¿Qué es un movimiento sin un símbolo que lo identifique?
A lo largo de la historia, las diversas manifestaciones humanas han tenido la necesidad de adquirir una marca distintiva, un ícono que hable por sí mismo y exprese de forma gráfica la ideología y las metas del pensamiento en cuestión. Algunos se utilizan para unificar dentro de una nación a personas con una presunta característica en común, como las banderas de los estados-naciones, o la afiliación a algún equipo deportivo. Otros son tristes ejemplos de la ignorancia y la cerrazón, como los símbolos del fascismo y la esvástica, pero unos pocos son motivo de orgullo, dignidad, igualdad y derecho a ser reconocidos como parte integral de una sociedad. Esta bandera multicolor es uno de ellos.
Todos la hemos visto en alguna ocasión ondeando por todo lo alto en un edificio, en una calcomanía de automóvil, asomando por una ventana o en una pulsera, pero muy pocos conocen la historia detrás de uno de los emblemas más importantes del mundo actual, no sólo de lucha por la igualdad, sino de reconocimiento y solidaridad con todas las causas minoritarias: la bandera gay.
Desde finales de los años sesenta, San Francisco se convirtió en la ciudad de la libertad y contracultura por excelencia. La Generación beat se asentó en el área de North Beach y tiempo después, la Bahía vivió una de las revoluciones culturales más notables del siglo XX, el movimiento hippie. Ambos escenarios aparecieron como respuesta al conservadurismo de la sociedad norteamericana y la máxima de los hippies, amor y paz, acogía la diversidad de muestras de amor entre personas, sin importar sexo, raza, clase o cualquier condición. A partir del verano del amor en 1967, los hippies homosexuales tuvieron por primera vez la libertad de expresar sus preferencias sexuales en público, años después de que las tradiciones más arraigadas junto con la iglesia, lucharan por una legislación punitiva hacia las personas no heterosexuales.
Las insignias multicolores como muestra de todo tipo de diversidad humana están presentes en distintos símbolos distintivos, como los aros olímpicos y la bandera de la paz, utilizada durante 1961 en Italia en marchas en contra de las armas nucleares. Organizaciones como la Alianza Cooperativa Internacional utilizan la misma bandera e incluso el guía espiritual Meher Baba diseñó una bandera arcoíris simbolizando el resurgimiento del hombre y el estado más alto de espiritualidad; sin embargo, la bandera gay tal y como la conocemos actualmente, es obra de Gilbert Baker, un artista y activista exmilitar que se refugió en San Francisco.
Baker aprendió costura de forma autodidacta cuando llegó a la ciudad en 1972. Con conocimientos en diseño gráfico y fuertemente influido por la situación de persecución policiaca y discriminación hacia los homosexuales, apoyó activamente a los movimientos en protesta por la situación que vivía el puerto con la realización de carteles. Años después, Baker ya era un activista reconocido en el movimiento y para 1978, la organización de la marcha del orgullo gay le pidió su colaboración con un distintivo que reafirmara los ideales de la comunidad.
Baker aprendió costura de forma autodidacta cuando llegó a la ciudad en 1972. Con conocimientos en diseño gráfico y fuertemente influido por la situación de persecución policiaca y discriminación hacia los homosexuales, apoyó activamente a los movimientos en protesta por la situación que vivía el puerto con la realización de carteles. Años después, Baker ya era un activista reconocido en el movimiento y para 1978, la organización de la marcha del orgullo gay le pidió su colaboración con un distintivo que reafirmara los ideales de la comunidad.
La bandera gay no es un mecanismo de exclusión, como un emblema nacional o el de un equipo deportivo, sino de plena identificación con todos aquellos que se sientan parte de la causa. Un símbolo no solamente de orgullo, sino de resistencia, de lucha y de igualdad. Es conocida en todo el mundo y ondea como una de las principales consignas de las minorías, en búsqueda de su reconocimiento como individuos iguales a todos los demás. A pesar de que el movimiento gay ha conquistado importantes victorias en cuanto a los derechos civiles y no discriminación, en pleno siglo XXI aún queda mucho por hacer y prejuicios conservadores y religiosos que derribar. En cada lucha, en cada marcha y grito de igualdad, la bandera gay estará presente.