viernes, 18 / 04 / 2025
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«Si algo costaba en mayo 100 Bs., hoy cuesta 101 Bs.»: William Castillo muestra lo que vive Venezuela y lo que se espera

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Leo un reporte del Banco Central de Venezuela en el que se informa que la inflación, los precios de los bienes y servicios subieron 1% en junio. Eso quiere decir que si algo costaba en mayo 100 Bs., hoy cuesta 101 Bs. Nada mal, piensa uno, y sonríe entre aliviado y capcioso.

El numerito trae, sin embargo, una sorpresa: el 1% de inflación en junio es la cifra más baja desde 2008, cuando se empezaron a medir los precios en todo el país y la menor en cuatro décadas (1985), cuando sólo se medían en la zona metropolitana de Caracas. Pero tiene otros atributos: Al revisar la inflación acumulada durante el primer semestre del año, esta aparece como la lectura más baja desde desde 2012. Dicho de otro modo: no teníamos una inflación tan baja durante seis meses desde hace 12 años.

Si la película se corre desde junio del año pasado, hablamos de 51 % de inflación en un año. Ahí la cosa ya no se ve tan bien, pero, si consideramos que en todo el año 2018 la inflación fue de 344.000 % (repito: 344 mil por ciento) entonces las cifras recientes empiezan parecer simpáticas. Una inflación de 344.000 % significa que lo que costaba 1 bolívar en enero de 2018, valía en diciembre de ese año 3.440 Bs. Se decía entonces —con razón— que los precios en Venezuela tocaban el Everest.

Dice el ente emisor” —como lo llama el lugar común periodístico — que si todo sigue como va, los precios entre enero y diciembre de este año podrían crecer sólo 30 %. Esa cifra, entre 25 % y 30 %, era la inflación anual en los primeros años de la década pasada, antes de que Venezuela fuese blanco de las 930 medidas coercitivas unilaterales y otras medidas extorsivas y “castigos” que están vigentes, y que devastaron la economía hasta poco después de la pandemia.

“Son sólo números, no son la realidad”, objetarán algunos. Por supuesto los datos por sí mismos —si no los rodeamos de contexto y explicaciones— son incapaces de dar cuenta de la complejidad de la vida real. Pero, como diría Cantinflas: Ahí está el detalle. Cuando las cifras se manipulan, oscurecen en vez de aclarar los hechos.

Estas estadísticas, que hablan de la paulatina estabilización de la economía, han pasado por debajo de la mesa para los medios de comunicación y las redes sociales. No son noticia, y menos aún TT. No me extraña, porque en la “mediosfera” informativa y en las pantallas que dirigen esos censores digitales que son los algoritmos, siempre se privilegian las malas noticias sobre las buenas nuevas.

Pero ¿por qué son invisibilizados los datos que muestran la recuperación de Venezuela? Porque con datos falsos, inflados, manipulados y la mayoría de las veces sin sustento fue construido un relato perverso sobre nuestro país en los últimos años. Desde oenegés hasta organismos de la ONU como ACNUR y OIM; desde tanques de pensamiento hasta “sesudos analistas” se dieron a la tarea del filibusterismo estadístico; desde informes elaborados en Washington hasta monstruosas fake news. En medios y en redes sociales. En todos los formatos y sobre todos los temas. 

En asuntos clave como clave migración, pobreza, hambre, salud y, cómo no, precios, se estructuró el relato de la “crisis humanitaria compleja”, del Estado fallido, de la hambruna en Venezuela. Del país arrasado por la incapacidad de la Revolución Bolivariana. Con datos se construyó en la percepción del público, dentro y fuera, el “infierno venezolano”, la “enfermedad contagiosa” para los vecinos, la “amenaza bolivariana”. Cifras sesgadas, falsas o manipuladas sirvieron —y aún hoy sirven— para destruir la imagen de un país.

Hoy, las cifras que surgen de una nueva realidad económica, y que los medios se empeñan en ignorar, desmontan esa falaz narrativa. La gente no lo sabe, pero lo que sucede en materia de precios está sucediendo en otras variables de la economía. Y no podía ser de otra manera, porque la economía es un sistema. Y si algo va bien en una parte importante es porque otras cosas importantes también van bien.

La ONU acaba de publicar un informe que confirma lo que ya dijeron la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) y el FMI: la economía venezolana crecerá más de 4 % este año, impulsada por un incremento del producto interno del sector privado de 10 %. En el primer trimestre de 2024, el consumo creció 2,5 %; Las exportaciones petroleras subieron en más de 100 barriles diarios y a junio el país se acerca al millón de barriles por día, mientras que el tipo de cambió se mantiene estable.

El comercio con Colombia creció casi 17 % y también creció el intercambio con Europa; la inversión pública aumentó 15 %, el Gobierno ha transferido más de 60 mil millones de bolívares a 4 millones de trabajadores activos y más de 5 millones de pensionados y jubilados en bonos para compensar el ingreso familiar. Hoy Venezuela produce prácticamente todos los alimentos básicos que necesita y exporta no sólo café, cacao y ron, sino también camarón, cangrejo, frutas y vegetales a decenas de destinos en el mundo. El desempleo sigue bajando y el país redujo el déficit nutricional hasta finales del año pasado a menos de 6 %, un indicador que llegó a ser de 35 % en los años duro del bloqueo y las sanciones contra el sector alimentario.

Lo que los datos estadísticos reflejan es un esfuerzo nacional sostenido en medio de la peor agresión que haya sufrido el país cuando nos quedamos sin 99 % del ingreso en divisas y la economía interna dejó de producir, en 8 años, 642 mil millones de dólares.

Los números recientes son el resultado de una política económica consistente, de un programa liderado por el presidente Maduro en 2018, que ha ido creando las condiciones para que nazca, en medio del bloqueo, un nuevo modelo productivo.

Detrás de los números está la realidad, está la gente. Y la realidad es que el país viene superando el momento económico más difícil de su historia y creando oportunidades y beneficios  para todos. Si, como dijo Galileo, las matemáticas es un idioma en que nos habla Dios, estos números (que hay que cuidar) quizá nos hablan de un milagro. Un milagro económico llamado Venezuela.

Serán números, pero nos hacen soñar.

(William Castillo / Laiguana.tv)


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