Lo que le está pasando a la oposición tiene que ver, en buena medida, con su perniciosa tendencia a engañarse y autoengañarse. Viven en una burbuja de voceros internacionales, supuestas autoridades en el exilio y aguerridos comentarios en redes sociales, mientras su presencia real es cada vez más precaria.
Una prueba evidente de este fenómeno es lo ocurrido (o, mejor dicho, lo no ocurrido) el viernes 4 de octubre.
De acuerdo con el ambiente virtual que se había creado, ese día habría una gran jornada de protesta, incluyendo un vociferado paro nacional en rechazo de las medidas económicas. Estas acciones se acordaron en una publicitada asamblea del Frente Unido Venezuela Libre, celebrada en el Aula Magna de la Universidad Central de Venezuela, el 24 de septiembre. Pero llegó el día pautado y no hubo paro ni protesta. De no haber sido por la marcha organizada por el PSUV, no habría ocurrido ningún acontecimiento político de relevancia en este sábado chiquito de comienzos de octubre.
Un detalle revelador de la crisis opositora es que ninguno de los líderes convocantes salió, no digamos a atribuirse el fracaso (sabemos que las derrotas son huérfanas), sino a ofrecer alguna justificación de la nula respuesta popular o bien a echarles un buen regaño a las masas por pasivas e indolentes.
Es una cosa surrealista, si a ver vamos. Alguien convoca nada menos que a un paro nacional, y el día previsto ni siquiera se digna a decir algún eufemismo, como que «el resultado no fue el mejor, pero seguimos en pie de lucha». Uno se pregunta cómo esperan estos personajes que las bases opositoras los tomen en serio.
Medios alcahuetes
Esta conducta de los dirigentes tiene su correlato y hasta su explicación en las ejecutorias de los medios de comunicación igualmente opositores. Si usted entra en Google y pone “paro nacional Frente Amplio”, encontrará una buena cantidad de notas referidas a la asamblea de la UCV y a los días previos al supuesto paro. Tanto los medios nacionales como los globales le dieron excelente cobertura al acontecimiento cuando aún no había ocurrido. Sin embargo, hay que desplegar las mejores dotes de sabueso de internet para encontrar alguna nota que reseñe lo ocurrido (o, insisto, lo no ocurrido) el día viernes.
«Es que si no pasó nada, no hay noticia», me dijo, medio en serio y medio en broma, una amiga que trabaja en uno de estos medios. Buen intento, pero eso no es cierto, porque si se convoca a una protesta de esa pretendida magnitud contra un programa económico, debería ser noticia tanto si tiene éxito como si no.
Los medios globales que han ocupado el rol de la desvencijada gran prensa nacional son alcahuetes de los patéticos líderes opositores. Actúan de esa forma porque creen que así los ayudan, pero la verdad es que no han hecho sino hundirlos más.
Al no informar sobre el estrepitoso fracaso del paro nacional, los medios creen que ayudan a la estrategia antichavista, pero lo que logran es agudizar el desconcierto de la militancia. ¿Qué puede pensar alguien que lee 20 notas preparatorias acerca de un pomposo “paro nacional” y luego no consigue ni una sola sobre lo que pasó el día de la protesta?
A esos medios les vendría bien un análisis serio, desde el lado de la oposición, sobre por qué los llamados del Frente Amplio no sobrepasan los muros del Aula Magna o sobre por qué una protesta convocada por Andrés Velásquez difícilmente puede motorizar al colectivo nacional antirrevolucionario.
Hasta el próximo paro
Todo parece indicar que la dirigencia opositora no piensa decir nada sobre su fallido llamado a paro. Se harán los locos, como si nadie hubiese convocado a nada.
Todo parece indicar también que los medios globales y locales tampoco dirán que nadie acató el llamado a paro ni harán análisis al respecto.
Todo parece indicar que la dinámica política y mediática opositora continuará igual hasta que se haga la siguiente megasuperasamblea en la UCV y se convoque la nueva mamá de las marchas o el nuevo papá de los paros.
(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)