El comunicador y analista político venezolano, Miguel Ángel Pérez Pirela, destinó la edición 110 de su programa Desde Donde Sea a explicar el mito de la caverna, relato recogido en el libro séptimo de La República, del filósofo griego Platón y a mostrar su vigencia en el contexto actual.
Al ser la Filosofía una disciplina transversal a toda actividad humana, explicó, pueden establecerse vínculos con lo que hoy sucede en Venezuela, en América Latina, en el mundo, puesto que la política y el concepto de ética pueden mirarse bajo la óptica de un texto producido hace unos 2.400 años.
De esta manera, ilustró Pérez Pirela, conceptos que forman parte y estructuran nuestra vida cotidiana, como por ejemplo, los conceptos de República, Autocracia y Democracia, extienden sus raíces a a la Filosofía Latina y a la Griega, aunque ignoremos su génesis.
Así, el Mito de La Caverna, que data de 24 siglos atrás y que procedió a explicar, funciona como una alegoría, similar a la que se plantea en la película Matrix –que toma como referencia el mito platónico–, en la que el protagonista, Neo, es capaz de conocer una realidad que no sabía que existía y se percata que la realidad que cree conocer, no es tal, y esa posibilidad le es dada cuando se le presenta la opción de elegir entre dos pastillas, azul y roja: con una puede conocer otro espacio tiempo; con la otra, permanece sumergido en aquello que, hasta entonces, consideró su propia realidad.
En opinión del experto, esta reflexión viene a lugar, toda vez que en la sociedad contemporánea, caracterizada por la disputa, no es infrecuente que se presenten lo que nominó como «diálogo de sordos«, en el cual, cuando se alude a un concepto cuyo significado está dado por sentado, como la política, en realidad los interlocutores aluden a cosas distintas.
Algo semejante ocurre, a su parecer, cuando se critican los conceptos emitidos o los valores defendidos por un tercero, sin saber realmente de qué se está hablando.
Seguidamente, el también filósofo procedió a relatar el Mito de La Caverna:
El mito comienza aludiendo a una caverna oscura en donde las personas están amarradas de sus cuellos y por ello, no pueden salir de la caverna y eso les impide ver la realidad. En su lugar, ven frente a ellos una pared sobre la que pasan sombras de objetos que son trasladados por personas, pues tras un muro que separa a esas personas que transportan los objetos, se encuentran unas llamas, responsables de que los esclavos de la caverna vean las sombras.
En este punto, interrumpió la narración para explicar que los esclavos somos nosotros, que incapaces de percibir la realidad, vemos acaso la sombra de aquello que nos es presentado como tal, porque nos nos acostumbramos a pensar que «esa especie de realidad virtual» en la que suele transcurrir nuestra vida cotidiana, es la realidad.
En su parecer, la práctica está tan legitimada que se suele premiar a quienes pronostican el curso de las sombras proyectadas o a quienes describen los objetos falaces de esa realidad construida.
Siguiendo con el mito, aludió al personaje misterioso que ayuda a escapar a uno de los esclavos de la caverna, quien con mucho esfuerzo, tras remontar la cuesta que habría de conducirlo a la superficie, se quita las amarras y logra salir de esa cueva que él pensaba que era la realidad.
Nuevamente pausó el relato para acotar que, cuando se pasa «de la oscuridad más profunda a la luz más profunda«, se sucede el enceguecimiento y no se puede ver nada, lo que le ocurre al personaje del mito platónico: al ver la realidad «real», no ve nada porque todo cuanto pensaba que es la realidad, queda relativizado frente a lo que ahora le es develado.
En continuación al mito platónico, el comunicador mencionó que el personaje que sale de la caverna, primero comienza a ver, en el reflejo del agua, una nueva realidad; luego divisa objetos que nunca había visto –siempre vio sus sombras– y ahí, de pronto, comienza lentamente a divisarlos hasta que logra ver al objeto de los objetos: el Sol. Puede ver esa realidad porque el Sol –en Platón, sinónimo de idea misma de bien– sí ilumina a los objetos reales, no una llama que proyecta una sombra sobre objetos y descubre que fue largamente engañado.
Así, se ve impelido a regresar a la caverna y contar el engaño, lo que ocurre también en la actualidad, cuando nos deslumbramos frente a aparatos, a reconocimientos, a la «realidad» digerida e interpretada por terceros y a otras prácticas habituales dentro de nuestra vida cotidiana, reflexionó.
De este modo, este retorno a la caverna pretende develar que los objetos tampoco son todos los posibles, sino los que alguien escogiera, pero al quitar el velo sobre el timo, es asesinado, pues los esclavos, en su enceguecimiento, no quieren ni pueden comprender la verdad revelada y optan por matar al mensajero.
