lunes, 21 / 04 / 2025
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Maduro, Covid-19, elecciones en EEUU y Bolsonaro: Pérez Pirela responde en entrevista

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En una entrevista concedida por el filósofo y analista político Miguel Ángel Pérez Pirela al medio alternativo brasileño «Portal do José», el experto venezolano disertó acerca de temas relativos a la política interna venezolana, la libertad de expresión, el efecto de las elecciones estadounidenses sobre América Latina, la pandemia de Covid-19 y el mundo que nos espera tras ella. He aquí una versión de la conversación. 

  1. Para nuestros suscriptores: ¿Quién es Miguel Pérez Pirela?

MAPP: Yo soy Doctor en Filosofía Política y también son el director de La Iguana.TV, que es uno de los dos medios de comunicación digital más importantes de toda Venezuela. Lo importante, además, es que este medio digital es un medio digital alternativo, es un medio que no depende ni de poderes privados ni de poderes públicos y que se ha convertido en un fenómeno comunicacional muy importante, no solamente a nivel venezolano sino a nivel latinoamericano. 

Además, yo estuve muchos años haciendo televisión, en el canal estatal Venezolana de Televisión, y hoy día tengo un programa 2.0 a través de las plataformas YouTube, Instagram y Facebook que se llama Desde Donde Sea y cuyo público, en más del 70%, es un público internacional no venezolano.

J: Miguel, las plataformas Facebook e Instagram son norteamericanas, ¿operan tranquilamente en Venezuela sin ningún tipo de bloqueo?

MAPP: Ah, no, tranquilamente. De hecho, nuestro trabajo es la comunicación a través de Internet. Estamos hablando de 60 millones de clicks, de visitas al mes. Mi programa lo hago a través de las plataformas de YouTube, Facebook e Instagram, por lo cual es muy divertido cuando yo leo en medios de comunicación extranjeros que en Venezuela no hay internet o que si en Venezuela hay internet, están bloqueadas las redes sociales estadounidenses. 

Les quiero decir que uno de los grandes promotores en del Twitter en Latinoamérica fue precisamente Hugo Chávez y por ejemplo, la cuenta Twitter del presidente Nicolás Maduro tiene más de tres millones de suscriptores y que Venezuela ha sido uno de los primeros países del mundo que ha puesto en práctica incluso la comunicación gubernamental a través de estas redes sociales. 

Un nombramiento de un ministro, un cambio de gabinete, un bono especial para el pueblo, todo eso es informado a través de Twitter, de Facebook, de Instagram, de YouTube por el gobierno venezolano, así que, nada más lejos de la realidad que el hecho de que en Venezuela no haya internet o haya un internet censurado, o algo así.

J: Otra cosa: es muy común que la gente crea, aquí en Brasil, que en Venezuela no hay libertad de prensa, ¿qué puedes decir sobre esa información?

MAPP: Yo siempre he dicho que en Venezuela no hay libertad de expresión, hay libertinaje de expresión, porque en este país, prácticamente todo el mundo dice lo que quiera, cuando quiera. Yo viví 11 años en Europa –cinco años en Roma y seis años en París– y en Europa es prácticamente imposible decir ni siquiera el 30% de las cosas que se dicen aquí, por ejemplo, contra el presidente de la República. Prácticamente imposible.

El problema es que, cuando se trata de Venezuela, hay una especie de chantaje, porque el mundo europeo o el mundo de los Estados Unidos quieren que las leyes, las normas, las constituciones, sean válidas en cualquier parte del mundo, menos en Venezuela. Aquí, si nosotros tratamos de aplicar la ley, si nosotros tratamos de defender la soberanía, si nosotros tratamos de defendernos a nosotros mismos –casi como instinto de sobrevivencia– eso es visto como represión, eso es visto como dictadura, eso es visto como totalitarismo. Pero si, por ejemplo, en los Estados Unidos el presidente Donald Trump dice que va a aniquilar como insectos, cucarachas a los manifestantes contra el racismo, eso está muy bien visto; si en los Estados Unidos el presidente Trump utiliza el racismo para responderle a una periodista con rasgos asiáticos, ahí no pasa nada; si en los Estados Unidos el presidente Trump se permite arremeter, atacar a un medio de comunicación como el New York Times, ahí no pasa nada. 

