Nos aproximamos a los cuatro meses del anuncio del Plan de Recuperación, Crecimiento y Prosperidad Económica y casi todas las medidas contenidas en él se han ido aplicando, excepto el aumento de la gasolina a precios internacionales y el pase a un sistema de subsidio directo, a través del carnet de la Patria.
El desfase de esta medida con respecto a las otras ha hecho que hoy la situación sea sustantivamente peor: se ha producido en la práctica un aumento nominalmente muy drástico en el precio del combustible, pero ni un solo céntimo de ese dinero va a parar a manos del Estado.
El punto es que al desaparecer oficialmente el bolívar fuerte, con la salida de circulación de los billetes que sobrevivían del cono monetario anterior, es imposible pagar un tanque de gasolina en menos de 1 bolívar soberano. Esta cantidad luce ínfima, si se le compara con cualquier otro producto de primera necesidad o de alto consumo, pero significa un incremento brutal del precio anterior, que era de 1 y 6 bolívares fuertes, equivalentes a 0,0001 y 0,00006 bolívares soberanos, cantidades imposibles de pagar o de cobrar.
En la práctica, el pago de 1 bolívar soberano y hasta de 2 bolívares soberanos por un tanque lleno (independientemente del número de litros) se había convertido en lo habitual incluso desde antes que desapareciera el billete de 100.000 bolívares fuertes. En las estaciones de combustible, los bomberos se negaban a aceptar los billetes viejos bajo el argumento de que nadie los estaba recibiendo en ninguna parte. Incluso, muchos miraban feo a los que pagaban con billetes de 1 bolívar soberano. Con la desmonetización, ha quedado consagrada esta práctica de pagar 2 bolívares soberanos. Es como una especie de acuerdo tácito.
Esto significa que el usuario está pagando un aumento en la gasolina sin que el Estado reciba el beneficio, pues los bomberos solo reportan el monto que corresponde al precio vigente, que es una porción infinitesimal de lo que entra en sus bolsillos.
Los dueños de las estaciones de servicio tienen, por su lado, un negocio surrealista: por un lado le cobran (en lugar de pagarle) a PDVSA por vender la gasolina; y por el otro, algunos les cobran una comisión a sus empleados por permitirles estar en un trabajo que, a su manera, es muy lucrativo.
De haberse ejecutado el Plan de Recuperación Económica con la sincronía necesaria, al salir de circulación definitivamente el bolívar fuerte, ya debería estar en plena vigencia el nuevo precio de la gasolina y la nueva modalidad de pago subsidiado. La idea es elevar el litro de gasolina de 95 octanos aproximadamente a 1 bolívar soberano, lo que implicaría que llenar un tanque, según el tamaño del vehículo, podría costar entre 30 y 50 bolívares soberanos. Aunque esta cifra vuelve a estar muy por debajo de los precios de otros productos (una botella de dos litros de gaseosa ya pasa de 1000 bolívares soberanos), el gobierno no quiere arriesgarse a introducir un nuevo elemento para la hiperinflación y, eventualmente, para el conflicto social.
Con la finalidad de evitar el impacto de tan rudo aumento, se ha dispuesto aplicar un sistema de identificación biométrica con el carnet de la Patria. Para ello se realizó el Censo Nacional del Transporte y se llamó a toda la población a carnetizarse. Pero esta medida, que tiene como finalidad combatir las mafias del contrabando de gasolina hacia Colombia y otras naciones fronterizas, sigue en la lista de los pendientes.
Mientras no se complete el proceso de adecuación tecnológica y se aplique el nuevo sistema, cada vez que vaya a cargar gasolina usted debe llevar su billete de dos y saber que ni un céntimo de ese precio irá a manos del Estado.
(LaIguana.TV)