miércoles, 16 / 04 / 2025
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¡Fin de mundo!: Polar se queja de la competencia desleal (+Clodovaldo)

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Uno de los puntos débiles de la oposición es que hasta sus más importantes referentes son ídolos con pies de barro. Bueno, algunos ni siquiera son propiamente ídolos ni son sus pies lo único que tienen de barro. Una mejor definición para varios de ellos es que son grandes personajes con reputación de barro, pero cocidos en el horno de la publicidad, las relaciones públicas y el mercadeo.

Pero, en fin, tampoco desprestigiemos al barro, que tantas buenas creaciones le ha legado a la humanidad. Vamos al grano y digamos que el más destacado empresario nacional, el más admirado por la “gente decente y pensante de este país” (los derechos de autor de esta frase son de Carola Chávez), el ilustre don Lorenzo Mendoza anda quejándose por los rincones, diciendo que le están haciendo competencia desleal. Y todo porque se le acabó el monopolio que tenía en ciertos rubros de primera necesidad, entre ellos la harina de maíz precocida.

El magnate cervecero ha dejado colar unas declaraciones en las que acusa a los otros productores de este rubro de estar haciéndole trampa porque “no trabajan con su propio capital”, mientras él sería el paradigma del empresario que arriesga su dinero, sin depender de dádivas estatales o retorcidos nexos con el sector público.

Y los decente-pensantes se lanzan a hacerle coro, diciendo que tiene razón y que ¡pobrecito Lorenzo!, que lo quieren arruinar con harinas chimbas, fabricadas por boliburgueses, enchufados y alacranes.

La afirmación que hace Mendoza, de que él trabaja arriesgando su propio dinero (sin depender de muletas del Estado, se sobreentiende) no resiste un ligero análisis histórico ni tampoco otro de la actualidad.

Para el estudio histórico, bien podríamos remontarnos a la IV República, cuando los dueños de “la Polar”, ancestros de Lorenzo Mendoza, forjaron los cimientos de este emporio del mismo modo que lo hicieron otros grandes integrantes de nuestra oligarquía tradicional o de la burguesía emergente de ese entonces: a costillas del dinero público mediante subsidios estatales, préstamos de la banca pública con largas y olvidadizas cuotas, dólares preferenciales (en tiempos de Recadi) y una supervisión de manga ancha en materia de precios, pagos a los productores agrícolas y salarios.

Pero no tenemos que ir tan lejos, pues durante la V República, Empresas Polar ha sido la misma depredadora de fondos públicos que fue el siglo pasado o, tal vez, mucho más eficiente en ese terreno.

Borrachera de divisas

Analicemos en primer término el volumen de divisas baratas recibidas por este monstruo empresarial entre 2004 y 2014 (durante la vigencia estricta del control cambiario) y veremos qué tanto dinero propio arriesga el multimillonario y qué tanto viene de las arcas del Estado.

El sociólogo Luis Enrique Gavazut, en 2016, al presentar una profunda investigación realizada por el Movimiento de Batalla Socialista Punta de Lanza, demostró que “Polar ocupaba el octavo lugar (en divisas recibidas), a través de la empresa Provencesa, pero al sumarles sus tres empresas más conocidas pasa al ¡cuarto lugar!” Y aclaraba Gavazut que eso era solamente dentro del ranking de las 100 primeras empresas chupadólares “porque buscando bien, se pueden encontrar más empresas de Polar entre las primeras 500 empresas de las 10 mil 374 que participaron en esta rebatiña”.

En ese mismo 2016, el politólogo William Serafino indicaba que “era muy pernicioso para el país el negocio redondo del dueño de la empresa monopólica Polar”.

Serafino deploraba entonces que Lorenzo Mendoza, como parte de su estrategia comercial altamente lucrativa, vendió en el año 2003 sus patentes de Harina Pan y otras marcas de productos como cerveza, sangrías y otros rubros, a una empresa canadiense, la cual vendió posteriormente a un banco de inversión que cotiza en la Bolsa de Caracas, y este, al año, traspasó a su vez a un banco internacional radicado en Gran Bretaña. Toda esta estrategia empresarial se puede consultar en la sentencia administrativa que registró la Organización Mundial de Propiedad Intelectual de la ONU”. El combustible de estas audaces operaciones con el jet set de la especulación financiera global fueron los dólares surtidos por el Estado revolucionario.

