lunes, 21 / 04 / 2025
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EXCLUSIVA | «Resucitó», maradonista, Jacqueline Aguilera y Mandela: Intimidades del embajador Roy Chaderton

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Hace algunos años a este embajador se le ocurrió calificar de “patán” a un embajador de Panamá. Eso pasó en una plenaria de la Organización de Estados Americanos (OEA) transmitida en vivo a decenas de países de la región. Un gesto que lo catapultó como una especie de rockstar de la izquierda latinoamericana.

Con una dilatada trayectoria, iniciada a mediados de los años 70, Roy Chaderton Matos ha ocupado cargos en representaciones venezolanas de tres continentes, pero también en Naciones Unidas y la OEA.

Es, sin duda alguna, el diplomático más experimentado y en servicio activo con que cuenta el país… y hoy se sienta en El Sofá de Laiguana.tv.

—¡Embajador! Muchísimas gracias por estar aquí…

—Hola, Ernesto. Es un gusto…

—Es un gustazo que nos acompañe y que haya venido aquí a sentarse a nuestro Sofá….

—Esa palabra me gusta, la uso mucho, “gustazo”.

—Yo quiero comenzar por algo que pudiera sonar a chiste ya en este momento, pero de usted se dicen muchas cosas positivas, algunas cuantas no tan buenas…

—Solo me gustan las mujeres, pero soy solterón.

—…quiero decir, recientemente dieron la noticia de su fallecimiento. Le quiero preguntar, ¿qué estaba haciendo usted cuando se enteró de su propia muerte?

—Ah… yo estaba en mi casa tranquilo y alguien me avisó de que eso estaba pasando. Y resultaron ser dos personajes, hasta donde yo sé, que dieron esa noticia y me ubicaron en una costosa clínica suiza. Yo no tengo plata para una costosa clínica, ni para pagar la seguridad social Suiza. Pero en todo caso, sí resucité. Me sentí muy bien al redescubrir la vida. Me hicieron un favor. Y eso recorrió las redes. Pero a los personajes que inventaron eso los declaro inexistentes. Como me declararon a mí.

—Me llama la atención que esos personajes, que en las redes sociales tienen seguidores, luego no son capaces de decir: “Miren, se me equivoqué”. Obviamente que hay muy mala intención detrás de…

—Sí, claro. Pero estoy vivo. No solamente estoy vivo, sino que vivo. Miren…

—Embajador, usted tiene alrededor de 55 años ya de carrera diplomática, ¿cierto?

—Sí, señor. Más o menos, si mis cálculos no me fallan.

—Usted ha dedicado su vida, digamos, a representar a Venezuela en los países donde esté. Pero dígame la verdad. ¿Usted se hizo diplomático para poder viajar por el mundo?

—No entiendo la pregunta porque tengo limitaciones intelectuales.

—Eso no lo creo yo.

—Pero yo siempre soñé con ser diplomático porque me interesaba mucho lo internacional. De niño. Y además tenía unos tíos buenos que me hablaban de temas históricos. Culturosos también. Y que me entusiasmaban. Sin que me lo propusieran, ni estimularan tampoco a propósito. O al propósito, como dicen algunos.

—Hubo varios diplomáticos en su familia, ¿cierto?

—Mi abuelo, sí. Mi abuelo murió en el exilio en Colombia. Mi abuelo había renunciado, en desacuerdo con Gómez. Fue un buen hombre. Como dicen las madres, no es porque haya sido mi abuelo. Seguramente. Pero no me queda más remedio que recordarlo con mucho cariño, con mucho amor. Nunca lo conocí.

—¿Sólo por el recuerdo de su mamá?

—Sí, de mi abuela. Y de su abuela.

—Embajador, lo estábamos conversando momentos antes de sentarnos aquí ¿en política usted se inició dentro de la extinta Juventud Revolucionaria Copeyana, la JRC?

—Sí, sí.

—Luego usted, es público y notorio, llegó a ser el canciller del comandante Hugo Chávez. Gracias a Chávez. ¿Usted nunca sintió que lo discriminaran por ese origen político?

—Sí lo sentí en algunos intolerantes o ignorantes también. O inocentes, ¿por qué no? Que sospechaban de mi lealtad. La cual ha sido puesta a prueba en diversas y riesgosas ocasiones. Así que por ese lado no tengo el menor problema. Hay personajes a los cuales les agradezco mucho por haberme dado la bienvenida a ese mundo internacional chavista como fue José Vicente Rangel. Y por supuesto Chávez.

—¿En su opinión qué hizo que Hugo Chávez confiara en usted como canciller?

