lunes, 21 / 04 / 2025
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#DesdeDondeSea Pérez Pirela explicó y refutó al filósofo contractualista contemporáneo John Rawls

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En la continuación de los viernes filosóficos de su programa Desde donde sea, Miguel Ángel Pérez Pirela disertó en esta oportunidad sobre el contratualista estadounidense contemporáneo John Rawls (1921-2002), autor del libro Teoría de la Justicia, publicado en 1971.

De entrada, aclaró que un título más preciso para el libro en español tal vez debió ser “Una teoría de la justicia” porque Rawls entiende que está planteando una de las posibles teorías, no la única.

Detalló que, como autores antitéticos o contradictores de Rawls, utilizaría en su exposición a Michael Sandel, en su obra El liberalismo y los límites de la justicia e, incluso, su propia tesis doctoral en la Universidad Gregoriana de Roma, Perfil de la discusión filosófica política contemporánea, una propuesta aristotélica (publicada en 2005) en la que analiza la controversia entre los pensadores liberals (unos liberales un poco más progresistas) y los comunitarians (comunitaristas). También empleó como bibliografía Las grandes obras del pensamiento político de Jean Jacques Chevalier.

«Con este programa continuamos el recorrido que comenzó con  el mito de la caverna de Platón; siguió con  Maquiavelo y El príncipe; Hobbes y El Leviatán; Jean Jacques Rousseau y su Contrato social; y Alexis de Tocqueville y La democracia en América.  Ahora tenemos a Rawls, que es el contractualismo de nuestros días. Él intenta encontrar, buscar, escudriñar, analizar los principios de justicia que hacen posible de forma permanente un acuerdo social para entonces crear una teoría de la justicia. ¿Cómo hacerlo? ¿Qué caminos debemos transitar? La respuesta de Rawls la busca desde la tradición contractualista de Hobbes, Rousseau y Locke, que es a través de un pacto social donde se decide el bien y el mal», dijo.

Formuló numerosas interrogantes para ser empleadas como punto de partida de la reflexión. «Se nos plantea varias disyuntivas: la política se sustenta en un pacto social, pero ¿y la moral también? A lo político lo caracteriza la búsqueda del bien común y lo moral sobre la búsqueda del bien. ¿El bien y el mal existen por sí mismos a través de una trascendencia teológica? ¿El bien fue creado por Dios? ¿O el bien y el mal son acuerdos sociales creados por los hombres? Porque lo puede ser bien en la cultura amazónica yanomami puede ser mal en la cultura de los europeos del renacimiento del siglo XVI… ¿La existencia misma se fundamenta en un más allá dogmático o en el acuerdo que hacemos sobre dicho tema?».

«Aquí apreciamos que lo propio de la filosofía política y de la filosofía moral es reflexionar sobre temas trascendentales para la cotidianidad del ser humano. Por ejemplo, el matrimonio entre personas del mismo sexo o el aborto, ¿Son buenos o son malos? ¿Son justos o son injustos? Nos diría Michael Sandel, quien defiende el matrimonio entre personas del mismo sexo, que al final esa discusión no atañe directamente a la vida, por lo tanto es de carácter social. ¿Es injusto se casen personas del mismo sexo pero es justo que se casen personas de sexos diferentes? ¿Cuál sería la reivindicación… que nadie se case o que todos se casen? Entonces, debemos tender a una discusión de acuerdos sociales y morales», insistió.

Planteó uno de los puntos medulares de la teoría de Rawls: el velo de ignorancia. «Para Rawls debemos partir del principio de imparcialidad. El da su aporte más fundamental porque habla del velo de ignorancia. Dice que en el inicio del contrato, para que la búsqueda de los principios de justicia sea plausible, ninguno de los individuos que van a pactar el contrato debe saber cuál es su posición, su identidad, su sexo, su edad, sus características raciales. Esa es la clave porque si yo no sé cuál va a ser mi sexo, mi edad, mi color de piel, haré un contrato neutral para que cualquiera sea el resultado del mismo me pueda proteger y dar ventajas, sea yo quien sea».

