Fue noticia en todos los diarios. El 7 de febrero de 1962, el entonces presidente de Estados Unidos (EE.UU.), John F. Kennedy, declaró el bloqueo unilateral de ese país contra Cuba, mediante la Ley de Ayuda Externa de 1961, con lo que cumplía el mandato expresado por el Congreso.
Cuatro días antes, el 3 de febrero, Kennedy firmó la orden presidencial para implantar un bloqueo total contra la Isla, cuyo objetivo era cortar todo tipo de vínculo comercial con Cuba y cercar al país para provocar el derrocamiento del gobierno revolucionario.
Sin embargo, desde el mismo triunfo de la Revolución Cubana en 1959, las administraciones norteamericanas comenzaron el hostigamiento y las sanciones contra la mayor de las Antillas, al tiempo que esperaban el fin del proceso revolucionario en cuestión de meses.
Así, tan temprano como el 3 de enero de 1961, el mandatario estadounidense, Dwight D. Eisenhower, rompió relaciones diplomáticas con Cuba a pocos días de entregar su asiento de la Casa Blanca al Kennedy sucesor de sus políticas.
En marzo de ese mismo año el gobierno norteamericano incluyó en las Regulaciones de Exportación un listado con productos alimenticios y medicinas que requerían de licencia general para poderlos exportar a la Isla. Era de las primeras medidas de la administración de Kennedy, que anunciaban el preludio al bloqueo económico, comercial y financiero.
El 6 de febrero de 1962, a solo 24 horas de que entrara en vigor la denunciada como genocida política contra la Isla, el Departamento del Tesoro promulgó las Regulaciones para las Importaciones Cubanas, con la cual se prohibía la importación de toda mercancía de origen cubano en territorio estadounidense.
El objetivo estaba claro: asfixiar económicamente a la nación caribeña y hacer rendir por hambre al pueblo cubano, carente de recursos prohibidos por la política de Washington hacia el Gobierno cubano. Cerrar, bloquear, impedir, hostigar a Cuba. Esa era la meta y lo sigue siendo hoy, 58 años después.
En 1992, la Ley Torricelli hizo del bloqueo un asunto extraterritorial al sancionar a terceras naciones, debido a que la ley prohíbe a subsidiarias estadounidenses en terceros países comercializar bienes con la Mayor de las Antillas. Posteriormente, la Ley Helms-Burton recrudeció y afianzó aún más la hostil política contra el pueblo cubano.
Otra de las leyes elaboradas para robustecer el bloqueo económico, comercial y financiero contra la Isla, es la Ley de Reforma de las Sanciones Comerciales y Ampliación de las Exportaciones del 2000, la cual impide que los ciudadanos estadounidenses viajen a Cuba en calidad de turistas, el único país al que se le tiene vetado visitar.
La citada Ley del 2000 impide, asimismo, el financiamiento para productos agrícolas de EE.UU. para que sean vendidos a Cuba.
Con la llegada a la presidencia de EE.UU. del magnate Donald Trump la política se ha recrudecido, mientras el inquilino de la Casa Blanca defiende que quiere “ayudar” al pueblo cubano.
Tras casi 60 años de su implementación, el bloqueo económico, comercial y financiero ha causado pérdidas millonarias a la economía cubana y constituye el mayor obstáculo al desarrollo de la nación.
“EE.UU. recrudece el bloqueo de manera brutal. Al ritmo de casi una medida por semana, intenta estrangular nuestra economía. Su política hostil y agresiva contra Cuba daña a todo nuestro pueblo y a los cubanos q residen en ese país y en cualquier otra nación del planeta”, ha señalado el ministro de Relaciones Exteriores de la Isla, Bruno Rodríguez Parrilla.
Rechazado por la mayoría de la comunidad internacional en las votaciones realizadas anualmente en la Organización de Naciones Unidas (ONU), la política norteamericana contra Cuba es considerada una violación a los principios del Derecho Internacional, en tanto se entromete en los asuntos internos de la Isla, y viola el principio a la independencia de una nación y los derechos humanos de los cubanos.
“Cincuenta y ocho años después, Cuba resiste y se crece frente al bloqueo de Estados Unidos. Nuestra respuesta es de resistencia, lucha yemancipación”, ha expresado el presidente cubano, Miguel Díaz-Canel.
(teleSUR)