Entonces, hay una doble moral en el mundo. Pareciera que el colonialismo también nos quiere hacer imponer que las leyes solamente son válidas en sus países y en nuestros países también deberían ser válidas sus leyes y no las nuestras. 

Ahí radica uno de los grandes problemas de Venezuela: que simplemente hemos dicho que no a la imposición, por ejemplo, de un diputado, como lo es Juan Guaidó, electo en un muy pequeño estado, uno de los estados más pequeños de Venezuela y que se nos quiera decir que ese es nuestro presidente, porque así lo quiere Donald Trump o Macron en Francia, por ejemplo, para dar dos nombres. 

J: ¿Quién es Juan Guaidó? ¿Él es un dirigente de facto, en relación con una parte importante del pueblo venezolano?

MAPP: Juan Guaidó es Forrest Gump, Juan Guaidó es una persona que no estaba en el mapa político venezolano, una persona que fue electa en un pequeño estado en las afueras de Caracas que se llama estado La Guaira, una persona que ni siquiera tenía en su propio partido, un liderazgo. Juan Guaidó es una persona que llega a la Asamblea Nacional simplemente porque le tocaba el turno ese año a Voluntad Popular –que es su partido– de presidir la Asamblea Nacional y no había más nadie, porque Voluntad Popular se había convertido poco antes en un partido terrorista que había propiciado las llamadas «guarimbas» –palabra venezolana–, que no es otra cosa que actos terroristas continuados. No sé si ustedes recuerdan, durante tres o cuatro meses incendiaron universidades, incendiaron escuelas, degollaron motorizados, es decir, un desastre total.

Ese partido finalmente se quedó sin cuadros, porque quemaron a sus cuadros en actos terroristas. Entonces, el único que quedaba era Juan Guaidó. Entonces, dos elementos: le tocaba a Voluntad Popular en ese año y, segundo elemento, ese partido no tenía otro cuadro que no fuera Juan Guaidó, porque Leopoldo López, que es el fundador del partido, el líder del partido, se encontraba en casa por cárcel. 

Pero hay un detalle importante para que entendamos quién es Juan Guaidó: antes de querer ser diputado, trató de ser gobernador de su estado, pero ni siquiera pudo llegar a las elecciones de gobernador, porque en las elecciones internas de su partido, él perdió. Es decir, que Juan Guaidó antes de que Donald Trump decidiera crear esa figura de marketing, no tenía ninguna beligerancia, ninguna importancia y ningún liderazgo, ni en su región, ni en su partido, ni en la Asamblea Nacional y mucho menos en la vida política de todo el país. 

Ahora, imagina que un día cualquiera, los brasileños descubran a un diputado de segunda o tercera categoría, que levanta su mano derecha y dice: ‘yo soy el presidente de Brasil’. ¿Qué harían las Fuerzas Armadas de Brasil?, por ejemplo. ¿Qué harían los partidos políticos de Brasil? Porque hay otro elemento: cuando Juan Guaidó levanta la mano y se autoproclama presidente de Venezuela, le da un golpe de Estado, en un primer momento, no a Maduro y no a los partidos de la derecha, a los partidos de oposición que no sabían la jugada y que se enteraron al mismo tiempo sus aliados políticos que habían sido víctimas ellos mismos de un golpe de Estado, de la derecha a la derecha. 

Ahí comenzaron las divisiones de la derecha venezolana, que, un año después, ya son irreconciliables. Entonces, el chavismo deja que esas contradicciones afloren, porque es el trabajo también del chavismo, pero la oposición, desde el inicio, ha estado dividida. Solamente se ha unido cuando ha recibido la orden expresa desde Washington ‘ustedes se tienen que unir como derecha para poder derrocar a Maduro’. Un año después, ya eso no es posible porque ahora se encuentran –gracias a Guaidó y gracias a que Guaidó logró dividir a la oposición–, ahora se encuentran dos oposiciones contra Maduro y eso, evidentemente, lo debilita y le da muchas oportunidades electorales al chavismo en las venideras elecciones de final de año, elecciones legislativas. 

J: Quería entrar en el tema del Covid-19. Mientras estamos hablando, Brasil ya traspasó los 60.000 fallecidos, 60.000 muertos. Sobre esto, ¿qué información maneja Venezuela sobre Brasil, sobre el gobierno de Bolsonaro? 