«Recordemos que para Thomas Hobbes, el contrato comienza con el homo homini lupus -señaló, refrescando conceptos de uno de los programas anteriores- con una visión negativa del estado de naturaleza. Se llega al contrato por la incapacidad de los seres humanos de organizarse en sociedad y porque si no lo hacen, terminan matándose todos contra todos. Para Rousseau, en cambio, en el origen estaba el buen salvaje. El hombre es bueno, pero la sociedad lo corrompe. Para Rawls, en un libro escrito en 1971, en el estado social del contrato social plantea que es invidente de su identidad. Solamente ignorando lo que me define podemos llegar a principios de justicia».

Invitó a su audiencia a dar el siguiente paso en la reflexión y el análisis.  «Hay dos condiciones por las cuales nos podemos preguntar por la justicia. ¿A partir de qué momento la idea de justicia es necesaria, es estructurante, es una conditio sine qua non del existir y del coexistir del ser humano? La primera condición es lo que Rawls llama la escasez moderada. Si hubiera una escasez absoluta no nos preguntaríamos por la justicia porque no tendríamos nada que redistribuir. La segunda condición es el conflicto en la distribución  de los bienes sociales. Si hubiese una abundancia total, no haría falta justicia porque no le faltaría nada a nadie».

Acotó que es necesario ver al autor en el contexto de la sociedad en la que vivió, la estadounidense del siglo XX. «Es una sociedad de racismo y con grandes desigualdades en los ingresos. Cuáles son los fundamentos para nivelar estas desigualdades. Antes de Rawls la respuesta era la teoría utilitarista, que plantea maximizar el beneficio de la mayor población posible. Es decir, aplasta a las minorías y al individuo y maximiza el beneficio del mayor número posible con bienestar, placer y felicidad. Por ejemplo, si hay una clase con 20 alumnos y 18 salen bien y 2 mal, la teoría utilitarista propone quedarse con los 18 y excluir a los 2. Rawls se opone y dice que esa teoría no toma en cuenta en sufrimiento individual de los menos aventajados. Plantea basarse en la libertad del individuo y en la igualdad. Para él, un Estado se define justo o injusto a partir de cómo tratará a los dos menos aventajados, a los más débiles».

Puntualizó que el autor analizado se basa en principios de libertad individual e igualdad de oportunidades. «Plantea que un cierto nivel de desigualdad es positivo siempre y cuando los que estén peor tengan un nivel social, económico y cultural suficiente como para tener una vida digna. Frente a eso, yo planteaba en este libro que si aceptábamos que un jugador de básquet gane 30 millones de dólares, siempre y cuando aquel que gana 200 dólares tenga con eso una vida digna, caemos en una especie de firma de un seguro contra robo para un carro que ya fue robado. Es un liberalismo de izquierda o progresista que presupone una grandísima hipocresía porque legitima la riqueza de los que están mejor a partir de un cierto y precario bienestar de los que están peor. Tal vez se algo como lo que señalaba Rousseau, de cuando los poderosos hacen un contrato a la medida de sus beneficios. ¿Además, que significa nivel suficiente para un vida digna?».

Añadió que Rawls también postuló un principio de diferencia, según el cual la desigualdad solo es aceptada si beneficia la más débil, si los menos aventajados puede recibir algún tipo de beneficio o asistencia social.

Sobre las críticas a Rawls, aseveró que la principal se refiere a si es posible establecer un velo de ignorancia. «Sabemos que es una hipótesis de trabajo. Pero en la realpolitik está claro que el individuo siempre tendrá clara su identidad de antes, durante y después del contrato. Encarnamos al individuo del contrato social y le damos aspectos históricos e historiográficos.  Ego sum hic et nunc, yo soy aquí y ahora,  decían los latinos, y yo soy el fruto de mis circunstancias, decían los filósofos españoles de la primera mitad del siglo XX. Difícilmente puedo quitarme mi identidad social y psicológica para firmar un contrato. Eso significaría desarraigar al individuo».