Análisis del tiempo reciente

Para darle más sustento a esta reflexión sobre los lamentos del magnate, tuve el apoyo de quien, en mi concepto, es uno de los mejores y más honestos periodistas de precisión de Venezuela, Víctor Hugo Majano. Él ofreció un análisis pormenorizado de los aspectos en los que Empresas Polar se nutre del dinero público y no es propiamente el mejor ejemplo de la empresa nacional que ayuda al resto del aparato económico, aunque ese sea el leitmotiv de su omnipresente imagen publicitaria.

“En política comercial, un aspecto importante es que, durante mucho tiempo, veinte o treinta años, Venezuela no cobró los aranceles de importación de maíz, que están en el orden del 20% y son un mecanismo de protección a la producción nacional. Eso, que lo hacen todos los países, no se hizo acá sino hasta hace tres o cuatro años —afirma Majano—. Se siguieron otorgando certificados de no producción nacional, a pesar de que sí se estaba produciendo. Polar, durante muchos años, compró el maíz fuera, aprovechando esa política comercial, y obligó al productor nacional a venderle muy por debajo del precio. Llegó a comprar maíz nacional en 0,30 dólares el kilogramo, para luego vender la harina hasta en 2 dólares”.

“En la política cambiaria, obviamente, ya sabemos toda la situación que hubo con la asignación de divisas cuando estaba en vigencia el control del cambio y el mecanismo de Cadivi. No tuvieron estas empresas ningún tipo de limitación para las cantidades de divisas que pidieron. Pero, además de eso, estuvieron involucrados en fraudes cambiarios que fueron archivados e ignorados, me imagino que, por la presión política, por las expectativas de sabotaje que pudieran manejarse en represalia. Hay casos en los que se iniciaron procedimientos administrativos de organismos como el Seniat o que llegaron, inclusive, a niveles judiciales, ante los tribunales de la materia tributaria, y no continuaron por algún tipo de mecanismo extraño —prosigue Majano—. Y luego de que se desmontó Cadivi, comenzó un mecanismo muy parecido, más limitado a muy pocas empresas, solamente las que tenían en sus manos la producción esencial, y allí estuvo siempre Polar. Las adjudicaciones de divisas que Polar recibió pudieron estar en el orden de los 6 mil millones de dólares en todo el periodo 2004-2013, dependiendo de qué compañías se sumen a la cuenta porque Polar pidió divisas por Empresas Polar, por Alimentos Polar y por varias empresas más del conglomerado”.

Política agrícola

Majano hace el análisis histórico y dice que en el ámbito de la política agrícola, las grandes líneas para estimular, manejar o gerenciar la producción agrícola, el Estado ha sido siempre el principal financista del cultivo de maíz. Un dato crucial es que Polar no siembra los rubros que procesa, pero se ha beneficiado naturalmente del financiamiento a los productores.

“No ha sido la banca privada, que siempre ha preferido otros sectores. Aunque financiaban ese tipo de cultivos, el mecanismo era depender del financiamiento estatal, lo que llamaban la banca social, especialmente para los pequeños y medianos productores. ¿De dónde venían los recursos para que la gente sembrara? Del Estado, y ¿a quién le vendía la gente? Obviamente a Polar. De esa política agraria, ellos se vieron beneficiados históricamente”.

Añade el periodista de investigación que Polar ha tenido el apoyo del Estado en materia de desarrollo científico y tecnológico a través de la Fundación Danac, que aparece como una organización sin fines de lucro, pero que la empresa usa para aumentar sus ganancias e imponer, con el visto bueno gubernamental, sus semillas y sus métodos de cultivo y hacer que los productores se adecuen así a sus necesidades industriales.

Comercio nacional

En materia de comercio nacional, aunque la harina de maíz precocida siempre ha sido un producto bajo protección y ha tenido, en muchas etapas, controles de precios, los gobiernos terminaban por reconocer los ajustes supuestamente asociados a los costos que Polar declaraba. Y, para mantener el precio, este rubro ha sido muchas veces subsidiado por el Estado.

Por ser un renglón de alto consumo y primera necesidad, el Estado siempre se ocupó de no ponerle obstáculos a la actividad de la empresa que tenía casi el monopolio.