MAPP: lo primero que hay que decir es que Bolsonaro nunca se interesó en el Covid-19. Nunca. Solamente, quizá una vez, al inicio, cuando comenzó la pandemia, cuando todavía no habían reales casos ni en Venezuela ni en Brasil comenzaba. Una de las pocas afirmaciones que yo le he visto decir para proteger al pueblo brasileño –supuestamente–, era que él iba a cerrar las fronteras para que los casos venezolanos no se fueran a Brasil. Hoy, Brasil es el segundo país en el mundo con mayor número de infectados, hoy, Brasil es epicentro de la pandemia a nivel planetario y hoy, Brasil representa un peligro humanitario para el pueblo venezolano, porque el pueblo venezolano es uno de los países –y esto yo lo digo con mucha humildad, sin chauvinismo, sin nacionalismos bobos–, Venezuela es uno de los países en el mundo entero que ha tenido la curva de infección aplanada, que ha tenido la curva de fallecidos aplanada. 

Y esto, ¿por qué? Porque el gobierno de Nicolás Maduro, porque el Gobierno Bolivariano, del cual yo también he sido en ocasiones muy crítico, fue de los primeros gobiernos en el mundo que establecieron una cuarentena preventiva. Es tanto así, que Venezuela estableció una cuarentena casi paralelamente a algunos países de Europa, que ya tenían tres semanas de adelanto de la pandemia. Cuando aquí estaba empezando el primer caso, todo el pueblo venezolano se puso en cuarentena.  

Evidentemente, eso tuvo resultados muy positivos y está teniendo resultados muy positivos. Brasil tiene más de un millón de infectados, Venezuela no llega a 6.000 infectados. Los muertos en Brasil, en Colombia –al lado– (…) Colombia hoy superó a China en número de infectados. Entonces, vaya qué ironía, el gobierno criticado mundialmente de Nicolás Maduro, el gobierno criticado por Brasil y por Colombia. 

Los gobiernos de Duque y Bolsonaro se han prestado para invasiones a Venezuela, para golpes de Estado en Venezuela, para bloqueos a Venezuela y cuando llega la pandemia, que es una especie de contacto con la realidad, resulta que los gobiernos que se presentaban en los medios de comunicación como ejemplares, como paradigmáticos, están haciendo morir a sus poblaciones y hoy, Venezuela se encuentra en medio de países como Brasil y Colombia y se tiene que proteger de la irresponsabilidad de Bolsonaro y de Duque. Porque, finalmente, los casos de contagio en Venezuela en las últimas semanas y en los últimos días, en su gran mayoría son casos importados desde Brasil y desde Colombia. 

Por cierto: en Venezuela han entrado 80.000 venezolanos. Podríamos llegar hasta 100.000 venezolanos que se están devolviendo de Brasil, de Colombia, de Ecuador, de Chile, de Perú. ¿Por qué? Porque esos países están plagados de Covid-19 y los venezolanos se dieron cuenta que –y a contrapelo y en contradicción de lo que dicen los medios de comunicación– quizá el país más seguro de Latinoamérica en este momento, en términos sanitarios, sea Venezuela. 

J: ¿Y cómo están los ánimos del pueblo venezolano? Porque aquí en Brasil estamos completamente abrumados, porque como Bolsonaro está completamente en contra de la cuarentena, aquí en Brasil, el Covid fue politizado: quienes están a favor de Bolsonaro, no están a favor de la cuarentena ni del confinamiento e insisten para que se abra el comercio y quienes están ligados a la salud, a los organismos internacionales de salud, como la OMS, quieren solamente la cuarentena, mas si se está encerrado mucho tiempo, eso provoca estrés en todo el mundo. Coméntame cómo está eso en Venezuela. 

MAPP: aquí nos encontramos en una paradoja. En filosofía, una paradoja es un problema cuya solución es otro problema. Precisamente de esto se trata el Covid-19: si nos encuarentenamos, es un problema de producción; si no nos encuarentenamos, es un problema de salud. 

En Venezuela, el gobierno de Nicolás Maduro ha querido resolver esto con una especie de frase: ‘entre cuarentena y producción, no hay contradicción’. Incluso, hasta rima. Podría ser un poema. Ha habido varios momentos, el más importante es no dejarse presionar por los factores económicos y financieros de los países. Es decir, cuando un gobierno es autónomo, toma sus decisiones soberanamente. Y la soberanía no solamente es algo que tiene que ver con el extranjero, también con los poderes internos. 