Explicó que su visión crítica de este aspecto de Rawls, fundamentada en Sandel, se basa en la convicción de que los humanos somos seres históricos. «La mejor manera de salir airosos es que sepamos quién tenemos enfrente a la hora de hacer el contrato, es decir, todo lo contrario de lo que plantea Rawls. Al momento de hacer el contrato social es cuando más debemos partir de nuestras identidades. Un ejemplo es el matrimonio, que es un contrato social con cláusulas específicas. Por ejemplo, si tú no dignificas el acto sexual, es causa de divorcio. Si le eres infiel a tu pareja, es causa de divorcio. Según Rawls, para que funcione ese contrato, yo debería ponerme un velo de ignorancia y no saber con quién me estoy casando… lo cual por cierto pasa en muchos casos».

«Si soy indígena y debo firmar un contrato social para defender una identidad, un patrimonio cultural, un idioma, un territorio, todo eso tiene que estar en la discusión. Claro que eso hace más difícil alcanzar un contrato social. Pero ese es el grandísimo desafío de las democracias», subrayó.

Otros filósofos cuestionadores de Rawls fueron Charles Taylor, autor de Las fuentes del yo, y  Alasdair MacIntyre, quienes dicen que la idea del contrato firmado bajo el velo de la ignorancia es como darle un mapa a alguien que está perdido, pero no decirle en qué punto del mapa se encuentra.

Feria del Libro de Caracas

Pérez Pirela pasó a la sección del programa de los viernes dedicada a la poesía y la inició «dando las gracias por los mensajes de amor y solidaridad en relación al grandísimo honor que tomo con mucha humildad, responsabilidad y seriedad, no se imaginan cuánta, que me ha hecho la Feria del Libro de Caracas que se realizará en homenaje a nuestro gran escritor y poeta Aquiles Nazoa y a este servidor. Me da una gran emoción que una feria del libro me homenajee y sobre todo en Caracas, la ciudad donde escogí vivir y donde espero morir de muerte natural».

Dijo que para responder a ese honor, se decidió  la publicación de dos novelas. «La primera es Pueblo, que escribí durante diez años, entre París, Caracas, Argentina y Uruguay. Es un trabajo bien fuerte, una reflexión sobre el poder y el amor. Fue publicada por Monte Ávila Editores. Está siendo publicada también en Santa Clara, Cuba y ahora también en una nueva edición, en Venezuela. En los próximos días estará con nosotros y eso me tiene muy contento y muy emocionado. Esa novela fue prologada por el gran intelectual, mi maestro y amigo Luis Britto García».

«Pero además de esa novela,  saldrá en los próximos días otra, que se llama El Último romántico, que escribimos hace 18 años entre Roma y París. Ahora decidimos publicarla. Es una novela provocadora, muy provocadora, que va a dar mucho de qué hablar, inspirada en Bukowski, en Fernando Vallejo, que escribió La virgen de los sicarios y La rambla paralela; inspirada en Desnoes, que escribió Memorias del subdesarrollo. Y el prólogo lo realizó la gran pluma, una de mis plumas preferidas, el periodista Clodovaldo Hernández, que más que un prólogo hizo un poema en prosa sobre la novela».

«También vamos a proponer además un recital de poesía con los poemas que he escrito en estos últimos diez años, pero hablamos con el profesor de composición y de saxofón Manuel Barrios y está componiendo para cada poema un tema de jazz o de blues y hasta un bolero salió por ahí. Así que el recital será con un cuarteto de piano, bajo, batería y saxo, más unas congas, unas flautas, unos clarinetes por aquí y por allá. La idea es realzar la cultura y el honor de este país», recalcó.