Majano duda de las proclamas de Mendoza sobre la competencia leal, pues cada vez que se permitía entrar a cualquier producto de otro país, se iniciaban campañas para descalificarlo, decían que era pirata, que estaba entrando de contrabando o que resultaba perjudicial para la salud.

“Eso lo han aplicado con varios productos brasileños muy buenos. Les pasó con una marca de margarina, Primor, que tuvo mucha pegada en el público venezolano. Polar armó un escándalo porque les estaba robando las marcas (produce arroz y pasta del mismo nombre), que no tenía los permisos comerciales, que no se sabía de dónde venía, aunque el productor es un gigante en Brasil. Y todo porque le estaba quitando mercado a Mavesa”, indicó.

Otra margarina brasileña, Deline, entró con fuerza al mercado venezolano, que la acogió como alternativa a la escasez inducida de Mavesa y a sus altos precios. La margarina emblemática de Polar [comprada años atrás a otro grupo económico en medio de un largo proceso de fagocitación empresarial, pero ese es otro tema] modificó sus envases, que ahora se parecen a los de la marca brasileña. Recientemente lanzaron una campaña de añadir 25 gramos «gratis» en los potes. Ese es el tipo de competencia que debería aplicar Mendoza, según la ortodoxia capitalista, en lugar de otras que han sido parte de su repertorio. 

El monopolio

Majano aborda el tema de la libertad de mercado que reclama Mendoza, señalando que Polar se había constituido como una organización casi monopólica, no sólo en el mercado de consumidores directos, sino también el de proveedores. Llegó a ser el único comprador de muchos productos agrícolas, lo que le permitía imponer los precios y otras condiciones.

“También han desarrollado ese tipo de políticas contrarias a la libertad comercial en la distribución a gran escala y hasta en el comercio minorista. El modelo más explicativo es el que aplican con la cerveza. Imponen la exclusividad. Le dicen al pequeño comerciante que si vende la marca de la competencia dejarán de despacharle. Así quebraron a varias otras marcas, incluyendo algunas tan grandes como la Brahma brasileña. Les rompían las botellas, les cambiaban a los minoristas dos vacíos de Polar por uno de la otra marca para luego destruirles las gaveras y los envases”.

En los medios comerciales del ramo se habla sotto voce del Código Polar, que puede llegar a sonar como las normas no escritas de una mafia.

Un empresario ya retirado del sector licorero, consultado para esta nota, comentó lo que le dijo alguna vez un gerente de mercadeo de Industrias Pampero. “Para ese entonces, años 80, Polar colocaba cerca del 40 % de sus ventas en clientes sin licencia de licores en las barriadas populares. Y para otorgar zonas de venta en los diferentes estados, cobraba por debajo de cuerda a los concesionarios fuertes cantidades de dinero especialmente en convenio con la colonia ecuatoriana”, relató.

También era célebre la versión de cómo la fábrica de cerveza Regional, propiedad de una familia zuliana, fue cercada por Polar, comprando los inmuebles vecinos para evitar su expansión. A principios de los años 90, los dueños de Regional terminaron vendiendo la marca y sus activos al Grupo Cisneros, liderado por otro gran ídolo (volvemos al tema del barro) de la derecha local, Gustavo Cisneros.

Política laboral

Otro aspecto en el que Polar se ha amparado, contando con el apoyo (o la complicidad) de entes del Estado es el campo laboral. “Todas las inspectorías del Trabajo están al servicio de Polar, especialmente las de las entidades donde tienen sus plantas e instalaciones grandes, como Aragua, Carabobo, Miranda, Yaracuy y otras. Allí el trabajador no gana ni una. Polar cerró plantas enteras y liquidó a la gente en medio de la inamovilidad, argumentando la reducción de su producción. En muchos casos les quitaron las horas extras y todo lo que era complementario, lo que era significativo para el trabajador, con lo que prácticamente botaron a la gente. Lo hicieron antes de la pandemia y luego aceleraron el proceso con ese argumento. Todo eso lo han hecho con el aval de las inspectorías del Trabajo, en lo que al parecer era la política y sigue siendo la política”.

La invulnerabilidad de Polar en lo laboral no se expresa sólo antes el Ejecutivo, pues incluso hay sentencias firmes del Tribunal Supremo de Justicia ordenando el reenganche de trabajadores, que la empresa se niega a cumplir. Y no pasa nada.