—Confió en José Vicente. Más lo que sabía de mí, porque yo lo recibí en Londres cuando él estaba de último en las encuestas. Lo fui a recibir al aeropuerto. Le organicé una gira que resultó muy exitosa y él la agradeció. Y a partir de allí creo que me comparó con un avión o algo así. Pero recuerdo a Chávez con la humildad con que me entregó una tarjeta con su número de teléfono escrito a lápiz. Y decía: Hugo Chávez Frías, nada más.

Y su gira por Londres fue muy exitosa. También me ocupé de otros candidatos presidenciales.

—¿En esa misma época?

—Sí, era mi deber como embajador. Para mí era un honor y una responsabilidad tremenda tener que ocuparme de la presentación en sociedad internacional de algunos personajes. Y eso resultó bien en todos los casos.

—Hay una anécdota, a propósito de las atenciones que usted tuvo con el comandante Hugo Chávez. Fue un comentario que hizo (Rafael) Caldera a tono de broma, ¿cierto?

—Si, cierto. Caldera fue muy generoso. Yo era calderista y sigo siéndolo por el buen recuerdo que tengo de él, más allá de las diferencias sobre su gestión de gobierno. Pero dijo algo así como, a Roy se le fue la mano. Pero Caldera me respaldó en todo tiempo. Yo no tengo sino palabras de agradecimiento para él.

—Aquí vino, a este mismo sofá, el rockero venezolano Paul Gilman. Paul me decía, por ejemplo, que a él lo ayudó mucho el apellido que tenía, en el mundo del rock. Dijo, ¿no es lo mismo un rockero que se llame José Pérez a Paul Gilman?

—…o Hermenegildo Berroterán….

—…entonces, ¿le ayudó a usted su apellido en el mundo diplomático, embajador? ¿Eso puede funcionar?

—Pero para otra profesión. Un exdirigente juvenil de Copei que llegó a ser presidente del Consejo de Caracas, cada vez que me veía con mucho afecto, porque lo conocí en el 58, decía, Roy Chatherton, primera base.

—…sonaba buenísimo. Sonaba a pelotero. ¿De qué equipo le habría gustado ser, embajador?

—Por supuesto, no se pregunta, yo soy del Caracas. Magallanes no es más que un explorador portugués chimbo que le dio por recorrer el mundo.

—Vamos a entrar en problemas en este programa…

—¿Cuántos magallaneros hay acá?

—Hay varios, hay varios. No se ve ahorita ese gentío que está ahí detrás…

—Gente buena. Pero no sé qué hacen en Valencia, porque Magallanes ha cometido el pecado de la trashumancia. Entonces, Magallanes en Valencia, Magallanes en Oriente, ¿dónde más? Magallanes de Caracas. No del Caracas, de Caracas. Hay que rescatar eso. Por cierto, quiero proponer algo que no tiene nada que ver con lo que estamos hablando. Yo iba a tomar una iniciativa, todavía no la materializo: a mí el turpial me parece un pájaro bobo, sin ninguna gracia. En cambio, frente a mi casa, todos los días, en la mañana a primera hora y en la tarde a última hora, sobrevuelan las guacamayas. Y eso es un tesoro, es un privilegio que yo tengo. Entonces, el ave nacional, lo propongo formalmente a partir de este programa: La guacamaya el ave nacional de Venezuela.

—Este programa se ha vuelto un espacio de proponer cambios importantes. La doctora Gloria Carvalho, que acaba de escribir ese libro maravilloso sobre Humberto Fernández Morán. Dijo aquí que Humberto Fernández Morán debería estar en el Panteón Nacional. ¿Cree que se le haría justicia?

—Yo lo apoyo, soy el segundo en apoyarlo, si no hay miles detrás de eso.

—…somos tres.

—Fue un gigante, de los grandes gigantes de Venezuela. Y por ese sectarismo político de la época recién salido de la dictadura, de la dictablanda, si la comparas con la de Pinochet, lo condenamos a, yo no sé cómo usar la palabra, pero a una suerte de ostracismo interno. O sea, que en la casa, lo discriminamos, lo negamos y lo bautizamos como el brujo de Pipe. Y fuera seguía siendo uno de los científicos más reconocidos a nivel internacional. A mí eso me duele en el alma. Yo apoyo a esa doctora, Carvalho, que debe ser de origen portugués. Como portugués era el del Magallanes, por cierto.

—…eso no se le va a olvidar…

—¡Qué buena entrevista!

—Embajador, esta es una entrevista que va y viene, aprovechando de que está aquí para conversar. Y yo quiero en este momento traerle algo a la memoria. A ver, 16 de enero de 2013. ¿Recuerda esa fecha?

—No, yo creo que lo que quiere decir es 13 de enero de 1946.