Lectura de poesía
Como todos los viernes, dedicó el segmento final del programa a leer poemas. Inició con tres de su propia autoría.

El primero, titulado San Agustín, está dedicado a uno de los barrios más musicales de Caracas, sobre todo en materia de percusión:

En San Agustín los carpinteros tocan timbal 
con martillos y cinceles al ritmo de clave de trío
Las bolas criollas no son verdes ni rojas
sino del color del año de la pera y el mango.

En San Agustín los micrófonos vuelan en cielos
que se te caen encima en escamas de pez que fuma
y no hay pianos de cola sino guitarras de coca
En San Agustín los sobrios son zombies 
cuidados por borrachos desalmados con armas largas.
Las niñas parecen blancos duendes 
haciendo segundas comuniones
y terceras desafinadas
En San Agustín no hay despechos sino pechos
de negras sudadas por el peso de sus nalgas
que son abuelas e hijas de tu madre
la tuya que es mi comadre
En San Agustín cada hombre tiene cinco mujeres
y cada mujer diez hombre y veinte hombros
donde llorar y vomitar
En San Agustín las cuentas del alma nunca dan
Y todos quedan debiendo y bebiendo
En San Agustín a lo despecho pecho
y culos de botella y tercio en San Agustín.

 El segundo poema fue El velorio, cuenta la historia de un muerto en un féretro y todo el mundo llorando, hasta que llegó ella:

De pronto ella apareció de la nada
como si él la hubiese llamado
y así fue.
Él contó segundo a segundo
cada milímetro de su ausencia
La espero hasta cuando sus suspiros se convirtieron
en sobresaltos asmáticos.
Cuando ella apareció
el vivo al cual todos daban por muerto en ese velorio
abrió los ojos, sonrió, como quien pide disculpas
y echó a andar con ella
vestida de blanco y negro.

El tercer poema se refiere a un mordisco y se titula Geografía:

Rastros de ti en mi cuerpo son como islotes
llenos de recuerdos.

Luego pasó a los poemas sugeridos por el  público. El primero fue  El seminarista de los ojos negros, del español Miguel Ramos Carrión:

Desde la ventana de un casucho viejo 
abierta en verano, cerrada en invierno 
por vidrios verdosos y plomos espesos, 
una salmantina de rubio cabello 
y ojos que parecen pedazos de cielo, 
mientas la costura mezcla con el rezo, 
ve todas las tardes pasar en silencio 
los seminaristas que van de paseo.

Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo, 
marchan en dos filas pausados y austeros, 
sin más nota alegre sobre el traje negro 
que la beca roja que ciñe su cuello, 
y que por la espalda casi roza el suelo.

Un seminarista, entre todos ellos, 
marcha siempre erguido, con aire resuelto. 
La negra sotana dibuja su cuerpo 
gallardo y airoso, flexible y esbelto. 
Él, solo a hurtadillas y con el recelo 
de que sus miradas observen los clérigos, 
desde que en la calle vislumbra a lo lejos 
a la salmantina de rubio cabello 
la mira muy fijo, con mirar intenso. 
Y siempre que pasa le deja el recuerdo 
de aquella mirada de sus ojos negros. 
Monótono y tardo va pasando el tiempo 
y muere el estío y el otoño luego, 
y vienen las tardes plomizas de invierno.

Desde la ventana del casucho viejo 
siempre sola y triste; rezando y cosiendo 
una salmantina de rubio cabello 
ve todas las tardes pasar en silencio 
los seminaristas que van de paseo.

Pero no ve a todos: ve solo a uno de ellos, 
su seminarista de los ojos negros; 
cada vez que pasa gallardo y esbelto, 
observa la niña que pide aquel cuerpo 
marciales arreos.