Cuando Bolsonaro, cuando Duque toman decisiones sanitarias de abrir centros comerciales, o de dejar abiertos centros comerciales, de alargar lo más que se pueda los vuelos internacionales para que no quiebren las aerolíneas, están tomando esas decisiones bajo presión. 

Nosotros podemos hacerle muchas críticas al gobierno de Nicolás Maduro, pero hay una crítica que no se le puede hacer –y en eso ha seguido un continuismo con Chávez–: que las decisiones que se toman, son decisiones que no dependen de negociaciones, de lobbys o de acuerdos con el mundo empresarial o con el mundo financiero. Ahora, ¿esto quiere decir que el gobierno venezolano es enemigo de los empresarios, es enemigo de los comerciantes? No. Esto quiere decir establecer criterios de prioridad para salvaguardar lo más importante, que es la vida humana. ¿De qué nos sirve tener la nevera llena de comida, si 20 días después vamos a estar muertos?

Aquí se ha creado un plan de flexibilización cada siete días, donde la gente que ha guardado ya tres meses de cuarentena total, comienza a salir y a regresar cada semana. Ahora, en Venezuela hay 23 estados. De esos 23 estados, en este momento 10 estados –entre ellos, Caracas, de donde te estoy hablando– sobre todo las grandes ciudades, se decidió que tuvieran otra vez una cuarentena total, pero los restantes 13 estados sí tiene una cuarentena flexibilizada cada siete días. 

Otra cosa: en Venezuela no se esperó a que los casos surgieran. Con la ayuda de los médicos venezolanos, los enfermeros venezolanos, los estudiantes de medicina venezolanos y los médicos cubanos –los mismos que fueron botados y echados de Brasil– se hizo una metodología nueva, aplaudida por la Organización Mundial de la Salud y es: no esperar que el Covid-19 salga, ir a buscar el Covid-19 casa por casa. Entonces, todo este personal sanitario fue a tocar las puertas, a tocar los timbres de las casas y a hacer exámenes casa por casa. Esto, evidentemente, hizo aplanar la curva inmediatamente y protegió el sistema sanitario venezolano.

¿Por qué? Porque si el Covid-19 colapsó los sistemas sanitarios europeos, ¿qué podía pasar con el Covid-19 en un sistema sanitario tan débil como el venezolano? Y esto lo digo como autocrítica, porque podríamos decir: como los latinoamericanos. ¿Qué hizo el gobierno? Para no dejar –y en esto fue muy vivo, muy caribeño– no dejar que colapsara el sistema y aplicar medidas antes de.

J: Miguel, la información que se maneja en las grandes agencias brasileñas sobre Venezuela, se corresponde –y me da la impresión de que esa información fue puesta de manera masificada– con que ustedes viven una crisis humanitaria sin precedentes: hambre, pobreza, falta de servicios básicos (…) Quiero preguntarte si eso es verdad. ¿Qué ha pasado con eso? Aquí en Brasil, si alguien critica al gobierno de Bolsonaro y alguien ligado al gobierno de Bolsonaro quiere agredir, entonces dicen: ¿Usted no está feliz? ¿Por qué no se va entonces para Venezuela? ¿Por qué no se va para Cuba? Para que veas la impresión que hay sobre tu país.

MAPP: Yo creo que en este momento muchos brasileños quieren estar en Venezuela, porque quizá sea la única forma de salvaguardar su vida, por la irresponsabilidad de Bolsonaro. Y la gente que dice: ‘que se vaya para Cuba’, no conoce Cuba y no conoce La Habana. Yo tuve la oportunidad de presentar hace poco un libro en la Feria Internacional del Libro y te puedo decir que La Habana haría sonrojar a cualquier capital europea por su arquitectura, por su seguridad, por su limpieza y vamos a decirlo también, por sus restaurantes. 

Quien dice: ‘vaya para La Habana’, no se da cuenta que tú puedes comer en La Habana lo mismo que puedes comer en un restaurante de alto nivel –si ese es el criterio. Para mí, no lo es–, pero puedes tener la misma oferta culinaria que tienes en Tokio, en Nueva York o en París. 

Es decir: basta de seguir hablando como que si estuviéramos en el marcarthysmo de los años 50, porque esto es simplemente ignorancia. 

