viernes, 18 / 04 / 2025
– Publicidad –

Candidato con el diente roto, por William Castillo Bollé

Publicado el

«… y Juan Peña fue diputado, académico, ministro y estaba a punto de ser coronado Presidente de la República, cuando la apoplejía lo sorprendió acariciándose su diente roto con la punta de la lengua”.
Pedro Emilio Coll

I

A la muerte de Evita, en 1952, por los remotos pueblos de la pampa argentina aparece un indio vestido de luto que finge ser Juan Domingo Perón. El enlutado hombre dispone un altar de tablas y velas sobre el cual acomoda una muñeca rubia. Curiosos y afligidos se acercan, atraídos por el luctuoso espectáculo. El falso Perón, en una lata, acepta dos pesos por cada condolencia.

La historia, real o ficticia, la escribe Borges en “El simulacro”. Para el escritor bonaerense –en aquella insólita escena– está “la cifraperfecta deuna época irreal”.

II

Dobles, personajes que fingen ser otros, ha habido muchos en la historia. Gente que es contratada para hacerse pasar por un líder, un presidente, artista o deportista famoso, y cuya tarea es aliviar la carga de las extenuantes apariciones públicas. Hitler tenía un doble:Ferdinand Beisel, un actor que no solo tenía un gran parecido con el Führer,sino también un exquisito sentido del humor.

Francisco Franco, José Stalin, Sadam Hussein muchos encumbrados a lo largo de la historia han sido señalados de administrar “dobles” por razones de seguridad. Recientemente, en un post viralizado de la red X, se afirmaba que un familiar de Joe Biden se hace pasar frecuentemente por este, y no son pocos los videos y fotos en los que aparece un supuesto doble de Zelensky.

III

Pero una cosa es hacerse pasar por alguien y otra –muy distinta– es suplantar roles o funciones. Una cosa es falsificar un discurso y otra falsificar la realidad. El 23 de enero de 2019, bajo la canícula de comienzos de año, en una plaza del este de Caracas, un mediocre y desconocido político levanta la mano ante un grupo de personas y se autoproclama “presidente interino de Venezuela”.

Dos horas después, la Casa Blanca –fingiendo no saber nada– saluda el insólito acontecimiento y emite un comunicado en el que le da reconocimiento como “la única autoridad legítima” de Venezuela. A las pocas horas, hasta 30 gobiernos se han sumado al coro. Ha nacido –made in USA– el primer gobierno virtual de la historia.

Los medios y las redes lo legitimarán como “presidente”, y este nuevo Mr. Chance, como el personaje de la novela de Kosinski, durante cuatro años repetirá un guión de tres o cuatro frases. Con un discurso disléxico llegará al Congreso de Estados Unidos, será aplaudido durante el discurso sobre el estado de la Unión, se reunirá con los Primeros Ministros de la UE, recibirá honores militares como jefe de Estado en Bogotá y viajará en el avión del presidente de Colombia.

En pocos años, el “interinato”, ficción jurídica y farsa política inédita, que parece sacada de una comedia de Ionesco, se derrumbará, dejando atrás una herencia de corruptelas, perversiones y agresiones contra el país. Nadie se hará responsable del profundo daño causado a la democracia venezolana.

IV

La escalada de la falsificación en la política nacional parece no tener límites. Ya no se trata sólo de la ausencia de propuestas e ideas, o de la hipocresía de haber apostado a las sanciones para lograr un cambio de gobierno que la oposición no ha podido alcanzar por vías electorales. Durante los últimos ocho meses, asistimos a una puesta en escena de fingimientos, actitudes bifrontes y engañosas operaciones que forman parte de un plan dirigido a deslegitimar el proceso electoral y enrarecer el ambiente político.

Una persona violenta, con inocultables ambiciones y alguna perturbación mental, se erige en lideresa de la oposición política, tras un opaco proceso. Vende con intensidad la idea de que va “hasta el final”, que será la candidata, que sin ella no habrá elección. Poco después, aparecerá un alter ego, una amiga sustituta, que también será descartada, y finalmente acepta negociar “la candidatura».

Así, la democrática oposición acaba eligiendo a dedo a un candidato alejado de la política, un rostro del pasado, de gestos “calderistas” y lenguaje vacío, que lo primero que dice es que no hará campaña. Que, en realidad, él no es el candidato, sino la titiritera que lo nombró, y que su tarea es llegar hasta el 28 de julio y entregar el poder para iniciar una “transición”.

Desde entonces, una foto recorre Venezuela y las redes sociales, aplaudida en frenéticos actos en los que pagan 50 dólares porasistir.

V

En el que es –quizá– el mejor cuento venezolano (“El diente roto”), Pedro Emilio Coll narra la historia de Juan Peña, un granuja que enmudece repentinamente tras partirse un diente en una pelea. Así, con actitud de pensador lánguido, sumido toda su vida en el más profundo de los silencios, pasando el tiempo mientras se acaricia con la lengua el diente roto, Juan crece y se convierte en una celebridad.

“Su hijo de usted, mi estimable señora, sufre de lo que hoy llamamos el mal de pensar; en una palabra, su hijo es un filósofo precoz, un genio, tal vez…”, llega a sentenciar un doctor, incapaz de explicarse tal maravilla. ¿Cómo puede ser tan profundo alguien que no dice nada?

Así, como si hubiese salido del cuento, el nuevo Juan Peña nos dice: No hablaré de lo que pienso hacer, cumpliré mi rol, mi contrato como suplente, como el otro yo del Dr. Merengue. Yo no soy yo. Soy una cara sin voz, soy un rostro sin ideas. Soy un sucedáneo, insiste, mientras –en corbata y yuntas–alimenta guacamayas.

Un afiche está en campaña. Voten por el doble ¡Qué viva la falsificación! Juan Peña, presidente.

Apoteosis de lo falso, que cierra un ciclo ilusorio en la política opositora. Borges diría que esta historia supera con creces la del falso Perón y que, por ello, está sí es la cifra perfecta de una época irreal.

(William Castillo Bollé)


Más noticias y más análisis de LaIguana.TV en YouTubeWhatsAppXInstagramTikTokFacebookThreads y Telegram.

El portal de Venezuela.

Artículos relacionados

Continue to the category