Cuando en ella fija sus ojos abiertos 
con vivas y audaces miradas de fuego, 
parece decirla: —¡Te quiero!, ¡te quiero!, 
¡Yo no he de ser cura, yo no puedo serlo! 
¡Si yo no soy tuyo, me muero, me muero! 
A la niña entonces se le oprime el pecho, 
la labor suspende y olvida los rezos, 
y ya vive sólo en su pensamiento 
el seminarista de los ojos negros.

En una lluviosa mañana de inverno 
la niña que alegre saltaba del lecho, 
oyó tristes cánticos y fúnebres rezos; 
por la angosta calle pasaba un entierro.

Un seminarista sin duda era el muerto; 
pues, cuatro, llevaban en hombros el féretro, 
con la beca roja por cima cubierto, 
y sobre la beca, el bonete negro. 
Con sus voces roncas cantaban los clérigos 
los seminaristas iban en silencio 
siempre en dos filas hacia el cementerio 
como por las tardes al ir de paseo.

La niña angustiada miraba el cortejo 
los conoce a todos a fuerza de verlos… 
tan sólo, tan sólo faltaba entre ellos… 
el seminarista de los ojos negros.

Corriendo los años, pasó mucho tiempo… 
y allá en la ventana del casucho viejo, 
una pobre anciana de blancos cabellos, 
con la tez rugosa y encorvado el cuerpo, 
mientras la costura mezcla con el rezo, 
ve todas las tardes pasar en silencio 
los seminaristas que van de paseo.

La labor suspende, los mira, y al verlos 
sus ojos azules ya tristes y muertos 
vierten silenciosas lágrimas de hielo.

Sola, vieja y triste, aún guarda el recuerdo 
del seminarista de los ojos negros…

 Aquiles Nazoa también estuvo presente, con su poema La almohada:

A los tres días de comprada me di cuenta de que a la almohada que me vendieron por cuotas se le botaban los sueños.
A los pocos días de comprado este apartamento me di cuenta de que por sus ventanas se le botaba mi vida.
Me enamoré de una mujer a la que se le botaban mis palabras por todas las grietas de corazón echado a perder
Me hice poner un corazón nuevo y a los pocos días se le salían mis sentimientos, y se me iban botando por las calles.
Me compré una juventud de transistores fabricada en Japón y apenas estrenada me di cuenta de que por ella se me iban botando los años.
Me subí en el autobús para ir a mi casa y a poco el chofer nos dijo que debíamos bajarnos todos porque se le estaban botando los pasajeros.
Me morí de tan fastidiado que estaba y resultó que el cementerio se le estaban botando los muertos
Ya no puedo ver una flor sin que se me boten las lágrimas. Ni un paisaje sin que se me boten los ojos.
Cada noche llega una hora en que se me botan los pantalones y como digo, me reclino sobre una almohada a la que se le botan los sueños.

Otra persona de la audiencia pidió una letra de Joaquín Sabina, Hay mujeres:

Hay mujeres que arrastran maletas cargadas de lluvia,
Hay mujeres que nunca reciben postales de amor,
Hay mujeres que sueñan con trenes llenos de soldados,
Hay mujeres que dicen que sí cuando dicen que no.
Hay mujeres que bailan desnudas en cárceles de oro,
Hay mujeres que buscan deseo y encuentran piedad,
Hay mujeres atadas de manos y pies al olvido,
Hay mujeres que huyen perseguidas por su soledad.
Hay mujeres veneno, mujeres imán,
Hay mujeres de fuego y helado metal,
Hay mujeres consuelo, hay mujeres consuelo,
Hay mujeres consuelo, mujeres fatal.
Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan,
Hay mujeres que ni cuando mienten dicen la verdad,
Hay mujeres que exploran secretas estancias del alma,
Hay mujeres que empiezan la guerra firmando la paz.
Hay mujeres envueltas en pieles sin cuerpo debajo,
Hay mujeres en cuyas caderas no se pone el sol,
Hay mujeres que van al amor como van al trabajo,
Hay mujeres capaces de hacerme perder la razón.