—No. Ese día, 16 de enero de 2013, se registra una intervención suya en la OEA. Respondiendo al entonces embajador de Panamá, un señor de nombre Guillermo Cochez. ¿Puede ser?

—Guillermo Cochez, amigo mío de los tiempos de la democracia cristiana, que se dedicó a maltratar a mi país en la prensa venezolana y por Globovisión y en la prensa internacional, a cuenta de sus conexiones internacionales. Y, la respuesta mía le costó a él unos 16 mil dólares, que era su salario mensual, porque el presidente de Panamá lo rasgó al día siguiente. Hay un reporte sobre eso. Pero parece que yo tenía unos aficionados en Argentina que estaban viendo el programa y que se pararon a aplaudir. Se pararon a aplaudir… A aplaudirme en otras palabras, y perdón a los personalistas de la expresión.

—…sí, unos expresos políticos, militantes del movimiento Evita, celebraron esa intervención…

—Embajador, eso fue una respuesta diplomática. Haber llamado “patán” a ese señor en ese foro…

—Heterodoxa. Heterodoxa es una palabra que usamos los diplomáticos como la palabra oportunamente.

—Le quiero preguntar algo más…

—Ya me estás botando.

—¡No! ¿Alguien más, venezolano o extranjero merece un calificativo como ese? ¿Le habría gustado a alguien más decirle patán?

—Es que la ocasión lo propició. No, se me vienen muchos. Patán o patana. No sé si existe la palabra patana, pero alguien vendría. También podría venir la memoria. Sí.

—Y ahora presento la otra cara de la moneda. Luego hay una frase que también se la reclaman mucho. Una que usted usó para referirse a opositores al gobierno de Hugo Chávez. Dijo, una bala pasa rápido por la cabeza de un escuálido porque es hueca…

—Eso es cierto.

—¿Qué piensa hoy de esa frase, Embajador?

—Fue desafortunada. Pero me vino bajo presión, aunque no me dieron la idea. Yo pedí excusas en público. Pero todavía hay uno de los propiciadores de mi muerte que la recordó. Porque yo lo que quería era referirme a la bóveda craneana de algunos opositores. Yo la consideraba hueca porque de ahí no salían ideas. Pero hice mal. Pero el mismo día sobre la marcha pedí disculpas públicas. Y todavía las pido. Eso fue un lastimoso paso en mi vida de comunicador. Porque pretendo ser comunicador.

—Bueno, aquí seguramente va a ser bien recibido en Laiguana.tv. Le repito, el sitio de noticias más visto de este país…

—No sabía eso, pero me alegra. Me alegra por Pérez Pirela y por el equipo.

—…porque es un equipo que trabaja mucho, embajador. Yo estoy con ellos desde septiembre pasado. Y es una alegría trabajar en un medio de comunicación como este. Lo digo con toda honestidad. ¡Mire! Ese sonido que acabamos de escuchar ahí nos indica que es momento de jugar. Vamos a proponer un juego. ¿Está listo?

—Nunca estoy listo porque no me gusta el juego.

—Va a ser entretenido. Se llama respuesta automática.

—Siempre soy débil en ese tipo de juegos, pero vamos a hacerlo. Vamos a hacerlo. Comenzamos:

—¿Cuál es su palabra preferida?

—Solidaridad.

—¿Una palabra que deteste?

—Mal aliento. Son dos palabras.

—¿Una conducta humana que lo emocione?

—Yo creo que la solidaridad.

—¿Una conducta humana que lo irrite?

—El fachismo.

—¿Un sonido que ame?

—Algo musical, pero que podría ser desde música llanera, pasando por gaita y terminando en la música barroca.

—¿Un ruido que aborrezca?

—Los martillos hidroneumáticos.

—¿Un oficio que podría haber tenido y no ha tenido aún?

—Mi gran frustración, arquitecto.

—¿Un oficio que jamás hubiese aceptado?

—Mesonero llamando doctor a todos los clientes.

—Asumamos que lo reciben en el cielo. ¿Con qué palabras le gustaría…?

—¿Por qué asumir eso?

—Es un juego.

—Tengo una reserva ya.

—Entonces…

—Tengo una vida limpia.

—¿Con qué palabras le gustaría ser recibido?

Bienvenido, embajador.

—¡Señoras y señores, Roy Chatterton!

—¿Se acabó? ¿Se acabó?

—No, hacemos una pausita aquí.

La entrevista con el embajador Roy Chaderton Matos puede ser disfrutada completa en el podcast El Sofá, de LaIguana.tv, que puedes ver en vivo en nuestras redes sociales y en nuestro canal de YouTube: https://www.youtube.com/@LaIguanaTV-Television.  

(Ernesto J. Navarro / Laiguana.tv)


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