Y por eso quiero insistir: el Covid-19 nos dio algo de realidad y el Covid-19 midió, evaluó, examinó a los gobiernos, a los países –y había muchos países que se presentaban como ejemplares en Latinoamérica y felicitados cotidianamente por la mediática internacional– ¿y qué dice ahora la mediática internacional de países como Colombia o como Chile, el gran ejemplo de democracia? Están reprimiendo en medio del Covid-19, reprimiendo a los más pobres. ¿Cuál es la situación sanitaria en Brasil, con más de un millón de infectados? ¿Qué está pasando con el glorioso gobierno de Ecuador de Lenín Moreno? ¿Qué está sucediendo con el glorioso gobierno de Perú? Y ahí está el Grupo de Lima contra Venezuela. Son preguntas que nosotros nos hacemos y que queremos responder.

Ahora, para responder a tu pregunta: Venezuela no puede hacer transacciones financieras: todo dinero que venga del gobierno venezolano es inmediatamente robado por Suiza, por Francia, por los Estados Unidos, por Alemania. Nuestro oro está en Inglaterra y el Banco de Inglaterra dijo: ‘me quedo con el oro’. La empresa Citgo, de refinación, está en los Estados Unidos. Tiene un valor de 30.000 millones de dólares. Trump y Guaidó la robaron y un juez de los Estados Unidos ahora la está vendiendo en 3.000 millones de dólares, como si fuera chatarra.

Evidentemente, un país que no puede hacer transacciones internacionales, que no puede comprar alimentos, que no puede comprar medicinas, que no recibe ayuda ni siquiera del Fondo Monetario Internacional, que no recibe ayuda del Banco Mundial –el Banco Mundial ayer hizo un préstamo multimillonario a Colombia–, un país acorralado, perseguido, acosado, tiene estos resultados en el Covid-19. 

Y para responder a tu pregunta: después que todo el concierto económico y financiero mundial bloquea un país, salen los medios de comunicación a decir: ‘qué mal gobierno’. El país no tiene medicinas, el país no tiene gasolina –un país petrolero–, el país… y después sale la oposición a decir: ‘vamos a elecciones’. Aquí yo creo que tenemos que pensar en el concepto mismo de democracia, porque tú no puedes agarrar a un ser humano, darle golpes, golpes y golpes, quitarle el agua, quitarle la comida y después: ‘ok, vamos a las Olimpiadas, vamos a correr cien metros planos’.

J: Aquí en Brasil, cuando se refiere a Nicolás Maduro, siempre se utiliza la expresión ‘dictador’. Si es un dictador, ¿por qué Maduro ha estado en el poder? 

Porque el neoliberalismo consiguió derrumbar los valores morales, dejó víctimas en el exterior, como el caso de Correa (…) En fin, generó fisuras en el pensamiento humanista, en el pensamiento resultado del socialismo, por decir así, en América Latina entera. ¿Cómo ha conseguido mantenerse Maduro en el poder?

MAPP: Maduro es tildado de ‘dictador’ porque no se deja tumbar, porque no se deja dar un golpe de Estado, porque no se deja sacar del poder. Porque si Maduro se dejara sacar del poder, ahí sería un demócrata. Un demócrata exiliado, asesinado, torturado, pero un demócrata al fin. Veamos la historia de Salvador Allende (1970-1973). Pero es más: veamos la historia de Evo Morales. 

Hace cinco días entrevisté al presidente Evo Morales en mi programa. Y yo le preguntaba: presidente, ¿por qué usted confió en la OEA? Porque ahora resulta que en Latinoamérica no basta tener la mejor economía, como la tenía Bolivia junto con Uruguay. ¿Por qué? Porque tenían que dar un golpe de Estado. No basta tener una gerencia impecable. ¿Por qué? Porque te dan un golpe de Estado. No basta ganar las elecciones con más del 10%, porque si tú ganas las elecciones con más del 10% te dicen: –’Ok, hiciste fraude’. ‘–Vamos a hacer las elecciones nuevamente’. –’No, ahora tú no vas a participar en las elecciones’. –’¿Yo estoy ganando por 10 puntos y me sacas del juego electoral?’ –’Sí’.  Porque esa es la democracia de la OEA, de la Organización de Estados Americanos. 

La pregunta es: ¿se le dice a Maduro dictador? Sí. La otra pregunta es: ¿se le decía dictador a Chávez? Sí. Y mientras se le decía dictador a Chávez y mientras se le decía dictador a Maduro, van 21 elecciones en 20 años. ¿Qué país del mundo tiene 21 elecciones en 20 años? Y, además, avaladas por la Fundación Jimmy Carter, expresidente de los Estados Unidos, quien además dijo que era el sistema electoral más efectivo del mundo. 

