también lo aplaudían. Por eso insisto en lo que he dicho otras veces: no tenemos que confundir la geopolítica con la ideología. La geopolítica te puede llevar a tener aliados. Así ocurre con Rusia en América Latina, que se ha presentado como una alternativa al país que ha invadido siempre el continente, Estados Unidos. Si Rusia ayuda a que Estados Unidos no invada, no acogote o no ponga de rodillas a los países latinoamericanos, bienvenida sea, pero eso no implica que la construcción del socialismo ni en Venezuela ni en Colombia ni en ningún sitio tenga algo que ver con el gobierno de Putin, que es una barbaridad, un régimen donde tú y yo estaríamos en la cárcel. En el libro El gobierno de las palabras cité una frase que dice que cuando estás en una encrucijada, un solo paso en la dirección equivocada te lleva a miles de kilómetros del lugar a donde te dirigías. Entonces, ese es el momento de hacer buenos diagnósticos, de encerrarse en una biblioteca a pensar. Y ahora tenemos que desconectarnos de las redes sociales. Estamos leyendo informes escalofriantes sobre los efectos del teléfono celular y de las redes sociales incluso en el cerebro de la gente. Se está hablando incluso de influencia en el cociente intelectual. Son muchas horas encerrados en un mundo digital, alimentándonos con la dopamina que nos obliga permanentemente a buscar más información. Nuestros hijos están siendo envenenados por Marc Zuckerberg. No es extraño que el mal del siglo XXI sea la enfermedad mental. Quizá la expresión más brutal de todo esto sea el fentanilo en Estados Unidos, donde parece que la realidad imita al arte, con esos zombis, esos seres humanos abandonados a su maldita suerte. Es un escenario en el que los jóvenes que no mueran en la guerra, morirán por el fentanilo, ahogados en el Mediterráneo o en peleas entre bandas. Es un mundo terrible.
(LaIguana.TV)