sábado, 19 / 04 / 2025
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Contundentes: Las últimas movidas de Lula nos acercan al BRICS

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A partir de esta semana nuestro espacio Entre Líneas desarrollará una serie de lecturas de los intereses, aportes y proyecciones de los países miembros de los BRICS y cómo estos impactan la situación económica, política y comercial de otros países, tanto interesados en hacer parte del bloque como los gobiernos que le antagonizan en un contexto de inicio del proceso de desdolarización global.

La importancia del BRICS es reafirmada desde todas las perspectivas, por un lado ya lo ha dicho Günther Maihold, subdirector del Instituto Alemán para Asuntos Internacionales y de Seguridad (SWP), «el mito fundacional de las economías emergentes se ha desvanecido y los países BRICS viven actualmente su momento geopolítico tratando de posicionarse como portavoces del sur global y como contra modelo del G7»; desde la perspectiva de los pueblos y las mayorías, hoy más de 20 países han anunciado su intención de integrar este bloque de alguna manera. No se quieren quedar por fuera de la barca en medio del diluvio que supone que no hay alternativas para la vida de las mayorías en el sistema financiero y de cooperación interinstitucional que hoy dice que aún nos rige a plenitud.

Aunque las polémicas durante estas semanas giran en torno a la próxima cumbre de los BRICS a celebrarse de forma presencial en Johannesburgo, capital de Sudáfrica, esta semana la comunicadora e investigadora venezolana Naile Manjarrés se centra en Brasil y en el liderazgo suramericano que representa la figura de Luis Inácio Lula Da Silva, cuyas decisiones y declaraciones incluso en otros foros – como lo fue la cumbre CELAC-UE celebrada en Bruselas – acercan sin  lugar a dudas a otros países de Latinoamérica a lo que son las economías emergentes del BRICS, y los  beneficios de su estilo de cooperación.

Lula: la evidencia andante del limitado poder de EEUU

Desde la llegada de Lula al palacio presidencial de Planalto, Lula pese a condenar el operativo militar de Rusia en Ucrania, se negó a alinearse con occidente y decidió ejercer un papel de mediador y pacificador. Durante su reunión este año con el presidente de China, Xi Jinping, ambos expresaron su deseo de mantenerse neutrales en el conflicto armado entre Moscú y Kiev e insistieron en que «las negociaciones ofrecen la única salida a la crisis».

Pero un mediador y pacificador tiene que tener en cuenta todas las vertientes, no solo callar, unir las manos de los adversarios y apelar por la paz de los sepulcros para no incomodar, es por esto que el mandatario brasileño condenó a los gobiernos que «propician la guerra» con apoyo armamentístico, como EEUU y la UE. Brasil mantiene esa postura pese a las zalamerías del canciller de Alemania, quien no logró que Lula enviara armas al ejército de Ucrania.

Lula tiene un objetivo y no lo oculta: hacer realidad la idea de que el Banco de Inversiones del BRICS pueda convertirse en un contrapeso al Fondo Monetario Internacional y al Banco Mundial.

Ha dicho abiertamente que las alianzas económicas del BRICS se han expandido a los países del golfo Pérsico, y «quizá hagan falta varias décadas para destronar al dólar, pero el proceso ha empezado (…) EEUU y Europa se están enfrentando a los nuevos límites de su poder».

El peso de la B

Brasil es el país más grande de América del Sur. Sus principales exportaciones son las manufacturas, mineral de hierro, café, frutas, soja y otros productos agrícolas. En materia de comercio exterior Brasil se ha visto beneficiado por la creciente demanda de materias primas desde Asia, en especial China, un país que se ha convertido en el mayor socio comercial del país. Este poderío económico confiere gran peso a la hora de cualquier declaración política y Lula lo sabe, por ello denuncia abiertamente cuál es la postura brasileña ante los principales conflictos de interés geopolítico en el mundo: aboga por una sola China en lo que respecta al diferendo entre China y Taiwán, declarando que la isla “es una parte inseparable del territorio chino»; en materia ambiental, insiste en verbalizar el secreto a voces que significa que la financiación para el clima aportada por los países desarrollados sigue estando por debajo del compromiso de 100.000 millones de dólares anuales y no están cumpliendo sus obligaciones. Para variar.

Lula además ha frenado en seco con argumentos la propaganda negra por el acercamiento de Brasil a China asegurando que «Brasil tiene que firmar acuerdos con todos los países pues persigue el interés nacional”. El suyo.

A esta postura se pueden sumar hechos: Rusia es el principal proveedor de fertilizantes para el sector agrícola brasileño y China es el primer destino de sus exportaciones. Brasil no piensa ceder ante occidente en lo que respecta a sus intercambios con estos países BRICS por ello también denuncia las pretensiones de la UE de boicotear el desarrollo ajeno desde otros frentes, por ejemplo, basando su propuesta para el Mercosur en amenazas de sanciones contra los países latinoamericanos firmantes. Estos intentos de chantaje no han podido evitar ni que la ex presidenta Dilma Rousseff esté a cargo del banco de los BRICS, ni que China y Brasil ejecuten transacciones en reales y yuanes, ni que China prefiera el maíz brasilero y sudafricano antes que el estadounidense.

Por fuera de lo que hace Lula, pero como una indudable evidencia del efecto dominó de su influencia, ya 41 países aceptarán una divisa del BRICS. De continuar esto se materializaría la peor pesadilla de occidente: que además de alcanzar seguridad financiera, estas naciones puedan impulsar sus economías nacionales y sus grandes y pequeños negocios dejando a los europeos y a los estadounidenses, por fuera.

(LaIguana.TV)

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