Si regresamos al inicio de la entrevista: tú me preguntaste por Juan Guaidó. Juan Guaidó no es diputado desde hace 20 años, Juan Guaidó es diputado desde 2018. Estamos en el 2020. Pregunto: ¿El Consejo Nacional Electoral, el poder electoral que eligió a Juan Guaidó, no es el mismo que eligió a Nicolás Maduro? Sí. Entonces, ¿qué pasa? Que el poder electoral en Venezuela es bueno cuando elige a la oposición, es malo cuando elige a la izquierda, cuando elige al chavismo. De ahí la definición de ‘dictador’. 

J: Miguel, tendremos elecciones en los Estados Unidos en noviembre. Con respecto a Venezuela, ¿hay alguna diferencia entre la elección de Trump y la de su adversario? Y esas elecciones en los Estados Unidos, ¿crees que impactarán en América Latina en general? Porque vimos una escena muy curiosa cuando Juan Guaidó estuvo en Estados Unidos: él fue aplaudido por los diputados del Partido Demócrata y por los diputados del Partido Republicano. 

No existe una democracia, existe una corporatocracia. Quien elige a los diputados demócratas y republicanos son las grandes corporaciones. Las grandes corporaciones tienen intereses en países como el mío, Brasil y también en Venezuela. ¿La gente puede esperar alguna cosa positiva de estas elecciones norteamericanas para América Latina? 

MAPP: Los Estados Unidos –y no quiero hacer caricatura de los Estados Unidos. No esperes de mí: ‘Estados Unidos malo, Latinoamérica bueno–, pues es el mismo Estados Unidos el que está en la calle contra el racismo, son los Estados Unidos del MIT, de Harvard; es el Estados Unidos de los grandes antirracistas negros de los años 60, es decir, mis respetos. No hagamos caricatura. 

Pero tu pregunta es fundamental porque resulta que la democracia de los Estados Unidos es la única democracia en el mundo, donde tú ganas las elecciones teniendo menos votos populares, porque es un sistema donde los grandes colegios deciden. Eso no es un sistema democrático, eso es una elección de segundo grado, en todo caso. 

Segundo, los Estados Unidos es el único país del mundo donde si un presidente no te está bien, pues lo matamos. No hay ningún problema.

Pero además, los Estados Unidos es, palabras más, palabras menos, yo no sé si es una dictadura, pero yo sí sé que no es una democracia. Se trata de un sistema bipartidista donde es irrelevante quién gana la presidencia, porque existe una industria militar, porque existe una industria y un lobby que va más allá de lo que pueda hacer o decir el presidente demócrata o republicano. Es más, para Venezuela y para Latinoamérica es más peligroso –mira lo que te voy a decir y lo políticamente incorrecto de lo que voy a decir–, para Venezuela y para Latinoamérica es más peligroso que gane Biden a que gane Trump. 

Porque, ¿cuál fue el presidente que a nosotros, que a Venezuela, nos tildó como una amenaza para, nada más y nada menos, la seguridad de la superpotencia bélica más grande que ha conocido la humanidad? Obama. Fue Obama. El decreto ejecutivo, el decreto presidencial lo firmó Obama y a través de ese decreto fue que vinieron bloqueos, sanciones, hambruna. 

Es irrelevante quién gane las elecciones el próximo 03 de noviembre. Lo que es importante aquí es el mensaje que desde los países del Sur del mundo, que desde Latinoamérica nosotros le podamos dar al gobierno de los Estados Unidos, sea demócrata o republicano, porque, desgraciadamente, lo único que respeta el *stabilishment* de los Estados Unidos, es cuando, como los perros, enseñan los dientes. Solamente respetan posturas directas contra ellos. 

Y te hago dos preguntas: Macri le dio todo a Trump. ¿Cómo terminó Macri? Lo dejaron con la mano extendida en su propio país. Bolsonaro, la política exterior de Brasil, desgraciadamente depende de la política exterior de Donald Trump, ¿qué ha hecho Donald Trump? Criticar a Bolsonaro por su mala gestión en el Covid-19. No tiene moral Donald Trump, pero le da una cachetada, porque ek *stabilishment* en los Estados Unidos no respeta a los gobiernos entreguistas, no los respeta. 

