Mi segunda politóloga predilecta, Eva Ritz Marcano, rara vez se atreve a pronosticar, pero al parecer se encuentra en una onda audaz y por eso vaticina que le gran pelea interna de la oposición está aún por presentarse y no será por motivos ideológicos, sino por la plata.
La oposición sufrió un grave revés el 30 de abril cuando se hizo evidente que no tiene el apoyo popular ni militar que proclaman sus líderes. Pero el verdadero colapso va a sobrevenir debido a un componente esencial -podría decirse que ontológico- de la dirigencia del antichavismo: el dinero.
Ya es más que evidente, pero pronto las contradicciones respecto al «negocio» que está en marcha serán inaguantables.
El grupo que ha tomado el mando de la coalición, la camarilla de Voluntad Popular, ha logrado montar el guiso más sustancioso que cualquier clase política corrupta haya cocinado sin necesidad de estar en el gobierno. Como cómplices necesarios de EEUU y otras naciones corsarias, se están robando cifras fabulosas en dólares, en euros y en oro. La mayor tajada se la están cogiendo (valga este verbo, que en venezolano es polisémico) los integrantes de la pandilla corporatocrática de EEUU y sus aliados europeos, pero a los jefes de turno de la derecha local les toca su respectiva comisión, y el «negocio» es tan fabuloso que les permitirá a cada uno de ellos (y a sus familiares avispados) convertirse en potentados y vivir como jeques sauditas por el resto de sus vidas.
Allí es donde se agudizan, según Eva, las contradicciones internas, pues los sectores antichavistas que son ajenos a la camarilla dominante tienen la sensación creciente de que los están dejando al margen del reparto del botín, como tontos útiles, cual cachicamos que trabajan para lapa.
La fisura se hizo evidente con el vergonzoso cambio de postura sobre el pago de los bonos de Pdvsa 2020, por la Asamblea Nacional. Luego de haber negado durante años la legalidad de dichos papeles, la camarilla dominante de la oposición, actuando como agentes de los intereses corporativos extranjeros, ordenó pagarlos a brinco rabioso, lo que generó objeciones de otras fracciones políticas, tal vez porque saben que la operación es lesiva para el país o tal vez porque los dejaron como la guayabera. Mi politóloga se decanta por la segunda opción.
En la medida en que ha ido quedando al descubierto el entramado político-financiero que sustenta esta gigantesca apropiación indebida del dinero de todos los venezolanos, los opositores ajenos a la cúpula ultraderechista han tenido que convencerse de que con la cantaleta del cese de la usurpación, el reducido grupete se está llenando… y no tiene intención de compartir con los panas.
Según Eva Ritz Marcano, el afán de anotarse en el grupo de los favoritos de los jefes gringos fue la causa de que algunos políticos veteranos y del ala moderada-taimada aparecieran en el patético episodio del distribuidor Altamira.
Si quedaba alguna duda de que la ruptura de la unidad opositora será por el vil metal, Eva considera que ha quedado despejada con la «contratación», por parte del autojuramentado Juan Guaidó, del llamado asesor Lee Buccheit, quien viene de trabajar para una empresa que representa los intereses de los acreedores de Venezuela. Un típico caso de poner zamuros a cuidar carne. Esa designación, los demás opositores lo saben, es otro negocio redondo para la camarilla. Nuevamente han surgido críticas endógenas opositoras, quizá porque a algunos dirigentes les duele genuinamente el país o tal vez porque no les han ofrecido su parte.
(Clodovaldo Hernández / LaIguana.TV)