Durante los dos últimos años se han hecho más que evidentes las prácticas de chantaje y persecución a las que han sido sometidos países y gobiernos del sur global por no suscribir las sanciones contra Rusia e incluso diseñar mecanismos para evadirlas o burlarlas, pero esto no es algo de lo que queden exentos los propios países europeos que decidieron no plegarse al juego antirruso desde el inicio de la operación rusa en Ucrania en febrero de 2022.
¿Qué han perdido o qué podrían perder estos países ante la Unión Europea y Estados Unidos? ¿cómo han tenido que pagar el no optar por la sumisión? ¿por qué se la siguen jugando? estos puntos son desarrollados en un nuevo capítulo de Entre Líneas.
Para muestra un botón
Serbia. Desde el inicio de la operación rusa en Ucrania se ha mantenido sólida en cuanto a no caer en la victimización y revictimización que hacen los medios internacionales y los funcionarios de la Unión Europea y de Estados Unidos sobre Ucrania. Su ministro de relaciones exteriores, Ivica Dacic, aseguró el año pasado que Ucrania les había “sorprendido desagradablemente” y que cuando se trata de Ucrania todo aparentemente se trata de soberanía, por lo que Serbia votó contra la violación de su integridad territorial; pero luego se vio que cuando se trata de velar por la integridad territorial serbia, Ucrania se abstiene. Por tanto, el funcionario enfatizó que “eso afectará actitudes en el futuro. Como nos trate alguien, así lo trataremos nosotros y punto».
Serbia ha sido tajante en todo lo que respecta al entrecomillado apoyo que se le brinda a Ucrania, pero esto también ha tratado de ser acallado por la prensa occidental afín a la OTAN, obligando al gobierno serbio a desmentir una y otra vez que han cedido a las peticiones de la Unión Europea de ser parte de una tercera guerra mundial librada en territorio ucraniano.
Sobre este punto, los bucles de desinformación son graves y sistemáticos pues Serbia incluso ha acusado al gobierno británico de cometer un genocidio contra el pueblo ucraniano a través del envío de su armamento radiactivo, especialmente los misiles de uranio empobrecido.
En medio de todo esto, era de esperarse que repentinamente surgieran manifestaciones masivas por cualquier conflicto interno en Serbia lo que lleva a la memoria inevitablemente los comienzos de cualquier revolución de color en Europa.
La dulce Unión Europea
En la parte presuntamente más alta de la pirámide que conforman los que operan en cada movilización antigubernamental que estalla de forma para nada espontánea en diferentes países europeos desde hace décadas, se encuentra el jefe de la Diplomacia de la Unión Europea, Josep Borrell. Él ya ha amenazado en tono condescendiente y en reiteradas ocasiones a los países balcánicos que no se enemistan con Moscú: Borrel ha dicho «celebramos las decisiones estratégicas y valientes de algunos de ellos, que se alinearon plenamente con nuestra política exterior y nuestras sanciones […]. Y también indicamos a los que aún no se han alineado plenamente, o no se han alineado en absoluto —y quiero mencionar especialmente a Serbia— que mantener estrechos lazos con Rusia no es compatible con su proceso de adhesión a la Unión Europea”.
Borrel dice esto manoteando en vano la solicitud de adhesión de Serbia a la Unión Europea que data de 2009, pero ante tan evidente intento de manipulación, el Ministro de Exteriores de Austria, Alexander Schallenberg, declaró con lo que mejor se puede responder: cero reacción emocional y mucha objetividad. Shallenberg aseguró que «Occidente debe seguir hablando con Rusia, y la administración estadounidense está haciendo lo mismo […]. Tenemos una responsabilidad global. Rusia no ha desaparecido del mapa. Rusia es el mayor vecino geográfico de la Unión Europea y la mayor potencia nuclear del planeta».
Serbia no responde mucho más de lo que ya ha dicho y demostrado con hechos, pero envió un mensaje al recibir recientemente al presidente cubano, Miguel Díaz Canel, asegurando que tanto gobierno como el pueblo serbio comprenden y apoyan la resistencia cubana ante los distintos mecanismos de aislamiento y asfixia a los que está sometido la isla desde hace medio siglo por un bloqueo. Un bloqueo que inició con sanciones y medidas coercitivas como las que el pasado mes de junio recrudeció la Unión Europea contra quien evada las medidas contra Rusia ya que, aparentemente, si bien han golpeado, no han podido evitar que ciertos países no dejen de mirar por sí mismos.
(LaIguana.TV)