A días del derrocamiento del Gobierno de Siria, que era presidido por Bashar Al-Assad, ya son evidentes las consecuencias que sufre el pueblo del país de Oriente Próximo.
Recordemos que grupos armados sirios declararon la toma de Damasco, capital del país, y se hicieron con el poder, al tiempo que Al-Assad abandonó el territorio.
La ofensiva yihadista fue lanzada desde la provincia de Idlib por una coalición islamista liderada por el grupo armado Hayat Tahrir al Sham.
En esas jornadas los insurgentes tomaron el edificio de la radio y la televisión públicas en la capital siria, saquearon el Banco Central y la residencia presidencial.
Tras la toma del poder, los yihadistas también han emprendido una ofensiva simbólica al quemar la tumba del padre de Al-Assad en Qardaha y prender fuego al mausoleo del expresidente, situado en Latakia, refieren medios internacionales.
El gobierno israelí, por su parte, autorizó la incursión de su ejército en los Altos del Golán sirios, aprovechándose del vacío de poder dejado tras el derrocamiento de Al Assad. En ese sentido, Israel lanzó su mayor oleada de ataques contra bases militares de Siria y destruyó decenas de helicópteros y aviones del ejército.
Los ataques, de acuerdo con las agencias de noticias, alcanzaron la base de Shinshar, cerca de la ciudad de Homs, así como el aeropuerto de Aqrba, al suroeste de Damasco, y la base aérea de Qamishli, en el noreste.
Imágenes que circulan en redes sociales dan cuenta de la masiva destrucción que dejó la ofensiva israelí ordenada por Benjamín Netanyahu, un aliado estratégico del gobierno de Estados Unidos (EEUU).
(Laiguana.tv)
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