Con el propósito de iluminar esta sección del mito, Miguel Ángel Pérez Pirela evocó la muerte de Sócrates, maestro de Platón y la de Jesucristo, en tanto persona humana, cuya vida fue tomada por denunciar la falsía de denunciar a los mercaderes del templo.
Así, la caverna es farsa porque no solo no se ven los objetos de fuera –la realidad–, sino apenas se percibe la sombra de los que un tercero escoge.
Concluido el relato, Pérez Pirela procedió a detallar algunas de las conclusiones que se derivan de él y que resultan relevantes para ubicarnos en nuestro aquí-y-ahora cotidianos.
En primer término, aludió a la distinción que hace Platón entre el mundo sensible y el mundo de las ideas. De este modo, partiendo de una interpretación ontológica –es decir, desde las condiciones de posibilidad que definen la existencia de las cosas en el mundo– quien está dentro de la caverna se queda en las apariencias, mientras que el que está fuera, se arroja al mundo de la sensibilidad, de la trascendencia: de la metafísica, por lo que el filósofo griego nos invita salir de lo sensible, de lo material, de lo banal y emprender el camino hacia la trascendencia.
Una segunda diferencia que para el experto es relevante en la actualidad, es la distinción entre los sentidos y la razón. En este orden de ideas, quien está dentro de la caverna vive en los sentidos, que pueden engañar; lo que se contrapone, con plena intención pedagógica por parte del autor, al destino que sufre aquél que piensa, investiga y analiza la realidad: termina asesinado
Este final trágico, que se explica a partir de la negativa de las personas a aprender a «entrar en la presencia de las cosas», se opone a el fin de la Filosofía, que busca la verdad y trascender las apariencias, que bien pueden adoptar la forma de imágenes que otros han elegido para que veamos y nos son mostradas a través de las pantallas.
Por tanto, de lo anterior se desprende que Platón diferencia entre doxa (opinión, lo que practican quienes están dentro de la caverna) y la episteme (la ciencia, el conocimiento) y que quienes viven en la caverna, viven en el mundo de las explicaciones fáciles, de las apariencias, de las opiniones de terceros; mientras que quienes se atreven a salir de ella, van en pos de la verdad.
Para Platón, el político ha de ser el filósofo, aquél que quiere aprender y aquél que quiere enseñar, el que no se deja engañar por las imágenes y persigue la verdad. De ahí también se deriva el concepto de amor Platónico, que contrario lo que ha popularizado el saber del sentido común, se expresa en tres posibles tipos de amor: el ágape, primera forma de amor, amor de las almas; filia, de la que deriva la palabra filio, hijo, que es el amor de la sangre de la familia y después, el Eros, el amor de los cuerpos, el amor sexual. La unión del ágape, del filio y del Eros, es el amor perfecto.
Cuando se habla de este último tipo de amor, precisó el filósofo, se trata de un amor perfecto, ideal, trascendente, que se encuentra plasmado en el mundo de las ideas.
Por otra parte, mencionó que el método empleado por Platón se conoce con el nombre de mayéutica, un procedimiento que pretende extraer la realidad que cada persona lleva dentro, pues no es posible conocer sino recordar, una idea que será rebatida por su discípulo Aristóteles, de raigambre más materialista.
No obstante, acotó que la idea platónica de «mundo eterno», en tanto sinónimo de conocimiento, sería retomada y reelaborada por el filósofo alemán Friederich Nietzsche y vaciada en el concepto de «eterno retorno».
Para finalizar, insistió en que el mito de la caverna tiene aspectos epistemológicos, éticos, antropológicos y políticos.
«Platón nos invita a ir más allá de lo sensible, más allá del apare-ser y emprender la búsqueda del ser, de la realidad. Esa búsqueda de la realidad es el concepto mismo de conocimiento, de verdad, de libertad», concluyó.
Lectura de poesía
Al cierre de la emisión, Miguel Ángel Pérez Pirela compartió con la audiencia de Desde Donde Sea, la lectura de poemas de reconocidos autores latinoamericanos. Del cubano José Martí, leyó un fragmento de «Versos sencillos», recogido en su volumen «Con los pobres de la tierra; del venezolano Víctor «El Chino» Valera Mora, «Oficio puro»; del uruguayo Mario Benedetti, Corazón coraza, Una mujer desnuda y en lo oscuro y Pausa; del chileno Pablo Neruda, el «Poema XX» y concluyó con unos versos de su autoría, intitulados «Asma».
(LaIguana.TV)