Mi pregunta para ti es la siguiente –y fue la pregunta que le hice a Hoffman, a la presidenta del Partido de los Trabajadores–: ¿Qué va a pasar con Bolsonaro, que depende 100% de Trump, si Trump pierde las elecciones? 

J: Quiero decir lo siguiente: Bolsonaro es un accidente sofisticado. Él nunca se preparó para ser presidente de la República. Si usted pregunta cuál es el proyecto de educación que él tiene para Brasil, no tiene; si se trata de un proyecto para la salud, no tiene; si es de tecnología, no tiene, en cultura tampoco tiene. Él acabó llegando a la presidencia de la República por una serie de factores muy locos que se dieron aquí, mas la principal persona que manda en Brasil es el ministro de Economía, llamado Paulo Guedes. Es un hombre ligado a los grandes sectores financieros internacionales, ligado a los grandes medios brasileños, a una gran familia dueña de uno de los principales medios de comunicación de Brasil –que es la Rede Globo–, la familia Marin y Paulo Guedes está aplicando en Brasil de una forma muy radical, las recetas del Fondo Monetario Internacional. 

Los funcionarios del Fondo Monetario Internacional en Brasil fueron expulsados y quizá está aplicando lo que han aplicado en América Latina entera: desestatización, privatización, retiro de derechos sociales, menor inversión en salud, educación, la privatización de servicios esenciales como agua, energía eléctrica, gas, las compañías petroleras y quien está mandando en Brasil de facto, en mi opinión, es Paulo Guedes y Bolsonaro apenas acaba atrayendo la atención del público. Los medios de comunicación replican y refuerzan cada vez más las locuras que Bolsonaro hace y mientras eso es cubierto por los noticieros, Paulo Guedes va aprobando todas las reformas constitucionales en Brasil y rápidamente ha establecido una serie de contratos a partir de una serie de vacíos legales que suponen una entrega rápida de Brasil, mientras nosotros estamos ocupados con las locuras de Bolsonaro.

El actual escenario en Brasil es la profundización de ese modelo neoliberal de ajustes y mucho más. Además, hoy tenemos más de 60.000 muertos. Y eso oficialmente, Miguel, porque se refiere a la cantidad de muertos actuales registrados. Nosotros tenemos una estimación de fallecidos mucho mayor que los números registrados y hemos dicho que las cifras tienen subregistro. 

Brasil va a pagar un precio muy caro por todo lo que está aconteciendo, pero existe una complicidad entre los grandes fondos de inversiones, los grandes fondos que se quieren apropiar de la infraestructura del país y los medios de comunicación, y tenemos una situación sobre la que te voy a preguntar también: aquí en Brasil tenemos un crecimiento muy grande de las iglesias neopentecostales, de iglesias que son consideradas evangélicas y es un fenómeno muy grande en Brasil. 

Para que te hagas una idea: cuando Lula asumió la presidencia de la República, el número de personas que se declaraba evangélica en Brasil, rondaba en torno al 7-8%; en el gobierno de Bolsonaro, ese número creció al 28%. Buena parte de estas iglesias dan soporte político a Bolsonaro, mezclando la religión con la política y allí quiero llegar yo para preguntarte si esto pasa en Venezuela y si los servicios públicos en Venezuela están disponibles para todos los venezolanos. Te doy la palabra. 

MAPP: muchísimas gracias por la explicación. De ahí la importancia de una democracia latinoamericana, que también nosotros estamos creando a través de estos espacios alternativos, porque nos terminamos explicando la realidad sin mediaciones. 

El fenómeno de esta mezcla, de este cóctel molotov entre religión y política tiene muy preocupado a la región, porque al final, tú ves fenómenos como el de República Dominicana, donde también se está dando el mismo fenómeno como el que se dio con los movimientos pentecostales y otros en Brasil, con Bolsonaro. En Venezuela no se ha ido tan lejos con esta mezcla, pues también –me haces pensar en tiempo real– el gobierno ha sido muy hábil en el trato que le ha dado a partidos políticos o a movimientos políticos ligados con la religión. Le ha dado apertura, sí, pero junto con otros movimientos también religiosos. Es decir, se ha dado más una especie de espacio común de varias religiones en apoyo al gobierno –o no– y en este sentido se ha parado la dictadura de un solo movimiento religioso, que utiliza la religión como trampolín o instrumento para llegar al poder. En Venezuela estamos bien lejos de eso, por ahora. 