Prosiguió con una versión analizada del Poema 20 de Pablo Neruda, indicando que es una especie de ir y venir desde el mundo físico, de la naturaleza hacia el mundo espiritual, interno:

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Escribir, por ejemplo: “La noche está estrellada,
y tiritan, azules, los astros, a lo lejos.”
El viento de la noche gira en el cielo y canta.

(Mundo natural)

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Yo la quise, y a veces ella también me quiso.

(Mundo interno)

En las noches como ésta la tuve entre mis brazos.
La besé tantas veces bajo el cielo infinito. 
Ella me quiso, a veces yo también la quería.
Cómo no haber amado sus grandes ojos fijos.
Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.

(Unión de ambos mundos)

Oír la noche inmensa, más inmensa sin ella.
Y el verso cae al alma como al pasto el rocío.
Qué importa que mi amor no pudiera guardarla.
La noche está estrellada y ella no está conmigo.

(Lo de afuera y lo de adentro)

Eso es todo. A lo lejos alguien canta. A lo lejos.
Mi alma no se contenta con haberla perdido.

(Se vuelve infinito el universo del poema)

Como para acercarla mi mirada la busca.
Mi corazón la busca, y ella no está conmigo.
La misma noche que hace blanquear los mismos árboles.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos.
 
(Una de sus grandes frases de la poesía de Neruda)

Ya no la quiero, es cierto, pero cuánto la quise.
Mi voz buscaba el viento para tocar su oído.
De otro. Será de otro. Como antes de mis besos.
Su voz, su cuerpo claro. Sus ojos infinitos. 
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.

(Ahí tembló el planeta tierra, soltó ese chileno infinito una frase de apenas diez palabras)

Porque en noches como ésta la tuve entre mis brazos,
mi alma no se contenta con haberla perdido.
Aunque éste sea el último dolor que ella me causa,
y estos sean los últimos versos que yo le escribo.

Finalizó con el Capítulo Siete de Rayuela, de Julio Cortázar:

Toco tu boca, con un dedo toco el borde de tu boca, voy dibujándola como si saliera de mi mano, como si por primera vez tu boca se entreabriera, y me basta cerrar los ojos para deshacerlo todo y recomenzar, hago nacer cada vez la boca que deseo, la boca que mi mano elige y te dibuja en la cara, una boca elegida entre todas, con soberana libertad elegida por mí para dibujarla con mi mano por tu cara, y que por un azar que no busco comprender coincide exactamente con tu boca que sonríe por debajo de la que mi mano te dibuja. Me miras, de cerca me miras, cada vez más de cerca y entonces jugamos al cíclope, nos miramos cada vez más de cerca y nuestros ojos se agrandan, se acercan entre sí, se superponen y los cíclopes se miran, respirando confundidos, las bocas se encuentran y luchan tibiamente, mordiéndose con los labios, apoyando apenas la lengua en los dientes, jugando en sus recintos donde un aire pesado va y viene con un perfume viejo y un silencio. Entonces mis manos buscan hundirse en tu pelo, acariciar lentamente la profundidad de tu pelo mientras nos besamos como si tuviéramos la boca llena de flores o de peces, de movimientos vivos, de fragancia oscura. Y si nos mordemos el dolor es dulce, y si nos ahogamos en un breve y terrible absorber simultáneo del aliento, esa instantánea muerte es bella. Y hay una sola saliva y un solo sabor a fruta madura, y yo te siento temblar contra mí como una luna en el agua.

“Para mí el idioma de la poesía es el castellano latinoamericano, pese a los grandes poemas de Baudelaire en francés; de Walt Whitman, Bukowski, Hemingway o Shakespeare en inglés y de las más bellas prosas de Goethe en alemán.

Para finalizar presentó el trabajo conjunto de Manuel Barrios de Poemas musicalizados con un poema dedicado a Caracas.

(LaIguana.TV)

 

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