lunes, 21 / 04 / 2025
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El verdadero riesgo de la crisis del fentanilo en América

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En algunas intervenciones de líderes mundiales o mejor dicho presidentes de países que participaron de la Asamblea General de la ONU, se tocaron muchos temas conocidos por todos y ante los cuales se está haciendo muy poco desde las actuales instituciones creadas para una gobernanza global. Estas intervenciones nos dejaron abiertos unos cuantos temas pendientes y que se asomó como novedad, o nueva contingencia, entre esos el exorbitante aumento de consumo de opiáceos, como un ejemplo de lo que tiene para ofrecer a la juventud, además de jornadas de trabajo interminables, la sociedad estadounidense y lo peligroso de que se concrete la exportación de este modelo de vida a otras juventudes.

En una nueva entrega de Entre Líneas aterrizamos datos sobre el polémico fentanilo, cuyo consumo masivo no es más que un síntoma de la gran dictadura a la que nos someten plácidamente las distintas industrias farmacéuticas. La dictadura de esos remedios que nunca han buscado acabar con enfermedades, físicas, mentales, emocionales, ni espirituales. Una industria que será la ejecutora de los últimos hachazos a la vida antes de que el viejo orden financiero global termine de expirar.

Según medios estadounidenses de alto impacto y cifras del Departamento de salud de la ciudad, el 81% de las muertes por sobredosis en Nueva York, EEUU se debe al uso de fentanilo. Solo este año murieron 3 mil 26 personas y el contador sigue sumando.

Los adultos de entre 40 y 65 años provenientes de comunidades negras y latinas en Nueva York se llevan la peor parte. Los residentes del Bronx, condado de mayoría latina y el más pobre de la ciudad, desde 2022 registra las tasas más altas de muertes. Por lo que estas cifras no pueden desligarse de las de pobreza: la tasa de sobredosis entre residentes de vecindarios de alta pobreza aumentó un 21%, y pasó de 32,4 por cada 100.000 habitantes en 2021 a 39,3 en 2022. 2023 sigue sumando gota a gota.

Se puede constatar que un neoyorquino se desploma por sobredosis cada tres horas, y el consumo es imparable por lo que los departamentos de salud optan ahora por prescribir otro medicamento para revertir una sobredosis entre tantas falsas soluciones.

Para tener nociones o para comprender el porqué de esta crisis, el fentanilo se diferencia de otras drogas porque su efecto de placer y euforia dura alrededor de media hora, luego, el consumidor empieza a sentir un dolor extremo, ya que el cerebro dejó de producir el opioide natural y empezó a depender del fentanilo. El dolor puede ser incluso insoportable al leve tacto a través de la ropa. Lo que hace que la persona busque nuevamente calmarse el dolor “curarse”. El consumo en adelante ya no se hace por placer.

La facilidad con la que el fentanilo puede llevar a la sobredosis es alarmante: es letal en cantidades mínimas y si se combina con otras drogas. Algo muy habitual en adictos, que son conocidos por sus conductas compulsivas para la evasión de todo tipo de dolor.

Aunque el fentanilo se aplica para tratar el dolor crónico e intenso, como el que se siente después de una intervención quirúrgica o como paliativo en pacientes oncológicos con cáncer muy avanzado. La prescripción por otras patologías ha aumentado y el paciente que consume fentanilo para mitigar un dolor que proviene de otra patología pasa a ser un adicto capaz de morir por quitarse el dolor que le produce la ausencia de su “medicina”. Otro punto alarmante, no hay fórmulas fijas para la recuperación. El cuadro de tratamiento para la rehabilitación muta como la droga y debe aplicarse en hospitales o clínicas.

Estos datos sobre el consumo y proceso de adicción revelan el sustento político que ha detonado esta epidemia: los sectores más empobrecidos son los que – así como no pueden pagar por un aborto – tampoco pueden costear procesos de rehabilitación que en muchos casos requieren más de tres intentos antes de ser exitosos.

En el Bronx, en Nueva York, en el país de las libertades, la salud y la claridad mental no es parte de tal libertad, sería realmente su némesis. Una especie de archienemigo letal.

El fentanilo está creado a la medida de esa necesidad y prescrito por médicos desde 1960, no de los neoyorquinos, sino de quienes se benefician de que nadie tenga tiempo o energía para pensar en algo que no sea dolor y por supuesto no cuestione esa dudosa libertad.

(LaIguana.TV)

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