Tuvimos un candidato que representaba a movimientos evangélicos en Venezuela. Este candidato no tuvo una gran fuerza y más bien hizo todo lo contrario: terminó apostando a que hayan elecciones. Porque, paradójicamente –y esta es una locura difícil de explicar– quienes dicen, esa derecha, esa oposición venezolana que dice que en Venezuela no hay democracia, son los primeros que se oponen a ir a elecciones y los movimientos evangélicos más fuertes en Venezuela, al menos dicen: ‘sí, nosotros vamos a elecciones’. Entonces, ahora es casi que progresista, alternativo, querer ir a elecciones en Venezuela. 

Lo que sí es cierto es que en Venezuela, al menos –y es una de las grandes críticas que yo hago– tenemos que ir a nuestra Constitución y saber que nuestro Estado es laico, que es precisamente el gran peligro al cual se está sometiendo Brasil o Bolivia. No olvidemos que el golpe de Estado contra Evo Morales fue dado en nombre de La Biblia y se opone La Biblia a los indígenas. Evidentemente, todos en Latinoamérica –y allí sí te doy la razón– estamos muy preocupados, porque, finalmente, también aquí hay lógicas colonialistas, porque muchos de estos movimientos ‘evangélicos’ –y sin faltarle el respeto a las libertades religiosas– .

J: Miguel, en relación con el área económica a la que me estaba refiriendo en la pregunta anterior: ¿cómo es el acceso a la infraestructura para los venezolanos? ¿Los servicios están privatizados? ¿Las tarifas de los servicios son accesibles para la mayor parte de la población de Venezuela? ¿Qué puedes decirme con respecto a eso?

MAPP: en Venezuela, el precio del agua es simbólico. Yo no quiero decir gratuito, pero es gratuito. En Venezuela, el servicio de gas es simbólico; en Venezuela, la recolección de la basura es simbólica –el precio, quiero decir–; en Venezuela, la gasolina hasta hace un mes era gratuita. Ya eso es difícil de entender. Se logró, hace pocas semanas, establecer una doble banda, es decir, un precio subvencionado por el Estado, que es prácticamente gratuito si lo comparas con los precios internacionales, y después, un precio internacional que sigue siendo más barato que los precios internacionales, para que entre un poquito de dinero por la gasolina, porque resulta que la gasolina ahora se la está vendiendo a Venezuela, Irán y tú dirás: ¿por qué viene de Irán? Porque no nos dan la oportunidad, porque debido al bloqueo económico, no tenemos los químicos para procesarla. 

Los servicios públicos en Venezuela son gratuitos. 

J: para finalizar, le quiero preguntar a usted como filósofo, ¿qué mundo nos espera después del Covid-19? Sabemos que eso circula allá en Europa, en los Estados Unidos. ¿Qué mundo tendremos después de que pase todo esto?

MAPP: Imagínate un mundo sentado sobre el dogma del Fin de la historia, de Fukuyama; imagínate un mundo sentado sobre el dogma de Wall Street, de la OTAN, de la Unión Europea; imagínate un mundo en el que los más fuertes tienen portaaviones, satélites, Champion League y que llega un virus microscópico, más pequeño que una célula y que ipso facto, de inmediato, acaba con la Champion League, hace caer Wall Street, hace caer los precios del petróleo a -27 dólares por barril –es decir, que quien produce petróleo, paga para que se lo lleven–, suspendió todos los eventos deportivos –uno de los grandes negocios del planetarios– pero sobre todo, lo que quedó suspendido fue el dogma de una sociedad occidental que estaba sentada sobre sus seguridades financieras, económicas, políticas y geoestratégicas. Eso es lo que pasó: se le dio jaque mate a la seguridad de los gobiernos capitalistas y neoliberales del planeta. 

Ahora, ¿cuál es el gran desafío? Que esta pandemia puede ser la oportunidad para crear alternativas económicas, culturales, financieras, productivas o lo contrario: que esta sea la oportunidad para que los grandes poderes hegemónicos terminen de aplicar un control total sobre el planeta a partir de eso que Michel Foucault, filósofo francés, llamaba ‘el biopoder’, el poder sobre la vida. 

Imagínate la pregunta que me estás haciendo. Nos encontramos en una especie de bifurcación: o nos organizamos o seremos víctimas de los que se organizaron por nosotros. 

(LaIguana.TV)

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