La contradicción de una contradicción

Un aspecto central en este análisis es la contradicción entre la beligerancia del gobierno revolucionario (desde tiempos del comandante Chávez) con Polar y las políticas públicas que ha puesto en marcha esa misma administración y que favorecen al holding privado. Es decir, la contradicción dentro de otra contradicción.

Es cierto que Chávez siempre fue discursivamente muy duro con Mendoza, a quien le encasquetó —con su típico acierto para los apodos— el sobrenombre de «el Pelucón», pero las mayores cantidades de dólares preferenciales presuntamente fugados hacia inversiones en otros países fueron otorgados entre 2004 y 2014, es decir, en un lapso de diez años durante el cual Chávez gobernó ocho.

Como sucedió en muchos otros casos, es bastante probable que las políticas complacientes se hayan desarrollado aguas abajo del gobierno, desde el nivel de ministros, viceministros, directores y otros funcionarios nacionales y regionales que aplicaron una estrategia de vista gorda en sus áreas de competencia, a cambio de prebendas. Pero, sea por lo que haya sido, Polar siempre se las ha arreglado para caer de pie.

En el duro período de 2013 a 2018, ya bajo la presidencia de Nicolás Maduro, pasó algo similar: retórica confrontacional y dejar hacer, dejar pasar en la práctica. 

En este período, todo parece indicar que no se trató de complacencia, sino de negociación en medio de un cuadro extorsivo. El dueño de las productoras monopólicas de varios de los rubros de mayor consumo nacional tenía el sartén por el mango y era pieza clave de la guerra económica mediante la reducción intencional de la producción, el acaparamiento y el enlentecimiento de las redes de transporte y distribución, todo ello para generar escasez, colas, desespero y rabia popular. 

Resultó tal la efectividad de esta operación a gran escala que  bien puede afirmarse que Lorenzo Mendoza fue uno de los generales de la victoria rotunda de las fuerzas opositoras en las elecciones parlamentarias de 2015.

En su nueva etapa económica, a partir de 2018, el gobierno de Maduro cambió totalmente la estrategia. Cedió en lo confrontacional con la empresa privada y ha tratado de ganarle la partida a la que alguna vez caracterizó como la «burguesía parasitaria» utilizando los mecanismos por excelencia que proclama (y no cumple) el capitalismo neoliberal: mercado y competencia.

Esto se ha notado en varios renglones de alto consumo como la harina de maíz precocida y la margarina. El Ejecutivo nacional ha estimulado la incursión de nuevos productores e importadores que, a la vuelta de pocos años, han desplazado a las marcas de Mendoza en algunos segmentos del mercado. 

Como bien lo señaló Víctor Hugo Majano, al principio, el magnate y sus asesores le restaron importancia a las harinas y margarinas emergentes, lanzando campañas sobre su mala calidad y otras deficiencias. Pero desde hace unos meses han aparecido luces de alarma en el tablero del poderoso conglomerado.

En cuanto a la harina precocida, la caída ha sido desde la cumbre de un rubro casi monopólico a uno que se disputa a los compradores con varias decenas de marcas de diversa magnitud. La agresiva campaña de Mary, una marca que recién incursiona en el renglón (estaba enfocada en pastas y arroz), ha obligado a Polar a un contraataque, presentando su versión de 2 kilos, que hasta ahora sólo vendía en el mercado estadounidense. Son señales.

Es a raíz de estos últimos acontecimientos que Mendoza deja a un lado su tradicional bajo perfil y aparece dando una suerte de entrevista en la que se declara víctima de la competencia desleal.

Para cerrar este largo artículo (no tan largo como el expediente de Polar), vale reflexionar sobre “una perla”, como diría el exvicepresidente José Vicente Rangel, que demuestra que el gobierno, incluso hoy en día, no actúa en la práctica como enemigo de este grupo económico, digan lo que digan sus voceros, sino que engorda sus grandes cuentas bancarias: es público, notorio y comunicacional que los «CLAP Prémium» (así les dice un amigo ocurrente) que entregan los organismos públicos de mayor jerarquía, tanto del Ejecutivo como de los otros cuatro poderes públicos, están viniendo repletos de productos de Polar y son la envidia (con razón o por inducción publicitaria y marketinera) de los otros CLAP. Así estamos.

(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)


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