lunes, 21 / 04 / 2025
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José Félix Ribas: Necesario es honrarlo a 249 años del nacimiento del prócer de la guerra a muerte (+Clodovaldo)

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“Fue uno de la grandes políticos y uno de los grandes militares de la Independencia, las dos cosas a la vez porque en ese tiempo, la política era la guerra”, dice el historiador Andrés Eloy Burgos, refiriéndose a José Félix Ribas, el hombre que en apenas cuatro años libró numerosas batallas, incluyendo la de La Victoria, que se convirtió en el ícono de su fulgurante carrera como oficial del Ejército Libertador.

“Es uno de los personajes con mayor actividad política y militar. Fue un hombre extraordinario. Era muy fiero porque resultaba imprescindible estar a la altura de las circunstancias. No hay que olvidar que se vivía el momento más cruento de la Guerra a muerte. Tuvo que verse de frente con José Tomás Boves, con Francisco Tomás Morales, con Antonio Zuazola, se midió con lo más cruel de la reacción”, indica Burgos.

Ribas, como Bolívar, procedía de una familia de blancos criollos de Caracas. Nació el 19 de septiembre de 1775, de modo que al iniciarse la emancipación, en 1810, tenía 34 años, una edad madura, si se le compara con la del Libertador, que andaba por los 26. Por cierto, Los dos próceres terminaron emparentados porque Ribas se casó con una tía de Bolívar, María Josefa Palacios.

«Bolívar lo admiró mucho», asegura Burgos, quien relata que durante la batalla de La Victoria, el Libertador estaba cerca, en San Mateo, pero sitiado por los realistas, de modo que no pudo ir en su ayuda. «Las tropas de Ribas estaban resistiendo valientemente. Quien los salva es Vicente Campo Elías, que llegó con sus soldados por la retaguardia».

Los antecedentes de esa heroica batalla se remontan a la adolescencia de Ribas, pues cursó estudios en el Seminario de Caracas, pero se retiró porque la vida apostólica no era para él. Años después buena parte de sus «soldados» en aquella aventura eran precisamente seminaristas, así como otros estudiantes muy jóvenes.

No eran tiempo de ejércitos regulares, sino más bien de milicias formadas mediante el reclutamiento forzoso. Ribas hizo un llamado a defender Caracas, pues se sabía que si las tropas realistas lograban pasar de La Victoria, ya la capital podía considerarse perdida. Buena parte de los jóvenes del Seminario de Caracas se sumaron voluntariamente al pequeño grupo de Ribas. A lo sumo, tuvieron algunas horas para tratar de prepararse en el manejo de una lanza, pues no disponían de fusiles y menos de armas de artillería. En ese clima de voluntarismo exacerbado fue que Ribas pronunció su famosa frase: “No podemos optar entre vencer o morir. ¡Necesario es vencer!”.

“Ribas debió actuar sumamente rápido para llegar a La Victoria antes que los realistas. Los imberbes patriotas tomaron la ciudad, pero quedaron sitiados en ella. Se cuenta que cuando el oficial vio acercarse las tropas de Campo Elías, creyó que eran los realistas que se habían decidido a atacar. Pero eran patriotas. Los realistas quedaron también sorprendidos y huyeron en desbandada”, precisa el historiador.

El logro de Ribas en La Victoria fue el primero de tres grandes momentos en contra de Boves, quien había dividido su ejército en tres columnas. Una de ellas se quedó a la expectativa en Villa de Cura. La segunda, al mando de Morales, fue la que intentó entrar por La Victoria. La tercera, con Francisco Rosete a la cabeza, avanzó por los Valles del Tuy. Ribas venció a Morales en La Victoria, volvió a Caracas y fue contra esta segunda fuerza, derrotándola en Charallave el 20 de febrero. Un mes más tarde, los realistas lo intentaron de nuevo con Rosete al mando, pero Ribas los derrotó en Ocumare del Tuy. Con ese trío de conquistas alcanzó el rango de general en jefe.

Ribas es el héroe también de otras batallas importantes: Los Horcones, Niquitao, la primera de Carabobo y la de Urica, que se perdió, pero en la que el terrorífico Boves fue dado de baja. De ese campo ubicado al oriente del actual estado Anzoátegui debió escapar para salvar su vida. A pesar de andar en retirada, le presentó combate a Morales en la llamada quinta batalla de Maturín, en la que las tropas patriotas caen derrotadas. Este evento se considera el hito que marca la pérdida de la Segunda República.

El caraqueño siguió evadiéndose del asedio realista hasta enero cuando fue capturado cerca de Valle de la Pascua, según se asegura, por la delación de uno de sus subalternos.

Si heroica fue su actuación en La Victoria, no menos puede decirse de la actitud ante el brutal proceso que le siguieron sus captores. Torturado y fusilado en la plaza del pueblo llanero de Tucupido, el 31 de enero de 1815, su cadáver fue desmembrado, y su cabeza traída a Caracas para ser expuesta en una jaula en la entrada de la ciudad, un macabro escarmiento para quien quisiera alzarse contra España. Tenía tan solo 39 años.

Entre los rasgos extraordinarios de Ribas se cuenta uno que lo coloca en un lugar muy especial: tuvo la benevolencia de Juan Vicente González, el periodista y escritor de mediados del siglo XIX, que haría de la polémica un modo de vida. González escribió la biografía de Ribas, a quien calificó como “prócer de la guerra a muerte”. Ribas salió ileso de su corrosiva prosa, un privilegio que tuvieron muy pocos seres humanos aparte de él y de Bolívar.

De la pluma de González salió este relato de la ejecución de Ribas y la profanación de su cadáver: “En Tucupido pereció el general Ribas, sereno y en medio de los gritos de sus contrarios. Aquella diestra que era el terror de los enemigos de la patria, fue colgada en un palo, a media legua del pueblo, en el camino real; su cabeza, frita en aceite, entró en Barcelona el día 3 de febrero”.
 
Así eran en ese tiempo la guerra… y la política.
 
Un sueño monumental

“Vuestros nombre no irán nunca a perderse en el olvido”, prometió Bolívar a los vencedores de La Victoria, el 13 de febrero de 1814, al día siguiente de la batalla.

Esa promesa se ha cumplido parcialmente, porque tanto Ribas como Campo Elías se consagraron como grandes figuras de la Independencia. Sin embargo, faltaba algo que evitase el olvido del colectivo de jóvenes universitarios y religiosos que lucharon allí.

En 2012, durante la que sería su última participación en un desfile del Día de la Juventud, el comandante Hugo Chávez contó en voz alta un sueño: ver allí, en La Victoria, un monumento a Ribas y a sus corajudos muchachos. “Fue una inspiración de esas que le daban al presidente, que se le ocurría una cosa y la decía”, comenta el historiador Germán Fleitas en un reportaje de TeleAragua. Chávez dijo en esa oportunidad: “Yo me imagino ese cerro lleno de árboles, y allá arriba, en lo más alto, un  monumento a José Félix Ribas”.  

Un grupo de artistas zulianos le tomó la palabra. Francisco Verde dirigió el equipo en Maracaibo, mientras en Aragua se realizaba la obra civil, constituida por un paseo y los monolitos donde se colocarían los murales en relieve.

El 12 de febrero de 2014, a doscientos años de la batalla y dos años después de las palabras de Chávez, fue inaugurado el monumento a Ribas y a la juventud. Para que sus nombres no se pierdan en el olvido.

[Esta reseña biográfica fue publicada originalmente en 2018 en el diario Ciudad Ccs]

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)


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